Por Hernán Andrés Kruse.-

Los números no mienten. El INDEC acaba de informar que la actividad económica cayó 3,7 por ciento en septiembre en relación con septiembre del año pasado. En los primeros nueve meses de 2016 la economía cayó un 2,4 por ciento respecto al mismo período de 2015. Cuando terminó el primer semestre del año la caída en relación con el primer semestre de 2015 ascendía al 1,7 por ciento. De esa forma se hizo añicos el sueño macrista del repunte de la economía para el segundo semestre. Junto al Presupuesto Nacional de Gastos e Ingresos para el año próximo el gobierno nacional presentó proyecciones de una baja de la actividad económica para 2016 del 1,5 por ciento y un crecimiento para 2017 del 3,5 por ciento. Se trata, obviamente, de una expresión de deseos. Lo cierto es que eI Indec está brindando unos números que se acercan más a los números de algunas consultoras del ámbito privado que señalan una caída entre el 2,5 y el 2,8 por ciento para 2016. El Indec brinda un informe de prensa denominado Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) que se caracteriza por una ausencia total de información. El EAME apenas consta de dos páginas donde expone un cuadro de la evolución mensual del estimador, un gráfico que presenta las curvas de evolución del estimador original y del estimador desestacionalizado (a partir de enero de 2004 hasta septiembre de 2016) y un cuadro con las variaciones mensuales en relación con el mismo período de 2015. En el informe nada se lee respecto a las causas de la caída económica, cuáles fueron los factores que más influyeron en el derrumbe y ni siquiera un esbozo de análisis sobre la evolución reflejada en los cuadros. El estimado, de ahí su importancia, expresa nada más y nada menos que la evolución de la economía como un todo.

Con la escasa información disponible se puede, sin embargo, constatar que el crecimiento mensual que se observaba hasta junio del año pasado se revirtió transformándose en caída a partir de septiembre de ese año. Este año el panorama se agravó ya que el declive detectado en 2015 se aceleró a partir de febrero último. Durante el primer trimestre de 2016 se registró un leve repunte de la economía en relación con el mismo período del año anterior, pero se trató de un espejismo. A partir de abril se inició un proceso de deterioro de la economía que no cesa. Al término del segundo trimestre la caída de la actividad económica era del 1,7 por ciento y en septiembre esa caída llegó al 2,4 por ciento. Ello significa que la recesión se expandió. En septiembre la producción manufacturera cayó un 4,6 por ciento en relación con los primeros nueve meses de 2015. El índice sintético de actividad de la construcción (ISAC) señaló que entre enero y septiembre de este año la actividad del sector cayó un 12,8 por ciento respecto al mismo período del año anterior. Otro factor muy importante a tener en consideración a la hora de analizar la recesión que nos está agobiando son los bajos niveles de consumo interno y de la demanda externa. Vale decir que a la inmovilidad del mercado interno hay que agregarle la entrada ilimitada de productos importados que no hace más que desplazar a buena parte de la producción nacional, incapaz de competir con lo foráneo. Cada día se torna más preocupante el panorama político y económico de Brasil, cuya demanda de productos nacionales disminuyó. El gobierno de Cambiemos prevé para 2017 un crecimiento de la economía del 3,5 por ciento. El presidente de la nación no se cansa de prometer la reactivación de la obra pública. Lo mismo prometió para este segundo semestre y no pasó absolutamente nada. La actividad económica desestacionalizada durante septiembre cayó un 0,8 por ciento en relación con agosto. Ello significa que el deterioro económico aún no encontró su piso (fuente: Raúl Dellatorre, “El Indec le puso cifras definitivas a la recesión”, Página 12, 25/11/016).

La avalancha importadora no se detiene. La entrada indiscriminada de productos industriales terminados sigue poniendo a la defensiva a los fabricantes nacionales. Según la consultora Radar, dirigida por Paula Español, siguen ingresando productos y más productos en los sectores de indumentaria, calzado, productos de línea blanca y agroquímicos. Entre enero y octubre las importaciones de heladeras se incrementaron un 210 por ciento interanual; de lavarropas, un 75 por ciento; de lavavajillas, un 101 por ciento; de calzado, un 22 por ciento; de camisas, un 76 por ciento; de pantalones, un 44 por ciento; y de sweaters, un 56 por ciento. En los rubros alimentos y bebidas comenzaron a registrarse las primeras tandas de productos en cantidad del exterior. El ingreso de manzanas se incrementó en un 776 por ciento en los primeros 10 meses del año; de golosinas, un 59 por ciento; de quesos, un 119 por ciento; de carnes porcinas, un 113 por ciento; y de galletas dulces, un 122 por ciento. Pensar que durante la campaña electoral Macri prometió que nuestro país se transformaría en el supermercado del mundo. A un año de su asunción la Argentina decidió comprar afuera productos alimenticios elaborados. También se registró un notable incremento de las importaciones de químicos. Entre enero y octubre se compraron 21.400 toneladas de herbicidas (un alza del 44 por ciento) y 5900 toneladas del compuesto Aztrocina (un alza del 115 por ciento). En 2015 la participación de los tractores nacionales en el mercado ascendía al 90 por ciento y ahora bajó un 6 por ciento mientras que la participación de cosechadoras bajó del 83 al 72 por ciento.

Por un lado, se registra un fuerte crecimiento de las importaciones; por el otro, una fuerte contracción de la producción nacional y del empleo. Según el documento elaborado por Radar, “la industria, por ahora, parece no haber encontrado piso. Durante octubre los principales indicadores de producción industrial continuaron exhibiendo una tendencia hacia la baja. Los factores son la contracción del mercado interno, la sostenida caída de las exportaciones (tanto a Brasil como al resto de los destinos), y, en ciertos rubros en particular, un aumento de las importaciones que compiten con producción local”. Agrega que “salvo ramas puntuales, como petroquímica y maquinaria agrícola, prácticamente todos los sectores productivos se encaminan a cerrar el año sin exhibir señales de recuperación de sus niveles de producción”. Lapidario. Durante el mes de octubre se registraron fuertes bajas en la industria automotriz (-16,4 por ciento) y en la producción de acero (-19,6 por ciento). La caída de la actividad manufacturera repercutió fuertemente sobre el empleo. Según Radar “Las políticas de reducciones de jornadas laborales, recortes de hora extra, suspensiones y adelantamientos de vacaciones comienzan a transformarse en aumento de despidos” (fuente: Federico Kucher, “La avalancha importadora”, Página 12, 25/11/016).

A comienzos de 2016, el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, prometió que el déficit fiscal se iría reduciendo de manera gradual. En esta, como en tantas oportunidades, el funcionario faltó a la verdad o sus cálculos optimistas fueron una ilusión. Lo cierto es que en octubre el déficit fiscal fue de 62.950 millones de pesos, cifra que triplica a la registrada en octubre del año pasado (22.366 millones de pesos). El panorama económico no puede, pues, ser más desalentador: recesión con caída de la recaudación tributaria y de ingresos del sector público. ¿A qué se debe esta disminución de los recursos fiscales? Una razón fundamental es la decisión de Macri de favorecer a los grupos de más altos recursos de la sociedad. En efecto, lo primero que decidió el presidente apenas se sentó en el sillón de Rivadavia fue la quita de retenciones para el campo y la minería, actividades que últimamente se hicieron notoriamente rentables pese a no generar nuevos empleos. Quienes frecuentan asiduamente la City porteña no ocultan su preocupación por la incapacidad que viene mostrando el gobierno en la gestión de las cuentas públicas ya que todo parece indicar que para fin de año el desequilibrio será superior al 5 por ciento del PIB. En octubre los recursos públicos ascendieron a los 126.983 millones de pesos, lo que implica un incremento interanual del orden del 23 por ciento en comparación con una inflación que hoy está por encima del 40 por ciento. Vale decir que el gobierno, luego de poner en práctica un ajuste con redistribución regresiva, consiguió que se produjera una pérdida de ingresos reales de 15 puntos porcentuales. Tanto dolor para la clase trabajadora para que al final del año el déficit fiscal continúe aumentando a pasos acelerados. No es casual que la recaudación tributaria haya sufrido una fuerte desaceleración debido a la contracción de la actividad económica. Además, Ganancias y Derechos de Exportación tuvieron una floja performance a lo largo del año mientras que los aranceles de importación fueron uno de los pocos tributos que crecieron y ello se debió a la apertura comercial. Mientras en marzo los recursos del Estado se incrementaban a un ritmo del 40 por ciento, en octubre el ritmo bajó al 25 por ciento. En octubre las erogaciones fueron 189.933 millones de pesos, lo que implica un incremento del 51 por ciento en relación con octubre de 2015. El desequilibrio de las cuentas fiscales alcanza a 285.917 millones de pesos entre enero y octubre (en igual período del año anterior había sido de 175.740 millones de pesos). Ello significa que en los últimos doce meses el rojo fue de 353.438, una cifra que equivale a 5 puntos del PIB. Ante esta situación el gobierno nacional continúa financiando el desequilibrio contrayendo deuda en el exterior. Una pinturita (fuente: Federico Kucher, “El déficit fiscal enciende luces rojas”, Página 12, 24/11/016).

La reforma electoral que con tanto ahínco había propiciado el presidente de la nación fue defenestrada por el bloque del PJ-FPV en el Senado. Al rechazar los senadores peronistas tratar el asunto este año, quedó para un futuro incierto el tratamiento de lo que realmente le interesaba al Poder Ejecutivo: la boleta Única Electrónica. Cuando falta poco para finalizar el año el oficialismo sufrió una dura derrota política en un contexto social y económico francamente desfavorable para Cambiemos. Luego de reunirse con los gobernadores peronistas, en su mayoría contrarios al voto electrónico, los senadores justicialistas coincidieron en destacar la necesidad de tratar el tema el año próximo. De esa forma se cerró una semana poco favorable, en términos políticos, para el presidente de la Nación. En efecto, esta cachetada fue a posteriori de la imposibilidad de Macri de continuar presionando para que no se tratara en el Senado la Ley de Emergencia Social. Como sucede en estos casos en la casa Rosada primaba la bronca. Adrián Pérez, secretario de Asuntos Públicos, señaló a Página 12 que “la Decisión de no debatir la reforma política del PJ da señal contundente de que prefiere mantener su poder feudal en muchos distritos del país, antes que cumplir con una demanda ciudadana de elecciones transparentes y equitativas”.

El tema de la reforma electoral provocó fuertes discusiones en la intimidad del bloque de senadores del Partido Justicialista. El sector mayoritario estaba a favor del rechazo a la iniciativa del presidente mientras el otro sector, menos relevante numéricamente, era partidario de la introducción de cambios al proyecto. Dentro de este grupo sobresalen los senadores Abal Medina y Omar Perotti quienes presentaron sus respectivas propuestas. Varios fueron los senadores que cuestionaron a su jefe, Miguel Ángel Pichetto, quien estuvo varias veces en la Rosada para hablar sobre este tema y calmar al presidente, quien se mostraba sumamente ansioso por el resultado de la votación. Para contrarrestar el espíritu negativo de un buen número de senadores pejotistas, el presidente se valió de una jugada que le aconsejó el ministro del Interior, Rogelio Frigerio: invitó a varios gobernadores a dar su apoyo al proyecto. Se hicieron presentes los gobernadores del Chaco, de Entre Ríos, de Chubut, de Neuquén, de Salta, de Río Negro, de Tierra del Fuego, de Misiones y de Córdoba. Finalmente, la jugada terminó siendo un búmeran para el presidente de la nación. El bloque del PJ-FPV convocó a todos los gobernadores para analizar el tema y adoptar una postura consensuada. Asistieron los gobernadores de Tierra del Fuego, de Entre Ríos, de Formosa, de La Pampa, de San Juan, de La Rioja y de Catamarca. También se hicieron presentes el vicegobernador de Santa Cruz, el de Santiago del Estero y el secretario de la gobernación del Chaco. En esa reunión primó la opinión contraria al proyecto del oficialismo. Uno de los asistentes le confió a Página 12 que “no nos van a correr con los plazos del gobierno. Estamos dispuestos a tratarlo el año que viene, con tiempo, con un debate más amplio y de cara al 2019. No estamos en desacuerdo con incorporar tecnología”. Lo concreto es que el año próximo se votará con el sistema de votación vigente. Al respecto, el diputado Cabandié recalcó que Cambiemos no fue capaz de acercar un solo especialista que defendiera la postura oficial.

Como era previsible, la respuesta del oficialismo no se hizo esperar. Adrián Pérez enfatizó que “la reforma política que presentamos fue producto del consenso de amplios sectores y eso quedó plasmado en el consenso que tuvo en Diputados. Ahora, hay un sector que se agarra a prácticas clientelares y que quiere impedir que esta forma de votación se lleve adelante”. Y agregó: “Nosotros vamos a seguir trabajando por una reforma electoral pensando en la gente, a pesar de la resistencia de los aparatos políticos feudales que se mostraron en el Senado. Vamos a seguir trabajando para terminar con las colectoras, las candidaturas múltiples, con el robo de boletas, para traspasar competencias a la Justicia” (…) “Detrás de la excusa tecnológica se esconde el interés de algunos de sostener prácticas que la sociedad repudia. El proyecto contenía el conteo manual y el electrónico. Han levantado la cuestión tecnológica para escudarse y mantener las prácticas feudales”. Mientras que el senador Federico Pinedo, presidente provisional del senado, dijo que “sería un gran retroceso no aprobar una reforma electoral para que el voto de cada uno se cuente y no haya robo de boletas ni fraudes. Nosotros vamos a seguir tratando de que se aprueben leyes para transparentar la política”. Los gobernadores y senadores del peronismo dieron a conocer un comunicado en el que destacaron que su negativa se sustenta en “las objeciones que los expertos informáticos presentaron en las reuniones de comisión en cuanto a la alta vulnerabilidad de algunos de los métodos electrónicos propuestos”. “Se coincidió en la valoración positiva de incorporar de manera gradual tecnología que facilite la competencia electoral, identificando métodos que ofrezcan plena confiabilidad de transparencia para la expresión de la soberanía popular”, enfatizaron. Destacaron “la necesidad de que todo proceso de reforma en cuanto a la forma de votación de los argentinos cuente con el consenso y el acuerdo de las distintas fuerzas políticas, en el marco de un debate profundo que descarte todo tipo de ventajas unilaterales”. A manera de colofón, el bloque aseguró que “seguirá analizando herramientas que permitan mejorar el sistema electoral, garantizando plena confiabilidad de resultados y facilitando la competencia política de todas las fuerzas democráticas que participan en la política argentina”. Mientras tanto, el Manifiesto Argentino expresó su profundo rechazo al sistema de voto electrónico y remarcó la sospechosa prisa del gobierno nacional por ponerlo en práctica el año que viene. “Es sospechoso tanto apuro” por modificar de cuajo el sistema electoral tradicional cuando “no hay ninguna objeción seria ni razonable” y cuando “fue eficiente e incuestionado” desde que se produjo el retorno a la democracia en 1983. Agrega el documento que “el sistema de voto electrónico es, hoy, el mayor peligro tecnológico que enfrentan las democracias en el mundo” y es cuestionado porque “concentra el escrutinio en muy pocas manos y en ambientes cerrados, impidiendo así que los votantes controlen los comicios”. Destacó que la idea de “ganar tiempo en el escrutinio” es una exigencia “de los grandes medios y grupos de poder, y no de la ciudadanía”, y que fue a raíz de las “abrumadoras evidencias acerca de la vulnerabilidad de todos los sistemas de conteo electrónico masivo” que países del primer mundo (Inglaterra, Alemania, Holanda, Irlanda, Australia y Finlandia) “lo han prohibido luego de probarlo algunos años”. Finalmente rememoró que el voto electrónico vulnera el principio de igualdad e impide determinar si realmente hubo fraude, y reivindicó “el histórico sistema electoral” del que se viene valiendo el pueblo argentino desde diciembre de 1983 (fuente: Werner Pertot, “El voto electrónico se quedó sin corriente”, Página 12, 25/11/016).

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