Por Armando Ribas.-
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha provocado a mi juicio una mayor confusión política en el mundo. Pero no nos engañemos; esa confusión viene de antes y la diferencia es que a mi juicio Trump ha tenido un efecto sobre ella. Así diría que sorpresivamente en dos recientes artículos de Foreign Affairs los autores se refirieron a la decadencia del liberalismo en los Estados Unidos y consecuentemente en el mundo como consecuencia de la política de Trump, que aparentemente ignora y viola el sistema creado por los Founding Fathers. Y en esa sorpresa me refiero al hecho de que por primera vez al sistema creado por los Founding Fathers y que llamaran el Rule of Law, se le ha reconocido como liberal, cuando hasta la fecha se le denominaba conservadorismo.
En general los artículos se refieren a que la política de Trump no sólo ignora el régimen político americano violando la Constitución, enfrentándose con la Corte y con la prensa, sino también con respecto a lo que denominan el mundo de la democracia liberal creado por la política americana a partir de la Segunda Guerra Mundial. O sea la política internacional americana que ha roto con la NATO, es decir con Europa y en particular con Alemania. Asimismo está en discusión la aparente relación de Trump con Putin. Igualmente Trump apoya el Brexit que es la ruptura de Inglaterra con la Unión Europea. Y no menos importante es la propuesta de Trump de controlar el comercio internacional, que implica ignorar que el comercio ha sido la superación de las guerras que padeció Occidente hasta el siglo XX.
Mi discrepancia con todas las consideraciones, algunas de las cuales las comparto, se refieren específicamente a que no es cierto que en el mundo Occidental, léase Europa, reina el liberalismo. En los principales países de la Unión Europea no prevalece el liberalismo sino la social democracia, o sea el socialismo democrático que ya había predicho Eduard Bernstein en su “Las Precondiciones del Socialismo”, publicado en 1899. El socialismo al que ya me he referido en anteriores oportunidades es el resultado de la demagogia, y ahora le denominan populismo de izquierda. Pero también prevalece la alternativa del populismo de derecha, que es el nacionalismo con Marine Le Pen a la cabeza.
En su artículo “¿Puede el Liberalismo Sobrevivir?”, John Ikenberri escribió: “¿Está el mundo presenciando la muerte del orden liberal dirigido por Estados Unidos?” Esta pregunta también me sorprende porque si bien puede considerarse que la propuesta política de Donald Trump de suspender el libre comercio y que ha roto con la NATO o sea enfrentado a la Unión Europea y particularmente a Alemania estaría rompiendo el acuerdo Occidental, ello no es lo que ha decidido el régimen socialista que prevalece en Europa.
Lamentablemente los artículos citados tienden a confundir al liberalismo con la democracia, y se olvida que ya Madison en la Carta 51 de El Federalista había escrito: “Un despotismo electivo no es el gobierno por el que luchamos”. Pero más aun siguiendo en esa línea escribió: “Hombres de temperamento faccioso, de prejuicios locales, o de siniestros designios, pueden por intriga, por corrupción u otros medios, primero obtener los sufragios, y después traicionar los intereses del pueblo”. Y no olvidemos que ya Aristóteles había escrito que la democracia era destrucción de la república.
En las anteriores palabras podemos observar la actual confusión existente respecto al sistema que cambió la historia del mundo llamado por los Founding Fathers The Rule of Law. Sistema que en general se le reconoce como capitalismo y por tanto se ignora que la economía es la consecuencia del sistema ético, político y jurídico que determina los comportamientos individuales. Y tampoco depende de la supuesta cultura pues como antes dije los comportamientos individuales los determinan las normas que rigen el sistema. Y ese sistema se basa en la limitación del poder político y el respeto por los derechos individuales a la vida, la libertad, la propiedad y el derecho a la búsqueda de la propia felicidad. Y este último fue considerado por Locke como el principio fundamental de la libertad.
A los efectos de cumplir con esos principios en Estados Unidos se estableció la denominada “judicial review” (Revisión Judicial) que implica el cumplimiento que primeramente expresara Alexander Hamilton en la Carta 78 de El Federalista y fue puesto en práctica por el juez Marshall en el caso Marbury vs. Madison de 1791. Al respecto Hamilton había escrito: “La Constitución debe ser considerada por los jueces como la ley fundamental. Ninguna ley contraria a la Constitución puede ser válida”. Y seguidamente siguiendo un pensamiento expuesto por Adam Smith dijo: “No hay libertad si el poder Judicial no está separado del poder Ejecutivo y del poder Legislativo. Cuando el poder Judicial está unido al poder Ejecutivo, es escasamente posible que la Justicia no sea frecuentemente sacrificada a lo que es vulgarmente llamada política”. Y fue a partir de estas concepciones que el Juez Marshall decidió: “Cuando un gobierno crea una Constitución, la considera la ley fundamental, por tanto toda ley contraria a la Constitución es nula. Es la función y el deber del poder Judicial el decir que es la ley”.
Estos son los principios fundamentales que distinguen al Rule of Law de la democracia mayoritaria. Al respecto David Hume había dicho: “Lo que importa no son las mayorías sino las asambleas que pretenden representarlas”. En ese respecto es fundamental tomar en cuenta el derecho a la búsqueda de la felicidad, que implica el reconocimiento de que los intereses privados no son contrarios al interés general. Y es la supuesta satisfacción del interés general en que se funda la violación de los derechos individuales en nombre del pueblo. Como bien dijera Ayn Rand: “La noción tribal del bien común ha servido como la justificación moral de la mayoría de los sistemas sociales y de todas las tiranías de la historia”. Y sigue: “La hermandad humanitaria, altruista, colectivista no es el deseo de ayudar a los pobres, sino destruir a los competentes”.
Vistos los principios que anteceden y que constituyen los supuestos básicos del sistema liberal, no es cierto que ellos prevalecían en Occidente antes de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Si bien algunos aspectos de la política de Trump constituyen una violación nacional e internacional de esos principios, ello no implica desconocer que los mismos han sido históricamente ignorados en la Europa continental. En la Unión Europea prevalece el sistema socialista que es la antítesis del sistema liberal. Allí reina el denominado sistema del populismo de izquierda y de derecha. Ya debiéramos saber que cuando el gasto público se acerca o supera el 50% del PBI se está violando el derecho de propiedad y consecuentemente cae la tasa de crecimiento económico, tal como está ocurriendo hoy en la Unión Europea. La supuesta civilización Occidental es y ha sido la falacia de la historia en la cual hoy nos encontramos. Si hubiese sido por Europa hoy el mundo occidental sería nazi o comunista. He dicho.
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