Por Luis Américo Illuminati.-

Las siguientes disquisiciones y consideraciones pueden resultar controversiales a los lectores, por lo cual es recomendable tomarlas al límite de la epojé (suspensión del juicio), el «beneficio de inventario» y el tercer sentido que Quintiliano entiende el entimema: «sentencia, cum ratione», esto es, frase o silogismo, con razón justificada (Instituciones Oratorias, libro V, cap. X, primer párrafo).

William Guy Carr (1895-1959) en su libro «Pawns in the game» (Peones en juego) predice que una III Guerra Mundial será fomentada por los Illuminati (también implicados, según él, con las Naciones Unidas), enfrentando a los sionistas políticos con los dirigentes del mundo musulmán. Y que esta última guerra estaría dirigida de tal manera que el Islam y el sionismo político (incluido el Estado de Israel) se destruyesen mutuamente mientras que al mismo tiempo las naciones restantes, una vez más divididos y unos contra otros, se verían obligados a luchar entre sí hasta llegar a un estado de completo agotamiento físico, mental, espiritual y económico.

A su vez, en sintonía y en el mismo orden de ideas, Nesta Helen Webster (1876-1960), escritora inglesa, sostuvo que existe una conspiración mundial de vieja data urdida por los Illuminati. Afirmaba que los miembros de esta sociedad secreta eran ocultistas que tramaban la dominación del mundo, en íntima asociación con masones y jesuitas. Para Webster este grupo era el culpable de acontecimientos como la Revolución Francesa, la Revolución de 1848, la Primera Guerra Mundial y la Revolución Bolchevique de 1917. El Padre Leonardo Castellani (1899-1981), coincide en gran parte con las afirmaciones de Carr y Webster, a quienes una seudo crítica tendenciosa ha querido desacreditar, tildando su pensamiento como de extrema derecha, incluido el mismo Castellani, quien casi toda su vida de sacerdote estuvo en grave conflicto con su orden religiosa (la Compañía de Jesús, sospechada de formar parte de una conspiración.

Los Illuminati (significa iluminados) es una logia secreta fundada por Adam Weishaupt en 1776 en Alemania, en la ciudad de Igolstadt (Baviera) que en principio se llamó los «Perfectibilistas de Baviera». Luego adoptó o copió el ritual de la francmasonería, que era una organización corporativa de albañiles y arquitectos cuyo único fin era guardar los secretos de la construcción de las monumentales catedrales medievales. Luego tomó otros caminos y otros fines. El plan fundamental, al parecer, sería el dominio mundial a través del oro como puente para la corrupción de los gobiernos nacionales. La implantación de una banca y un gobierno mundial, lo cual, de hecho, ya se habría concretado, a estar por los últimos acontecimientos mundiales. Se dice que su finalidad oculta supuestamente provendría de la extinguida y perseguida Orden de los Templarios cuyo líder Jacques de Molay fue ejecutado por orden del rey de Francia y el Papa romano (18 de marzo de 1314).

Oscuro y cercano panorama

Luego de ver la excelente película «13 Días» (2000) https://youtu.be/niPbAl01YtI?si=g5IEwZZ9540bPRGY sobre la crisis de los misiles instalados en Cuba por los soviéticos en 1962 y la oposición de EE.UU., lapso en que el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear, es casi forzoso pensar que si el actual panorama mundial no es la descripción del libro del Apocalipsis, tal vez entonces sea una pesadilla que tiene un borracho que sueña que otro borracho está soñando la misma pesadilla idéntica a la de otro borracho y así sucesivamente. En otras ocasiones nos habíamos referido a esta perturbadora cuestión que parece cosa de ciencia ficción. «Pandemónium total. ¿Apocalipsis Now?»

https://www.informadorpublico.com/opinion/pandemonium-total-apocalipsis-now

¿Otro Sarajevo?

https://www.informadorpublico.com/internacional/otro-sarajevo

El Armagedón (enfrentamiento final entre Occidente y Oriente) es algo que para mucha gente constituye un tema que eluden hablar como de la muerte o el HIV cuando este virus irrumpió en el planeta, ya sea por temor, indiferencia o total incredulidad. Armagedón es una palabra proveniente del hebreo que aparece en el libro del Apocalipsis, capítulo 16, versículo 16. Aunque el término es de origen cristiano, varias religiones y culturas lo emplean para referirse generalmente al fin del mundo o al fin del tiempo mediante catástrofes. Entonces si para quienes el Apocalipsis -su traducción es Revelación- es una borrachera que tuvo San Juan cuando ya anciano estaba exiliado en la isla de Patmos, descarten toda preocupación y sigan creyendo que el fin del mundo y la extinción de la raza humana es pura ficción, material ideal para Hollywood. Y para quienes la Biblia y las profecías de Daniel, Nostradamus y de Fátima no son patrañas sino eventos más que verosímiles, tendrán que poner las barbas en remojo.

Suele decirse como una verdad indiscutible que la esperanza es lo último que se pierde, para el caso que nos ocupa: el ferviente deseo que el mundo no se convierta en un infierno y que la paz y la cordura prevalezcan por sobre el odio y la locura, y se salve, así como ocurrió en 1962, la misma posibilidad es de 10 contra 1000. Y esto es así irremediablemente toda vez que si la esperanza no está asentada sobre una base sólida: una auténtica «metanoia» (arrepentimiento y expiación general para lograr una paz universal) que sea patrocinada por la fe redentora de Cristo, la esperanza será vana, irrelevante y aleatoria. Urge una fe que sea el foco que ilumine la «oscura caverna de Platón», que es el mundo actual. Si esa fe se apaga como ahora ocurre, la única esperanza que le quedaría a la humanidad perdida sería la Segunda Venida de Cristo, como él mismo lo prometió. Antes de eso, habrá surgido el Anticristo. Todo parece indicar que se aproximan tales eventos. Es innegable que hoy se vive un tiempo desarticulado, quebrado, fatal, la misma situación del reino de Dinamarca. «The Time is out of joint» -El tiempo está fuera de quicio- (Shakespeare, Hamlet, Acto I, escena V). Solamente los hombres de buena voluntad tienen el poder y la palabra para detener y apagar la mecha encendida.

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