Por Claudio Valdez.-

Hurgueteando en el “revisionismo histórico” el “progresismo oportunista” denuncia errores del pasado, que el régimen político de las últimas décadas se había propuesto superar: ¡muy poco ha logrado cambiar!

La renovada “oligarquía”, instalada progresivamente en La Argentina desde hace 39 años, pone en evidencia que ahora no logra siquiera contener a sus “asociados”. Ha desarticulado su propio “orden interno” con procederes de ignorantes, avidez pecuniaria antisocial y desentendimiento entre sus integrantes: nuevamente queda demostrado indudable fracaso.

Esta vergonzante “nomenclatura” no alcanza el nivel socio político y cultural que pueda instalarla en situación de “aristocracia” (los mejores). En el sistema monárquico fue conocida como “nobleza” y es sabido que en nuestra forma republicana de gobierno ese tipo de “dignidades” queda desechada, pero el “caciquismo vernáculo” logró posicionarse con prebendas, funciones, cargos y empleos estatales que empecinadamente insiste en sostener mediante fraudes electorales, coacciones directas institucionales y hasta personales.

Consecuencia inevitable es el enfrentamiento entre facciones, quejas manifiestas de ciudadanos sin filiación política en convocatorias callejeras y hasta intervención de residentes ilegales ajenos a la nacionalidad en la búsqueda por lograr mejores condiciones de vida: sabido es que “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Perversión de una democracia mal aplicada que desintegra la unidad nacional y arruina las potencialidades del país: postración, pobreza creciente, desempleo cierto, colapso productivo, inestabilidad financiera, inseguridad, ineficiencia gubernamental e imperante contracultura son los resultados ocultados mediante desinformación y mendacidad institucionalizada.

¿Pasado que vuelve?… pero esta vez con poca capacidad para una “digna subsistencia”; que nuestros mayores supieron obtener con laboreo, trabajo, producción y decencia. La escasez económica de nuestro tiempo anuncia próximos estragos entre gente acostumbrada a servirse de lo que no sabe producir y ni siquiera podrá adquirir con legitimidad por falta de riqueza. Es de recordar que “riqueza” no son los recursos, sino “los bienes” que satisfacen necesidades. Pareciera que nuestra gente quiere ignorar las alertas que emiten los mercados intervenidos con ineficaces regulaciones y desconocer que “los decretos” (aunque sean de “necesidad y urgencia”) no alcanzan para abastecerlos.

En nuestro país, a pesar de los malos políticos, “las crisis” fueron superadas por el esfuerzo, voluntad y sensatez de quienes “sabiendo” lo enseñaron desde la difusión de algunos simples refranes populares: “Si quieres pescar, el culo te has de mojar”; “Saca y no pon, se acaba el montón”; “Si te mienten, la primera vez es culpa del mentiroso, pero la segunda vez la culpa es tuya”.

Los tiempos fueron cambiando y la sociedad resultante, creyéndose librada de restricciones morales, se tornó insensible a las estafas y los fraudes culturales. Predominaron entonces las “malas costumbres” facilitadoras del inevitable fomento del “delito”. Consecuencia: perjuicio individual y colectivo.

Los fracasos políticos y económicos son asimismo expresión del alcance de la corrupción institucional operante también en las formas de vida social.

El pasado “pasó trágicamente”. Y ahora… ¿Volver a empezar?

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