Por Carlos Tórtora.-

Dos indicadores refuerzan las pretensiones de Alberto Fernández de tener un rol regional de primer nivel: el triunfo de Luis Arce en las elecciones presidenciales en Bolivia y la probable victoria de Joe Biden en los comicios en EEUU. En el primer caso, el haber apoyado a Evo Morales a través del otorgamiento de su asilo en la Argentina fue una jugada táctica que ahora rinde sus frutos. El futuro gobierno del MAS sería el principal aliado de AF para permanecer como un crítico de la política de bloqueo y sanciones al régimen de Caracas. Y el eje Buenos Aires-La Paz-México podría tener fuerte incidencia regional. La Argentina, hoy miembro disidente del Grupo de Lima, aspira a ocupar un rol central en las negociaciones para una salida democrática de la crisis venezolana.

Más complejo sería el rol de Joe Biden en este tema. Empatado con Donald Trump en muchos estados clave, el candidato demócrata se esforzó por capturar el rechazo del público estadounidense en general por el régimen de Maduro y lo calificó de dictador. Sin embargo, si Biden gana -lo que todavía está por verse-habría una actitud más negociadora hacia los bolivarianos y hasta una flexibilización del actual embargo económico. Durante la presidencia de Barack Obama -y con Biden de vice- no sólo hubo más diálogo con Caracas sino con Cuba. Obama promovió el acercamiento a la isla, viajó a La Habana en marzo de 2016, y flexibilizó el embargo económico y comercial, a cambio de nada, con el régimen comunista. Pese a esto, la realidad es más compleja de lo que parece. Es que las sanciones a Venezuela son también obra de los demócratas.

A lo largo de todo ese proceso, el Partido Demócrata ha dado piso legal a la evolución de las sanciones, que alcanzaron una plataforma con la Ley VERDAD, elaborada por el Senador demócrata Bob Menéndez, que incluyó la previsión de ayuda humanitaria para la masiva migración venezolana, bajo la iniciativa de la diputada demócrata Debbie Mucarsel-Powell, de la Florida. Esta ley, además, recogió los planteamientos de la Ley para la Investigación sobre la Relaciones del gobierno de Rusia y el régimen de Venezuela (redactada por la también diputada demócrata, Debbie Wasserman-Schultz), que luego facilitó la recuperación de esa empresa filial de Petróleos de Venezuela, PDVSA, por el gobierno interino de Juan Guaidó. Asimismo, quedó recogida allí la iniciativa legislativa de la diputada demócrata Donna Shalala, prohibiendo toda forma de comercio militar con el régimen de Maduro. Trump es, pues, ejecutor de un marco legislativo que es expresión bipartidista.

Por éstas y otras razones, las expectativas de AF sobre un giro de la política del Departamento de Estado deben ser necesariamente moderadas y puede ocurrir que las diferencias entre Trump y Biden, en este punto, sean más ideológicas que políticas.

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