Por Hernán Andrés Kruse.-

EL SIONISMO SOCIALISTA

“El sionismo socialista se basaba en el pensamiento de Moses Hess y su finalidad era la emigración y colonización de Eretz Israel con el fin de construir un Estado basado en los principios del socialismo. Najman Syrkin (1868-1924) fue quien desarrolló el sionismo socialista del que es considerado padre. En su artículo publicado en 1898, “La cuestión judía y el Estado judío socialista”, defendía que sólo el establecimiento de un Estado socialista en Palestina solucionaría el problema judío. A comienzos del siglo XX comenzaron a formarse en Rusia gran cantidad de grupos con el nombre de Poale Sion, algunos de ideología socialista aunque otros no. Algunos de estos grupos renunciaron a la idea de conseguir un Estado independiente, influidos por el historiador Simón Dubnow y sólo un restringido número de Poale Sion mantendrían contactos con la Organización Sionista. Durante los años 1904-1906 se formaron tres partidos social-nacionalistas: a) Partido Obrero Sionista Socialista. Nació en 1904 por la influencia de Syrkin. Consideraban que los hebreos no podían desarrollarse económicamente en Rusia y que la burguesía judía tampoco se desarrollaba económicamente sino que, al contrario, evolucionaba hacia el empobrecimiento. La solución no era la emigración hacia Occidente, ya que allí tampoco podían progresar económicamente, por ello la única solución posible era la creación de una estructura económica desde sus cimientos y esto sólo podría realizarse en un territorio propio. b) Partido Obrero Judío Socialista. Este partido no era de orientación marxista y simpatizaba con el Partido Social-Revolucionario Ruso. Estimaban necesario un territorio propio pero suponían que eso era algo irrealizable en ese momento; por ello, su propósito era conseguir una amplia autonomía dentro de Rusia que debería de convertirse en un Estado federal. c) Partido Obrero Socialdemócrata, Poale Sion. Fue fundado por Ber Borochov (1881-1917) quien había comenzado su actividad política luchando contra las tendencias territorialistas. Borochov, que simpatizaba con la socialdemocracia rusa, desarrolló una ideología inspirada en la de Bogdanov, miembro del PSD ruso. En su ensayo “Nuestra Plataforma” afirmaba que Palestina era el territorio en el cual se podía crear una zona de trabajo para los obreros judíos y para mantener una organización dentro de la cual se podría realizar la lucha de clases. En Palestina el sionismo socialista fue de gran importancia, en él se situaban pensadores de la segunda y tercera aliya, entre quienes se destacaban Aaron David Gordon (1856-1922) y David Ben Gurion (1886-1973)”.

AARON DAVID GORDON

“A.D. Gordon fue una de las personalidades más destacadas de la segunda aliya. Gordon sostenía que el trabajo manual y el retorno a la naturaleza eran el motor de la regeneración del pueblo judío. El partido Hapoel Hatzair fue fundado a finales de 1905 bajo la inspiración de Gordon y su finalidad era cimentar la agricultura judía y conseguir la penetración de productores judíos en todos los sectores de la economía del país. También defendía el renacimiento espiritual basándose en la recuperación del hebreo como lengua nacional y de creación literaria. En lo que se refiere a la existencia de la diáspora, Gordon consideraba que no era suficiente la emigración, había que cambiar las pautas mentales, es decir, que la diáspora no era tan sólo un hecho físico sino también psicológico. Gordon consideraba la gola como una situación degradante que impedía el total desarrollo, por ello no bastaba la emigración para abandonarla, era necesario realizar un cambio de mentalidad y actitud, una transformación a través del trabajo y de la vida cercana a la naturaleza”.

DAVID BEN GURION

“David Ben Gurion nació en Polonia y emigró a Palestina en 1906. Pronto se convirtió en uno de los dirigentes del movimiento de los trabajadores judíos, expulsado por los turcos. Fue a USA a organizar la Legión Judía. Regresó a Palestina en 1918 y se convirtió en cofundador y secretario general del sindicato Histradut (1920) y en 1930 fundó el partido laborista Mapai. En 1948 se convirtió en el primer Primer Ministro del Estado de Israel. Según Ben Gurion el establecimiento del Estado de Israel era un hito en la historia judía que cambiaría por completo al pueblo judío, tanto en su cultura como en su forma de vida: “The rise of Israel opened up a new chapter not only in the history of this country but in the history of Jewry as a whole. It straightened the back of every Jew wherever he lived; in the course of a few years it redeemed hundreds of thousands of Jews from poverty and degeraration in exile, and transformed them into proud, creative Jews, the builders and defenders of their country”. Para Ben Gurion el estado judío era el resultado de la fuerza de todo el pueblo hebreo y debía de ser construido y afianzado por el pueblo judío. Este Estado debía de ser una nación modelo que fuera a la vez fuente de orgullo y de fuerza para los judíos: “Only by being a model nation of which every jew, wherever he is, can be proud, shall we preserve the love of the Jewish people and its loyalty to Israel. Our status in the world, too, will not be determined by our material wealth or by our military heroism, but by the radiance of our achievements, our culture and our society and only by virtue of these will we acquire the friendship of nations”.

La meta de Ben Gurion era un Estado en el que todos sus habitantes tuvieran igualdad de derechos con independencia de su religión, raza o sexo, pero en el cual los judíos tuvieran el derecho de asentarse por el hecho de serlo. Por otro lado, también consideraba prioritaria la labor educadora que convertiría al Estado en un modelo de sociedad libre, igual, tolerante, sin la explotación del hombre por el hombre y que desarrollaría en Israel una cultura construida sobre los valores del judaísmo y los logros de la ciencia. Esta labor educadora no sólo debe de desarrollarse en Israel sino en todos los judíos del mundo. En lo que a la diáspora se refiere, Ben Gurion tenía una postura ambivalente, por un lado la negaba afirmando la necesidad de la aliya como forma de realización y normalización de la vida judía y, por otro lado, el reconocimiento de que la diáspora era el único aliado totalmente fiel del Estado de Israel. Ben Gurion distinguía entre dos diásporas: 1) aquella que vive en países libres con igualdad de derechos y que decide no emigrar a Israel. 2) la que vive en países donde son oprimidos y que debe emigrar para huir de las persecuciones y de una vida desgraciada y pobre. De esta forma Israel tenía la doble función de ser el refugio de los judíos perseguidos y de fomentar y reforzar los lazos con las comunidades judías libres con el propósito final de la aliya ya que tan sólo en Israel consideraba posible la completa realización social y cultural de los hebreos; para Ben Gurion el sionismo que legitimiza la permanencia en la diáspora no es sionismo”.

NAHUM GOLDMAN

“Nahum Goldmann (1895-1982) era doctor en Filosofía y participó en la edición de la Enciclopedia Judaica, fue representante de la Agencia Judía ante la Liga de las Naciones e ingresó en el Ejecutivo Sionista en el año 1934. Después de la II Guerra Mundial, intervino en las negociaciones para constituir un Estado judío en Palestina y también en las negociaciones con la RFA para el acuerdo de reparaciones de víctimas de la Shoa; además presidió el Congreso Judío Mundial entre 1953-1977 y desde el año 1956 fue presidente de la Organización Sionista Mundial y de la Agencia Judía. Después del establecimiento de Medinat Israel planteó la pregunta de si el sionismo continuaría siendo un movimiento de unos pocos o se adaptaría a la mayoría que, aún avalando al Estado de Israel, no se identificaba ideológicamente con el sionismo. Para Goldmann no era posible conformarse con la compenetración con Israel ya que se corría el peligro de convertirse en un movimiento de “amigos de Israel”. Goldmann consideraba que la Jalutziut era esencial para el sionismo así como la divulgación del hebreo. Goldmann tuvo grandes enfrentamientos con Ben Gurión respecto a la aliya. Al contrario que Ben Gurion, Goldmann opinaba que la aliya no debía ser el centro de la función sionista, aún viéndola como un tema importante. Goldmann retoma el pensamiento de Ajad Haam al acentuar la trascendencia de la educación y preparación en la cultura judía como medio de lucha contra la asimilación. Los jóvenes judíos debían de ser captados mediante su educación, la aliya debía de ser el producto de una elección libre y voluntaria resultado de la certeza de su necesidad. Es por esto por lo que para Goldmann son tan significativas la jalutizut y la propagación del hebreo y la cultura hebrea.

La confrontación más importante entre Ben Gurion y Goldmann tuvo lugar en el Congreso ideológico de 1957. En él Goldmann dejó claro su pensamiento: el mayor peligro del pueblo judío es la asimilación y el olvido de las raíces culturales, por ello hay que contrarrestar este peligro mediante la educación aunque sin olvidar reforzar los lazos con Israel y argumentando que la aliya es la meta la que se debe de aspirar. Pero hay que tener en cuenta que ésta es una evolución que no puede ser forzada, debe seguir su propio camino que, necesariamente, es lento. Ben Gurion culpaba a Goldmann de afirmar la gola frente a la aliya. Opinaba que ensalzaba la diáspora. Mientras que Ben Gurion miraba a Israel como el centro de la vida judía, Goldmann buscaba una armonía entre las necesidades de Israel y la diáspora. Esta rivalidad no era más que la continuación de la que se había producido entre Herzl y Ajad Haam; el dilema se centraba en considerar la hashama como un proceso revolucionario en el que hay que realizar una rápida metamorfosis del pueblo judío o bien considerarla como el resultado de un lento proceso en el que debe primar el elemento cultural y educativo. El fin de la gola sólo sería posible a través de un trabajo educativo que alterara la actitud de la diáspora”.

SIONISMO REVISIONISTA

“El sionismo revisionista apareció en la década de los 20 del siglo pasado y su líder era Vladimir Jabotinsky (1880-1940) Jabotinsky, nacido en Odessa, era un periodista asimilado, admirador de Herzl aunque se opuso a su propuesta del plan de Uganda. Sus diferencias con Weizmann y Ben Gurion le llevaron a separarse y crear su propio movimiento, la Alianza de los Sionistas Revisionistas y un movimiento juvenil, Betar. El motivo de la separación estaba en la definición de los objetivos del movimiento. Mientras que la meta de Weizmann y Ben Gurion era el logro de un Estado judío sin especificar sus fronteras, Jabotinsky definía claramente su propósito: El programa no es complicado. El objetivo del sionismo es un Estado judío. El territorio: ambas riberas del Jordán. El sistema: colonización masiva. La solución del problema financiero: un préstamo nacional. Estos cuatro principios no se pueden realizar sin la sanción internacional. Por lo tanto el mandato es: una campaña política nueva y la militarización de la juventud judía en Eretz Israel y en la diáspora. Al contrario que la línea principal del sionismo de orientación socialista, Jabotinsky se situó hacia la derecha. Consideraba que sionismo y socialismo eran ideologías incompatibles; para él la lucha de clases sólo podía causar graves daños a un Estado judío en formación. En 1948 los revisionistas fundaron el partido Herut al que se unió en 1965 el Partido Liberal formando el Gahal que pasaría a llamarse Likud en 1975. El sionismo de Jabotinsky no se asentaba en una reacción al antisemitismo, el pueblo hebreo no era una nación como resultado de la unión por el rechazo y el sufrimiento, sino como consecuencia de una conciencia nacional propia el sionismo era el medio para recuperar la esencia judía aunque también la forma de salvar a los judíos perseguidos. En lo que concierne a la diáspora, su posición era la negación. Al igual que otros pensadores sionistas, estimaba que la vida en minoría y el odio a lo extranjero sólo podían conducir al desastre. Por ello el sino de la gola era la desaparición, ya fuera forzada por el odio gentil, ya por el progreso del sionismo”.

EL SIONISMO DESPUÉS DEL ESTADO DE ISRAEL

“A partir de los años 70 del siglo pasado, se produce un punto de inflexión en el pensamiento sionista. La sociedad israelí tuvo que hacer frente a la fuerte oleada inmigratoria procedente de la URSS al tiempo que entraba en una profunda crisis provocada por la guerra del Yom Kippur (1973) que trajo consigo un descenso de la aliya y un aumento de la ierida. Como resultado de esta situación diferentes pensadores empezaron a estudiar el sionismo desde una perspectiva crítica analizándolo no sólo como un movimiento revolucionario y renovador del pueblo hebreo sino también estudiando su influencia sobre la sociedad israelí y su capacidad para resolver los problemas que le plantea. Entre estos autores podemos destacar a Igal Eilan y Shlomo Avineri.

Eilan parte de la idea del pensador americano A. Hertzberg de que el sionismo convirtió el mesianismo religioso en un mesianismo laico en el que prima la libertad personal, la liberación nacional y la idea de justicia económica y social para dar lugar a una nueva identidad judía. Basándose en esto Eilan definió al sionismo como un movimiento que trata de dar una respuesta a los problemas de la existencia judía en el mundo moderno, es decir, el sionismo fue la respuesta a los problemas que la creciente secularización y recaída de la fe religiosa en la Europa gentil provocó en la sociedad judía. El sionismo es importante en la vida judía y continúa siendo notable puesto que es la garantía de la continuación de la vida judía. Avineri también afirma que el sionismo sigue siendo importante para el judaísmo. Opina que el sionismo debe de ser una revolución permanente que consiga mantener la especificidad judía de Israel de forma que permanezca siendo un centro vital del judaísmo ya que, si esto se pierde, Israel puede transformase en un país con una realidad socioeconómica que no lo diferencie de otros estados occidentales. Podemos afirmar que la crisis de la sociedad israelí de los años 70 significó una revitalización de la ideología sionista cuyo carácter revolucionario fue rescatado para dar solución a los problemas que se planteaban en esos años. A partir de ese momento el pensamiento sionista evolucionó basándose en dos premisas, la búsqueda de su importancia para la sociedad y la confrontación que comenzó a producirse entre los investigadores que seguían una línea tradicional y los que seguían una línea crítica. A mediados de los 70 se produjo la condena del sionismo como una forma de racismo y a finales de esa década se inició el proceso de paz con Egipto que culminó con la firma de los tratados de Camp David en 1977. El sionismo tuvo que enfrentase a esos hechos. Para ello A.B. Ieoshua hizo una redefinición del sionismo afirmando que, después del año 48, el sionismo se había convertido en la ideología que establece que Israel pertenece al pueblo judío y no sólo a sus ciudadanos aunque definiendo tan sólo las relaciones pueblo judío-Israel y no abarcando todos los aspectos. Con esta definición Ieoshua trataba de evitar que el sionismo se convirtiera en un obstáculo para el proceso de paz. Esta defensa del proceso de paz fue compartida por A. Rubinstein quien, reivindicando el sionismo de Herzl, atacó el sionismo mesiánico de Gush Emunin. Para Rubinstein la naturaleza del sionismo es la creación de un nuevo judío que reclame su identidad nacional, sin esta base el sionismo pierde su razón de ser; por ello se opone a Gush Emunin que enfatiza los aspectos tradicionales y mesiánicos de la ortodoxia tradicional.

Este debate sobre los aspectos modernos o tradicionales del sionismo no se limitó a Israel. En Estados Unidos, A. Hertberg le dio un giro distinto al dar una visión del sionismo no centrada en los problemas de la sociedad israelí sino insistiendo en el problema de la asimilación; afirmando que los hebreos de la diáspora no pueden mantener su identidad a largo plazo y que la única solución es el sionismo y la aliya para poder mantener la identidad judía. Con esta afirmación Hertberg señalaba la trascendencia de la realidad de la diáspora occidental. En lo que a la relación Israel-diáspora se refiere, después de la creación de Israel apareció un grupo que defendía la separación completa entre Israel y la gola, esta ideología era conocida como Cnaanita o Centro de los Jóvenes Hebreos y estaba liderada por Ionatan Ratosh. La ideología de este grupo se basaba en la separación Iglesia-Estado por lo que sostenían que Medinat Israel debía ser un estado no definido por la religión, rechazaban los principios sionistas de Israel y abogaban por una total normalización del Estado. Por supuesto, esta corriente no fue muy popular y desapareció en los años 60.

Una corriente similar a la de los caananitas fue la que hunde sus raíces en el sionismo revisionista y que fue desarrollada por Hillel Kook y Ari Jabotinsky, hijo de V. Jabotinsky. Según Kook, después del nacimiento de Israel hay que separar la religión del Estado de forma que no tiene que ser un Estado judío por definición sino que lo será en la misma medida que España puede ser considerada un país católico o Alemania un país luterano. El judaísmo debe ser considerado como una religión más sin ninguna influencia en la política del Israel. De esta forma la diáspora está formada tan sólo por personas de fe judía sin obligación alguna de emigrar a Israel ni tampoco con algún deber respecto a Israel; asimismo, Israel es un Estado que solamente se debe a sus propios ciudadanos y en el que, al igual que en el resto de las democracias, hay separación Iglesia-Estado. La diferencia fundamental entre esta corriente y los cnaananitas es que no son antisionistas. Kook afirmaba que el propósito del sionismo era la absoluta normalización de la vida en consonancia con las demás naciones y sostenía que la Ley de Retorno debía ser reformada para que sólo amparase a los judíos en peligro.

Esta ideología no fue compartida por el líder del Herut Menajen Beguin y fue olvidada durante un tiempo, pero a finales de los 70 y principios de los 80 fue retomada por el filósofo Iosef Agasi y el escritor Ioran Kaniuk. La idea básica de Agasi, quien sigue el pensamiento de A. Kook, es que nación y nacionalidad deben fundamentarse en el territorio y que debe existir la separación Iglesia-Estado; sólo esto podrá conseguir que las relaciones entre israelíes judíos y no judíos puedan realizarse en un plano de igualdad y respeto mutuo al igual que las relaciones entre judíos israelíes y judíos de otras naciones. A diferencia de Kook, Agasi no rechaza la continuidad de la diáspora, al contrario, estima que se debe mantener los lazos con ella mediante la transformación de Israel en un centro religioso-cultural, similar al que reclamaba Ajad Haam, que tan sólo se podría conseguir mediante la separación entre religión y Estado. Frente a estas ideologías que no consideraban la gola como tema a sopesar en relación al sionismo y al Estado de Israel, a finales de los 70 y comienzos de los 80 vuelven a surgir voces que retoman la negación de la gola como parte del pensamiento sionista.

En esta línea de pensamiento hay que destacar a A.B. Iehoshua y Eliezer Schweid. En su ensayo “El exilio-la solución neurótica” Iehoshua retoma la negación de la diáspora considerando la polémica de la gola como el centro de muchos problemas. Un hecho fundamental es que cree que la diáspora no fue forzada sino que es auto-impuesta y, por tanto, no debe ser vista como una catástrofe sino como una deformación nacional muy profunda, con lo que la solución debe ser distinta a la habitualmente señalada. El sionismo surgió según Iehoshua a fines del siglo pasado no por el despertar de nuevos anhelos de Sión ni por un repentino odio a la gola, sino por el miedo a la gola. De pronto, los judíos advirtieron hasta qué punto la diáspora podía resultar peligrosa. El sionismo nació como un movimiento de unas pocas personas, la gran mayoría de los judíos rechazaron el sionismo y optaron por la permanencia o la emigración a otros países. Por otro lado, se da la paradoja de que la religión judía rechaza la gola como la forma de vida del judaísmo. Como vemos la gola genera una relación amor-odio en el seno del judaísmo, es decir, genera una conducta neurótica; el pueblo judío odia el exilio pero hace todo lo posible para mantenerse en él hasta que se produzca la redención y, al mismo tiempo, la aleja. Se siente culpable por no retornar a Eretz Israel y, por ello mismo, lo idealiza. La diáspora es la solución que el judaísmo da para evitar conflictos internos como el enfrentamiento entre el poder religioso y el civil o el dilema de ser un pueblo elegido. Pero esta no es más que una “solución neurótica”. El verdadero remedio está en enfrentarse a esos problemas, profundizar en el pensamiento, ampliar la intervención y, sobre todo, osar, para poder descender a las raíces mismas del virus de la diáspora que nos aqueja. La resolución del problema está en el sionismo que es la “terapia” para liberarse de los temores y para recuperar la conciencia nacional. La diáspora supone una existencia patológica que sólo puede ser remediada por la aliya.

Eliezer Schweid, profesor de Filosofía judía en la Universidad Hebrea de Jerusalén, también publicó, a finales de los 70 y principios de los 80, una serie de artículos en los que analiza el pensamiento sionista. En ellos Schweid afirma, al igual que Iehoshua, que la diáspora es la solución fácil ya que en ella los judíos pueden vivir su vida sin tener que satisfacer las exigencias que una vida judía plena en Israel demandaría. Para Schweid la finalidad del sionismo es diseñar una moral judía diferente, moral de un pueblo que sobrelleva por si mismo la responsabilidad de satisfacer todas sus necesidades vitales, moral de un pueblo que vive dentro de sus propios marcos y para si mismo; es decir, el sionismo implica la necesidad de negar la diáspora ya que su propósito es la creación de un nuevo pueblo judío que controle su propio destino y que viva plenamente su propia identidad. La vida en la diáspora es incompatible con esa ideología ya que, aunque por un lado soporte al Estado de Israel, por otro, vive inmerso y asimilado en un entorno no judío en el que no puede evolucionar totalmente su identidad nacional. Por ello hay que rescatar la condición negadora de la diáspora que se había ido perdiendo después de la creación de Israel. El sionismo implica la independencia de los judíos lo que no es posible en la diáspora: Es posible decir que aún en la diáspora de nuestros días la existencia judía como pueblo es parasitaria… La negación de la diáspora es aún válida y cometimos un enorme error al abandonar esta crítica en la conformación de nuestras relaciones con el pueblo judío en la diáspora y en la educación sionista en la diáspora y en Israel al mismo tiempo”.

(*) Mariano de Miguel: “Introducción al sionismo” (Academia Edu).

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