Por Roberto Fernández Blanco.-

El narcotráfico es un negocio mafioso de enorme rédito y enorme daño social que opera desde las sombras con amplia libertad comprando y amenazando jueces, fiscales, políticos, gendarmes, etc. que hace imposible su represión.

Sólo hay una forma de eliminarlo y es quitándoles el negocio.

Para esto la droga (alcaloides adictivos) debe ser considerada un producto farmacéutico a ser fabricada por laboratorios de primer nivel internacional bajo licencia, garantizando purísima calidad y bajo precio tal que destruya el negocio mafioso. Y evitando así el sub-mercado de mezclas híper-tóxicas.

Esto se deberá complementar con las simples y debidas restricciones públicas en su consumo, adaptando las aplicadas al consumo de alcohol o tabaco.

Y el resto responsabilidad individual.

Argentina está copada por mafias que no van a renunciar a sus delictivos privilegios. No hay aún conciencia disponible para el cambio imprescindible.

Somos una masa con aspiraciones emocionales esperando ser atendidos, permitiendo que los peores nos anestesien con ilusiones que nunca se realizarán.

Mafias narco, mafias sindicales, mafias piqueteras (trata de pobres), mafias políticas, células mafiosas prebendadas disfrazadas de empresarios, justicia reprimida, asustada y con células venales, y un pueblo cada vez más empobrecido que poco a poco lo van retrotrayendo a épocas medievales, explotados por los que se adueñan de la suma del poder político, monarquías y feudalismos con pretensiones de perpetuidad.

El Estado (consorcio de ciudadanos) no asume su condición.

Su carácter soberano lo ha cedido por desconocimiento del concepto, está avasallado y supone que un gobierno (en realidad una institución subsidiaria con empleados públicos/funcionarios al servicio de la ciudadanía) le proveerá el milagro de rescatarlo y proveerlo de paz, armonía, riqueza y bienestar.

Han multiplicado el lumpen y cual manada se deja arriar por los peores. Necesitamos aclarar nuestros conceptos para salir de esta condición de servidumbre y caminar hacia la libertad que subyace adormecida en los conceptos del reglamento constitucional tal como lo delineó J.B. Alberdi y lo catapultaba D.F. Sarmiento con su aún -al día de hoy- incomprendida frase “Hay que educar al soberano”.

Con respecto al total fracaso de la actual (aparente) lucha contra el narcotráfico, es necesario que los argentinos nos respondamos varias preguntas:

1- ¿Cuánto cuesta el ineficaz supuesto control del tráfico por fronteras terrestres, marítimas y aéreas, sumando puertos y aeropuertos legales e ilegales y aduanas con funcionarios venales, coimeados y/o amenazados o simplemente atemorizados?

2- ¿Cuánto cuesta el supuesto enorme control policial y represión del narcotráfico en ciudades, etc.?

3- ¿Cuál es el costo en atención sanitaria por las consecuencias en salud?

4- ¿Cuál es el costo por incidentes resultantes del consumo de drogas?

5- ¿Qué costo representa la pretendida represión y expansión de pandillas que combaten a muerte por territorios?

6- ¿Cuánto incide el narcotráfico en la proliferación de delitos e inseguridad pública, cada vez más difícil de prevenir?

7- ¿Cuántos políticos terminan siendo convertidos en funcionarios públicos respaldados por las mafias narcotraficantes, defendiendo los intereses mafiosos?

8- ¿Cuántos fiscales y jueces terminan doblegados, coimeados y/o amenazados por estas mafias?

9- ¿Cuánta penetración logra el narcotráfico en la fuerzas armadas para mantenerlos tolerantes o alejados de la lucha contra las drogas?

10- ¿Cuántos gobiernos son financiados por el narcotráfico para llegar al poder dado nuestro consuetudinario error de aceptar la instalación de un sistema de gobierno centralizado y concentrado que comande a su antojo nuestras vidas y cuya suma de poder esteriliza la justicia y facilita el accionar del narcotráfico, como viene sucediendo en CUBA desde la instalación del régimen castrista, o en Venezuela donde la tiranía chavista actúa protegida por fuerzas armadas corrompidas y asociadas con el narcotráfico?

11- Todo esto implica un desmesurado e inútil gasto público para disimular un fracaso inevitable, una ficción de lucha contra este flagelo.

12- Queda claro que con solo liberar el consumo no alcanza pues esto facilitaría el negocio del narco-productor y la red de narcotraficantes.

13- Lo que hay que hacer es quitarles el negocio, produciendo la droga de máxima calidad con carácter de producto farmacéutico y a bajo precio (con impuestos muy bajos para evitar que la suba de impuestos vuelva a facilitar el negocio mafioso del narcotráfico) con específica licencia a farmacéuticas de prestigio internacional.

14- Y aplicar las correspondientes restricciones y penalidades para su consumo, al estilo de lo aplicado para el consumo de alcohol y cigarrillos, simplemente con el simple y bajo costo del control callejero, con severas multas y penalidades ante toda violación y daños resultantes del uso imprudente y agresivo de las drogas.

15- La resultante reducción del Gasto Público sería significativa, aliviando el bolsillo de los contribuyentes y permitiendo desplegar una educación que muestre los efectos de la droga con la más rotunda crudeza para que se genere una conducta social refractaria al consumo de drogas alucinógenas.

16- El múltiple beneficio resultante sumaría una estructura social alejada de la corrupción y del delito asociado a las drogas, una justicia y estructuras policiales libre de amenazas, extorsiones y sobornos, y una educación bien enfocada y eficaz orientada a la prevención.

17- Con ello daríamos un enorme paso en favor del correcto y firme comportamiento de las instituciones del Estado garantizando una sociedad más libre de mafias y delitos y más propensa al accionar armónico.

18- Y el ciudadano reasumiría su condición de ser libre, responsable social y responsable de su destino.

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