Por Juan Manuel Otero.-

La diputada massista Cecilia Moreau, hija de Leopoldo Moreau, afirma que presentará un proyecto de ley incorporando al Código Penal la tipificación de conductas punibles que hagan apología de los delitos calificados como violación sistemática de los Derechos Humanos por parte de los gobiernos de facto, cuya comisión se sancionará con penas más graves que la apología delictual tipificada hasta ahora, los que tendrán como agravante el hecho de ser cometidos por funcionarios públicos o agentes de las fuerzas de seguridad. También será delito calificado como “atentado contra el orden constitucional y la vida democrática el delito de aprobación, justificación, reivindicación o negación de la existencia de un delito de lesa humanidad”.

En una palabra, será delito pensar diferente al relato K.

Este disparate se suma al coro de fariseos que pidieron la renuncia del Licenciado Lopérfido por haber negado a los 30.000, o la expulsión de Gómez Centurión por igual motivo o por dudar de que haya existido un plan sistemático de desaparición de personas por parte del Estado como afirmó respondiendo a los cínicos y traidores periodistas que le tendieron una trampa y en lugar de reportearlo por su actuación al frente de la Aduana le tiraron carne podrida sobre la mesa.

Los argentinos aún estamos discutiendo, sin llegar a un acuerdo, si Dorrego merecía ser fusilado o era inocente, si Rosas era un tirano o un defensor de nuestra soberanía, si Julio Argentino Roca fue quien preservó nuestro territorio del sangriento avance de los mapuches chilenos o fue un carnicero que se cebó en nuestros pobladores originarios, si Perón era un militar golpista (Los fragotes del ‘30 y del ‘43 lo contaron entusiasta entre sus filas) o era el defensor de los privilegios de los niños y el seductor de las adolescentes… y así llegamos hasta los ‘60 en que las ideologías foráneas, alentaron, entrenaron y financiaron, desde paraísos de sangre y esclavitud, a los terroristas argentinos, y ante su reguero de sangre, fuego y muerte, el Presidente de la Nación, general Perón (el mismo que años atrás las había alentado) ordenó a nuestras Fuerzas Armadas combatir la guerrilla de asesinos traidores a la Patria.

Eso fue hace 40 años y es un triste capítulo de nuestra historia, donde hubo excesos e injusticias por parte de ambos bandos, porque fue una guerra reconocida por ambos bandos, con víctimas de ambos bandos… pero parece que vivir en paz y concordia no está en la mente de algunos argentinos.

Es por eso que hoy, a la grupa de un negocio vergonzoso y multimillonario se ha tergiversado la historia y en lugar de haberse tratado de dos bandos enfrentados en una guerra, como realmente hubo, nos quieren hacer creer que hubo un grupo de demoníacos militares, más malos que no sé qué, quienes un día se levantaron con ganas de asesinar a unos jovencitos idealistas que repartían claveles por las calles mientras propalaban el Evangelio.

Y si bien son lamentables todas y cada una de las víctimas de aquella guerra, repudiables los excesos, no olvidemos que los militantes terroristas por cuestiones meramente dinerarias no tuvieron empacho en mentir las bajas sufridas llevándolas a 30.000 a efectos de poder percibir subsidios indemnizatorios.

Y ese ficticio número se convirtió en un símbolo de la mentira, el cual puesto en duda por cualquier ciudadano le acarrea -como se ve en estos días- el castigo y el rechazo inclusive de nuestras autoridades.

También está probado que en aquellos tiempos, muchas madres embarazadas o con niños de corta edad, habían tomado las armas revistando en Montoneros, Erp y demás organizaciones terroristas. Y que ante su baja en el campo de batalla, sus hijos se ponían a disposición de la justicia a efectos de ser adoptados… y ya sabemos en qué terminó este legítimo procedimiento.

Y hoy tenemos a una joven diputada redactando un proyecto payasesco.

Tal vez mañana presente otro en el cual se castigue con prisión perpetua a quien opine en un sentido que a ella no le guste sobre Lavalle, Dorrego, Rosas, Sarmiento, etc. Podría utilizar los mismos «argumentos» y «fundamentos»…

Diputada: NO FUERON 30.000, lo afirman los propios terroristas.

Diputada: FUE UNA GUERRA, lo afirman los propios terroristas.

Diputada: Los terroristas fueron premiados, indemnizados, homenajeados, ocupan hoy cargos gubernamentales, tienen los medios a su disposición para decir lo que se les ocurra, en cambio quien los critique firma su crucifixión. Y los soldados que cumplieron la orden presidencial de combatirlos para defender a la Nación, van muriendo en las cárceles, pese a ser octogenarios y nonagenarios, fueron encerrados violando leyes y principios generales del derecho… y usted se larga con esta tontería? ¿No se le ocurre analizar la verdad de la historia de lo sucedido en aquellos años en que Ud. aún no había nacido?

Le sería de utilidad para no perder el tiempo, no olvide que nosotros, todos los argentinos, la mantenemos con nuestros impuestos.

CONSEJO: Antes de redactar un proyecto de ley, piense bien el tema, asesórese con profundidad y fundamentalmente con objetividad, abreve de fuentes dignas, consulte a quienes tengan conocimiento sobre el tema, a quienes gocen de imparcialidad, piense en el futuro de nuestra Patria, analice si tal ley perdurará en el tiempo o se trata de una simple explosión de bronca momentánea o un rapto de oportunismo político.

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