Por Claudio Chaves.-
El tercer mes del año fue decisivo en la vida del Brigadier General don Juan Manuel de Rosas. Nació el 30 de marzo 1793 en el seno de una familia de abolengo y hondas tradiciones hispanas y falleció en el exilio el 14 del mismo mes de 1877. Largos y saludables ochenta y cuatro años transitados sin grandes achaques aunque no pueda decirse lo mismo de la argentina que lo padeció durante veintitrés años, hasta enfermarla de odio y resentimiento. Aunque, verdad obliga, no fuera el único responsable.
Mucho. Me corrijo, muchísimo se ha escrito sobre el célebre caudillo bonaerense. Defensores y detractores se enfrentaron durante años alrededor de su figura. Desde su caída en 1852 y hasta la aparición del primer trabajo serio sobre su obra en 1881: Historia de la Confederación Argentina de Adolfo Saldías, la consigna era no hablar del gobierno de Rosas o mejor dicho hablar mal, poco y rápido. Todo quedaba bajo el rótulo de la sangrienta tiranía. Ciertamente en el gobierno de la provincia de Buenos Aires tanto como en el gobierno nacional constituidos luego de la caída de Rosas ejercieron cargos antiguos rosistas que, naturalmente, se hicieron perdonar su“oprobioso” pasado sobre la base de aceptar, sin muecas, las afrentas a su antiguo jefe. ¡En todas las épocas se cuecen habas!
Pero el rosismo militante, de carácter político, exaltado y absoluto fue propio del siglo XX, más precisamente a partir de 1930, por poner una fecha lo más precisa posible. Y las razones de este furor no respondieron a inquietudes meramente heurísticas fundadas en el conocimiento de nuestro pasado sino y fundamentalmente a razones ideológicas y políticas contemporáneas de los interesados en su figura.
UN MUNDO QUE CAMBIA TRASTOCÁNDOLO TODO
El mundo se había dado vuelta. Las guerras mundiales, la crisis del 30, el advenimiento de Mussolini al poder, la irrupción del nazismo y sus brutales prácticas políticas, la revolución bolchevique y sus crímenes inenarrables, más su estatismo totalizante, los distintos golpes de Estado como forma de resolver problemas políticos como fue el caso de Turquía, España, Portugal y Argentina, instalaron la fuerza, la voluntad, la épica y la utopía revolucionaria como valores exponenciales por encima del tedio mohoso y aletargado de las instituciones republicanas muchas de ellas vacías de pueblo. En nuestro país quien mejor entendió la atmósfera mundial fue Leopoldo Lugones. Decía el poeta:“Antes de la guerra era posible creer en la libertad, la democracia, la igualdad y demás ideologías del racionalismo cristiano. Después de aquel experimento no veo cómo. El jefe resulta de una necesidad vital y la fuerza la única garantía positiva de vivir. Se nace león o se nace oveja. Pero el que nace león se come al que nace oveja. La ley vuelve a ser una expresión de potencia, no de razón ni de lógica” Otro nacionalista, Carlos Ibarguren aseguraba: “El liberalismo predominante en el siglo XIX, desaparece, la persona es sustituida por la masa, la acción aislada por la colectiva.”
Todo estaba preparado para que emergieran a la vida política caudillos que a su manera expresaban la voluntad general escamoteada por élites políticas y sociales que habían hecho de las Repúblicas liberales organismos sin vida ni savia vivificante. Imponiendo un orden de leones.
Dictaduras plebeyas fue la nueva fórmula del siglo. Las masas en movimiento y guiadas por conductores que se colocaban por encima de las leyes y las instituciones. La sujeción de todos sobre todos. Una tormenta antiliberal se abatió sobre el mundo y llegó a la Argentina. El nacionalismo fue una de sus fórmulas y el revisionismo histórico su gran obra cultural. Pero claro como cuerpo doctrinario el nacionalismo era una creación europea de modo que necesitaba enraizarse en las tradiciones culturales y políticas argentinas, bucearon en el pasado nacional en búsqueda de personajes capaces de ser asimilables a las necesidades ideológicas del presente. Rosas cumplía con todas sus presunciones. Caudillo popular de la provincia de Buenos Aires y jefe autócrata de un pueblo manso, al que conducía por fuera de las instituciones. Rosas encarnó la visión totalitaria del fascismo, sin serlo, puesto que no fue el gobierno de todos sobre todos. Sino de una élite sobre la masa. Por lo tanto un dictador a la vieja usanza. El revisionismo vino a resultar el anclaje cultural de una ideología europea que buscaba raíces en la historia argentina. La violencia rosista absolutamente demostrada era propia de su época. Renacida en el siglo XX por el nacionalismo y el marxismo desembocó en una espantosa tragedia que enlutó al mundo.
Volviendo a don Juan Manuel, su pertinaz negativa a la Organización Constitucional encajaba a la perfección en las necesidades del revisionismo nacionalista, esclavo de su presente, que se llevaba por delante en todo el mundo las instituciones en nombre de la revolución y del pueblo. Uno de sus más importantes panegiristas el doctor Julio Irazusta afirmaba: “El constitucionalismo que cundió por todo el país a raíz de la Constitución y del alberdismo, como si no hubiera otro modo de organización civilizada que las cartas constitucionales” (Vida Política de Juan Manuel de Rosas. T. 1)
En esta idea se concentra la atmósfera de una época y la ideología del revisionismo: hay otras formas de organizar la sociedad, las constituciones no importan. Razón por la cual jamás cuestionaron a Rosas por su oposición a la sanción de una Constitución dejando para su provincia la riqueza aduanera que era la riqueza de todo el país concentrada en Buenos Aires. La injusticia de semejante decisión fue tan ostensible y evidente que plantear el carácter popular y nacional de Rosas es ignorar y dar la espalda al verdadero pobrerío del siglo XIX como fueron las poblaciones del interior del país, pisoteadas y agredidas por las fuerzas porteñas. Negarse a la Constitución fue negarse a la única justicia social posible por aquellos años como era repartir proporcionalmente las rentas aduaneras. Cualquier otra interpretación es jarabe de pico o profesar en el siglo XX un profundo espíritu anti-republicano y anti popular
El problema de Rosas o del rosismo no fue lo que Juan Manuel realizó en su gobierno tan despótico como el de Lavalle o el general Paz sino el panegírico realizado en el siglo XX por una generación adscripta a la violencia revolucionaria. La valoración del despotismo y la brutalidad como forma de gobierno y de relacionarse socialmente le ocasionó al país grandes males. Uno de los principales historiadores rosistas contaba en sus memorias:“Había leído a Saldías, después hacia 1930 leí el libro de Carlos Ibarguren sobre Rosas. Era muy cierto pero no me pescaba. Sí me daba cuenta de que había algo en la historia argentina que no coordinaba bien con lo que se enseñaba en los libros de texto, discursos escolares y homenajes académicos. También había oído conferencias de Julio Irazusta en el centenario de la suma del poder público en 1935, y el libro de él y su hermano Rodolfo sobre el imperialismo británico. Me gustaban pero le voy a hablar de una persona que tuvo una gran influencia en mi conversión, al rosismo. Un santafesino muy original, muy personal, muy localista, don Alfredo Bello. Bello no era exactamente un historiador, pero estaba lleno de anécdotas y cuentos históricos. Él era muy rosista sin haber leído mucho sobre Rosas. Tal vez nada. Pero le gustaba de alma por criollo, por original y porque acababa con los cajetillas. Lo que más le gustaba de Rosas era que degollaba gringos y gallegos” (sic). (Hernández, Pablo. Conversaciones con José María Rosa.)
Estas ideas y algunas otras que sería muy extenso desarrollar han sido las razones por las cuales el kirchnerismo resucitó del olvido una escuela histórica agotada que ya nada nuevo podía dar. Expresión de este anacronismo fue el Instituto Dorrego que reunió en su seno dirigentes políticos escasos de ideas y realizaciones culturales.
16/03/2017 a las 12:49 PM
Innecesario aporte. Solo opiniones, nada concreto. Sólo se dedicó a denostar a una persona importante de la Unión Nacional (le cuento al autor, que a partir de Rosas, y gracias a él, cesó todo el proceso de desintegración y disgregación del territorio de lo que hoy es nuestro país).
Obvio que tuvo errores, pero fue un hombre popular, con amplia legitimación y honesto. Sólo fue vencido por el traidor comprado y corrompido por el Imperio del Brasil, el antiguo colaborador rosista, el General Urquiza.
Saludos.
17/03/2017 a las 10:54 AM
Uno más de la legión de escribas neoliberales con globito.
16/03/2017 a las 5:13 PM
En estos momentos en que la Patria se está hundiendo….viene este otro a revolver un poco más la historia. Por favor, un poco de realidad a los supuestos mentores honestos y sobervios, llenos de no se que para salir a pontificar detras de una computadora. Che, hace algo util para salir del atolladero y no sigas fomentando odios y divisiones. Me tienen un poco alterado los tilingos desocupados. Porque estos tambien igual que los de otros bandos, al final estan al dope.
16/03/2017 a las 5:14 PM
Venegas, no es por vos. Aclaro.
16/03/2017 a las 5:54 PM
La verdad que ni haciendo un raconto sesgado de la historia, como el que hace el sr. Chavez, se puede descalificar al personaje. Mucho mas desquiciado se muestra, cuando en paralelo, se le encuentran similitudes con la catástrofe mas pronunciada que ha sufrido nuestro país en toda su historia, de triste reciente data.
16/03/2017 a las 7:49 PM
Hay una evidencia incontrastable de que el pijindrín Rosas nos sumió durante
veinte años en el más ignominioso atraso.
Resulta innecesario el palabrerío para explicar sus necedades, y hasta puede
prescindirse de amontonar elementos probatorios para descalificar al tirano
cuyo mayor interés era defender sus barracas que curtían el cuero a exportar.
Para hacerla corta : después que nos dimos —- glorioso Alberdi mediante —-
la Constitución del 53 que «nos hizo gente» ante el mundo, empezamos a crecer
abrupta, vertiginosa, previsible y ejemplarizadoramente hasta ubicarnos en
apenas treinta años en EL SEPTIMO LUGAR EN EL RANKING DE NACIONES.
Salú Sarmientos, Avellanedas, Pellegrinis, Rocas, númenes que generaron
la inigualable «generación del ochenta».
Tal como decía Perón (diría un peronista ignorando que dicho apotegma es
de Aristóteles) :
» LA UNICA VERDAD ES LA REALIDAD».
17/03/2017 a las 12:17 PM
Un irrespetuoso e ignorante es usted Milico (tal su apodo). Encima, tengo la certeza de que todos los que aquí escribimos, aun no concordando y con discrepancias, lo hacemos sin faltar el respeto ni hacerse los vivos con ironías. El buen uso de humor es propio de personas inteligentes. Deje que eso, entonces lo haga otro, no usted. (me quedo esperando sus insultos, dése el gusto, Milico, sólo lo puede hacer por este medio, no creo que le dé el cuero para hacerlo en la cara)
16/03/2017 a las 8:11 PM
COMPAÑERO CHAVES : valoro su artículo pero no puedo sustraerme a
la necesidad de cuestionar la apreciación que usted formula sobre el
inmaculado INSTITUTO DORREGO.
Descalificar a ese nido de ratones autodenominados REVISIONISTAS
es ignorar el valioso aporte que prestó a esa institución uno de los más
grandes y mejor formados intelectuales argentinos; orgullo de nuestro
Parnaso; prohombre de inigualable formación que descuella en los más
impolutos cenáculos; ejemplo de probidad que a lo largo de su dignísima
trayectoria fue Radical alfonsinista, peronista Duhaldista, y peronista
Kirchnerista, y que hoy aguarda del PRO algún puestito aunque más no
sea de Cartero.
Ni debería mencionarlo por obvio, pero debo remarcarlo :
el señor PACHO O’DONNEL, brillante historiador, quizá futura terna para el
Nobel, y apologista a ultranza de una de nuestras más colosales payasadas
históricas como lo fué «La batalla de la Vuelta de Obligado».
16/03/2017 a las 10:31 PM
Quizás por atenerse a lecturas parciales, gratas a limitadas mentes porteñas o sin visión nacional, se ignoran las campañas militares y la obra política del general Urquiza. Es comprensible, la historia de Mitre se restringe en gran parte a la historia de la ciudad y provincia de Buenos Aires desconociéndose absolutamente la historia argentina, o sea la historia de las provincias argentinas.
Federal desde su juventud Urquiza fue presidente de la legislatura de su provincia con 28 años de edad siendo su preocupación la instrucción del pueblo. Su obra de gobierno como gobernador y como primer presidente constitucional argentino es muy vasta para resumirla en pocas líneas. Si una historia es ignorada supinamente es la de la provincia de Entre Ríos. A partir de 1821, los gobernadores de Entre Ríos eran designados por los gobernadores de Santa Fe y Buenos Aires -López y Rosas- contraviniendo su declamado federalismo, despreciando el voto popular, lo que implica su falta de respeto a los pueblos de las provincias. Lo hacían sobre la base de la fuerza militar. Así fue designado Echagüe, santafesino, para gobernar Entre Ríos durante 10 años. Durante esos años Entre Ríos sufrió invasiones de ejércitos correntinos, orientales y unitarios de porteños radicados en Montevideo. Derrotado Echagüe por el general Paz, abandonó Entre Ríos instalándose en su ciudad de origen, Santa Fe. Corría el año 1841. Los entrerrianos eligieron a Urquiza gobernador. Invadida Entre Ríos por ejércitos correntinos, orientales y unitarios, mandados por el colorado oriental Rivera, estando Urquiza en la isla del Tonelero frente a San Pedro, invocando el pacto federal de 1831 pidió auxilio militar al aliado «federal» Rosas teniendo el silencio por respuesta. Lealtad más unitaria que federal. Convocó a todos los entrerrianos para que se le unieran con sus caballos y lanzas de tacuara. Reunió cerca de 4.000 hombres con los que cruzó el río Paraná (que solo cruzaban los ejércitos entrerrianos). Combinado con el caudillo de Villaguay burló a las partidas unitarias de los generales José María Paz y Rivera uniéndose a Oribe que esperaba su presencia, ya que su ejército de 4.000 hombres no podría enfrentarse al unitario-colorado de aproximadamente 9.000 soldados. El ejército federal triunfó en Arroyo Grande en diciembre de 1842. Mientras Oribe sitiaba Montevideo, Urquiza con su ejército entrerriano comenzó llamada «la guerra larga» en territorio del Estado Oriental. La campaña duró los años 1843 hasta el 27 de marzo de 1845 en que Urquiza derrotó definitivamente a Rivera en India Muerta. Desoyó el pedido de Rosas de que continuara auxiliando a Oribe, cuando en realidad este gobernador podía trasladarse al Estado Oriental con fuerzas propias a respaldar a su ex comandante en jefe en la campaña contra Lavalle. Urquiza regresó a su provincia porque un ejército de 9.000 hombres, fuerte de correntinos y paraguayos, comandados por el general Paz se dirigía hacia Entre Ríos. Con un ejército de 6.000 entrerrianos y sin el auxilio de ningún gobernador autotitulado federal -olvidaron nuevamente el pacto de 1831- combatió al ponderado general cordobés derrotando sus fuerzas en dos oportunidades. La campaña concluyó, en 1846, con el Tratado de Alcaraz entre Urquiza y Madariaga, gobernador de Corrientes. Esa es la razón por la que Urquiza no participó en la Vuelta de Obligado, y no como aseguraran los «historiadores», porteñistas o rosistas, porque estaba contrabandeando con ingleses y franceses (se recomienda estar mejor informado). Reiniciada la guerra por Corrientes, Urquiza derrotó en el Potrero de Vences, el 26 de noviembre de 1847, a Joaquín Madariaga, gobernador correntino. A partir de entonces quedó pacificado el litoral, por la sola acción de Urquiza y el ejército entrerriano, sin recibir ayuda de ninguna provincia ni de los gobernadores llamados «federales» que incumplieron permanentemente los arts.2°, 3° y 13° del Pacto Federal de 1831.
Hasta 1853 no existía otra cosa que provincias ligadas por pactos como lo fue el de 1831, o sea confederadas. Cada provincia conservaba para sí su soberanía (art.1°, Pacto Federal). Cualquiera de ellas denunciando el pacto podía dejar la unión. Terminada la guerra entre federales y unitarios en 1847, Urquiza esperó durante más de 3 largos años que se convocara a congreso constituyente para organizar a las provincias bajo una carta magna y se diera efectivo cumplimiento al art.15° del Pacto Federal. En este se disponía «mientras no se establezca la paz pública de todas las provincias de la República, residirá en la capital de Santa-Fé, una comisión compuesta de un diputado pos cada una de las tres provincias litorales, cuya denominación será Comisión Representativa de los Gobiernos de las Provincias Litorales de la República Argentina, cuyos diputados podrán ser removidos al arbitrio de sus respectivos Gobiernos, cuando lo juzguen conveniente, nombrando otros inmediatamente en su lugar». Dicha comisión nunca se reunió por la negativa del gobernador de Buenos Aires, brigadier Rosas, que concentró en su persona las facultades conferidas a la comisión en el Pacto Federa -ello hubiera significado el riesgo cierto de perder su poder y continuar centralizando en la aduana de su provincia el comercio internacional en perjuicio de las restantes provincias.
Sancionada la Constitución Nacional, el 25 de mayo de 1863, con la ausencia de la provincia de Buenos Aires, las provincias firmantes renunciaron a su soberanía reteniendo conservando sus únicamente autonomías, resultando la nueva entidad política, la Nación Argentina, la única soberana. Nació en allí la República Argentina. Por más que les pese a los que califican «traidor» al general Justo J. de Urquiza gracias a la obra de éste pueden decir que son de nacionalidad argentina. No soy amigo de calificar a los protagonistas de nuestra historia y menos como «traidores», podrán o no ser de la simpatía de uno, se podrá o no estar de acuerdo con su accionar pero los actos de los hombres deben apreciarse conforme los patrones vigentes en su época y no con los de 200 años después. Y así y todo es cuestionable calificarlos de esa manera. Es anacrónico ser hoy día rosista o urquicista, máxime cuando Rosas y Urquiza tuvieron buenas relaciones después de Caseros. Admirar a un caudillo por sobre la ley ha acarreado el desastre que sufre hoy la Argentina. Y finalmente, los que descalifican con gruesas palabras a Urquiza, Rosas, López, Artigas, Paz, Saavedra, Ferré, etc. ¿qué méritos pueden exhibir en la defensa del territorio nacional? ¿qué méritos en la construcción de la organización política argentina? ¿qué obra por la instrucción pública? ¿qué obra de trascendencia en la reafirmación de la república, de la democracia y la vigencia efectiva de la Constitución Nacional? Si tiene las manos vacías o con obras menores, tenga la humildad de callarse la boca o limpiársela antes de calumniar a un destacado hombre de nuestra historia. Hay que madurar y ser más racional y objetivo, amén de abrevar en historiadores serios y en fuentes documentales.
17/03/2017 a las 12:10 PM
Muy buena cronología, y la mayoría datos objetivos. Pero Urquiza SE DEJÓ CORROMPER POR EL BRASIL PARA ATACAR A SU PATRIA. No lo dice un revisionista: lo dijo SARMIENTO EN LA CARTA DE YUNGAY. Lo dijo el agregado comercial de Urquiza en Montevideo Antonio Cuyás y Sampere. Gracias a Urquiza nos endeudamos con Brasil (que se nos rió en la cara y desfilaron sus tropas vencedoras por Buenos Aires el 20 de febrero de 1852 -fecha elegida porque ese día se cumplían 25 años del triunfo Nacional contra el Imperio de Brasil en Ituzaingó). Gracias a Urquiza perdimos definitivamente las Misiones Orientales y gracias a Urquiza le garantizamos a Brasil la libre navegación de los ríos, cuestión estratégica que Brasil exigió para financiar al Ejército Grande. Un desastre.
16/03/2017 a las 10:51 PM
Lo que faltaba hablar mal del BRIGADIER, chaves con s. bueno ya está
17/03/2017 a las 8:31 AM
murio en el exilio????? murio en tierras enemigas???? murio donde le daban de comer?????
AJAJAJJAAJAJAJAJAJAJJAAJJJAJJAJAJAAJAJJAAJAJAJ
17/03/2017 a las 12:35 PM
No es cierto. Murió trabajando como «farmer» en Inglaterra. Como era una persona digna, no necesitó que «nadie le diera de comer». Es más, Urquiza ya como Presidente le ofreció dinero a Rosas para su manutención, oferta que fue rechazada. Está publicada la carta, por si duda de lo que estoy escribiendo. Un lugar donde lo respetaban los propios ingleses, que advirtieron estar en presencia una persona que cuando le tocó gobernar supo oponerse a la prepotencia británica con armas nobles. Por eso lo respetaban, pese a haber sido su enemigo. Por tal motivo el cónsul británico fue el que le hizo un salvoconducto luego de Caseros para que se fuera de Buenos Aires.
17/03/2017 a las 9:26 AM
Interesante el articulo y mas interesante las opiniones de los foristas, que hay para todos los gustos, sin embargo me vienen a la memoria dos hechos concomitantes con la historia del gobernador de la Provincia de Buenos Aires, que ejercía la representación de la Provincias Unidas del Rio de la Plata. a) En 1835, el gobernador de Corrientes le envió una carta quejándose que por la política del Brigadier…no se iban a vestir sus paisanos con ponchos ingleses (¿soberania?), y algo que los historiadores revisionista callan sesgadamente. El General Ángel Vicente Peñaloza alias el Chacho, que en su juventud fue lugarteniente del General Juan Facundo Quiroga, dos veces se levanto en armas contra el Brigadier General….pero bueno como dijo el profesor Antonio Jorge Perez Amuchastegui, el juicio de la historia no existe, sino el juicio del historiador y este esta condicionado por su entorno político.
El brigadier general don Juan Manuel fue un digno hijo de Buenos Aires y como tal un excelso sucesor del Rivadavia, es decir fue el mas unitario de los federales….Les recomiendo a muchos si pueden conseguir el libro de Felix Luna Buenos Aires y el Pais…no tiene desperdicio.
Saludos
17/03/2017 a las 9:22 PM
Muy bueno todo pero falta recordar un detalle… la entrega a Rosas de parte del Gral.José de San Martín Su histórico Sable……….
17/03/2017 a las 9:39 PM
Muy bueno todo lo expuesto por TODOS, pero faltó recordar un detalle no menor que fué la entrega a Rosas
19/03/2017 a las 11:30 PM
He leído con respeto todas las opiniones y el artículo, por supuesto.
Debo aclarar que llamándose mi hijo Juan Manuel, doy por sentado que saben para dónde corro..
Don Juan Manuel fue una necesidad del momento histórico. La anarquía era el gobierno de moda
y el país corría desbocado al desmembramiento porque, precisamente, los caudillos federales sólo
estaban interesados en sus haciendas y despreciaban a cualquier gobierno surgido de Buenos Aires.
El concepto de rentas e impuestos era desconocido para ellos.
Rosas pudo dominarlos y encaminar el país.
Es cierto que para 1850 ese proceso estaba semicumplido y el país marchaba hacia la unidad republicana.
Pero no puede negarse que sin Rosas mediante, jamás hubiéramos llegado a 1853.
Por citar sólo un caso; la flota anglo francesa no vino sólo a comerciar, vino a «abrir los puertos» al comercio británico.
Piensan ustedes que si no hubiesen encontrado resistencia a nivel nacional no hubieran probado una ocupación
aunque sea momentánea en algunos puntos del interior?
Cuánto hubiera tardado un gobierno unitario en «invitarlos» a bajar?
No me gusta decir que Rosas fue un mal necesario pero pueden tomarlo así.
No puedo negar que la Argentina fue puesta en el mundo por la generación del 80 pero no es menos cierto
que era necesario primeramente algún orden político y acabar con la anarquía.
En cuanto al progreso que devino después de Rosas era lo natural: la revolución industrial empujaba desde 1840
y lo que existía hasta ese momento estaba comenzando a llegar a estas tierras algunos años después de su invención
por caso, el ferrocarril.
Con todo, nos dimos un gustazo en esos años que no volveríamos a disfrutar: tener un caudillo nacional que hizo hocicar
a las potencias de la época e hizo que la Argentina fuese respetada y admirada en Europa y EEUU.
Lean la Historia de la Confederación Argentina de Saldías, lean a Ernesto Palacio, a Ibarguren.
También en esos años fuimos una potencia con el progreso posible en esos días.
Don Juan Manuel representó la clase de país que no volvimos a tener: Una nación independiente, soberana y respetada.
Un proyecto de potencia que plasmaron después los prohombres de la generación del 80.
20/03/2017 a las 10:24 AM
Muy buena crónica, Sergio. Faltó agregar que el proyecto de Rosas era unir lo que Hoy es Argentina con Uruguay, -Oribe con las tropas federales estaba a punto de hacer caer la resistencia de Montevideo- y la recuperación definitiva de las Misiones Orientales, ocupadas por Brasil. Nada de esto se pudo hacer «gracias» a la traición por dinero de Urquiza.