Por Hernán Andrés Kruse.-

Horacio Rodríguez Larreta es el principal candidato a competir por la presidencia en representación de JxC. Su estrategia es presentarse como el emblema del consenso, la concertación, el diálogo. No se cansa de remarcar su idea fundamental: “hay que terminar de una vez por todas con la grieta que tanto daño nos hace”. De esa forma deja al descubierto su distancia con su principal competidora dentro de JxC, Patricia Bullrich, y con Javier Milei, líder de Avanza Libertad, quienes enarbolan la bandera del antagonismo político.

Larreta está convencido de que la mayoría del pueblo está harta de la lucha, la pelea, el insulto, las bravuconadas. Cree que llegó la hora del cambio en serio. Y ese cambio se apoya en una palabra esencial: tolerancia. Con ese discurso Larreta busca congraciarse con los macristas moderados, los radicales, los lilitos moderados e incluso aquellos peronistas que están hartos del kirchnerismo. Es por ello que cada vez que aparece en televisión pone cara de “nene bueno” y habla en tono sacerdotal.

Ahora bien, si hay algo que caracteriza a los políticos es su capacidad para ocultar su verdadero rostro, para brindar una imagen falsa de sí mismo. Hace poco un dramático acontecimiento acaecido en la autopista Dellepiane obligó a Larreta a quitarse la máscara. El miércoles 15 varios vecinos decidieron cortar dicha autopista en ambos sentidos, provocando un caos vehicular de grandes proporciones. Varios comunicadores televisivos salieron inmediatamente con los tapones de punta acusando a los vecinos de violar la ley. Los trataron como delincuentes. La mala intención de esos comunicadores quedó rápidamente al descubierto. En efecto, quienes cortaron la autopista no fueron delincuentes sino vecinos que carecían desde hacía varios días de dos elementos vitales: la luz y el agua. Fue dantesco ver en televisión la angustia de mujeres de avanzada edad cortando la autopista cuando el sol las derretía. Los vecinos cortaron la autopista por una simple y contundente razón: porque era la única forma que las autoridades competentes los escucharan.

Luego de varias horas de tensión entró en escena la policía de la CABA. Y lo hizo de la peor manera. En efecto, unos doscientos uniformados arremetieron con fiereza contra gente exhausta, indefensa. La relación de fuerzas era tan asimétrica, tan favorable a la policía porteña, que daba vergüenza ajena. La televisión registró escenas dantescas. Hubo uniformados que atacaron a ancianas desesperadas y policías en motos que iniciaron una verdadera cacería humana por las calles. En pocos minutos retornó la “calma”. Pero el precio que pagó la policía porteña fue altísimo. Quedó dramáticamente en evidencia su cobardía. Ya que fueron tan “valientes” con los vecinos ¿por qué no actuaron de igual manera con los piqueteros que en ese momento acampaban en las adyacencias del ministerio de Desarrollo Social?

Nadie sería capaz de suponer que los doscientos efectivos de la policía porteña actuaron por su cuenta. Su bestial accionar fue bendecido por Horacio Rodríguez Larreta, su jefe máximo. Que yo sepa, hasta ahora el lord mayor de la CABA ha guardado un silencio atronador. Ello significa que dio la orden a los uniformados de reprimir de manera salvaje a los vecinos. En consecuencia, demostró con este dantesco episodio la receta que piensa aplicar para garantizar el orden si llega a la presidencia.

Sin proponérselo, los vecinos que cortaron la autopista Dellepiane obligaron a Larreta mostrarse tal cual es: un vulgar mandamás que no tolera el desorden. Lo obligaron a mostrar su verdadero rostro, en suma. Un rostro siniestro.

El peronismo y una carencia inédita

El jueves de la semana pasada tuvo lugar en la sede del PJ porteño un cónclave que reunió a todos los sectores que componen el FdT. Luego de varias horas de deliberaciones y conciliábulos, dieron a conocer un comunicado que expresa lo siguiente (fuente: Página/12, 17/2/023):

“Los y las representantes de los diversos espacios que conforman el Frente de Todos nos reunimos hoy para poner en común las estrategias necesarias para hacer frente a los desafíos que tenemos por delante. Estamos en un contexto internacional de incertidumbre a partir de las consecuencias de la pandemia, las guerras y los conflictos por la hegemonía mundial. El mayor triunfo de los poderes concentrados es someter a la sociedad en el desánimo y en el enojo, en la frustración y el descreimiento. Quieren convertir una situación global muy adversa en un fatalismo del que no hay salida.

En 2023 se enfrentarán dos modelos de país. La Argentina de un progreso compartido, democrática e igualitaria, y el anacronismo de una derecha que concibe al país como una plataforma de negocios para unos pocos. No tienen nada nuevo para decir. Repiten fórmulas que han fracasado hace décadas, salvo para enriquecer a pequeños grupos privilegiados.

En este marco, quienes integramos esta mesa tenemos como responsabilidad disponer de las acciones necesarias para impedir la proscripción de la compañera vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner cuyo liderazgo y potencial electoral no nos puede ser arrebatado. No hay, o no debería haber, ningún poder económico, mediático o judicial capaz de decidir por encima de la voluntad popular. En este marco, la unidad en la diversidad es un valor importante para quienes formamos parte del Frente de Todos.

Somos plenamente conscientes del particular momento que vive nuestra sociedad. Conocemos todas las demandas económicas y sociales de las que aún tenemos que dar respuestas concretas. Por eso, es tarea primordial de quienes formamos parte de este proyecto político continuar los esfuerzos para reducir la inflación, aumentar el poder adquisitivo de los salarios y trabajar en cada una de las políticas públicas necesarias para que nuestra gente viva mejor. Ese fue el contrato electoral que acordamos de cara a la sociedad en 2019 y por el cual debemos seguir trabajando.

Estos cuatro años de gobierno se vieron atravesados por circunstancias externas, como la pandemia y la guerra, que agravaron la situación de una economía devastada y sometida a un endeudamiento salvaje por el gobierno de Macri. A pesar de este contexto, se realizaron esfuerzos que es necesario reconocer y reivindicar como parte de las tareas que nos tocó llevar adelante (…) Pero para evitar un retorno de la derecha, una parte fundamental de la estrategia del Frente es reforzar la unidad en la diversidad (…) Las PASO son la herramienta institucional creadas por nuestro gobierno durante el año 2010, para abrir la participación de los partidos y sintetizar las diferentes visiones de un proyecto común (…) Nuevamente en 2023 el futuro del país está en juego (…)”.

Emerge en toda su magnitud la vigencia de la centralidad política de la vicepresidenta de la nación. Quienes asistieron a ese cónclave tienen muchas diferencias pero todos coinciden en lo siguiente: Cristina es la dueña de la inmensa mayoría de los votos. Todos coinciden en que si finalmente Cristina decide participar en las PASO como precandidata a presidente, ganaría cómodamente. En consecuencia, la suerte electoral del FdT depende de la voluntad de la vicepresidenta. Si finalmente se queda en su casa el 10 de diciembre asumirá como presidente de la nación Bullrich, Larreta, Macri o Milei. Todos coinciden en que ni Alberto ni Massa están en condiciones de competir seriamente por la presidencia.

El problema es que aún resuenan aquellas palabras de Alberto “con Cristina no alcanza pero sin Cristina no se puede”. En efecto, sin Cristina el FdT deberá despedirse del poder. Con Cristina el panorama cambia. Pero ella sola no puede garantizar la victoria del FdT. Necesita el apoyo de los sectores del peronismo lejanos al kirchnerismo. En otros términos: el FdT necesita sí o sí recrear el escenario previo a las elecciones de 2019 cuando la propia Cristina ofreció a Alberto la candidatura presidencial. El problema es que la figura de Alberto está totalmente desdibujada fruto de su pésimo gobierno. En consecuencia, algún dirigente de peso alejado del kirchnerismo deberá ocupar el vacío dejado por Alberto. Ese dirigente no es otro, me parece, que Sergio Massa. Pero emerge otro problema: su actuación como ministro de Economía es lamentable. Su incapacidad para combatir a la inflación lo inhabilita para ser candidato presidencial del FdT. ¿Quién está en condiciones, entonces, de competir por la presidencia? Esa crucial pregunta no obtuvo ninguna respuesta de parte de quienes asistieron al cónclave, lo que demuestra que hoy por hoy el FdT carece de candidato a presidente.

Se trata, qué duda cabe, de una carencia inédita en la historia del peronismo. Esa carencia se debe a que hoy por hoy el peronismo carece de un líder indiscutible como en su momento fueron Perón, Menem y Kirchner. Y esa carencia, de mantenerse, será la causa fundamental de la victoria de la oposición. Más que por méritos propios la oposición está en óptimas condiciones de retornar al poder porque el peronismo, aunque cueste creerlo, está huérfano; su sentimiento es igual al de aquel/lla hombre/mujer que se siente desvalido/a por la pérdida de su padre.

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