Por José Luis Milia.-

NO hay duda alguna que la denuncia de Lanata ha puesto al gobierno en un tembladeral, pero no así a la candidatura de Scioli. Éste ha recibido un favor que deberá devolver con creces. Es un hecho que hasta la semana pasada, Scioli manejaba encuestas que daban como ganador en las PASO a Aníbal Fernández, ya que, en realidad, a Julián Domínguez, por más que juegue de amigo del Papa, nadie, o al menos muy pocos, lo conocen.

El pobre Scioli, que ya arrastra a nivel nacional el contrapeso del “chino” Zannini como compañero de fórmula, sobre todo en el interior, debe haber pensado mucho que en octubre no es lo mismo que lo acompañe Aníbal en la boleta de Buenos Aires -por variadas razones, entre ellas su proximidad a la Capital- que Julián Domínguez con su cara de monaguillo feliz. Ergo, para evitar condolencias, había que desjarretar a Aníbal.

Y es acá donde hay que maravillarse, ya que se pone al descubierto la urdimbre de una traición laboriosamente trabajada. En el rantifuso sainete armado entre los candidatos a gobernador por el FpV entra Jorge Lanata, es decir entra Clarín, a un penal a entrevistar a un preso que de golpe se animó a declarar lo que nunca dijo en el juicio que lo condenó por asesinato: que quien dio la orden de gatillar no fue otro que el bueno de Aníbal, al que le interesaba el negocio de la efedrina porque quería producir descongestivos nasales a precio de saldo.

Inicialmente era poco entendible la llamativa facilidad que tuvo Lanata -archienemigo del proyecto Nac & Pop- para entrar a un penal donde se alojaba el entrevistado, habida cuenta que el fulano de marras repartiría bosta sobre el jefe de gabinete, hasta que nos enteramos de que éste no era un penal federal sino uno de los que dependen del ministro Ricardo Casal, o sea de Scioli.

Así las cosas, todos han quedado contentos: Scioli encontró la vuelta para que Domínguez sea, al menos, el – único?- candidato; Lanata volvió por sus fueros e hizo un programa impecable y Clarín sabe que Scioli -“pa’ la victoria”- ha contraído una deuda increíble con el multimedios, aunque en verdad, no es el descabezamiento de alguien que le era insoportable el primer favor que Scioli recibe de Magnetto y Cía., la reticencia de los medios “independientes” a publicar las denuncias de enriquecimiento ilícito que hay contra él y su mujer, el no decir nada sobre el hecho de que no ha presentado su declaración de bienes y no revolver el avispero es un presente no menor en estos convulsos tiempos.

Yo soy un sentimental. Pienso en la presidente, enfrentándose a una traición que por esperada no es menos dolorosa, pienso en los chicos de “la cámpora” que al final se aferraban a Scioli como tabla de salvación, al menos como salvación de los puestos que han conseguido y cae por mi mejilla una lágrima. Pero también, como sentimental que soy, no puedo menos que extasiarme frente a la prodigiosa construcción de una traición que llevó doce años urdir.

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