Por César Augusto Lerena.-

Néstor Miguel parece un buen tipo, aunque todo el mundo tiene derecho a dudar. Nadie se imagina que un nene de pecho se haya ocupado de la pesca en algún gobierno, haya sido Secretario de Agricultura, Subsecretario de Pesca o miembro del Consejo Federal de Pesca; si bien hay algunos que valen lo que pesan. No, no los voy a nombrar a todos, y mucho menos referirme, a cada uno de ellos; llevaría cientos de páginas y además el detallado trabajo correría el riesgo de que se pierda, como ocurrió con el informe sobre los permisos de pesca de la UBA, y encima, al final, un Juez diría: “No, una copia certificada del original por escribano público carece de todo valor, vuelva a participar”.

Néstor Miguel, o simplemente Miguel -como suelen llamarlo los amigos- parece (no quiero pecar de ingenuo) un buen tipo, a pesar de haber estado del otro lado del mostrador; e incluso, hasta cuando contesta reportajes parece un tipo sincero y resignado, que da la sensación de no haber asumido todavía, que él es el funcionario del gobierno del área pesca -y no el representante de los empresarios en el gobierno- y está obligado, a conducir la política pesquera nacional, y muy especialmente -en su doble condición (y hasta triple, cuando llevó directamente la dirección del INIDEP) de Subsecretario de Pesca y Presidente del Consejo Federal Pesquero- establecer y ejecutar, lo que la ley 24.922 establece en su artículos 7 y 9.

En la entrevista que la periodista especializada Karina Fernández de la Revista Puerto le hace a Miguel; el Subsecretario reconoció “que se está ante el peor momento de competitividad y rentabilidad para el sector”, y aseguró “estar trabajando en medidas impositivas y previsionales para dar oxígeno al sector, ante la falta de definiciones sobre la suspensión de los derechos de exportación”. Da la sensación de estar al inicio de su gestión y no al final.

Refiere también a subsidios otorgados; aquellos que por primera vez instauro el recordado “depredador” y que desde entonces pretenden indignamente sustituir a los mecanismos de producir, generar productos competitivos, riqueza y empleo.

Ahora, cómo se puede “establecer, conducir y ejecutar la política pesquera”, como lo indica la ley 24.922 en su artículo 7 inciso a) y 9 inciso a), si alguien del gobierno debe definir por el Subsecretario de Pesca, aspectos básicos de la política que garantice una sustentabilidad biológica, económica y social del sector.

El Subsecretario de Pesca, o su Ministro del ramo, no puede definir sobre derechos; tampoco sobre subsidios al insumo básico de la actividad extractiva como es el combustible (combustible que se paga un 100% más caro en la Argentina de lo que vale en el mundo); respecto a la devolución en término del IVA, y debe aceptar lo que dice la Cancillería sobre Acuerdos con terceros países que están atrás del recurso pesquero y el espacio marítimo. Debe haber alguna razón para que este funcionario quiera permanecer en cargo tan desjerarquizado; pero, cualquiera sea el caso, él es el gobierno, “no puede estar esperando una respuesta oficial” que él mismo debería dar.

A dos meses de finalizar el gobierno su mandato, y luego de tres años al frente de la Subsecretaría, Miguel nos informa que “en dos semanas aproximadamente se firmará la resolución que obliga a otorgar el certificado de captura legal en todas las especies cuotificadas”; que “se garantizaría la trazabilidad”; que “el INIDEP ha considerado la falta de control sobre las especies cuotificadas como un elemento de análisis negativo a la hora de recomendar una captura biológicamente aceptable. Superado ese error en los controles…”; que “el grado de incertidumbre que tiene el control de la descarga incide en la recomendación de captura en un 18% y ahora el sistema va a permitir el control absoluto”, que “la incertidumbre se encuentra entre el total capturado y el total procesado”; que “el sistema de cámaras ya salió a licitación, una vez que se apruebe a partir del 1 de enero de 2016 se implementará paulatinamente; pero es un hecho”.

Chocolate por la noticia, la pesca carece de controles que el Subsecretario parece estar señalándolo a los próximos funcionarios.

Además, por si faltaba algo, hace 19 meses los barcos del INIDEP están parados y no se hacen campañas para determinar la Captura Máxima Permisible con rigor científico y actual. Por supuesto, siguen pescando en la ZEE Argentina buques con licencia inglesa y en el área adyacente cientos de buques extranjeros pescan los recursos asociados o migratorios argentinos. No puedo dejar de hablar también de la caída del empleo; del empleo no registrado; del bajo valor agregado de las exportaciones, y de las miles de toneladas descartadas de pescado al mar en un país con 9 millones de pobres y 2 millones de indigentes.

Néstor Miguel, insisto, por la sinceridad de sus exposiciones en los reportajes, parece un buen tipo, pero con este balance, por primera vez se hubieran unido el Ministro del área, los empresarios y los gremios, todos juntos, para pedirle la renuncia; pero no, ocurre lo peor, tardaría más el trámite que el tiempo que le queda para irse, como se han ido todos los subsecretarios de pesca desde la creación de esta cartera, sin pena ni gloria, incapaces de resolver la permanente crisis del sector, donde hay hombres y mujeres que sufren por su historia, su cultura y modo de vida y por el sustento e inseguridad de sus familias.

Llegó la inundación. En la pesca -yo lo he vivido- el agua no se limita al área marítima. La captura y las cuestiones climáticas, biológicas y pesqueras llegan en forma de ola a las oficinas de los empresarios y a cada uno de los hogares de la familia pesquera. Tal vez, ha llegado la hora de revisar -de cara a un nuevo gobierno- quiénes son los beneficiarios de tan malos modelos pesqueros y qué debe hacerse para que la pesca sea una actividad sustentable, biológicamente, económica y socialmente.

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