Por Hernán Andrés Kruse.-

Decidí poner como título de la presente nota “Acuerdo FdT-JxC: Milei será el próximo presidente” luego de leer la nota que Daniel Santa Cruz publicó el 13/4 en La Nación, titulada “La política sirviéndole la mesa a Milei”. El autor acierta con el diagnóstico de lo que sucede hoy en el país en materia política. Los párrafos más salientes de su escrito son los siguientes:

“Su diatriba outsider para el acostumbrado debate de la política local lo hizo competitivo porque representa la canalización del hartazgo, el desgano de un sector de la sociedad cansado de los fracasos políticos. Pero lo que verdaderamente encumbra a Milei son dos hechos: primero, el estrepitoso fracaso del gobierno de Alberto Fernández que hizo implosionar al peronismo, cooptado por el egoísmo y el personalismo de Cristina Kirchner, al punto de ponerlo por primera vez en su historia lejos del piso electoral de 35 o 40 puntos que lo mantuvo como la fuerza política más poderosa. Gracias a ese piso electoral desde 1983 el PJ, en todos sus formatos y propuestas camaleónicas, mantiene el control del Senado de la Nación.

Y, en segundo lugar, la pelea interna del Pro, que viene llenando páginas y horas de aire en todas las coberturas de la actualidad política. Para su electorado es incomprensible que tan cerca del poder, a tan pocos metros de la línea de llegada de lo que figuradamente sería una carrera de posta, en lugar de correr en equipo se esconden el testimonio en ese pase de manos solo para retrasarse en la corrida. Al Pro le llevará más tiempo que el previsto asumir la convivencia entre su líder natural y el candidato elegido, todo esto con serias repercusiones en sus principales aliados: la UCR y la Coalición Cívica”.

Hasta no hace mucho Javier Milei era un pintoresco personaje televisivo. Dueño de una potente verborragia, un peluquín estrafalario y un mensaje contestatario, el economista lograba acaparar la atención de la audiencia. De a poco su imagen fue creciendo hasta que se convenció de que estaba en condiciones de liderar una fuerza política que enarbole el ideario libertario. Fue así como surgió “Avanza libertad”, que le permitió a Milei sentarse en una de las butacas de la Cámara de Diputados. Si alguien creyó que Milei se conformaría con ser diputado nacional cometió un grosero error de cálculo. Envalentonado por las encuestas, Milei fue consciente de la atracción que provoca en importantes sectores de la población, especialmente en los jóvenes. Dueño de un peculiar carisma y de un discurso “antipolítico”, fue creciendo en las encuestas hasta transformarse en un serio candidato a suceder a Alberto Fernández el 10 de diciembre.

Aunque a muchos le resulte inconcebible hoy el economista libertario supera el 20% de intención de voto y no sería nada extraño que en poco tiempo alcance el 30%. La pregunta que cabe formular es, obviamente, la siguiente: ¿por qué semejante outsider está en condiciones de competir seriamente por el Sillón de Rivadavia? Santa Cruz lo explica muy bien. El ascenso meteórico de Milei se debe a dos razones fundamentales. Por un lado, el pésimo gobierno del FdT; por el otro, la pelea interna del Pro.

El gobierno de Alberto Fernández es sencillamente horripilante. Nunca tuve demasiada confianza en el jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, pero supuse que el haber estado tantos años junto a ese feroz animal político, debía estar más o menos preparado para ejercer el poder. En estos tres años y medio ha demostrado una supina incapacidad para tomar decisiones, ejercer el liderazgo propio de quien es presidente en la Argentina. Desde el principio fue evidente que muy pocos miembros del gabinete le respondían, cabal demostración de su falta de autoridad. Aquí algunos pueden acotar que ello se debió a la manera como fue ungido para representar al FdT en la elección presidencial de 2019. Tienen razón. Alberto llegó a la Rosada por decisión exclusiva de Cristina. Su única función era la de ser un fiel empleado suyo. He aquí, me parece, la raíz del desastre que es hoy el gobierno nacional. Estoy seguro de que en su fuero íntimo no estaba dispuesto a pasar a la historia como el títere de la vicepresidenta. Los hechos demostraron que jamás logró cortar el cordón umbilical que lo mantiene unido a Cristina.

¿Por qué nunca se atrevió a independizarse de su poderosa tutora, a ser de verdad el presidente de la nación? Me parece que por personalidad, Alberto se siente mucho más cómodo obedeciendo órdenes que impartiéndolas. Se siente más cómodo en el cargo de Jefe de Gabinete que en el de Presidente. Que estar sentado en el Sillón de Rivadavia le pesa enormemente quedó demostrado en su incapacidad para cohesionar su gobierno, de ejercer un liderazgo respetado por todas las vertientes que componen el FdT. Hoy tienen más poder el ministro de Economía, Sergio Massa, y, obviamente, Cristina. En un sistema hiper presidencialista como el nuestro ello resulta totalmente inadmisible. El presidente debe ser el macho alfa, en suma. Y Alberto está muy lejos de serlo. Ello explica, por ejemplo, la autonomía con la que actúa Sergio Massa. A veces pareciera que el tigrense es el presidente y Alberto su jefe de Gabinete.

No es casualidad, por ende, que sean contados con la mano los ministros dispuestos a jugarse por la reelección de Alberto. Uno de ellos es Aníbal Fernández. Él sí que es un genuino animal político. Prueba de su personalidad son sus últimas declaraciones que movieron el tablero político. Entrevistado por Gustavo Sylvestre el ex presidente de Quilmes afirmó: “Lo que se puede ver es quiénes van a competir contra quiénes. Vemos un grupo de gente que tiene cero formación, con vocación por el agravio y por lastimar, y lo que propone saldría únicamente por represión. Las calles regadas de sangre y muertos van a producir si tuvieran la posibilidad de ser gobierno”. “Durante toda la vida han llegado a las gestiones como una izquierda perfumada. Votaban por izquierda y gobernaban por derecha. En algún momento se rompe ese esquema y se presentan a cara descubierta, con esas ideas que son absolutamente esquizofrénicas y sin ningún pensamiento”.

Respecto de las elecciones que se avecinan respaldó públicamente la candidatura del presidente. “Las PASO vinieron a reemplazar a las internas dentro de un mismo partido, donde el caudillo elegía con el dedo, o la rosca de los ventajeros seleccionaba con el dedo”. Considera que al oficialismo le faltan carnívoros (dirigentes con capacidad de lucha): “totalmente, yo tengo toda la vocación del mundo de ganar. El que manda es el presidente, que es quien da el puntapié inicial. Soy un carnívoro hecho y derecho y no sé vivir de otra manera que no sea comiendo carne. Necesito que el presidente dé el guiño nomás” (fuente: Infobae, 13/4/023). Aníbal Fernández dio en la tecla. El problema es que, al contrario de su afirmación, el presidente no manda. Y no lo hace porque sólo un minúsculo grupo de funcionarios le responde.

A pesar de las críticas recibidas desde el arco opositor, Aníbal Fernández redobló la apuesta. En las últimas horas expresó justo antes de ingresar a su despacho: “Todo lo que dijeron que van a hacer saldría sólo con represión. Que haya tanta gente despedida…Ya pasó durante cuatro años. ¿No saben cuánta gente despidieron? ¿La represión que había en las calles no la vieron? No me digan que el responsable soy yo, los responsables son los que vieron que esto sucedió y quieren volver”. “Van a lastimar a mucha gente y lo que yo hago es llamar la atención, no estoy tratando de generar pánico, cuento lo que yo vi y lo que Milei ofrece”. “En la nota me preguntan por la oposición y yo le afirmo que no soy un analista de la oposición, no me gusta hablar de la oposición, pero para no esquivar la pregunta, comentar algo de lo que se escuchó. Y lo que se escuchó es que uno habla de dinamitar”. “Todo lo que dije es: si llegaran a ser gobierno, y eso es lo que van a llevar a la práctica, eso inexorablemente cierra con represión” (fuente: Infobae, 14/4/023).

Para no ser menos que su colega de Seguridad, el Jefe de Gabinete, Agustín Rossi, acaba de expresar: “Macri, Milei y Cambiemos son exactamente lo mismo. Con Juntos por el Cambio y con Milei, la pobreza se va a duplicar y la inflación se va a espiralizar de manera impresionante”. “Milei y Juntos por el Cambio están imaginando una fuerte devaluación y eso va a llevar a duplicar los indicadores de inflación”. “Macri dijo “semidinamitar” todo porque Milei también quiere hacerlo. Es un programa económico que ha fracasado en el mundo, fracasaron en Estados Unidos, en Brasil y ahora quieren hacerlo en la Argentina”. “Cuando hablan de semidinamitar todo hablan de hacerlo en el Estado, en detrimento de los sectores populares”. “La cultura fascista que expresan Macri, Bullrich y Milei, convive con otra familia política, que es demócrata-liberal, que es claramente antiperonista, pero que son profundamente democráticos (en clara alusión al sector de Larreta y al radicalismo). Estos (Milei, Macri y Bullrich) no tienen anda de democráticos. Van a usar la democracia para destruir la democracia” (fuente: Infobae, 14/4/023).

Aníbal Fernández y Agustín Rossi se valen de una antiquísima táctica electoral: el miedo al cuco. El mensaje es el siguiente: “miren que si votan a la oposición (al cuco) habrá muertos por doquier porque el plan económico que implementará sólo cierra con represión”. “Es cierto que nosotros cometimos muchos errores pero ellos (el cuco) son mucho peores que nosotros”. De esa forma encarará el gobierno nacional la campaña electoral. Nada original, por cierto.

En la vereda de enfrente, es decir, en el campamento de  JxC, el panorama es sencillamente desolador. En lugar de presentarse unidos para convencer al electorado de que son la única alternativa al FdT, sus máximos referentes están compitiendo para ver quién la tiene más larga. Larreta tomó la decisión de cortar el cordón umbilical que lo mantenía unido a Macri desde hace muchos años. Ello provocó un estado de guerra interno de impredecibles consecuencias.  JxC está al borde de la fractura ya que existen profundas diferencias entre el sector que lidera Macri, apoyado por Bullrich, y el sector que lidera Larreta, apoyado por Carrió y el radicalismo de Morales y Lousteau. La lucha por el poder será, qué duda cabe, encarnizada.

Pese a estar en las antípodas ideológicas del gobierno nacional, los referentes de  JxC coinciden en algo con los referentes del FdT: su absoluto desprecio por el ciudadano de a pie, por ese ciudadano que soporta una inflación descontrolada y una inseguridad mortal. Como bien señaló Morales Solá en La Nación el pasado 12 de abril, la oposición le está dando la espalda a la sociedad. Escribió el columnista político: “(…) El lamentable espectáculo que dieron todos los dirigentes de la oposición indica, por un lado, que la política y la ambición son capaces de destruir las relaciones humanas más largas y entrañables que se puedan imaginar. Sin embargo, la conclusión más grave es que la oposición le dio la espalda a la sociedad, que ya estaba harta de los políticos de cualquier laya y decepcionada del futuro, aunque éste cayera en manos de los contrincantes del peronismo. Demuestra, al mismo tiempo, que la política argentina prefiere el conflicto al acuerdo. ¿Por qué dos políticos que se conocen desde hace tiempo, que trabajaron juntos durante dos décadas, no pudieron encontrar una fórmula para resolver el problema que los enfrentaba?”. La respuesta, me parece, la hubiera brindado Néstor Kirchner: “Macri y Larreta finalmente no hicieron más que confirmar que la política no es un club de amigos”.

Morales Solá culmina su artículo de la siguiente manera: “El estrépito político que los argentinos viven desde el lunes es injusto e inoportuno para una sociedad que se mece entre la angustia y la penuria. Un país de gente desdichada ya no escucha a economistas que estudian si la inflación bajará o no; estudian cuán de cerca o cuán de lejos estamos de la hiperinflación (…) El fenómeno económico ocurre además cuando gobierna un linaje político carenciado de credibilidad política y volátil con el sistema de toma de decisiones (si es que existe un sistema de tal naturaleza) (…) Las disputas de  JxC, en ese contexto, son como hablarles en el incomprensible esperanto a los argentinos fatigados de una dirigencia política, sea cual fuere su expresión, que no mira más allá de la próxima baldosa”.

Los referentes del FdT y de  JxC coinciden en que no miran más allá de la próxima baldosa, es decir, en que sólo actúan en función de sus mezquinos intereses electorales. El único beneficiado de esta patética expresión de mediocracia (Ingenieros) es el economista libertario. El FdT y  JxC, seguramente sin proponérselo, le están sirviendo en bandeja la presidencia de la república. El propio Morales Solá lo reconoce en su artículo: “No es el kirchnerismo el beneficiado por estas discordias públicas de la oposición, como se adelantó a sugerir esa facción política; es Javier Milei, el que cosechará lo que quede de Juntos por el Cambio (…) Aunque es (¿o era?) el espacio con mayor intención de voto en las encuestas, esa alianza no crece en las mediciones de opinión pública de los últimos meses. A veces, entre la ambición y el suicidio hay solo un paso, corto y fulminante”.

Tanto el FdT como  JxC están jugando con fuego. Después, cuando Milei asuma como presidente de la república el 10 de diciembre, nadie tendrá derecho al pataleo.

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