Por Sandro Magister (L’Espresso).-

Gracias sobre todo a la exposición introductoria del cardenal Erdõ, muy decidido en la represión de las ambiguas «aperturas» del documento base. Pero los innovadores ya están contraatacando. Y cuentan con el apoyo del Papa.

ROMA, 8 de octubre del 2015.- En los primeros días del sínodo sobre la familia el papa Francisco ya tomó la palabra dos veces.

La primera vez, como estaba programado, en su condición de presidente [del sínodo], con el discurso de apertura de los trabajos, el lunes 5 de octubre:

> Introduzione del Santo Padre Francesco

La segunda vez, en la mañana del martes 6 de octubre, inducido por el tormentoso comienzo, el día anterior, de la discusión entre los padres sinodales.

El texto de esta segunda intervención no se ha hecho público, pero según el informe que hizo «L’Osservatore Romano», Francisco quiso poner de manifiesto tres cosas:

– la validez como base de discusión del «Instrumentum laboris», aprobado personalmente por él, según dijo, y constituido por la «Relatio» final del sínodo anterior, «integrada con las contribuciones agregadas posteriormente»;

– la calificación de la «Relatio» final del 2014 y de los dos discursos papales, de comienzo y fin de ese encuentro, como únicos «documentos oficiales del sínodo del año pasado»;

– la certeza que en el camino sinodal recorrido hasta aquí «no ha sido afectada la doctrina católica sobre el matrimonio».

Con esto Francisco quiso ante todo rechazar las contestaciones más radicales apuntadas en la vigilia del sínodo contra el «Instrumentum laboris».

Como, por ejemplo, en el texto firmado por tres teólogos con el apoyo de algunos obispos y cardenales europeos publicado en www.chiesa el 29 de septiembre:

> «Inaceptable». El documento base del sínodo «compromete la verdad»

O bien como en el libro «Christ’s New Homeland – Africa», escrito por el cardenal Robert Sarah junto a otros seis cardenales y a cuatro obispos africanos, en el cual algunos puntos de la «Relatio» final del sínodo el 2014, que confluyeron en los «Lineamenta» y en el «Instrumentum laboris», fueron rechazados como «sembradores de dudas» –en un bastión como la indisolubilidad del matrimonio– o incluso como «inaceptables» y «escandalosos»:

> Eran cinco; ahora son diecisiete los cardenales anti-Kasper (31.8.2015)

En realidad el ‘»Instrumentum laboris» ya marcó retrocesos, más en línea con la enseñanza tradicional de la Iglesia, respecto a las «aperturas» de la «Relatio» final del 2014, que a su vez había redimensionado los ataques todavía más atrevidos de la «Relatio post disceptationem» de mitad del sínodo, sobre cuestiones candentes como el divorcio y la homosexualidad:

> Sínodo. Ducha de agua fría para los innovadores (30.6.2015)

Pero lo que más ha impactado, al comienzo de este sínodo, fue la firmeza con la que el cardenal relator, el húngaro Péter Erdõ, en su discurso de comienzo de los trabajos barrió también las restantes ambigüedades presentes en el «Instrumentum»:

> Relazione introduttiva del relatore generale

También en el 2014 el cardenal Erdõ fue el relator general. En consecuencia, también fue formalmente suya la «firma» de la tristemente célebre «Relatio post disceptationem», de la cual luego tomó absoluta distancia, señalando públicamente en el secretario especial del sínodo, Bruno Forte, al verdadero autor de los pasajes más controvertidos:

> La verdadera historia de este sínodo. Director, ejecutores, ayudantes (17.10.2014)

Pero aleccionado por ese antecedente, esta vez Erdõ produjo –con su puño y letra– una exposición introductoria de claridad cristalina y de impecable adhesión a la doctrina sempiterna de la Iglesia, que tomó por sorpresa e irritó a no pocos innovadores.

Un solo ejemplo de ello.

Para los fieles divorciados que se han vuelto a casar civilmente y que se encuentran en situación de irreversible convivencia, el «Instrumentum laboris» dice:

«Para afrontar la temática apenas citada, existe un común acuerdo sobre la hipótesis de un itinerario de reconciliación o camino penitencial, bajo la autoridad del obispo. […] Algunos, por camino penitencial entienden un proceso de clarificación y de nueva orientación después del fracaso vivido, acompañado por un presbítero elegido para ello. Este proceso debería llevar al interesado a un juicio honesto sobre la propia condición, en la cual el presbítero pueda madurar su valoración para usar la potestad de unir y de desatar de modo adecuado a la situación».

En el surco de este enunciado ambiguo, en una entrevista publicada por «La Civiltà Cattolica» el 26 de septiembre pasado, el cardenal de Viena, Christoph Schönborn –pero no sólo él– había previsto el desembarco de estas personas a la comunión eucarística:

«Hay situaciones en las que el sacerdote, el acompañante que conoce a las personas, puede llegar a decir: ‘La situación de ustedes es tal por lo cual, en conciencia, en la conciencia de ustedes y en la mía de pastor, veo lugar para ustedes en la vida sacramental de la Iglesia'».

Pero el cardenal Erdõ, en su discurso de apertura del sínodo, truncó ese tipo de solución, primero con una cerrada discusión y por último llamando en apoyo tanto a la «Familiaris consortio» (FC) de Juan Pablo II como a un manual de un canonista jesuita del siglo XVIII:

«En la vida de la comunidad eclesial, la integración de los divorciados que se han vuelto a casar puede realizarse de diversas maneras, distintas de la admisión a la eucaristía, como ya sugiere FC 84. En la práctica tradicional de la Iglesia latina el camino penitencial podía significar, para aquellos que todavía no estaban dispuestos al cambio de su condición de vida pero demostraban de todos modos el deseo de conversión, que los confesores podían escuchar su confesión, dando sus buenos consejos y proponiendo ejercicios de penitencia, para orientarlos a la conversión, pero sin darles la absolución que era posible solamente para los que de hecho se proponían cambiar de vida (cfr. F. A. Febeus, S.I., De regulis iuris canonici Liber unicus, Venetiis 1735, pp. 91-92)».

No sorprende que se le haya pedido ese mismo día al cardenal Erdõ –tanto en el aula sinodal como en la conferencia de prensa– que justificara su perentoria reafirmación de la disciplina vigente, respecto a los divorciados que se han vuelto a casar y a otros puntos controvertidos.

Él respondió a los periodistas que simplemente había querido «recoger la voz de la Iglesia», mejor dicho, «el resultado objetivo, casi matemático, de lo que ha llegado a la secretaría del sínodo en el intervalo entre las dos sesiones y luego de la publicación del ‘Instrumentum laboris»’, dado que «para la mayoría de las respuestas emitidas existe la voluntad de tener presentes» los documentos del magisterio vigentes sobre estos temas.

Se trata de una respuesta reveladora, que arroja luz sobre el resultado real de la consulta efectuada en todo el mundo en vista del sínodo, cuantificada por el secretario general, el cardenal Lorenzo Baldisseri, en 102 respuestas de conferencias episcopales y en otras 400 observaciones enviadas por diócesis, parroquias, asociaciones, familias y simples fieles.

Pero en la misma conferencia de prensa el secretario especial del sínodo, Bruno Forte, no ha dejado de hacerle el contrapunto a Erdõ, reabriendo el pasaje a esas innovaciones que el cardenal húngaro había excluido:

«Aun cuando de este sínodo no se deben esperar modificaciones a la doctrina, es necesario decir muy claramente que este sínodo no se reúne para no decir nada. No es un sínodo doctrinal, sino pastoral. Afrontar las cuestiones pastorales y buscar nuevos caminos de aproximación hace que la Iglesia esté más cerca de las mujeres y de los hombres de nuestro tiempo».

Y en el aula no ha faltado quien pidiera no respuestas “universales” a los problemas en discusión, sino la libertad de «soluciones regionales, nacionales o continentales para desafíos muy diferentes», como por lo demás ya acontece de hecho en algunas áreas de la Iglesia, especialmente de lengua alemana.

No debe olvidarse, además, que la secretaría del sínodo no ha preparado ninguna traducción escrita en otros idiomas de la exposición del cardenal Erdõ, leída en el aula en italiano, con la finalidad de hacerla poco comprensible a un buen número de padres sinodales y de archivarla lo más rápidamente posible.

Pero no sólo el mérito, sino también el método de trabajo de este sínodo ha sido rápidamente sometido a discusión.

A muchos padres, por ejemplo, no les ha gustado la reducción de los tiempos de debate general en el aula, ni tampoco el límite de solo 3 minutos fijado para los individuos intervinientes.

Pero la que ha sido acribillada por las críticas ha sido sobre todo la composición de la comisión encargada de escribir, a través de varios borradores sucesivos, la «Relatio» que será sometida a votación en la jornada conclusiva del sínodo, para luego ser entregada al Papa.

Los diez componentes de la comisión, todos nombrados por Francisco, son los siguientes:

– Péter Erdõ, relator general del sínodo;

– Lorenzo Baldisseri, secretario general;

– Bruno Forte, secretario especial;

– Oswald Gracias, por Asia;

– Donald William Wuerl, por América del Norte;

– Víctor Manuel Fernández, por América latina;

– Mathieu Madega Lebouakehan, por África;

– John Atcherley Dew, por Oceanía;

-. Marcello Semeraro, por Europa;

– Adolfo Nicolás Pachón, por las órdenes religiosas.

Cuatro de éstos (Wuerl, Fernández, Dew, Semeraro) están en el sínodo no porque hayan sido elegidos por sus respectivos episcopados o en razón de las funciones cubiertas, sino sólo porque fueron llamados personalmente por Francisco. Y si a ellos se agregan Baldisseri, Forte y Nicolás Pachón, es fácil poner de manifiesto la neta prevalencia en la comisión de personas orientadas más o menos marcadamente al cambio.

En especial, todos recuerdan de Forte las maniobras en el sínodo del 2014, mientras que de Fernández se conoce de sobra la falta de prejuicios:

> E questo sarebbe il teologo di fiducia del papa?

En cuanto al padre Nicolás Pachón, prepósito general de los jesuitas, es una muestra válida lo que declaró al «Corriere della Sera» del 7 de octubre: «Es cierto que por sí solo Francisco podría ir más rápido. Pero para cambiar la Iglesia necesita tiempo».

Pero se dice que también Erdõ ha sido llamado al sínodo personalmente por el Papa y ha sido reconfirmado por él como relator general, demostrando de nuevo cómo las decisiones de Jorge Mario Bergoglio escapan a las clasificaciones fáciles.

En todo caso, el papa Francisco quiso hacer puntualizaciones también sobre los procedimientos sinodales, en su discurso no programado en la mañana del 6 de octubre.

Según lo dicho por el padre Federico Lombardi, el Papa remarcó que «también las decisiones sobre la metodología han sido compartidas y aprobadas por él y, en consecuencia, no pueden ser puestas en discusión».

Ni mucho menos pueden ser interpretadas –agregó polémicamente– con una «hermenéutica conspirativa».

Volviendo a la afirmación del Papa que en el recorrido sinodal llevado a cabo hasta aquí «la doctrina católica sobre el matrimonio no ha sido afectada», se sabe que esa afirmación es repetida sin cesar también por todos los partidarios del cambio.

En efecto, su mantra es que la doctrina permanece intacta, porque lo que se quiere es solamente poner al día la «pastoral».

En consecuencia, puesto que todas las propuestas de cambio presentadas hasta aquí en el sínodo son irreprochables en el plano de la doctrina, no queda más que elegir de entre ellas las que son más «misericordiosas».

Se verá en el futuro cuánto camino recorrerá este razonamiento, que quiere mantener juntos, por ejemplo, el dogma de la indisolubilidad con la bendición de las segundas nupcias.

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Todos los nombres de los presentes en el sínodo:

> Elenco dei partecipanti

La agenda diaria:

> Calendario dei lavori

El texto base de la discusión:

> Instrumentum laboris

Los moderadores y los relatores elegidos en los trece círculos lingüísticos en los que se divide la discusión:

> Elenco dei moderatori e relatori dei «Circuli minores»

Algunos de estos elegidos son conocidos en las crónicas, como por ejemplo los cardenales Sarah, Pell, Bagnasco, Rodríguez Maradiaga, Schönborn, Piacenza y el arzobispo Kurtz.

Otros son menos conocidos pero no menos importantes. Por ejemplo, el «Circulus anglicus D», uno de los cuatro de lengua inglesa, eligió relator a Charles Chaput, el arzobispo de Filadelfia, quien organizó el encuentro mundial de las familias y hospedó al papa Francisco durante su viaje a Estados Unidos, y como presidente eligió al cardenal canadiense Thomas C. Collins, arzobispo de Toronto y autor en el 2014 de una amplia entrevista en el blog católico estadounidense «The Word on Fire», muy clara y bien fundamentada en la defensa de la doctrina y de la praxis de la Iglesia respecto al matrimonio:

> Marriage, Divorce, and Communion

* Traducción en español de José Arturo Quarracino, Temperley, Buenos Aires, Argentina.

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