Por Oscar Edgardo García.-

El Presidente está utilizando con mayor asiduidad el inapropiado «lenguaje inclusivo» en sus discursos dirigidos a los ciudadanos.

Son conocidas las razones que lo movilizan al uso del mismo y sería entendible que se dirigiera en ese lenguaje en su entorno de familiares y amigos empero, como primer mandatario, debería concentrar su atención en aquellos derechos humanos que son prioritarios a los del lenguaje inclusivo y que son esenciales para todos los seres tales como a la salud, a la educación, a la seguridad y, en definitiva, a una vida digna con las necesidades básicas satisfechas para lograr una subsistencia al menos decorosa.

Por otra parte, sería reconfortante que el presidente en sus alocuciones bregara por la instauración del sistema Braile para las personas con insuficiencia visual, la utilización del lenguaje por señas y el subtitulado en los medios audiovisuales para individuos con inconvenientes auditivos y la construcción de rampas para facilitar el desplazamiento de aquellos que tengan dificultades motrices, y en este caso en particular dando el ejemplo con su ejecución en los edificios en los que funcionan las reparticiones públicas con dependencia de su gobierno.

Es indiscutible que con estos hechos procedería de manera justa, igualitaria, racional y totalmente inclusiva.

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