Por Luis Américo Illuminati.-

En insólitas declaraciones el Papa avaló el suministro de armas a Ucrania: «Es moralmente aceptable» dijo y agregó que se trata de una «legítima defensa» ante el ataque ruso. Además, instó al «diálogo» entre las partes para dar un paso adelante. Nos deja atónitos estas declaraciones igual que otras tantas que son para incluir en un catálogo de yerros y boutades. Una vez más, el papa «muy pancho» se larga a decir cosas que dichas por cualquier otra personalidad mundial no causarían el estupor e indignación en fieles y no fieles de todo el mundo. Concuerdo en parte con la crítica del periodista Pablo Rossi, con la salvedad de que ni el Papa actual ni nadie me impedirá seguir siendo católico e hijo de la Iglesia. https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=10221932179959225&id=1401213614

Lo que ha dicho el Papa -duele decirlo- más que un disparate es una barrabasada. Primero justifica el envío de armas a Ucrania por parte de EE.UU., pero a continuación insta a las partes al diálogo. Es como justificar que en la pelea entre dos vecinos, un tercero le entregue a uno de ellos un revólver en vista que el otro contrincante está también armado. Lo correcto es por todos los medios evitar la pelea. Si el Papa no va a encadenarse -es lo que haría San Francisco de Asís- en medio del campo de batalla hasta que las partes en conflicto no sigan matándose, más vale que se calle la boca antes que justificar el envío y a la vez instar a los contrincantes al diálogo.

El envío de armas es a todas luces repudiable puesto que hace que la guerra se prolongue indefinidamente como la guerra de Vietnam o la de los treinta años del siglo XVII, o peor aún, termine todo en una hecatombe nuclear. Y como corolario haya dicho como opción subsidiaria: «conversen, dialoguen, hablen», lo cual parece un chiste inoportuno. Tal actitud por parte del jefe de la Iglesia Católica nos hace dudar, no ya de su capacidad para tan alta dignidad religiosa, sino de su estado mental.

Conclusión

Forzoso es concluir, primero: la visión de Bergoglio nada tiene que ver con la de Karol Wojtyla (Juan Pablo II). Un abismo los separa. Buen Papa y Vicario de Cristo es el que cumple y hace cumplir correctamente el dogma y actúa como Pastor de las ovejas. Y mal Papa -que ha habido muchos y ni así se derrumba la Iglesia de Dios- es el que se mete en todo, tiene cara de lobo y piel de oveja, no resuelve nada y tira leña al fuego del Infierno. Entonces tiene lugar la misma situación del Cantar del Mío Cid: «Que buen vasallo si hubiese buen señor», vale decir, el Cid es el buen vasallo o súbdito del injusto Rey Alfonso VI. El Cid es al rey lo que los católicos de hoy son al Papa.

Segundo: Sin entrar en el análisis del bien documentado libro «Bergoglio non e Papa» de Antonio Socci, si nos deja atónitos la extraña decisión de Francisco con relación al Opus Dei de quitarle la prelatura que le había otorgado a esa Congregación el Papa Juan Pablo II, aduciendo razones no muy claras, y también el bochornoso espectáculo en la Basílica de Luján, oficiando misa el Arzobispo Monseñor Scheinig, son cosas que me recuerdan las profecías de Fátima y las oscuras visiones que tuvo Sor Catalina Emmerick -canonizada por Juan Pablo I en 2004- sobre la traición y defección de muchos pastores de la Iglesia con derrotero igual que marinos beodos navegando rumbo al estrecho de Escila y Caribdis, como lo dije hace poco en esta misma página (ver «Misa en Luján«).

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