Por Luis Américo Illuminati.-

“La tragedia de la Argentina es que quiso ser otra, y lo consiguió. Ahora está condenada a ser otra indefinidamente y eternamente, como los brutos animales en la Tierra y los condenados en el infierno” (Padre Leonardo Castellani).

Cuando el Padre Castellani escribió esta frase -especie de profecía cumplida- no se equivocaba. La genuina democracia nunca pudo arraigar en la Argentina, ya que la demagogia y el populismo fueron los engañosos sucedáneos que ocuparon su lugar de 1973 en adelante. Si se pudiera comparar a qué animal se asemeja el gobierno kirchnerista, no cabe duda que a un animal prehistórico, ya que políticamente atrasa 50 años. La estructura mental del kirchnerismo es igual a la inteligencia de un animal antediluviano. Su modelo, su discurso y sus planes en conjunto es un montaje de película. Una película de la peor calidad y factura.

Néstor Kirchner y sus acólitos fabricaron un artefacto como los de Disneylandia. Un prototipo arrollador que metía miedo y echaba humo por las narices. Primero disputaron con el turco Menem que desertó del ballotage. Luego usaron el artefacto como un caballo de Troya y una vez adentro de la ciudadela consiguieron aplastar la voluntad popular y la libertad; impusieron el saqueo y la corrupción en todos lados. Atropellaron y pisotearon la Constitución Nacional. Nombraron jueces adictos para que les archivaran sus miles de tropelías. A un medroso general le ordenó Kirchner bajar el cuadro de un ex presidente, como si esa demostración de fuerza fuera a cambiar la historia. Una historia de sabotajes, secuestros y muertes que comenzaron los montoneros, facción del peronismo al que pertenecían (por afuera) los fabulosos Kirchner.

Y ahora que a la banda le queda poco hilo en el carretel, la Gran Madre «K» ha sacado -por consejo de su hijo Máximo K- el mismo monstruo que arrasó la república y destruyó las instituciones, lo quiere para usarlo como mascota gigante del circo. Cambiaron la estrategia. La vicepresidenta -más loca que nunca- quiere usar el desgastado kirchnosaurio – repetido caballo de Troya- como artefacto de atracción de prosélitos para apuntalar la insuflada campaña del binomio Massa-Rossi. El artefacto sale a las calles y a las plazas a divertir y entretener a la plebe insulsa y a todos los imbéciles que antes votaron a su títere Alberto. El mismo monstruo que todos le temían resulta que es un fiasco, un aparato ridículo que metido en su interior lo conduce Sergio Massa. Un cachivache inútil lo mismo que Godzilla (La Cámpora), otro funesto simulacro «K» como todos los productos tramposos y fraudulentos del kirchnerismo.

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