Por Hernán Andrés Kruse.-

El 9 de julio se cumplen 200 años de uno de los hechos más trascendentes de nuestra historia: bajo la presidencia de turno de Laprida, diputado por San Juan, el Congreso reunido en Tucumán y cuyas sesiones habían comenzado el 24 de marzo de ese año (1816) proclamó la independencia de la siguiente manera: “Nos los representantes de las Provincias Unidas de Sudamérica, reunidos en Congreso General, invocando al Eterno que preside el universo, en el nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al cielo, a las naciones y a los hombres todos del Globo la justicia que regla nuestros votos; declaramos solemnemente a la faz de la tierra que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli. Quedar en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de las actuales circunstancias. Todas y cada una de ellas así lo publican, declaran y ratifican comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esa voluntad, bajo el seguro y garantía de sus vidas, haberes y famas. Comuníquese a quienes corresponda, para su publicación, y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállese en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración. Dada en la sala de sesiones, firmada de nuestra mano, sellada con el sello del Congreso y refrendada por nuestros diputados secretarios, Francisco Narciso de Laprida, presidente; Mariano Boedo, vicepresidente”. La fórmula del juramento se realizó el 21 de julio presentando un cambio relevante: a la expresión “independiente del rey de España, Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”, se agregó la expresión “y de toda otra dominación extranjera”, en alusión a un inminente ataque del ejército lusitano. Los diputados firmantes de la declaración de la independencia fueron los siguientes: Darregueira, Acevedo, Sánchez de Bustamante, Aráoz, Gallo, Malabia, Colombres, Cabrera, Serrano, Rodríguez, Gorriti, Pérez Bulnes, Gascón, Rivera, Castro Barros, Thames Maza, Paso, Sáenz, Medrano, Pacheco de Melo, Godoy Cruz, Uriarte, Sánchez de Loria, Salguero, Santa María de Oro y Anchorena.

La declaración de la independencia del 9 de julio de 1816 es el resultado de un proceso político y constitucional que tuvo su génesis el 25 de mayo de 1810. Durante ese período las Provincias Unidas del Río de la Plata estuvieron regidas por determinados órganos de poder: 1-la Junta Provisional constituida el mismo 25 de mayo de 1810 (a nombre del rey español Fernando VII); 2-la Junta Grande, instalada el 18 de diciembre de ese año y que albergaba a los diputados del interior; 3-el primer Triunvirato, creado por la Junta Grande el 23 de septiembre de 1811, al que se asocia la Junta Conservadora compuesta por los diputados de los pueblos y provincias; 4-el establecimiento del segundo Triunvirato el 8 de octubre de 1812; 5-creación del Directorio por la Asamblea del año XIII el 22 y el 26 de enero de 1814. Durante ese período fueron sancionados una serie de reglamentos, estatutos y normas constitucionales: 1-reglamento del 28 de mayo de 1810 para el ejercicio de la autoridad de la Junta; 2-decreto de supresión de honores del 6 de diciembre de 1810; 3-reglamento del 10 de febrero de 1811 creando las Juntas Provinciales; 4-decreto del 20 de abril de 1811 sobre libertad de imprenta; 5-reglamento provisorio del 21 de junio de 1811 sobre los recursos de segunda suplicación, nulidad o injusticia notoria y otros extraordinarios; 6-reglamento del 22 de octubre de 1811, escrito por el Deán Funes; 7-decreto del 26 de octubre de 1811 sobre libertad de imprenta; 8-decreto del 23 de noviembre de 1811 sobre seguridad individual; 9-reglamentos de Administración de Justicia del 23 de enero y del 20 de abril de 1812; 10-estatuto del Supremo Poder Ejecutivo del 27 de febrero de 1813 (Asamblea del año XIII); 11-reglamento de Administración de Justicia del 6 de septiembre de 1813; 12-ley del 22 de enero de 1814 y estatuto del mismo mes y año dictados por la Asamblea del año XIII; 13-reglamento provisional de las Secretarías de Estado del Supremo Gobierno del 4 de febrero de 1814; 14-estatuto provisional del 5 de mayo de 1815 dictado por la Junta de Observación.

En forma paralela tuvieron lugar los siguientes congresos y asambleas: 1-el Congreso de Octubre o del Miguelete, reunido en la Banda Oriental en octubre de 1811; 2-la Asamblea instalada el 4 de abril de 1812 y que por carecer de apoyo popular fue disuelta por el Triunvirato; 3-el 31 de enero de 1813 comienza a funcionar la histórica Asamblea del año XIII que proclama que en ella reside nada más y nada menos que la representación y el ejercicio de la soberanía de las Provincias Unidas del Río de la Plata; 4-el Congreso de Peñarol, reunido en lo que hoy es la ciudad de Montevideo el 5 de abril de 1813; 5-el Congreso de Oriente, reunido el 23 de junio de 1815.

Durante este período se sucedieron importantes hechos institucionales, políticos y militares: 1-el movimiento del 5 y 6 de abril de 1811, protagonizado por sectores militares para contrarrestar la influencia de los adictos de Mariano Moreno; 2-elecciones de diputados de la ciudad de Buenos Aires para el Congreso General, celebradas en cabildo abierto el 19 de septiembre de 1811; 3-expulsión de los representantes del interior de la ciudad de Buenos Aires a fines de 1811; 4-movimiento del 8 de octubre de 1812, asonada militar que cuenta con el apoyo de San Martín y la Logia Lautaro y que culmina con la designación de los miembros del segundo Triunvirato; 5-establecimiento del Directorio a comienzos de 1814; 6-expansión de la insurrección federal a principios de 1815, obteniendo rotundos triunfos en Santa Fe y Córdoba; 7-en 1815 se constituye la primera liga federal de las provincias surgida del Congreso de Oriente.

El Congreso de las Provincias Unidas, convocado por Álvarez Thomas, dio comienzo a sus sesiones en Tucumán el 24 de marzo de 1816. Con excepción de Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos y la Banda Oriental, el resto de las provincias mandaron sus representantes. Incluso provincias del alto Perú-Charcas, Cochabamba, Tupiza y Mizque-estaban representadas en Tucumán. La gran mayoría de los representantes eran hombres educados en las universidades de Córdoba, Charcas, Lima y Santiago de Chile. No eran, pues, ningunos advenedizos. Los doctores Serrano y Darragueria (diputados por Charcas y Buenos aires, respectivamente) son considerados como las figuras más notables del Congreso. También merecen ser destacadas las figuras de Castro Barros (riojano), Paso, Sáenz y Anchorena (porteños) y Malabia (chuquisaqueño). Este Congreso es considerado el más nacional, argentino y representativo de nuestra historia. Estos diputados, además de poseer una sólida formación académica, fueron capaces de tomar una decisión como la declaración de nuestra independencia en momentos harto difíciles para el proceso revolucionario. El Alto Perú y Chile estaban en poder de los españoles; el ejército del Norte estaba a merced de la anarquía; el caudillo oriental (Artigas) dominaba el 25% de la nación; las provincias de Santiago del Estero y La Rioja estaban al borde de la anomia; el Ejército de Observación se había sublevado a las órdenes de Díaz Vélez; España amenazaba con invadir el territorio nacional; se multiplicaban los rumores de una invasión de Portugal; y como si todo ello no resultara suficiente, los monarcas europeos se declaraban enemigos de los movimientos revolucionarios y republicanos, como el de las Provincias Unidas. El nuevo Estado comenzaba a crujir y los congresales llegaron a la conclusión de que había llegado el momento justo para consolidarlo declarando la independencia. En una clara demostración de patriotismo esos hombres archivaron transitoriamente sus enfoques localistas y enarbolaron la bandera de la nación.

A pesar de ello, el Congreso estaba compuesto por tres grupos perfectamente distinguibles: a) parte de los diputados porteños, los diputados cuyanos y algunos diputados de las provincias del interior (eran los diputados “centralistas”); b) los diputados cordobeses, algunos diputados porteños y varios diputados provincianos (eran los diputados “localistas”); c) los diputados “altoperuanos” proclives a un régimen libre de la influencia porteña. La primera decisión que tomó el Congreso fue la de consolidar la autoridad central mediante la designación de un Director Supremo. En esos momentos álgidos y complicados, era fundamental contar con un Director Supremo que fuera severo y conciliador al mismo tiempo, y que gozara de un amplio consenso. El elegido fue Juan Martín de Pueyrredón, héroe de la Reconquista y de la retirada de Potosí, uno de los primeros en enarbolar las banderas de la independencia. El 2 de mayo se dio a conocer la renuncia de Álvarez Thomas, lo que no hizo más que allanarle el camino a Pueyrredón. Símbolo del orden y la unidad nacional, Pueyrredón fue elegido el 3 de mayo recibiendo un amplio respaldo de los congresales. Su primera misión consistió en asegurarse la lealtad del ejército acantonado en la provincia de Salta, para lo cual debió extremar sus condiciones de mediador en el litigio entre Rondeau y Güemes. Comprendió que las tropas de éste eran fundamentales para proteger la frontera norte hasta lograr la recuperación del ejército nacional. Al regresar a Buenos Aires dispuso el relevo de Rondeau (lo sintió como una ofensa personal) por Belgrano, cuya presencia enervó cualquier presunto intento de resistencia militar promovido por Rondeau. De buena relación con San Martín, Pueyrredón ubicó en la cima de sus prioridades la invasión a Chile, en poder de los españoles. De esa forma la comunión de intereses en torno a Chile permitió que la unidad política (en torno a las figuras de Pueyrredón y San Martín) dejase de ser una quimera.

En ese contexto histórico nacional e internacional tuvo lugar el Congreso de Tucumán. Su objetivo fundamental, la declaración de la independencia, había sido logrado. Era el triunfo de la concepción americanista del proceso revolucionario comenzado el 25 de mayo de 1810. Los congresistas fueron muy claros: había llegado el momento de independizar a Sudamérica y no sólo a las Provincias Unidas del Río de la Plata. El Congreso representó, a su vez, el fortalecimiento del proyecto de unidad nacional y del ideal monárquico como forma de garantizar la cohesión interna y la legitimidad internacional.

Fuentes:

1-Germán J. Bidart Campos: “Historia política y constitucional argentina”, tomo I, editorial EDIAR, Buenos Aires, 1976.

2-Carlos Alberto Floria y César García Belsunce: “Historia de los argentinos”, editorial Larousse, Buenos Aires, 1992.

3-David Rock: “Argentina 1516-1987. From Spanish Colonization to Alfonsín”, University of California Press, Berkeley, Los Angeles, 1985.

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