Por Eduardo R. Saguier.-

I.- Introducción. Hipótesis historiográficas y análisis geológicos

En la historiografía política, económica y sociológica que debate el origen del subdesarrollo latinoamericano ha prevalecido una vieja y problemática hipótesis geopolítica que subestima la contradictoria realidad hidrográfica del continente y le resta fuerza a un común destino manifiesto (o excepcionalismo histórico) y a un imaginario de expectativas transformadoras a construir entre todas las naciones de América Latina.

Esta vieja hipótesis, inspirada en José Martí -cuando elaboró Nuestra América- y en cierto determinismo geográfico (Ratzel), en la Escuela de los Anales, y en la obra de Fernand Braudel Felipe II y el Mediterráneo, sostiene que a diferencia de Europa, que por contar con el Mar Mediterráneo, pudo despegar del atraso y el subdesarrollo y alcanzar altos grados de cultura y civilización (con la exclusión del Maghreb en la margen sur del Mediterráneo), Sudamérica en la América Latina, como el África, al carecer de mares interiores, con cursos de agua que comunicaran entre sí sus regiones más profundas, se han convertido en complejos mega-archipiélagos. Estos archipiélagos están compuestos por islotes-naciones, entre sí incomunicados en materia geográfica, económica, cultural y lingüística, y transformados en inmensos cotos de caza donde prevalece la endogamia y la corrupción. En materia comunicacional, se han obligado a implementar un transporte marítimo costero de larga distancia y alto costo entre dos océanos conectados sólo por el Cabo de Hornos, y más luego por el Canal de Panamá; y en el caso de África, por el Cabo de Buena Esperanza y más luego por el Canal de Suez; pero que perpetuaban sus mutuas y estériles rivalidades y chauvinismos.

Nuestro trabajo pretende entonces desmentir la hipótesis geológica mencionada, por cuanto Sudamérica -a semejanza de África, que posee en su interior grandes lagos (Chad, Victoria, Tanganyica) que son la naciente de los ríos Nilo, Níger y Congo- posee al menos tres cuencas hidrográficas perfectamente conectables entre sí, la del Orinoco, el Amazonas y el Plata, cuyos orígenes arrancan desde hace millones de años. Viene al caso referir, geología histórica mediante, que hace diez o veinte millones de años, el Amazonas desembocaba en el Océano Pacífico, y que cuando un millón de años después por choque, separación y deslizamiento de la placa tectónica de Nazca emergió la Cordillera de los Andes se fue formando simultáneamente una inmensa cuenca o mar interior.

Este mar, cuando Sudamérica se separó de África, fue buscando su salida al Atlántico, hasta que en un tiempo geológico fue desecando el enorme espacio, con crecientes zanjeados naturales de cuencas hídricas, con inundaciones, avalanchas, aludes de rocas y minerales, desprendimientos o deslizamientos de laderas y polución química natural o eutrofización, y acompañadas por la resistencia del sustrato geológico para descomponerse y formar suelos, y escoltadas por múltiples aportes de sedimentos y nutrientes. El escurrimiento de aguas y consecuente floración y proliferación de algas y larvas fueron drenando la vida acuática, formando películas bacterianas, humedales y pantanos, y fue apareciendo vegetación emergente dando lugar con el correr de los milenios a inmensos sistemas forestales y muy posteriormente a primitivas faunas silvestres (Cleary, 1990; Albergaria de Queiroz, 2013).

Para el propósito de estos análisis historiográficos y geológicos nos hemos propuesto indagar los proyectos pioneros de canalización comenzando con las expediciones de La Condamine y la de Humboldt, y siguiendo con la lucha entre tesis geopolíticas opuestas para el análisis de la integración de las cuencas hídricas. Entre esas tesis hemos jerarquizado el dualismo geográfico, el desplazamiento de las fronteras políticas, y la consecuente fragmentación del espacio amazónico en un continente hidrográficamente desintegrado. Como derivación de esa disputa y esa fragmentación estudiamos los diversos congresos de profesionales latinoamericanos que se convocaron para integrar las cuencas fluviales. Para analizar los intentos de romper la dualidad geográfica estudiamos la mudanza de la capital brasilera a Brasilia, seguida por el enfrentamiento de las estrategias integradoras contra el extractivismo deforestador. Para investigar la integración hidrográfica pan-amazónica analizamos las obras de ingeniería hidráulica y las comparamos con ejemplos históricos mundiales. Y como conclusión arribamos a la ingrata realidad de la criminal negligencia con que nuestros dirigentes encaran la partición hidro-política de América Latina.

II.- Utopía de integrar las cuencas hidrográficas y la expedición de Humboldt

La utopía de integrar las cuencas hidrográficas del Orinoco, del Amazonas y del Río de la Plata comenzó muy lentamente. Se inició con la aventura expedicionaria del bandeirante portugués Antonio Raposo Tabares (que violaba la línea fronteriza del Tratado de Tordesillas), a través de los ríos Guaporé-Madeira hasta la boca o estuario del Amazonas luego de producida la rebelión de Portugal contra la dominación Habsburga (1648); y siguió con la llegada al Ecuador del hijo de la Ilustración Francesa el explorador Charles Marie de La Condamine en 1735; y con los descubrimientos en Venezuela del naturalista alemán Alexander von Humboldt en 1799.

Humboldt conocía los intentos de construir canales en Grecia, Egipto, China y Rusia. En la Grecia antigua, el Canal de Corinto conectaba el Egeo con el Golfo de Corinto. En el Antiguo Egipto, el canal de los Faraones ligaba el Río Nilo con el Mar Rojo a través de la depresión de Wadi Tumilat, y la obra fue comenzada por Darío el Grande cuando Egipto estuvo invadido por los persas (510 A.C.), y más tarde desarrollada por Ptolomeo II Filadelfio (282 A.C.), nieto de Alejandro el Grande, luego por el emperador romano Trajano (117 D.C.), y finalmente en el siglo XIX por el ingeniero francés Ferdinand de Lesseps (1869). En China, el Gran Canal de 1800 kilómetros, que venía de Pekin y unía los ríos Amarillo y Yang-Tsé, construido por los emperadores a lo largo de sucesivas dinastías había sido mencionado por Marco Polo y el sinólogo jesuita Matteo Ricci (Needham, 1986; Avarello, 2015).

Como Humboldt también estaba al tanto de los avances en Rusia del Canal Mariinsk, que ligaba el Río Volga con el Mar Báltico (de 368 kilómetros de largo), habría querido emular esos antecedentes históricos y remontando el Orinoco y las bifurcaciones del Casiquiare, en la Amazonía, descubrió la función natural de este último (esta expedición fue repetida dos siglos más tarde por otro alemán Klaus Reckling). Y en un intento de extender sus investigaciones hidrográficas (Del Orinoco al Amazonas. Viaje a las Regiones Equinocciales del nuevo continente), Humboldt envió a su socio y colega, el botánico y naturalista francés Aimée Bonpland, al Paraguay, para que explorara la integración fluvial de la cuenca del Plata y el Alto Paraguay con el Río Amazonas, lo que se frustró por la actitud incomprensiva del dictador José Gaspar Rodríguez de Francia crudamente retratado por Augusto Roa Bastos en Yo el Supremo (Kohlhepp, 2005).

http://www.scielo.br/scielo.php?pid=s0001-37652005000200010&script=sci_arttext

III.- Lucha entre tesis geopolíticas e integración de cuencas fluviales

En la segunda mitad del siglo XIX, el emperador Pedro II apremiado por las dificultades para aprovisionar sus ejércitos en la Guerra de la Triple Alianza, tanto desde el Alto Paraguay como desde el Alto Paraná, ordena actualizar los proyectos de integración de las cuencas fluviales, promovidos desde la década del sesenta del siglo XIX por Domingo F. Sarmiento y por el Ingeniero militar brasilero Eduardo Jose de Moraes, y consagrado en su libro A Junccao Do Amazonas AoPrata: E Estudo Sobre O Rio Madeira (1890). A punto de terminar la guerra, en 1867, el emperador Pedro II buscó afianzar las fronteras amazónicas y ordenó fundar el fuerte de Tabatinga a orillas del Amazonas, río arriba de Manaos. Como réplica, el Presidente Peruano Mariano Pardo envió al Ingeniero Manuel Charón para que funde frente a Tabatinga un fuerte en donde antes había estado el Fuerte Ramón Castilla, antiguo San Antonio de las Amazonas. Charón rebautizó el lugar con el nombre de Leticia, en recuerdo de su amada Leticia Smith Buitrón, dama anglo-peruana de Iquitos, que coincidió con el nombre de la sobrina de uno de los oficiales de la comisión norteamericana acantonada en el área, Leticia Tyler Shands, nieta consentida de John Tyler, décimo presidente de Estados Unidos (1841-1845).

También, para esa época de fines del siglo XIX-en que trascendían las noticias sobre los intentos de David Livingston y Henry Stanley de conectar el Nilo con el río Congo (1874-75) y las compañías navieras inglesas sacaban la goma por el Amazonas- el cauchero peruano Fitzcarrald López descubrió el istmo o varadero (retratado por el cineasta Werner Herzog) que comunica las cuencas de dos ríos alto-amazónicos paralelos, el río Apurimac-Ucayali y el río Madre de Dios, confirmando la hipótesis acerca de la existencia de otros ríos amazónicos paralelos pertenecientes a cuencas distintas que son perfectamente conectables entre sí.

Contemporáneamente con Fitzcarrald López, caído Pedro II, el poder político del Brasil se descentralizó, y la fiebre o boom del caucho (látex o leche maldita) en el mercado mundial desplazó la frontera brasilera aún más hacia el oeste que el Matto Grosso, hasta las mismas estribaciones de la cordillera andina (El Acre), generando en Brasil una nueva identidad geográfica, caracterizada por una marcada dualidad entre el macizo oriental platino y la amazonía occidental, y paralelamente una desintegración hidrológica continental entre dos grandes ríos con afluentes y estuarios asimétricos. Efectivamente, si bien el estuario del Amazonas corresponde a Brasil, sus afluentes le pertenecen a los países andinos (Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia) y a Venezuela; y en el caso del Plata, si bien sus afluentes (Paraná, Paraguay) corresponden a Brasil, el estuario le pertenece a la Argentina y a la República Oriental del Uruguay.

Y a comienzos del siglo XX, en 1914 (tres años después que Hiram Bingham descubriera Macchu Pichu), el ex presidente norteamericano Teodoro Roosevelt (invitado por el Presidente del Brasil Hermes da Fonseca), siguiendo las huellas del bandeirante Raposo Tabares, del topógrafo inglés Percy Harrison Fawcett (demarcador de la frontera entre Bolivia y Brasil) y del explorador Arnold Savage-Landor, se integró a una expedición científica encabezada por el explorador caboclo Cándido Rondon. La expedición partió desde Puerto Cáceres (Mato Grosso) en el Alto Paraguay (donde Roosevelt había llegado vía fluvial procedente de Buenos Aires), luego atravesó la meseta o chapadados Parecis (en el altiplano o planalto del estado de Mato-Grosso del Norte),donde nacen desde distintas serranías los ríos Aguapei, Alegre, Ji-Paraná, Xingú, Araguaia y Juruena, buscando el río Tapirapué o de la Duda (afluente del río Aripuaná), posteriormente bautizado Roosevelt, y desembocando en el curso bajo del Madeira y luego en el Amazonas, epopeya en la que como Raposo Tabares en el siglo XVII casi pierde la vida y aceleró su muerte temprana (Wasserman, 2009).

IV.- Desplazamiento de las fronteras políticas y fragmentación del espacio amazónico

La desarticulación del espacio latinoamericano como secuela de las Reformas Borbónicas, de la expulsión de los Jesuitas, de las revoluciones de Independencia, de la formación de los modernos estados-naciones, y de la fiebre cauchera -impulsada por la demanda del mercado mundial- sin duda colaboró en fracturar también el espacio amazónico.

Sin embargo, este espacio geo-hídrico ya venía partido en dos mitades asimétricas por obra de la antigua voluntad papal, donde el borde occidental de la mitad geográfica más pequeña, la oriental portuguesa, se fue corriendo incesante y progresivamente hacia el oeste. En efecto, la Bula Inter Caetera de 1493 fijó la frontera a 100 leguas al oeste de las Azores; el Tratado de Tordesillas de 1494 lo estableció a 370 leguas al oeste de las Islas del Cabo Verde; y el Tratado de Madrid de 1750, ratificado por el Tratado de San Ildefonso (1777), al ceder España el Mato Grosso al Brasil, a cambio de la Colonia del Sacramento en la Banda Oriental, corrió la frontera interior aún más al oeste (1750).

Esta fragmentación de la Amazonía se acentuó un siglo más tarde, cuando el boom del caucho (1880-1912), y generó toda suerte de migraciones forzadas, de refugiados, de desertores entre la población autóctona y de resistencia a la sedentarización y al trabajo esclavo dada su naturaleza nómade marcada por las épocas de creciente y bajante de los ríos. Por otro lado, merced a los siringueiros (una migración interior de origen caboclo procedente predominantemente de Ceará, sugerida por Euclides da Cunha, secretario de Rio Branco), la frontera brasilera se corrió desde el puerto de Manaos -que era la última línea de defensa de la mítica “costa interior”- hasta las estribaciones de la cordillera oriental peruana y las tierras bajas de la Amazonía boliviana (el Acre). Este desplazamiento de la frontera incidió para que Bolivia y Brasil se enfrentaran entre sí en la Guerra Acreana (1902-1903); y para que Perú firmara bajo presión un tratado desventajoso (Tratado Velarde-Rio Branco, 1909). Más luego, el Canciller Rio Branco fomentó la confrontación entre Perú y Bolivia, así como entre Colombia y Perú, donde el Fuerte Ramón Castilla, antiguo San Antonio de las Amazonas, es rebautizado por el Ingeniero Manuel Charón con el nombre de Leticia, en recuerdo de su amada Leticia Smith Buitrón, dama anglo-peruana de Iquitos.

En conclusión, así como Brasil edificó su costa interior al borde de los ríos de la cuenca amazónica, los países hispanoamericanos lindantes con la Amazonía -pese a sus mutuas desavenencias- también fueron construyendo su propia costa interior, que nunca pudieron integrar al resto de sus territorios. Sin embargo, pese a los esfuerzos por disociar ambas costas interiores, sus pobladores mantuvieron secularmente estrechos contactos sociales, económicos y culturales.

V.- Dualismo geográfico en un continente hidrográficamente desintegrado

Como fruto de la post-guerra de la I Guerra Mundial (1919), se asiste al pasaje teórico y retórico de la homogeneidad étnica a la heterogeneidad geográfica, acentuada por el influjo de autores como Friedrich Ratzel (1903), Rudolf Kjellen (1916) y Camille Vallaux (1921),que fue desplazando de la cartelera al pensamiento sociológico (Durkheim, Weber). Así como para el Perú se desarrolló una concepción geográfica triádica con la combinación de costa, sierra y selva, el geógrafo Carlos Badia Malagrida en El factor geográfico en la política sudamericana (Madrid, 1919), desarrolló para el Brasil la tesis de un dualismo geográfico irresuelto entre las recientemente anexadas tierras bajas de la Amazonía y el macizo sud-oriental platino. Más aún, el geógrafo uruguayo Luis Cincinato Bollo propuso el mismo año en su libro South America, past and present (1919) la integración de las cuencas fluviales sudamericanas, las del Orinoco, Amazonas y el Plata.

Diez años más tarde, el geógrafo Clarence F. Jones levantó un mapa del Río Madeira publicada en Agricultural Regions of South America (Worcester, 1928); y el ingeniero francés Roger Courteville, alentado por la búsqueda de la ciudad perdida que había explorado Fawcett (quien había desaparecido en la selva a manos de indios antropófagos en 1925 y en su rescate se habían practicado una docena de frustradas expediciones), investigó dos años después, en 1930,una ruta fluvial integradora que iba del Plata al Amazonas por el curso del Madeira, más arriba que las ensayadas en el mismo río por Fawcett, Savage-Landor y Rondon-Roosevelt. Esta nueva ruta iba por el Río Guaporé, la misma vía contigua con las tierras bajas del Alto Perú o Audiencia de Charcas (Bolivia) que el bandeirante Antonio Raposo Tabares supuestamente surcara en 1648, y que el Mariscal Rondon demarcó en 1930como límite fronterizo entre Brasil y Bolivia.

A fines de la década del 30 prevalecieron las tesis geopolíticas dualistas defensoras de las fronteras naturales (integración política en el seno de las cuencas hidrográficas respectivas), como fue la postura de Malagrida. Esta tesis aventuraba una eventual secesión amazónica que se iba a desprender del Brasil-semejante a la fragmentación que aconteció en el pasado en el espacio hispanoamericano- si no se encaraban políticas públicas para contrarrestarla. Pero ello fue rebatido por la tesis expansionista y realista del militar brasilero Mario Travassos (1938) quien centraba el motor geopolítico del Brasil en la Amazonía, y paralelamente le atribuía a la cuenca amazónica un potencial de naturaleza centrípeta capaz de precipitar la fabricación de un creciente espacio geográfico de alcance nacional, que desmentía la tesis de Malagrida acerca del dualismo geográfico pero que no advertía sus fuertes efectos regresivos. El travassismo estuvo entonces influido por las teorías del “área pivote”, núcleo vital o región cardial, del inglés Halford Mackinder (1904), que veía al Brasil como una potencia continental, para lo cual privilegiaba la conexión del Mato Grosso con el “Triángulo Estratégico” Boliviano (Santa Cruz, Cochabamba y Sucre o más luego Tarija), y su eventual anexión, el mismo lugar cuyo centro fue paradójicamente elegido por Regis Debray y el Che Guevara para su “foco guerrillero” (Pfrimer & Roseira, 2009; Favaro Martins, 2011). Para estos geopolíticos brasileros, las cuencas del Amazonas y del Plata estaban separadas por la incursión geológica del Macizo de Charcas (Boliviano), una suerte de cuña entre ambas cuencas que hacía que sus caudales de agua se volvieran entre sí antagónicos (Farias, 2004; Severo, 2012), semejantes al rol que cumple en Asia el macizo tibetano como cuña entre las cuencas de los ríos Yang-Tsé y Lancang-Mekong.

VI.- Congresos profesionales latinoamericanos para integrar las cuencas fluviales

En la década del 40 y en medio de la II Guerra Mundial, diversos congresos profesionales latinoamericanos alentaron los estudios geográficos, en especial los estudios hidrográficos con el no oculto objetivo de integrar las cuencas fluviales del continente. En efecto, la Conferencia Regional de los Países del Plata, reunida en Montevideo a comienzos del año 1941, el III Congreso Argentino de Ingeniería, celebrado en Córdoba el 4 de julio de 1942, la V Convención de la Unión Sudamericana de Asociaciones de Ingenieros (USAI) reunida en Montevideo del 9 al 16 de marzo de 1947, y el I Congreso Panamericano de Ingeniería, celebrado en 1949 en Rio de Janeiro, resolvieron recomendar a los estados y asociaciones de profesionales representados que continúen y coordinen mediante comisiones técnicas mixtas, los estudios ya existentes sobre la posible conexión o integración de los tres grandes sistemas hidrográficos de la América del Sur: el Plata, el Amazonas y el Orinoco.Y el año 1947, otro geógrafo, Horacio Gallart, levantó la apuesta de los Congresos y Conferencias citados registrando y publicando numerosos mapas e ilustraciones de la misma ruta fluvial.

Como consecuencia directa de estas exploraciones hidrográficas, investigaciones cartográficas y recomendaciones de organismos regionales y asociaciones profesionales, el ingeniero y representante del Radicalismo argentino Gabriel del Mazo, devenido desde hacía años en el vocero político de los ingenieros reformistas, y del pensamiento regenerador de la Reforma Universitaria de Córdoba, formuló en 1948 ante el Parlamento argentino un proyecto de resolución de integración fluvial a escala continental,y posteriormente, en 1962, publicó un pequeño libro titulado Proyecto de un Canal Sudamericano. Estas propuestas y recomendaciones de obras públicas de infraestructura continental por parte de asociaciones hemisféricas ligadas al pensamiento Reformista y a las prédicas nacionalistas y latinoamericanistas de escritores como Ricardo Rojas y Manuel Ugarte, fueron acompañadas por la intelectualidad hispanoamericana, en especial por la boliviana (Carlos Montenegro), la paraguaya (Natalicio González) y la uruguaya (Ardao). Sin embargo, si bien en Brasil el bonapartismo Varguista desarrolló programas colonizadores de la Amazonía (SPVEA en 1953, el SUDAM en 1966, y el INCRA en 1970), el desafío platino fue recepcionado con recelo y desconfianza pues denunció las supuestas ambiciones de Venezuela y Argentina para adueñarse del espacio amazónico.

VII.- Intentos de romper la dualidad geográfica y mudanza de la capital brasilera

Desaparecido Getulio Vargas por la fatalidad del suicidio, a fines de la década del cincuenta, Brasil mudó por segunda vez en la historia su capital; pero esta vez hacia el interior del territorio, de Rio de Janeiro a Brasilia (dentro de los límites del estado brasileño de Goiás, entre Mato Grosso al occidente y Mina Gerais al oriente). Brasilia fue planificada como una plataforma para lograr la plena colonización de la región interior. Para ello se abrieron también las rodovias de Brasilia a Acre y de Brasilia a Belem (Mickle Griesi, 2009), localizada en la misma zona donde tuvo su epicentro la heroica Columna Prestes (1925-27). La mudanza de la capital tuvo su ejecutor en el presidente Juscelino Kubitscheck (1956-61), pero pese a sus méritos geopolíticos -por haber penetrado al interior del Brasil—no alcanzó a romper el dualismo geográfico denunciado hacia medio siglo por Badia Malagrida, ni a integrar las cuencas fluviales del continente, perpetuando la partición, incomunicación y escaso cabotaje fluvial entre los mismos países vecinos de la cuenca amazónica. Y últimamente, los planes colonizadores continuaron pues se han planificado varias hidrovías, entre ellas la hidrovía de los Ríos Purús y Tapajós, y la del Tocatins-Araguaia, que va del Mato Grosso al puerto de Barcarena (Pará), en el bajo Amazonas.

Años más tarde, agotado el largo régimen bonapartista, la dictadura militar brasilera (Garrastazú Medici,1969-1974) -como reacción a la indiferencia de los regímenes populistas (Vargas, Goulart)- intentó vanamente romper dicha dualidad mediante carreteras viales o rodovias, destacándose la inter-amazónica, pero fracasó rotundamente por ignorar la estratégica relevancia de las cuencas y puertos fluviales. Esto ha servido para corroborar que no existe posibilidad alguna de integrar el Brasil sin la previa integración de todos los países que componen la cuenca del río Amazonas. Y ese fracaso vial se confirma en forma cada vez más escandalosa y catastrófica con el boom cocalero, pues este último viene contaminando los ríos (principalmente los ríos Mántaro y Apurimac, afluentes del río Tambo, y este del río Ene, a su vez afluente del Ucayali) con precursores químicos, al extremo que en ellos ha desaparecido la fauna ictícola y amenaza contagiar la totalidad de la cuenca con focos de contaminación microbiológica.

http://www.rpp.com.pe/2014-11-04-advierten-contaminacion-de-rio-apurimac-con-residuos-de-narcotrafico-noticia_739392.html

Paralelamente a estas propuestas y recomendaciones, en la historiografía lusitana de la década del 50, se desató un intenso debate entre el historiador portugués Jaime Cortesao y el brasileño Sergio Buarque de Holanda sobre la veracidad del mito de la «isla Brasil», donde se revela que los portugueses ya en el siglo XVII buscaban intencionalmente “…definir las fronteras de la colonia portuguesa a partir del Amazonas y la cuenca del Plata, pues percibían que a través de esas dos entradas se llegaba a un desconocido corazón del territorio sud-americano” (comunicación de Shellard Correa, 2015). El representante más genuino de esta pionera y auto-complaciente percepción de un fundacional “destino manifiesto” y de una hipotética “costa interior”, fue según Cortesao el bandeirante portugués Raposo Tabares. Luego de haber participado en las malocas contra las Misiones Jesuíticas y en la Guerra de Reconquista del nordeste contra los invasores Holandeses, Raposo Tabares navegó en 1648 por más de diez mil kilómetros a través de los ríos Paraguay, Grande, Mamoré, Madeira y Amazonas, alcanzando exitosamente Belén do Pará en la desembocadura del río Amazonas, y falleciendo poco después de las enfermedades originadas en la tropical aventura expedicionaria.

http://www.scielo.br/scielo.php?pid=S0104-87752007000100005&script=sci_arttext

Posteriormente, en la década del 60, se dio el trabajo del Arq. Paulo Mendes da Rocha sobre la “costa interior” del Brasil, aludiendo al mito insular y al comportamiento vinculante e integrador de sus ríos y cuencas hídricas. En la década del ochenta, los hermanos Paul y Constantino Georgescu, venezolanos de origen rumano, tras una heroica travesía, recomendaron la misma ruta fluvial que va del Plata al Amazonas por la ruta del Guaporé-Madeira.

www.histarmar.com.ar/InfGral-3/RdlPlataalOrinoco.htm

También en esa época se ensayaron nuevas tesis geopolíticas por académicos como Backheuser (1952), y por militares brasileros como Carlos de Meira Mattos (1980) y Golbery do Couto e Silva (1981). Meira Mattos desarrolló su tesis en tres ejes: espacio, fronteras y posición; y Golbery sostuvo que Brasil era lamentablemente un archipiélago, y que para que alcance influencia y liderazgo en Sudamérica debía cumplir con cuatro objetivos: “…estar suficientemente articulado al interior; efectivamente integrado; expandido en su extenso territorio, y debe manifestar control sobre sus fronteras” (Romero Gallardo, et. al., 2012).

Y recientemente ha resucitado el interés por historizar la dualidad geográfica brasileña y la desintegración fluvial continental pues el profesor ecuatoriano Leonardo Mejía publicó su libro Geopolítica de la Integración Subregional. El rol de Brasil (Ed. La Huella, 2012); el geógrafo-historiador brasilero Manoel Fernandes de Sousa Neto investigó la frustrada iniciativa imperial de Pedro II con su tesis doctoral publicada en 2012, Planos para o Império: os planos de viação do Segundo Reinado (1869-1889); y Perrier-Bruslé (2014) abundó sobre la integración sudamericana haciendo hincapié en la triple frontera entre Bolivia, Perú y Brasil

http://www.scielo.br/scielo.php?pid=S0104-59702014000401490&script=sci_arttext

VIII.- Enfrentamiento de las estrategias integradoras contra el extractivismo deforestador

Como respuesta al expansionismo rodoviario del Varguismo en la Amazonía, los países del mundo andino reaccionaron en 1969 con un programa conjunto de integración económica o Pacto Andino firmando el Tratado de Cartagena (Bolivia, Chile, Ecuador, Perú y Venezuela), y Colombia se adhirió una década más tarde (1978), con la adhesión de la dictadura militar argentina.

No obstante, el mismo año, la diplomacia brasilera no se arredró y logró el respaldo del mundo andino (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Venezuela) para la firma del Tratado de Cooperación Amazónica (Bachetta, 1984, 82). Últimamente, a comienzos del siglo XXI, los países integrantes de la cuenca amazónica resolvieron reformular dicho Tratado de Cooperación, creando en 1998 la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), y eligiendo en 2003 como sede a Brasilia. Para amortiguar el impacto geopolítico, esta organización decidió entablar relaciones con los países de la Cuenca del Plata (Mercosur) y con los del macizo andino o Comunidad Andina de Naciones (Gudynas, 2005).

Los gobiernos militares brasileros impulsaban -a juicio de Batista da Silva (1996)- aquella infraestructura basada en objetivos geopolíticos nacionales individuales priorizando la ocupación territorial y su autosuficiencia económica, lo que llevó a inversiones muy ineficientes. En ese sentido, Batista da Silva (1996) propuso para evitar los errores del pasado militar una fuerte sustitución de los objetivos geopolíticos -centrados en contextos nacionales y en la formación de polos económicos- por otros objetivos orientados esta vez hacia un nuevo paradigma consistente en la primacía de una perspectiva regional geo-económica (Padula, 2011).

En ese sentido, el Presidente Fernando Enrique Cardoso en el año 2000, apoyado por el BID y la CEPAL, formuló la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), orientada hacia una integración regional, tal como lo planteaba cuatro años antes Batista da Silva (1996). En ese sentido, la Iniciativa IIRSA propuso cinco (5) grupos de proyectos de infraestructura, fundados en un proceso de progresiva liberalización económica y que otorga a la autoridad del estado una jerarquía de menor relevancia. De esos cinco grupos de proyectos de IIRSA los cuatro últimos contribuyen a la integración del continente (optimización del corredor brasilero Corumbá (MS) – São Paulo (SP) -Santos (SP) – Rio de Janeiro (RJ); conexión Santa Cruz – Puerto Suárez – Corumbá; conexión Santa Cruz – Cuiabá; y conexión Ilo/Maratani -Desaguadero – La Paz e Arica – La Paz e Iquique – Oruro – Cochabamba – Santa Cruz). Sin embargo, el primer de los cinco proyectos, el Eje Inter-Oceánico Central (EIC) impulsado por el Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento (COSIPLAN), y acompañado por la Ferrovía Trans-continental entre Brasil y Perú, a financiar por el gobierno Chino, ignora totalmente el desarrollo integrador de la infraestructura hídrica del espacio latinoamericano y es por lo tanto un plan puramente extractivista (Padula, 2011; Coelho Jaeger & Jurado Pretes, 2013).

http://www.bbc.co.uk/portuguese/noticias/2015/05/150518_ferrovia_transoceanica_construcao_lgb

IX.- Integración hidrográfica pan-amazónica en oposición al modelo extractivista.

Los autores, congresistas y profesionales aquí citados, con la salvedad de unos pocos, concluyeron que mediante obras de ingeniería hidráulica (dragado, canalización, contención de márgenes, rectificación de meandros, extirpación de lechos rocosos, señalizaciones, balizados, esclusas, etc.), complementadas con obras férreas y terrestres (caminos de sirga, terminales portuarias, muelles flotantes, atracaderos), se podrían comunicar entre sí relevantes cuencas hídricas.

En efecto, la cuenca del Alto Paraguay y su afluente brasilero el Río Jaurú podría llegar a interconectarse con la cuenca del Río Guaporé (El río Jaurú desemboca por margen derecha en el río Paraguay a unos 60 km al sur de Cáceres, y es navegable todo el año con calado de 0,50 m hasta Porto Limao, en el km 55, y en aguas altas hasta Porto Esperidäo, en el km 170). Cuando el río Guaporé bordea la frontera de Bolivia, los habitantes bolivianos lo conocen como el Río Iténez, que es afluente del Mamoré, donde desagua también el río Madre de Dios (que se origina en la cordillera oriental del Perú). El río Madre de Dios tiene en sus costas varios puertos entre ellos Puerto Maldonado, y posee una conexión terrestre con un afluente del Alto Ucayali, que lo lleva a Pucallpa y más río abajo al puerto de Iquitos. Por otro lado, el Mamoré-Guaporé en su curso bajo se une a su vez con el río Beni en el puerto de Villa Bella, para desembocar en el Río Madeira (un verdadero río internacional de curso sucesivo), “donde salvando pequeños saltos de agua llamados “cachuelas” [rápidos], con un descenso de 66 metros, a lo largo de 300 km entre Guajará-Mirim y Porto Velho (capital de Rondonia antiguo Territorio Federal del Guaporé), y circundado por una vía férrea (Buela Lamas, 2009), se llega finalmente al gran río Amazonas.

Respecto a la navegación, los gobiernos de la cuenca del Río de la Plata propusieron en 1997 un plan auspiciado por la Comisión Intergubernamental Hidrovia (HIC) para convertir los ríos en un sistema de vías navegables, con el fin de ayudar a reducir los costos de exportación de mercancías de la zona, en particular la soja. En cuanto a la deforestación del Mato Grosso y de la Amazonia, recientemente Fearnside y Figueiredo (2015) han investigado y publicado estudios donde denuncian la devastadora deforestación y la responsabilidad indirecta que le cabe a China en la expansión de dicha depredación.

www.bu.edu/pardeeschool/files/2014/12/Brazil1.pdf

Y respecto a los saltos de agua mencionados se ha informado que se están programando tres mega-represas, dos en Brasil, las de Jiraú y San Antonio en el estado de Rondonia (Brasil), y una en Bolivia, la de Cachuela Esperanza en el departamento del Beni, provincia de Vaca Díez, con fines meramente hidroeléctricos y para vender el excedente al Brasil, que afectarían la construcción de la hidrovía.

http://viajeaqui.abril.com.br/materias/edgardo-latrubesse-rio-madeira-amazonia-usinas-de-jirau-e-santo-antonio

Por intermedio de la integración hidrográfica pan-amazónica, que es comparable con la practicada en otros continentes (Congo, Mekong) y en otros siglos por regímenes despótico-orientales (Rusia, Egipto y China), el cabotaje fluvial procedente de puertos del Cono Sur (Buenos Aires, Montevideo, Rosario, Santa Fé, Resistencia, Corrientes y Asunción, Posadas), remontando los ríos Paraná y Paraguay hasta sus afluentes occidentales en el Mato Grosso del Norte (Brasil), podrían alcanzar los ríos Guaporé y Madeira, o las hidrovías de los ríos Purús, Tapajós y Tocantins-Araguaia, afluentes a su vez del Amazonas, y de esa forma llegar entre otros puertos a Manaos y Belem, y más arriba a Leticia en Colombia e Iquitos en Perú. También podría alcanzar a la Colombia amazónica, Puerto Asís y Puerto Ospina en la margen izquierda del río Putumayo; al Ecuador amazónico, hasta Francisco de Orellana (o El Coca) a orillas del Río Napo; y al Perú amazónico: hasta Pucallpa a orillas del Río Ucayali; Saramiriza a orillas del Río Marañón; y el puerto de Yurimaguas a orillas del Río Huallagas. Más aún, alcanzaría en la Bolivia amazónica al puerto de Cobija, capital del Departamento de Pando, a orillas del río Acre, la población de Puerto Rico a orillas del río Orthon, afluente del río Beni, Guayaramerín en la margen izquierda del Río Mamoré, Santa Ana del Yacuma en la confluencia de los ríos Yacuma y Mamoré, y Puerto Villarroel a orillas del río Ichilo, afluente del Mamoré. Por cierto, en el Brasil amazónico alcanzaría al puerto de Cruzeiro do Sul a orillas del río Juruá, y las ciudades de Pontes e Lacerda y Vila Bela da Santissima Trindade, y las localidades de Pimenteiras, Rolim de Mouras, Pedras Negras, Mateguas, Bacabalzinho, Costa Marquesa, Principe da Beira y Sorpresa a orillas del Río Guaporé.

Para Buela Lamas (2009), la integración fluvial de ambas cuencas podría darse entonces con un canal de doce kms., en la llamada Chapada dos Parecis al suroeste del estado de Mato Grosso del Norte (donde desde distintas serranías nacen los ríos Aguapei, Alegre, Ji-Paraná, Xingu, Araguaia y Juruena). Navegando el Alto Paraguay de sur a norte procedente del Río Paraná, y más tarde remontando su afluente el río Jaurú, uno se encuentra, luego de pasar la ciudad de Corumbá (capital del Pantanal matto-grossense y punto fronterizo entre Bolivia, Brasil y Paraguay), con la necesidad de un canal que conecte el río Aguapey (afluente del Jaurú, que lo es a su vez del Alto Paraguay), con el río Alegre, afluente del Guaporé. Ambos ríos nacen en la margen norte de la misma serranía, corren en forma paralela un largo trecho hacia el norte, pero mientras el Alegre gira hacia el oeste desembocando en el Guaporé, antes que este se constituya en el rio fronterizo entre Brasil y Bolivia; el Aguapey gira hacia el sudeste en forma de U invertida y desagua en el río Jaurú (este río desemboca por margen derecha en el río Paraguay a unos 61 km al sur de puerto Cáceres, y es navegable todo el año con calado de 0,50 m hasta Porto Limao, en el km 55, y en aguas altas hasta Porto Esperidäo, en el km 170), perteneciente a la cuenca afluente del Alto Paraguay (Buela Lamas, 2009). Los afluentes paralelos y el canal que los conectaría están graficados en el mapa que se expone en el link siguiente:

http://3.bp.blogspot.com/-YxtY3xjQ88s/VV_1fEvKKpI/AAAAAAABHo4/yV-oX8yA700/s1600/200906_mapa%2BRIOS.jpg

X.- Comparaciones históricas mundiales

Las propuestas de todos los autores mencionados serían comparables con las de otros mega-emprendimientos hidráulicos del mundo tales como el Gran Canal de la China Imperial, los canales Rusos de tiempos de Pedro el Grande, la Hidrovía Rhin-Danubio que conecta el Mar del Norte con el Mar Negro, y el nuevo canal entre el Atlántico y el Pacífico programado por los chinos en Nicaragua.

Los canales rusos vinculan por un lado el río Volga con el Mar Báltico, y por otro el río Volga con el río Don, para desembocar estos últimos en los mares Negro (Azov) y Caspio. Fueron iniciados por los despotismos orientales del Sultanato Otomano y del Zarismo ruso e inaugurados recién siglos más tarde por un régimen socialista de estado que según la tesis determinista de Wittfogel habría servido para camuflar a un absolutismo hidráulico genocida, el de Stalin en 1952 (Wittfogel).

La Hidrovía Rhin-Danubio, que conecta el Mar del Norte con el Mar Negro y la costa meridional del Cáucaso (Georgia) fue comenzada durante el imperio feudal de Carlomagno a fines del siglo VIII y concluida recién hace un cuarto de siglo, en 1992, por la Alemania unificada (en proceso de integrar la Unidad Europea). El gran canal central en Rusia fue programado para unir el Mar Báltico con el Mar Negro por medio de los ríos Dnieper y Dvina. El programado Canal de Eurasia, entre los mares Negro y Caspio, que tiene 700 kilómetros y una capacidad de 75 millones de toneladas anuales, está siendo impulsado por la Rusia de Putin a un valor estimado de seis mil millones de dólares. Y la programación de una nueva hidrovía que va a partir del Danubio, cruzar la Moravia, y atravesar los Balcanes, hasta alcanzar el Egeo, está siendo impulsada por la Unidad Europea y por la Alemania de Merkel.

http://en.wikipedia.org/wiki/Rhine%E2%80%93Main%E2%80%93Danube_Canal

En cuanto al canal de 12 km de largo, a construir entre los ríos Alegre y Aguapey, vienen a cuento algunos ejemplos de la historia hidráulica mundial. El canal ruso que une el Río Don con el Volga, inaugurado por Stalin en la década del 50, tiene una extensión diez veces mayor, de un centenar de kilómetros; el Gran Canal chino que une los ríos Amarillo y Yang-Tsé de 160 kilómetros; el Canal de Suez que une los mares Mediterráneo y Rojo, entre Puerto Said y Suez, de 163 km.; y el canal alemán que une el afluente del Rhin, el río Meno (Meinz) con el río Danubio, terminado en 1992, de 172 kilómetros, tiene cada uno de los tres canales una extensión quince veces mayor. Y el Canal de Eurasia programado en la Rusia de Putin entre los mares Negro y Caspio tiene una extensión setenta veces mayor, de 700 kilómetros, y una capacidad de 75 millones de toneladas anuales.

El viejo canal que conecta el Don con el Volga, construido con los prisioneros del Gulag, tiene nueve esclusas, que salvan los 88 metros del desnivel ascendente del río Volga; y cuatro esclusas que salvan los 44 metros del desnivel descendente del río Don, y que permiten el paso de embarcaciones de más de cinco mil toneladas de carga y una capacidad anual de 11 millones de toneladas.

http://azovcenter.ru/articles/recommendation-may-come-soon-caspian-azov-sea-canal-route

XI.- Negligencia criminal de nuestros dirigentes ante la partición hidro-política de América Latina

Todo un arduo y complejo trabajo de alta ingeniería y cabotaje fluvial generaría un enorme hinterland o espacio interior a escala continental, que daría vida intensa a una inmensa región por siglos postergada y aislada; emularía las proezas ingenieriles que históricamente se dieron en China, Egipto, Panamá, Rusia y Alemania; y estimularía la programación de hidrovías semejantes en América Central, tal como la de los ríos La Pasión, Salinas y Usumacinta, que atraviesan los territorios de Honduras y Guatemala y recalan en la frontera con México. Llama entonces la atención la fatal y criminal negligencia de nuestros dirigentes ante el drama de la partición hidro-política de América Latina, y la participación en ese despropósito de los funcionarios de IIRSA que no toman como paradigma a emular las experiencias de unificación que se dieron en la historia del mundo.

En el caso de la China Imperial, la unidad entre su parte septentrional (Beijing) con la meridional (Shanghai) fue cimentada uniendo los ríos Amarillo y Yang-Tsé. En el caso del Egipto moderno, mancomunar el Alto Nilo con el Bajo Nilo y vincular el Mar Rojo con el Mediterráneo fue posible mediante el Canal de Suez (1869). En el caso de los Estados Unidos de América, consolidar su armonía geográfico-política y unir sus costas del Atlántico con las del Pacífico sólo fue posible por medio del Canal de Panamá y no por el Ferrocarril ni por super-carreteras (1914). En el caso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), reforzar su unidad incluyendo a Ucrania y Bielorusia, sólo fue factible a través de un canal que uniera los ríos Don y Volga (1952).Y en el caso de Alemania, afianzar la Unidad Europea vinculando los Mares del Norte y Negro sólo era posible mediante un canal que enlazara los ríos Rhin y Danubio (1992).

La integración de cuencas hidrográficas en la América del Sur cumpliría entonces el ansiado sueño de Humboldt, de Pedro II, de Sarmiento, de Moraes, de Courteville, de Gallart y de Del Mazo, de un mar interior surcado por múltiples hidrovías entrelazadas, que incrementaría el potencial económico y demográfico de todo un sub-continente y que les otorgaría a sus pueblos una motivación política que excedería intereses meramente nacionales o regionales.

En la práctica concreta de los pueblos transfronterizos de la Amazonía, la prolongada convivencia cotidiana ha venido erosionando las identidades nacionales y las antiguas identidades indígenas, estimulando una nueva identidad socio-regional (amazónica) e incluso nuevas identidades étnicas, lingüísticas (portuñol), culinarias, farmacológicas, habitacionales y artísticas (canto y pintura), y nuevos modos de pensamiento, de tradiciones y de entender la vida. Una elocuente muestra de este cambio cultural está representada por la cumbia El Indio Amazonense, entonada por el recitador Pablo Parménides Martínez y compuesta por Luis García Cruz, (a) Luchín. Este verdadero himno a la vida hace hincapié en la deforestación y la contaminación que viene sufriendo la amazonía, y la enriquecedora identidad común que prevalece en la triple frontera entre Colombia, Perú y Brasil, la más exuberante de todo el espacio amazónico, donde abundan múltiples fronteras.

https://www.youtube.com/watch?v=s5y8v9JiFAI

Este mar interior poblado e intensamente comunicado sacaría de la insularidad y el enclaustramiento a países como Bolivia y Paraguay (hidrovías del Madeira, del Guaporé y del Alto Paraguay), conectaría los ríos de la cuenca platina (Uruguay, Paraná, Iguazú, Bermejo y Pilcomayo) con los de la cuenca amazónica; incorporaría naciones como Argentina y Uruguay al mundo amazónico a través del Alto Paraguay, y estados como Venezuela y las tres Guayanas a través del Casiquiare; transformaría la estructura de poder de Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, Venezuela, Guayanas y Brasil, dando más relevancia a sus provincias amazónicas y a una concepción más integradora del continente; y en los casos de Paraguay y Argentina incorporaría a las regiones chaqueñas y litoraleñas (Mesopotamia); y sustentaría con mayor fuerza una mística unificadora y un destino manifiesto común para toda la América Latina.

* Este trabajo es una versión muy mejorada de un trabajo previo que llevaba por título “Hidropolítica y combate contra la Ferrovía extractivista y la desintegración Latinoamericana”.

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