Por Carlos Belgrano.-

Ayer, trascendió aquí en el DC que, en menos de un año, la FED, el BANCO MUNDIAL y el FMI dejarán de existir, conforme una predicción de Jerome Powell, revelada hoy más temprano por Jim Rogers -socio cofundador del bucanero Quantum Fund-.

Y, si a ello le anudamos la calurosa recomendación de Kissinger que Ucrania debe de ser admitida inmediatamente en la NATO, no se requieren demasiados ítems adicionales para colegir que, si su consejo es receptado favorablemente por Bruselas y sus oligofrénicos dirigentes, desde el instante mismo del ingreso de Kiev a la Unión Europea, una declaración de guerra total por una simple automaticidad servirá de la Declaración del inicio de las hostilidades en toda la Europa continental e insular.

Deviniendo así que Bielorrusia, Irán, Siria, Kazajistán, Moldavia, Turkmenistán, Armenia, Turkestán, Azerbaiyán, Kirguistán, Tayikistán, Bulgaria, Albania, Transnistria, Georgia, Uzbekistán y, posiblemente -con independencia de si Erdogan se impone o no electoralmente-, Turquía y secuencialmente Hungría, se habrán de incorporar al Eje Beijing/Moscú.

Quizás se erija como un tanto prematuro pronosticar si existirá un triunfador en esta contienda que ha dejado de estar en ciernes, para dar por ingresada en un conflicto global, pero como aconteció en la historia bélica, como todas las anteriores, finalmente terminará.

Pero, a diferencia de todas las pretéritas, la posguerra será inédita, porque todas las campiñas del viejo continente quedarán yermas, tanto como las que actualmente rodean a la ex central de Chernobyl.

Y, ensortijada con este derrumbe del sistema monetario global, lo que emergerá de las cenizas de esta contienda -del todo indetenible-, cuenta con varias hipótesis.

Una de las cuales tendrá como objetivo conjunto la ocupación del fértil continente africano, exceptuada la desértica región subsahariana.

Donde serán trasladados todos los morochos -un mil millones- que viven y se desangran actualmente en interminables guerras intestinas, tan tribales cual anacrónicas, exceptuando los cinco millones de afrikaners caucásicos.

Pero, retrotrayéndome al inicio de este artículo, la pregunta que millones se harán, cuando de lo inevitable se pase a lo coetáneo, seguramente será ¿por qué?

Lo que no es tan fácil de responder, sin perjuicio que, como ocurrió en Korea para 1950 y en Indochina en las postrimerías de la retirada francesa tras los estragos de sus tropas en Dien Bien Phu en 1954, esta USA, mordió reiteradamente el polvo de la derrota.

Y, si hundimos un poquito más la daga, puede deducirse que, a partir de la Conferencia de Potsdam, la URSS y EEUU, se guiñaron los ojos, para dar inicio a diferentes teatros de operaciones secundarios y zonales, en aras que no se detuviese la tan ominosa carrera armamentista.

La notable diferencia entre la que principió en 1914 y la que estamos comenzando a pisar es que, en esta oportunidad, la totémica presencia de China es la que universalizará este enfrentamiento al todo o nada.

E, indistintamente al cómo observaremos los eventos del porvenir, ningún efecto benéfico podrá extractar el hombre de sus inimaginables secuelas, salvo uno.

Y, que será, definitiva e inexorablemente, el deceso de la economía parasitaria en los mercados de capitales y persas del circuito bursátil.

Que, con sus más y con sus menos, ha sido el vector especulativo venal que nos ha llevado tan lejos.

En el futuro -¿quién sabe cuándo?-, retornaremos al trueque que, después de todo, fue la primera forma de intercambio en bienes y servicios.

Sin desdeñar la hoy encriptada potencialización de los valores en minerales preciosos como el oro, el platino y los diamantes principalmente.

Resta por ver qué suerte le aguardará al inmenso pozo cloacal de Latinoamérica que, de momento carece de un propietario.

Pero todo me indica que deberá de ajustarse a las circunstancias de modo y tiempo que las nuevas reglas de convivencia les impondrán a sus seiscientos treinta millones de desdichados.

Pero sea como fuese, se constituiría en un severo yerro no comenzar a familiarizarse con…

EL PRÓLOGO DE LA TERCERA GUERRA MUNDIAL LO DEBEMOS DE LEER COMO OBLIGATORIO.

Share