Por Paul Battistón.-

Apenas casi 6 años después de haber dejado la presidencia, Lula tiene una condena de 9 y medio. Lo de apenas no es porque 6 años sea tiempo escaso, es solo por comparación con la escala de tiempo local que midió 22 años para darle 7 y medio a un expresidente.

El progresismo en Brasil no logro edificar la impunidad adecuada que le permitiera burlar o intimidar a la justicia. Tampoco logro edificar el Brasil que prometía. Hoy Brasil es un Bric (casi un ladrillo).

El progresismo aumentó la pobreza y acentuó la desigualdad. Nada que no conozcamos. Su momento más prometedor en cierta forma se pareció a nuestro momento con viento de cola y Néstor a la cabeza.

La caída en desgracia de Lula a poco tiempo de la caída en desgracia de su sucesora Dilma, saquea al progresismo de Brasil de su seguro candidato y de su continuidad.

Apenas pasados 3 años de haber sido encarcelado, la agónica dictadura de Maduro decide liberar con ciertas ataduras al progresista Leopoldo López, fundador tan solo 5 años antes de su encierro de “Voluntad Popular”. Como su nombre lo indica ubicado desde el centro bastante hacia la izquierda.

¿Por qué encarcelar a alguien que es progresista en un régimen que se jacta de ser de izquierda? Sencillamente porque tanto los gobiernos de Chávez como el de Maduro tuvieron y tienen como objetivo el sometimiento de los poderes de la republica hasta lograr la suma de los mismos en un régimen que no tiene sentido de discernir si es una dictadura de izquierda o derecha. Simplemente se está con el régimen o contra él.

La liberación de López trae a la memoria el recuerdo de la liberación de Mandela como acto desesperado de un régimen en serios problemas y vaya que Venezuela los tiene.

La condena del progresista Lula y la liberación del progresista López pueden ser un indicio de un sistema en retirada que no pudo edificar el poder suficiente en el caso de Brasil para evitar que las herramientas de la republica lo ponga en su lugar, el de los corruptos o en el caso de Venezuela aun habiendo casi aniquilado la república no puede ya sostenerse por haber acabado también con la confianza que difícilmente se conserva sin república.

Por si faltaba algo, Ecuador parece mostrar también un cierto indicio de esos cambios aun cuando quien asumió la presidencia proviene del mismo espacio de quien se fue.

Rafael Correa decidió radicarse en forma apresurada en Europa, algo que no parece ser casual pero no sin antes de irse acusar al nuevo gobierno de claudicaciones.

Lenin Moreno su sucesor ha decidido marcar diferencias y por sobre todo acusar a su antecesor de dejarle una mesa servida en referencia a las desprolijidades económicas recibidas.

El mayor referente del progresismo latinoamericano está condenado y el mayor referente de la oposición al régimen venezolano esta suelto. Sólo es cuestión de tiempo para que los rumbos cambien de sentido.

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