Por Carlos Andrés Ortiz.-

Siguen las fuertes presiones de la Unión Europea, que buscan subordinar al Mercosur y a la CELAC, mediante el tratado de “libre comercio”. Engañosas “palabras lindas” las que se refieren a la “libertad” como un concepto neutro.

Claro está que, en las relaciones internacionales, así como en la economía nacional de cada país, “libertad” equivale a “libertinaje”, sobre todo cuando se refiere al accionar de dos sectores de muy diferente capacidad de negociación y de acciones concretas.

Los liberales, neoliberales y anarco liberales, se llenan las bocas predicando “libertad de contratación” para las relaciones laborales, pues claramente padecen de total insensibilidad social, pretendiendo poner en un pie de teórica igualdad a un obrero o trabajador en general, con el empresario que lo quiere contratar. Esa “igualdad” para el empresario es elegir entre muchos postulantes al mismo puesto laboral, pero para el trabajador es trabajar o pasar hambre. Y decir esa gruesa verdad, no implica adherir a ninguna doctrina marxista, trotskista o anarquista.

En el plano internacional, los acuerdos de “libre comercio” entre naciones o bloques de muy disímil grado de desarrollo, implica desproteger a las economías más débiles, menos desarrolladas, que pasan a ser dóciles mercados de las potencias industriales, a costa de la destrucción de sus industrias, sus entes tecnológicos, y afectando el nivel de vida de la población del sector más débil, donde a consecuencia de esas políticas de “libertad de comercio” pasan a multiplicarse los desocupados crónicos.

En ese contexto, que ya lo padecimos con políticas de aperturismo comercial extremo, impuestas desde el nefasto “proceso” y continuadas en los subsiguientes gobiernos neoliberales, si se aprobara, y sin cortapisas algunas, el tratado de “libre comercio” pasará a ser la correa de transmisión con la cual los europeos nos transferirán las crisis económicas, el desempleo y otras lacras socio económicas, mientras que por nuestra cuenta estaremos impotentes y entregados a ese negativo cuadro de situación.

¡No es una simple posibilidad, es una certeza, pues ya lo hicieron antes!

Claro está que, desde adentro, existen sectores interesados en concretar ese tipo de acuerdos. Son los que -añorantes de abusivos privilegios que hubo, buscan hacernos volver, a los empujones, a aquella perimida e inviable estructura de pseudo independencia y real situación de colonia económica, con características de economía primarizada bajo estructuras políticas y legales de virtual feudalismo, manejado con el egoísta criterio de patrones de estancias, dueños de vidas y dignidades del resto de la empobrecida población.

Esos sectores, promotores de retrotraernos al siglo XIX, cuentan con los apoyos de mercenarios de la comunicación, y las profundas confusiones conceptuales de sectores de las clases socio económicas medias e incluso bajas, y con la fuerte colonización cultural con que se impregnó el “razonamiento” de vastas capas de los uniformados, cuyos planes de estudios y docentes, evidencian ser los mismos, en esencia, que los vigentes en el apátrida “proceso”.

También juegan a favor de los intereses antinacionales, los sectores de las “progresías”, que operan de hecho con los libretos transnacionales de agendas dictadas desde el Bloque Atlantista (que promueven drásticos cambios de valores y ataques a estructuras básicas de la sociedad, como la familia), a los que priorizan excluyentemente, mientras dejan de lado los Altos Intereses Nacionales, que tienen que ver con la soberanía y el desarrollo socio económico.

Esos acuerdos, que se habrían rubricado y/o profundizado, incluyen los definidos e impuestos a presión, por el instrumento de neocolonialismo que es la Agenda 2030, el Acuerdo de París, y similares, que nos imponen la aceptación a rajatabla, de las muy poco eficientes y costosas “energías renovables” eólica y solar, cuyas masivas instalaciones -activamente promovidas por esas estructuras de presión-, nos llevarán a un complejo cuadro de pobreza energética, que será provocado tanto por los altos costos de esas energías, como por sus limitaciones técnicas de intermitencias y otras conflictividades operativas; eso además de la falsedad de no ser “energías limpias” como lo pregonan.

¡Por algo, nadie menciona cuales son los reales costos por KWh, disimulados por una maraña de subsidios y otras estructuras prebendarias, que inciden negativamente en el presupuesto nacional! Cuidadosamente, esas maniobras de imposiciones a ultranza de eólicas y solares, evitan señalar que la Unión Europea debió apelar a masivas importaciones de hidrocarburos, para reemplazar a las centrales nucleares alemanas, irracionalmente cerradas o canceladas. Pese a las masivas instalaciones de “renovables sesgadas”, no las pueden utilizar como energías de base, por sus insalvables intermitencias. De ahí los masivos usos de gas, petróleo e incluso carbón, y de ahí el incremento del programa de energía nuclear de Francia. ¡Y no apelan a la hidroelectricidad, pues Europa ya no tiene casi ningún río para represar, los utilizan a todos o casi todos! Pero a nosotros, los Íbero Americanos, nos desalientan a utilizar la limpia energía hidroeléctrica y la eficiente energía nuclear, utilizando para eso a las presiones diplomáticas y económicas, así como las ONGs del ecologismo cavernario, con libretos dictados desde el Bloque Atlantista.

Como muy pocos periodistas y dirigencias en general, entienden con solvencia acerca de la temática energética, esas gruesas verdades y los consecuentes riesgos certeros contra nuestro necesario desarrollo socio económico, pasan desapercibidos. Casi como un premio consuelo, se habría acordado que Europa importará GNL a transportarse por vía marítima, proveniente de nuestras enormes reservas puestas en producción por el mega yacimiento de Vaca Muerta, ahora potenciado con la gran obra del Gasoducto Néstor Kirchner y otras obras prontas a concretarse. Dudoso premio consuelo, con el lastre de las otras imposiciones con las que nos someten, habida cuenta que el energéticamente sediento bloque de la Unión Europea, necesita comprar gas y petróleo, prácticamente de donde sea, para suplir sus acuciantes necesidades, aumentadas por las consecuencias geopolíticas resultantes de la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania, la cual evidencia haber sido impulsada y exacerbada principalmente por las dos principales potencias anglosajonas. O sea, el GNL, una vez que tengamos las instalaciones necesarias para embarcarlo, será muy importante para la UE, con o sin acuerdos previos. ¡Que el tratado de libre comercio sea una imposición para eso, significará una pírrica victoria económica para Argentina y toda la CELAC, y una nueva vuelta de tuerca del accionar neocolonialista claramente en perpetración!

Debemos tener -nosotros y nuestros países hermanos y socios regionales un Estado activo y políticas proteccionistas que cuiden y promuevan nuestro desarrollo industrial y tecnológico, pues ambos implican soberanía.

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