Por Carlos Andrés Ortiz.-

Por supuesto que son muy buenas noticias que las producciones de petróleo y gas estén en franco crecimiento, de forma tal que en poco tiempo dejaremos de ser importadores para posicionarnos como exportadores, con un firme abastecimiento pleno del mercado nacional.

Es bueno exportar bienes estratégicos, como los hidrocarburos, pero más bueno sería que se utilicen preponderantemente para producir insumos elaborados, como fertilizantes, plásticos y otros; y que se priorice el abastecimiento pleno de todo nuestro dilatado territorio, superando el centralismo que prioriza Buenos Aires y la Pampa Húmeda.

En gran medida, esas buenas nuevas de aumentos de las producciones tienen que ver con el fuerte desarrollo del mega yacimiento no convencional de Vaca Muerta, uno de los mayores del mundo en ambos tipos de hidrocarburos. A la vez, el gasoducto Néstor Kirchner -que se construirá en breve con financiación china-, podrá canalizar los crecientes flujos de gas patagónico, hacia buena parte del resto del territorio nacional, en especial el núcleo de consumo del triángulo Buenos Aires – Rosario – Córdoba, y sus zonas de influencia; mejorando sensiblemente la infraestructura general para distribuir el valioso insumo energético, hoy operando al límite de su capacidad instalada.

Tan fuertes volúmenes de producción se avizoran con certeza, de forma tal que se prevé exportar importantes cantidades de gas a Chile y Brasil, parte de lo cual se está haciendo. Eso mejorará nuestra Balanza de Pagos, y facilitará una mayor integración regional, lo cual es excelente desde la Geopolítica.

Finalizado el gran gasoducto en construcción, es posible que se logre prescindir totalmente de las costosas importaciones de GNL, el gas que se importa por medio de buques metaneros, lo cual era costoso y ahora mucho más, por los cambios a escala planetaria que están sucediendo vinculados con las fuertes transformaciones geopolíticas a escala mundial, que la guerra no declarada entre Rusia y la OTAN está provocando.

Ese panorama positivo es reforzado por los nuevos acuerdos alcanzados con Bolivia, para disponer de mayores volúmenes de gas, lo cual es siempre positivo y muy importante en el corto plazo.

Claro está que tantas buenas noticias, tienen su contracara en el mantenimiento de la marginación de las provincias de Misiones y Corrientes, que fueron excluidas del Gas NEA (Gasoducto del Nordeste Argentino), como una más de las tantas iniciativas destructivas perpetradas por el macrismo, acorde a su rol neoliberal a ultranza y por ende totalmente en contra de las prioridades nacionales para el desarrollo socio económico.

Es necesario recordar que el Gas NEA estaba en pleno proceso de construcción, con la planificada interconexión de Misiones y Corrientes, cuando la perniciosa irrupción del neoliberalismo aplicó con toda saña las políticas de abandono de grandes obras públicas y la premeditada y culposa destrucción generalizada socio económica de casi todas las actividades y segmentos sociales de nuestro país. ¡Y del GasNEA, trascendió que ni siquiera cuidaron los caños que estaban instalados o prontos a serlo, todo lo cual se ocultó prontamente con densos silencios informativos y otros escándalos a diario puestos en evidencia!

Sin duda alguna, es inadmisible que, en esta nueva etapa de un gobierno identificado con los valores de lo Nacional y Popular, el tema de la necesaria continuación del GasNEA en Misiones y Corrientes, haya quedado en un cono total de sombras y de estruendosos silencios, al punto tal que aparentemente, el único reclamo público fue el del Senador Closs, con efímera y muy poca difusión.

Claro está, que algunas de las muchas desafortunadas e indefendibles (desde lo estrictamente técnico) definiciones del actual Ministro de Energía de Misiones, terminaron avalando de hecho el abandono del necesario proyecto del GasNEA por parte del Estado Nacional, ante la falta de reclamos de los estamentos del poder en Misiones, incluyendo en ello los pocos o totalmente ausentes reclamos, no solo de -aparentemente- todo o casi todo el arco político, sino también de los sindicatos, cámaras empresariales, sectores académicos e intelectuales, y los comunicadores sociales.

Es comprensible que las dos pandemias que se tuvo que afrontar (la de la destrucción generalizada del neoliberalismo, y la del Covid), hayan posicionado otras urgencias; y lo urgente suele tapar a lo muy importante.

La más que discutible afirmación del joven Ministro de Energía de Misiones, según la cual con el hidrógeno podemos reemplazar al tendido del gasoducto en Misiones (que estaba proyectado bifurcado en dos grandes ramales, casi paralelos a las rutas nacionales 12 y 14, incluso con una derivación al nordeste correntino, hasta Virasoro y Santo Tomé), parecería que fue asumida como válida por la provincia, tomando incluso estado público a nivel nacional, en algún par de publicaciones de relativamente amplia circulación nacional.

La del hidrógeno es una tecnología aun en cierto modo embrionaria, siendo previsible que la separación del mismo y su ulterior procesamiento, sea un proceso costoso, además de muy riesgoso. Además de necesitarse una hipotética planta separadora de hidrógeno a escala industrial, faltaría luego contar con toda la compleja y previsiblemente muy costosa tecnología para distribuirlo en toda la provincia, todo lo cual con seguridad requeriría cuantiosas inversiones, de muy dudosas fuentes de financiaciones, como en cambio sí es muy factible obtener para construir las extensiones del GasNEA.

Mientras que el gas natural -abundante en Argentina y bastante económico, además de muy poco contaminante-, es un insumo energético; en cambio el hidrógeno es considerado un vector (transmisor) energético, lo cual implica menor eficiencia, y de sus costos reales ni se habla, lo cual no es buena señal.

No es un dato menor, pero se lo oculta o difunde muy poco que, para obtener, al fin de todo el complejo proceso, una unidad energética (por caso un kWh), separar el hidrógeno de los otros componentes a los que se halla adherido, es necesario gastar en el proceso de separación, bastante más energía que la que proveerá el hidrógeno. Hace no mucho tiempo atrás, se calculaba que, según el material del cual se separe el hidrógeno y dependiendo del proceso tecnológico de separación, se requeriría gastar entre dos a cinco unidades (en el ejemplo citado, kWh), por cada unidad energética que se podrá obtener del insumo energético hidrógeno.

En síntesis, la separación y procesamiento del hidrógeno, es una operación energética, económica y ambiental ruinosa (se gastaría mucho más que lo que se podría economizar al fin del proceso para disponer del vector hidrógeno.

Solo se justificaría su uso en casos muy puntuales. Por ejemplo, en entornos muy contaminados (como algunas grandes ciudades), para el transporte público y el de grandes volúmenes de cargas.

En síntesis, necesitamos que se nos incluya, como es debido y como estaba originalmente planificado, en la traza del GasNEA, a Misiones y Corrientes. Su materialización será una concreción de estricta justicia y de federalismo efectivo.

Como sucedió con otras grandes obras largamente exigidas y muy importantes, en su momento omitidas por el Poder Central; es necesario que todos los sectores de nuestras dos postergadas provincias, se unan en un persistente y contundente reclamo, para lograr su pronta concreción.

Su dilación indefinida o su cancelación, será una prueba flagrante de la continuidad del nocivo centralismo excluyente y egoístamente unitario.

¡El GasNEA debe ser prioridad para Misiones y Corrientes!

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