Las mujeres latinoamericanas están dando grandes pasos. Pero la cultura no las acompaña al mismo ritmo.

Una tapa en la que se lee “El goce de Cristina” en una edición de 2012 de la revista Noticias de Argentina. Es una caricatura de la presidente del país, Cristina Fernández de Kirchner, que la muestra en un aparente pleno orgasmo, con su cabeza inclinada hacia atrás y su boca abierta. Y la historia continúa, diciendo: “Cada día parecería ser que está más y más segura, sensual y hasta desvergonzada”. Y para mayor deleite de los lectores, se los invitaba a mirar un video animado online en el que aparentemente la presidente estaría masturbándose.

Los tabloides no venden más, ciertamente, basándose en el buen gusto, en ningún país del mundo, pero cuesta mucho imaginarnos una publicación muy seria Británica que muestre a una política del sexo femenino de un modo tan crudo. Este tratamiento que Noticias hace de la Sra. Fernández apunta a una paradoja Latinoamericana. Las mujeres han hecho un gran progreso en cuanto a su equiparación con el hombre, especialmente en las escuelas, lugares de trabajo y en la política. Pero los comportamientos sociales han ido cambiando más lentamente. Las ambiciones femeninas son muchas veces tratadas menospreciativamente; es bastante común que sean tratadas hostilmente. Todas las estadísticas, en crudo relatan una historia de avance por el género femenino; sin embargo la cultura machista todavía tiene que avanzar más.

En los últimos 25 años, la proporción de mujeres que forman parte de los grupos de trabajo ha aumentado mucho más en América Latina que en cualquier otra región del planeta. Es verdad, ellas ocupan lugares de trabajo que requieren menos conocimientos/especializaciones y reciben menor paga: por ejemplo las tareas domésticas es el rubro que más mujeres emplea. Pero ahora, la mujer es la que más años estudia en los distintos niveles educativos que los hombres, lo cual sugiere que sus niveles van a crecer. Un número bastante importante de ellas han llegado ahora a ocupar puestos claves en la escala corporativa. Una de las mayores empresas energéticas de Brasil, Rede Energía, es dirigida actualmente por mujeres, como también la mayor empresa de ventas minoristas online, B2W. Isel Costantini está al frente de las operaciones de Argentina, Uruguay y Paraguay de General Motors.

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Pero todavía son pocas las mujeres que en América Latina formen parte de Directorios. Sin embargo no ocurre lo mismo en Política. La cuarta parte de los cargos legislativos de toda la región son mujeres, cuando antes de 2003 apenas eran una cada siete. Varios países, incluyendo Argentina, Brasil y México, han establecido por ley una cuota de mujeres que deben ser incluidas en las listas de candidatos. Durante la década pasada, los votantes han elegido una mujer para ocupar las presidencias en Brasil, Chile, Costa Riva y también la Argentina, donde la Sra. Fernández fue la sucesora de su propio esposo, Néstor Kirchner, que falleció poco después (2010).

No obstante, los Latinoamericanos se diferencian de la gente en otras regiones cuando se habla de que a las mujeres se las trate con dignidad. Apenas un tercio opina que las mujeres son respetadas, alrededor de la mitad de los que creen así en el Medio Oriente y África, según una encuesta de Gallup. En Perú y Colombia (donde las direcciones de empresas son preferiblemente ejercidas por mujeres, mucho más que en otros países de América Latina), apenas si una quinta parte de la ciudadanía opinan que las mujeres son apreciadas.

Que en América Latina las expectativas de la mujer sea más alta, quizá se explique como parte de la diferencia con otras regiones. Son más educadas que las mujeres en África y/o Medio Oriente, por lo tanto probablemente están más desconformes por la desigualdad. Pero también podría ser que los éxitos que están mostrando ahora provoquen una especie de reacción de venganza. Louise Goeser, CEO de Siemens Mesoamérica, gran empresa de ingeniería, nos dijo que: “los hombres erróneamente creen que la torta tiene un tamaño predeterminado”. Y que además creen que “si permiten que se repartan más pedazos, les quedará menos para ellos”.

En 2009, según una encuesta realizada por Latinobarómetro, el 48% de los Latinoamericanos pensaba que las mujeres que reciben sueldos más alto que los hombres “tendrán problemas”. En este rubro, una encuesta realizada cinco años antes, decía que esto lo pensaban el 36% de los encuestados. Pero además, también aumentaba el porcentaje de personas que decían “los hombres son mejores dirigentes políticos” y “el lugar de la mujer está en el hogar”. Esta encuesta se hizo mientras la Sra. Fernández y Michelle Bachelet, presidente de Chile, ejercían su primer mandato en sus respectivos países. Todo indicaría que elegir una mujer para que sea presidente de un país, aparentemente, no sirve para anular el sexismo.

Mucho machismo

Se lo encuentra en cualquier parte. En América Latina es todo un culto; es algo así como el andar golpeándose el pecho con el puño cerrado para indicar el alto grado de masculinidad indiscutible que podría estar encubriendo algún tipo de violencia de genero dentro del hogar o bien denigrando a la mujer de alguna otra manera. Las mujeres exitosas están llenas de relatos que se refieren a insensibilidad y carencias varias que deben enfrentar. La Sra. Goeser nos relata que durante muchos años las invitaciones para asistir a conferencias siempre llegaban dirigidas al “Señor Goeser”. La CEO de una multinacional de Brasil recuerda que al comienzo de su carrera los directivos siempre la ignoraban durante las reuniones hasta que la conversación tocaba temas de la industria de cosméticos. Sucedió que un abogado mexicano, Alil Álvarez Alcalá, quien trabajaba en un estudio hacia diez años cuando ella decidió enfrentarlo para preguntarle por qué no se la hacia “socia”. Su jefe la miró con incredulidad y tras una pausa le preguntó: “Por qué, acaso a su esposo le va mal en su trabajo?”. Al poco tiempo ella renunció y organizó su propio estudio de abogados.

Las mujeres que trabajan desarrollan una doble tarea laboral: en promedio hacen entre dos y cinco veces más que sus compañeros, más pachorros. Hasta las mujeres que más hacen valer sus derechos suelen caer en aquello de aceptar lo convencional. Hinde Pomeraniec, una periodista argentina, cofundadora del grupo Ni Una Menos -el grupo anti-violencia contra las mujeres, se sorprende a sí misma pidiéndoles a su hija que le ayude a levantar la mesa y limpiar la casa antes que pedirle ayuda a sus hijos varones.

Y las Instituciones refuerzan estos hábitos. Los varones juegan al fútbol durante programas que se desarrollan después de clase; pero la mayoría de las niñas se van a casa. Eso importa. Las niñas que hacen deportes obtienen mejores notas y cuando son adultas obtienen mejores empleos que aquellas que no practicaron deportes, y esto está señalado en un estudio que realizó Barbara Kotschwar del Instituto Peterson de Economía Internacional.

El machismo puede tanto aterrorizar como desalentar. Nelsy Gutiérrez, profesora en una escuela secundaria en El Salvador nos relataba que “Aquí el clima es muy caliente, pero usar una falda o vestido que luzca fresco equivale a buscarse problemas”. Las jóvenes que se animan a andar por las ciudades a pie tienen que soportar el asedio y los coros vocingleros de hombres al volante y/u obreros de construcciones que les lanzan todo tipo de frases, algunas un tanto groseras, y otras son piropos ocurrentes. Este problema está tan difundido que las legislaturas de Argentina, Chile, Panamá y Perú han aprobado o por lo menos han debatido leyes prohibiendo los aullidos y otras formas de expresión.

Los hombres más revoltosos o desenfrenados son los que matan y hieren mujeres, o bien se pelean entre ellos. Tres cuartas partes de los países que muestran muy altos índices de homicidios contra mujeres se encuentran en América Latina y el Caribe, según un Estudio Sobre Armas pequeñas que hizo el Instituto de Graduados en Estudios Internacionales sobre el Desarrollo en Ginebra. El Salvador es el país con el más alto índice de “femicidios”, de 14 por cada 100.000 mujeres. En Bolivia, el 52% de las mujeres casadas o separadas dicen que han sido física o sexualmente abusadas por sus compañeros. En Colombia y Perú este índice es apenas mejor, pues llega solamente al 39%.

Pocas feministas

La contracara del machismo es una noción tradicional de la feminidad, que muchas mujeres Latinas ejercen. A los 15, las niñas son vestidas con bonitos trajes de seda para lucir en su fiesta de “los quince”. De las últimas diez ganadoras del concurso de Miss Universo seis vinieron de América Latina, (incluyendo Puerto Rico). Incluso las políticas hacen gala de su femineidad. La Sra. Fernández frecuentemente hace mención de su gran amor por su vestimenta. Incluso hubo una oportunidad en que no vaciló en reconocer que “ella nació maquillada”.

Son muchas las mujeres que piensan que la femineidad juega en contra de la creencia acerca de la igualdad de la mujer en derechos, aun cuando no sea así. Por lo tanto el feminismo en América Latina es un credo marginal. Hasta las líderes femeninas menos coquetas que la Sra. Fernández no demuestran ni se declaran ser feministas, por temor a ser tachadas de homofóbicas. Posiblemente esa podría ser una de las razones por las cuales han hecho menos por la mujer de lo que muchas feministas esperaban conseguir.

La Sra. Bachelet, que fuera la Directora de la Mujer en la ONU después de finalizar su primer mandato como presidente de Chile, lo intentó con mucha más fuerza que sus predecesoras. Recientemente, su gobierno creó un Ministerio de la Mujer e introdujo una ley que despenaliza ciertos tipos de abortos que se realicen antes de cumplir las 12 semanas de embarazo. (El aborto es ilegal y está prohibido en 18 de los 21 países Latinos).

En contraste, Dilma Rousseff, presidente de Brasil, introdujo menos leyes en defensa de la mujer que su antecesor Lula. La Sra. Fernández, para las feministas, ha quebrado todo esto. Los hombres políticos parece ser que no han tenido muchos problemas para aprobar políticas feministas. Uruguay aprobó una de las leyes más liberales sobre el aborto en 2012, bajo la administración de José Mujica.

Pero a pesar de todo, están apareciendo ciertos signos de que las actitudes estarían comenzando a cambiar. En Ecuador, ya hay un grupo de hombres jóvenes que se hacen llamar los Cascos Rosa que lideran talleres de trabajo que operan en escuelas donde se alienta el respeto hacia las mujeres y las niñas. En la Argentina, están los Varones Antipatriarcales que marchan contra la violencia (y reclaman la aprobación de una ley del aborto). En Junio 2015, cientos de miles marcharon en la Argentina, Chile y Uruguay en protesta contra la violencia de género, organizada por la Sra. Pomeraniec y otras periodistas Argentinas.

Hay otros gobiernos que están empezando a trabajar más para luchar contra la violencia de genero y para promover la igualdad de trabajo para la mujer. Por lo menos 13 países ya han inaugurado Comisarías de la Mujer y están alentando a las mujeres para que denuncien los abusos y ataques a que son sometidas. Este año Brasil aprobó una ley que sanciona con condenas más duras a todo hombre que mata a su esposa o novia. Chile desde 2011 también reconoce el salario y licencia por maternidad para todas las mujeres y Colombia está actualmente tratando que el Congreso apruebe una medida similar.

Por otra parte, las empresas comienzan ya a mejorar las condiciones de trabajo para el personal femenino. En una encuesta realizada por McKinsey -una consultoría- el 37% de las empresas encuestadas dijeron que la diversidad de genero es una de sus prioridades top desde 2013, cuando en 2010 era apenas del 21%. Todos estos resultados son alentadores. Pero es posible que todavía falte mucho tiempo para que la cultura en América Latina se ponga a la par con los logros que han obtenido sus mujeres. (The Economist)

* Traducción de Irene Stancanelli para el Informador Público.

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