Por Claudio Chaves.-

El ciclo abierto en 1989 ha finalizado. Esto es el del liberalismo acompañando desde las ideas la expansión brutal del capitalismo ante la caída del régimen comunista. Dentro del campo de los vencedores del ‘89 se abre, ahora, un nuevo ciclo donde la política se impondrá sobre las leyes del mercado, las instituciones y la república, que en manos de políticos profesionales -al decir de Arturo Jauretche: grandes estadistas porque se han pasado la vida viviendo del Estado- han sido vaciadas de contenido popular. La élite política mundial deberá poner las barbas en remojo. La atención que Trump ha puesto sobre los desocupados y excluidos es coincidente en este punto con las plegarias del Vaticano.

Lo que sigue se irá viendo de a poco. ¿Podrá Trump obligar a las grandes empresas transnacionalizadas retornar a su país? ¿Lo intentará? ¿Podrá frenar el proceso de tecnologización que genera pérdidas de fuentes de trabajo en los EEUU. ¿Podrá desconocer el Nafta para que las maquilas mexicanas se transformen en fábricas en los EEUU siendo que la economía de los dos países se benefician con el ida y vuelta? ¿Podrá detener la oleada inmigratoria mundial que el Vaticano pide atender y proteger? Es difícil. En tal caso ya lo veremos. Volver a Frederich List, el economista alemán, inspirador del encierro norteamericano luego de la Guerra de Secesión es un disparate que supongo no está en la cabeza de Trump y menos de los republicanos.

¿Este intento de retorno a sus fronteras que el periodismo mundial le atribuye a Trump desentendiéndose de los asuntos mundiales? ¿Será cumplido por el nuevo presidente? Es dudoso pues ha afirmado que su objetivo es destruir al ISIS. Y por aquí podría venir un cambio, cabe la posibilidad de un acuerdo con Rusia y Bashar Al-Asad en una guerra conjunta contra el extremismo islámico. En cualquier otro conflicto es factible que Trump se retraiga para no ser el gendarme mundial, según sus palabras. En tal caso este aislacionismo supuesto que pareciera defender tiene hondas raíces en la historia norteamericana. Expresada en distintos momentos por los dos partidos tradicionales según el humor ciudadano. Luego de la Guerra de Secesión que ganaron los norteños, esto es los Republicanos, el país se encerró aislándose del mundo hasta la Primera Guerra Mundial. A tres años de su inicio los EEUU se incorporaron a la conflagración mundial y en enero de 1918 las tropas norteamericanas se enfrentaron a las alemanas y austriacas. Fue el Presidente Woodrow Wilson del partido Demócrata quien puso a su país en la guerra, razón por la cual este partido perdió las elecciones en 1920 ganando los Republicanos quienes se negaron a formar parte de la Liga de Naciones, organismo pergeñado por Wilson para involucrarse en la política mundial y que el Senado en manos de los Republicanos rechazó terminantemente como también al Tratado de Versalles que humillaba horriblemente a Alemania. Fue Franklin Delano Roosevelt del partido Demócrata quien incorporó EEUU a la Segunda Guerra Mundial y el general Ike Eisenhower, Republicano, el que le retaceó apoyo a Francia cuando procuraba retornar como potencia colonial a Vietnam cayendo derrotada en 1954 a manos de Ho Chi Minh. Fue John F. Kennedy, del partido Demócrata, quien involucró masivamente a los EEUU en Vietnam y Richard Nixon, del partido Republicano, quien lo sacó del barro. Fue George W. Bush, Republicano, quien invadió Irak imbuido de un mesianismo iluminista y Barack Obama, del Demócrata, quien ordenó un retroceso bélico en la región. De modo que aislacionismo e imperialismo fueron tareas de ambos partidos según el momento y el humor social. Veremos entonces que hace Trump.

Lo que puede avizorarse es un período de tensión entre la política y las leyes secretas y al parecer ingobernables del mercado, que Trump y los Republicanos deberán conducir.

Ciertamente tras este triunfo se agazapan todo tipo de tendencias políticas del tablero mundial que enfrentadas entre sí coinciden, sin embargo, en una profunda desconfianza de la democracia. Será responsabilidad de los republicanos aventar las dudas que genera este inobjetable éxito.

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