Por Hernán Martínez.-

Más allá del mensaje presidencial, que debemos traducir como una ratificación de la esencia que permitió a la Argentina ser la 5ta potencia, hay dos hechos que merecen repudio de la sociedad. El primero es la falta de respeto por parte del kirchnerismo que, en lugar de acompañar las propuestas que han sido elegidas por el 56% de las población, callan sin admitir que todos, sin el manejo direccionado del dinero público, no saben qué hacer ni a quién buscar que los apañe ni a pensar en positivo en este nuevo tiempo. El otro hecho vergonzoso, denigrante y a quienes les pagamos el sueldo por ser representantes elegidos democráticamente, a esos primates que de espaldas al presidente creyeron que harían un acto de repudio. En realidad, han hecho un acto de cobardía por el que merecen ser echados del recinto y de su banca, porque no los eligieron para adoptar posiciones personales, ni ser mal educados en un acto democrático; los eligieron para que representen las ideas de sus votantes. Indudablemente que este tipo de gentuza se coló en alguna lista de esa facción política que están acostumbrados a darle lugar a los amigos, a los descendientes o a los aduladores. ¿Uds. creen que un Máximo Kirchner hubiese llegado a el lugar donde está por mérito propio? Ni en un sueño, con un secundario incompleto, con un pasado laboral dudoso y quién sabe cuántas cosas más este tipejo se hubiese chocado la vida (si no se la chocó antes) en un segundo. ¿Uds. creen que un Kicillof podría haber sido gobernador sin el apañamiento de su mentora? ¿Uds. creen que un Moyano (el salvaje) hubiese llegado a ser un sindicalista (salvo el uso de la violencia que es el único lenguaje que conoce la bestia)? No creo, no pasa ningún test de pericia o de entendimiento básico. Esos son los que se oponen al nuevo tiempo, son a quienes dar la espalda es la forma de evitar confrontar ideas. Sepamos que estos que dan la espalda son los responsables de todos los males económicos y sociales que tenemos hoy. Si no, fíjense en Alberto, que se «autoimpuso no hablar», que es otra forma de dar la espalda, y ahora no le alcanzan las palabras para decir que él no tuvo nada que ver. No se la cree ni un nene de dos años. Esos son los primates que debemos desterrar con nuestro voto para que no tengan la oportunidad de darle la espalda a las ideas que se apelan para superar el desastre.

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