Por Hernán Andrés Kruse.-

Hace unos días Carta Abierta dio a conocer su último documento, que trata sobre la actual situación política y económica del país. Sus párrafos más salientes son los siguientes:

1-“La fuerte evidencia visual (López y sus millones de dólares) obligó al kirchnerismo a escribir cartas de repudio y a preguntarse sobre los alcances de la pegajosa palabra en juego: corrupción. A cuántos involucraba, si afectaba a todo el ciclo transcurrido, si un hecho brutalmente escandaloso relativizaba o anulaba convicciones, efectos políticos, genuinas militancias. En suma, si un hecho inmoral, específico o ramificado, invalidaba un compromiso colectivo que protagonizó políticas de significativa ampliación de derechos y distribución de la renta de los gobiernos Kirchner durante más de una década, en los que se incluye el replanteo del papel de las ciencias y las tecnologías, y ampliando las redes creativas de las nuevas universidades públicas”. ¿Fue el de López un caso aislado de corrupción o formó parte de un sistema político corrupto? ¿El hecho delictivo protagonizado por López invalida el modelo de inclusión social con desarrollo económico instaurado por el kirchnerismo a partir de mayo de 2003? A mi entender, lo de López es apenas un caso más que corrobora lo que muchos pensamos: el sistema político argentino presenta un carácter sistémico, lo que significa que quien ingresa a dicho sistema debe sí o sí aceptar las reglas de juego que convalidan la corrupción sistémica. Pero ello no significa invalidar todo lo hecho por el kirchnerismo en materia de inclusión social, porque hay quienes sostienen que el problema de fondo radica en la ilegalidad del modelo kirchnerista. En otros términos: el modelo en sí mismo es un acto ilegal protagonizado por el kirchnerismo que no es otra cosa que una asociación ilícita.

2-“No se puede destruir un colectivo social con convicciones afirmadas en realizaciones palpables. Ni siquiera por la desmesura oprobiosa que adquiere este caso y sus consecuencias, aun no desplegadas totalmente. Lo ocurrido con López nos obliga a preguntarnos, es evidente, por los sobornos ocurridos en las prácticas corrientes en torno a la obra pública y a no ser tolerantes con ellas, que tienen, además, un fuerte impacto negativo en movimientos populares forjados en la idea de la igualdad y la honestidad militante. Por otro lado, dan renovados argumentos a quienes demonizan los estilos de intervención estatal y las memorias de un gran conglomerado histórico-social. No percibimos entonces el tan proclamado fin del kirchnerismo. Lo que vemos es el deseo acrecentado en las derechas latinoamericanas de que eso ocurra envuelto en la facilidad que esta nueva situación otorga, de la que emergen injurias prepotentes a raudales y cálculos jocosos sobre el desprestigio irrevocable de una fuerza política” (…) “Y porque lo que predominaron fueron hechos de reparación social, esa era la viga central de la época transcurrida, y no casualmente este aspecto reparatorio del tejido social es lo que el gobierno actual se dedica a arrasar con toda ferocidad”. El caso López ha puesto en evidencia el “toma y daca” en la obra pública, la existencia de unas reglas de juego perversas e inmorales que elevan a la categoría de “emblema” el pago de “comisiones”. Este episodio grotesco le vino como anillo al dedo al gobierno nacional, cuyas promesas de bonanza para el segundo semestre se derrumbaron como un castillo de naipes. Le permitió al presidente de la nación decir “vieron argentinos lo que significó la época kirchnerista: corrupción, corrupción y más corrupción”; “vieron que el modelo kirchnerista es en sí mismo un enorme acto delictivo”; “los Kirchner llegaron a la presidencia para saquear las arcas del Estado, para robarse las joyas de la abuela y la propia abuela”. De ahí la imperiosa necesidad, sostiene Cambiemos, de terminar con un período histórico donde, en nombre de la inclusión social, se montó un Estado populista, demagógico y corrupto, que destruyó al país. Episodios como el de López no hacen más que legitimar este plan de aniquilamiento del kirchnerismo. Porque lo que se propone el orden conservador es arrasar con el kirchnerismo para que nunca más acceda a la Rosada personajes como los Kirchner.

3-“La entera movilización social de más de una década de militancia genuina, no puede ser deslegitimada por aparatosos procedimientos, cuyos resultados se van instalando como ciertos, procedimientos que deben ser denunciados por su corrosivo efecto manipulador sobre la mirada de la sociedad. Pero demasiadas veces parece resurgir una escalada persecutoria que se manifiesta en los últimos hechos de represión y espionaje, una verdadera “Campaña del desierto” mediática destinada a neutralizar y apartar a las viejas estirpes del territorio e incluso a los que por su osadía se animaron a decir algo nuevo sobre los aparatos de verdad preexistentes, tanto económicos como jurídicos y comunicacionales, en su rutina burocrática y su lógica aquietadora de las masas”. El kirchnerismo hizo de la movilización militante una herramienta de gobierno, lo que fue duramente criticado por el establishment mediático. Es curioso porque cuando los caceroleros salieron a la calle a protestar contra Cristina el mismo establishment consideró que se estaba en presencia de genuinas manifestaciones republicanas. El caso López sirvió para enlodar a todos aquellos que hemos apoyado críticamente al kirchnerismo, permitió al establishment mediático tildarnos de “ladrones”. Todos los kirchneristas son ladrones o, al menos, fueron cómplices silenciosos de un latrocinio sin precedentes. Pero nada dice de los Panamá Papers, un escándalo internacional que le ha costado el cargo a varios dirigentes mundiales relevantes.

4-“Ciertamente, formas específicas de resistencia democrática a un panorama social que hace más penosa la existencia colectiva, resurgen continuamente. Aún sin que se evidencien los signos de una conducción general efectiva, lo que de una manera u otra resurgirá de la maraña de dificultades y la escabrosidad del presente, numerosos sectores sociales, sindicalizados o no, de trabajadores, empleados, estudiantes, pequeños y medianos empresarios, comerciantes y vecinos, han dado a conocer su descontento frente a gobernantes portadores tanto de una rara insensibilidad hacia el árido presente como de una profusa imaginación para estrepitosas y generalmente vagas promesas”. La política del ajuste permanente provocará inexorablemente protestas sociales. La sociedad viene siendo asfixiada por incrementos ininterrumpidos de tarifas que destruye el salario. El evidente objetivo del gobierno de hacer más ricos a los dueños de las empresas prestadores de servicios esenciales-luz, agua, gas-no hace más que sembrar el terreno con la semilla de la rebelión social. Sin embargo, para el presidente de la nación todo marcha viento en popa, si bien reconoce que varias de sus medidas han dañado la economía de millones de familias.

5-“El argumento básico que se expresa en estos días es que, en el anterior gobierno, bajo una “portada” socialmente distributiva se verificaba un fraude organizado”. Pobre argumento, ya que estos flujos ilegales no pueden de ninguna manera diluir el peso de fecundas y decisivas acciones de gobierno que no es difícil rememorar, como el apartamiento del ALCA o el resguardo por parte del estado de los fondos de garantía jubilatoria. De estos y otros temas, la memoria social hará su balance y la militancia se rehará con las efectivas evidencias de un aprendizaje de urgencia” (…) “La puntual coincidencia de poderes económicos, de los más elevados que puedan concebirse, con la piel traslúcida que ofrece la política para recubrirlos pasivamente, nos muestra la contratara del forzado republicanismo que proclamaban. Fondos secretos en el exterior, marchas y contramarchas poniendo a toda una sociedad como campo de pruebas, aumentos de tarifas decididos por un insaciable Leviatán abismando dramáticamente a una parte importantísima de la sociedad que se ve despojada súbitamente de tantos derechos adquiridos en estos años”. Hoy la Argentina es gobernada por CEOS. El poder empresarial se ha adueñado de los resortes del poder haciendo del país una empresa gigantesca. Porque he aquí el cambio fundamental producido con el advenimiento de Cambiemos a la Rosada: el país es ahora una empresa privada, como Shell y General Motors. Rige, por ende, el implacable principio de la utilidad (a favor del poder económico concentrado, por supuesto). Los despidos que se vienen produciendo desde que Cambiemos detenta el poder hace a la esencia del nuevo “relato” gubernamental. Ha llegado la hora del capitalismo más salvaje imaginable, del imperio del más fuerte, del más crudo darwinismo social. Todo, por supuesto, en nombre del progreso y la civilización.

6-“Un panorama de pasajes y veloces constricciones, ampara nuevas mayorías en Diputados y Senadores, con el vértigo forzado que le otorgan las almas recientemente catequizadas y quizás hasta arrepentidas, porque no “perdonadas”. Y que acaso no sería insolente decir “blanqueadas”. Sobran los nombres que por pudor omitimos”. Uno de los hechos más notorios que tuvo lugar en estos primeros meses de gobierno macrista ha sido el desmembramiento de los bloques kirchneristas en el Congreso. En Diputados se fueron varios legisladores que han dado lugar al surgimiento de nuevos bloques. Cada uno de ellos tendrá sus razones. Carta Abierta ha expuesto algunos, como el “blanqueo”. También en el Senado se produjo un desgajamiento del otrora indestructible oficialismo. Hoy Miguel Ángel Pichetto está más cerca de Cambiemos que del FPV. Como alguien dijo alguna vez, la única verdad es la realidad. Y la realidad pone en evidencia la pérdida del kirchnerismo de su hegemonía tanto en Diputados como en Senadores. ¿Razones? Hay muchas pero seguramente la más importante es la derrota en el balotaje de noviembre pasado. En política las lealtades tienen mayoritariamente su precio, especialmente en el parlamento nacional. Cada banca “vale” y eso lo sabe muy bien Mauricio Macri, acostumbrado desde su infancia a ponderar todo en términos de “pérdidas” y “ganancias”. Ni qué hablar de los peronistas, cuyo máximo jefe no hablaba de traiciones sino de hombres y mujeres “con lealtades sucesivas”. Diego Bossio y la máxima jefatura del Movimiento Evita dan fe de ello.

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