Por Carlos Belgrano.-
Una de las características lineales y concordantes que engloba a todos estos ciclistas de feria que laboran de opinólogos sobre la actualidad global es unívoca en un factor, inexorable y muy desafortunadamente común a todos ellos.
Y es que su integralidad está compuesta por un conjunto de sujetos que, apresurándose como una turbamulta de orates tras un plátano, suelen apresurarse en comentar insensatamente acerca de los devaneos e impericia de todos los dirigentes del sarcástico Primer Mundo.
Bastando un paradigmático, simple y fresquito ejemplo acaecido en la víspera.
Ayer, el Consejo de Ministros en Berlín, resolvió adquirir en esta USA dieciocho tanques Jumbo Howitzer.
Y, es apenas de ver esa exigua cantidad adquisitiva que toma relieve nuevamente, una idea que vengo procurando sin grandes resultados, sobre la ausencia de seriedad en las decisiones contemporáneas de los Aliados contra el Eje.
Deviniendo insoslayable un breve comparativo histórico para arribar a la conclusión que cuanto se decide en Bruselas respecto del episodio ucranio no es otra cosa que una chapucería in crescendo incoado por un hato de catetos ignorantes de cuanto acontece en tiempo y espacio en derredor de ellos.
Veamos.
Para octubre 23 de 1942, culminaba la Segunda Batalla de El Alamein, en la que, ochocientos blindados, destacados por Montgomery en persecución de los Cuerpos Africanos Alemanes, logró situar a Rommel en retirada.
Pese a que, este último, antes de ceder la posición, con apenas cuarenta y dos panzers, destruyó casi la mitad de los de su rival.
Cabe acotar que la Fuerza Expedicionaria Británica pudo alcanzar esa pírrica victoria, gracias a que Rooselvet ante los ruegos de Churchill, previo al enfrentamiento, hizo desembarcar en un Tobruk recuperado un mil cien tanques Sherman, para que sus asociados ingleses no perdiesen -como hubiese sucedido-, el virreinato de Egipto y su pieza clave -el Canal de Suez.
Hasta aquí, una simple anécdota de una victoria germana que, meses después por falta de suministros, estuvo a punto de revertir el curso de la guerra en el Frente Norteafricano en favor del III Reich, en el Paso Kasserine.
Lo que me he propuesto semblantear refrescando hechos acontecidos hace ochenta años, tiene como propósito establecer un inexistente paralelismo entre aquella derrota de las Wehrmacht y los morbosos desaguisados de la actual.
Que comenzó por exclusiva responsabilidad de un ex humorista hebreo que, se presenta en camiseta ante el círculo de todos los dignatarios internacionales, solicitando se decrete el caos y pandemonium absoluto, pidiendo armas y equipamiento para defender a una Ucrania totalmente devastada y destruida.
Todo ello a fuer del apoyo irrestricto de mecenas de su misma grey -Kissinger & Soros-, quienes no habrán de trepidar hasta que esa ex república soviética logre próximamente, ingresar a la NATO y, merced a ello, embarcar a todo Occidente en un conflicto bélico y abierto contra Moscú como secuela inmediata y, a Beijing seguidamente.
Infiero por ello que esta disruptiva aparición espontánea e inesperada de este indeseable ex actor de variedades, puede encajar en el biotipo de la reencarnación del Anticristo del siglo XXI.
Tal vez por eso y otras deducciones que resultan aún prematuras para conjeturar avizoro a…
ZELENSKY: EL HUEVO DE LA SERPIENTE.
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