Por Juan Manuel Otero.-

Nuestros mayores conocieron la 1ra y 2da guerras mundiales, con todo lo que ello representó en cuanto a odios, destrucciones, abandono de hogares, divisiones, enfrentamientos o pérdidas de familiares o amigos, migraciones, exilios, etc., etc. Sea que hayan participado en los campos de batalla o sólo a través de noticias transmitidas por actores del conflicto, nuestros padres o abuelos nos ilustraban al respecto, con el dolor que generaba el recuerdo de aquellos tristes momentos, generalmente acompañados de conclusiones sobre lo terrible que resulta ver a los hombres enfrentados entre sí, sin olvidar el dolor del forzado abandono del terruño.

Las consecuencias fueron funestas, ciudades devastadas, familias mutiladas, países invadidos y tomados por representantes de culturas ajenas a sus tradiciones, millones de muertos, los enfrentamientos eran siempre entre soldados y civiles, nunca Jerarcas de los regímenes enfrentados quienes, desde sus custodiados bunkers, enviaban a sus hombres a la muerte mientras se repartían hipócritas amenazas.

Y pocos años después de terminada la segunda guerra, comenzó la tercera, la que fuera llamada “Guerra fría”. “No nos engañemos: estamos inmersos en una guerra fría”, palabras pronunciadas el 16 de abril de 1947 por Bernard Barach, Consejero Presidencial de EEUU.

Se trataba de un enfrentamiento entre las dos mayores potencias, iniciado poco tiempo después de la segunda guerra mundial y finalizado con la caída del comunismo en 1989, simbolizado por la destrucción del muro de Berlín. En realidad, se trataba de llegar a un acuerdo sobre el reparto del mundo sin que un solo cartucho fuera disparado en sus territorios, el experimental campo de batalla siempre estaba fuera de sus límites, recordemos la guerra de Vietnam.

Las ideologías enfrentadas fueron el socialismo defendido por la URSS y el capitalismo por su rival, EEUU. Ninguna de las partes tomo acción directa en contra de la otra porque lógicamente el resultado habría sido devastador en sus propios territorios. Los recuerdos y consecuencias de la 2da guerra estaban muy frescos y resultaba más seguro y redituable intentar la implantación de sus ideologías y repeler la de su rival fuera de sus territorios.

El resto del mundo sufrió las consecuencias de esta absurda lucha por el poder.

Por nuestra parte, a raíz de que en el reparto Latinoamérica fue cooptada por la URSS a través de su comisario continental o sea CUBA, hemos sufrido una terrible pesadilla iniciada con la aparición de las organizaciones terroristas que, de neta filiación comunista, pretendían tomar el poder que no habían podido obtener en las urnas y para cumplir su objetivo no dudaron en asesinar inocentes, sindicalistas, jueces, abogados, soldados, niñas niños, mujeres, sacerdotes, ejecutivos de empresas multinacionales, representantes consulares, … habían declarado la guerra a sus propios hermanos.

Quedó en la historia la frase pronunciada por el terrorista Mario Roberto Santucho Oficial Jefe de Montoneros a su hermano Adrúbal: “Creo que para lograr la patria socialista vamos a tener que matar a no menos de un millón de personas”.

Equipados con modernos armamentos y guiados por expertos en logística bélica militar, los terroristas entre sus cobardes actuaciones secuestraron una triste cantidad de argentinos, científicos, políticos, militares, gerentes de empresas multinacionales, a quienes luego de mantener en miserables sótanos, llamados hipócritamente “cárceles del pueblo”, sin asistencia médica ni alimentación, los dejaban morir. Sin olvidar que para lograr sus secuestros no dudaban en eliminar a quien se cruzara en sus caminos de sangre, sean esposas, hijos, choferes… nadie escapaba al odio ideológico.

El gobierno democrático elegido por el pueblo tambaleaba en 1976 a causa de los atentados iniciados una década antes. La situación se hizo insostenible. Ya se había ordenado a nuestros soldados aniquilar a los terroristas, pero la Presidencia no tenía la suficiente fuerza para controlar la situación y fue así como la sociedad pedía la intervención de las Fuerzas Armadas, los cotidianos atentados bombardeando edificios, oficinas, casas particulares motivaba que la vida se haya transformado en un derecho natural de escaso valor. Inclusive muchos de nuestros periodistas y políticos reclamaban su inmediata intervención por el peligro del desintegro de la República. Claro que hoy hacen cobarde silencio y se llenan la boca denostando a los “genocidas” a quienes ayer pedian su ayuda.

Debilidades del ser humano.

Fue así que el 24 de marzo de 1976 la Junta Militar se hizo cargo del Gobierno con el objeto de recuperar la paz y concordia y combatir a las organizaciones terroristas traidores a la Patria.

Todos sabemos lo que sucedió a continuación, fue una especie de primavera en que los ciudadanos honestos podíamos salir a la calle y transitar por el territorio con absoluta seguridad, en cambio los terroristas recibieron el mismo tratamiento que ellos tanto conocían, fueron pagados con su misma moneda.

Y la guerra por ellos iniciada encontró un rival que les peleaba de igual a igual y con sus mismos métodos, ya no era asesinar civiles inocentes o soldados que cumplían con su juramento. Ahora la guerra, como la llamaron los propios terroristas, era entre ellos, que pretendían arriar la celeste y blanca e izar la roja, y las Fuerzas Armadas que cumplían la orden presidencial de defender a la Patria.

Finalmente, las organizaciones guerrilleras fueron derrotadas en el campo de batalla, pero lamentablemente no en el intelectual. Y de perdedores -con la ayuda de los gobiernos democráticos que sucedieron a la entrega del poder por las Fuerzas Armadas-, pasaron a ser los ganadores ideológicos. Las políticas culturales y educativas de los 35 últimos años los han elevado a un nivel de reconocimiento que carece de los mínimos fundamentos históricos y lógicos, aquellos asesinos hoy son “jóvenes idealistas” y ellos o sus deudos fueron premiados con multimillonarias indemnizaciones, subsidios importantes y vitalicios, con cargos públicos, y los caídos en combate, homenajeados con recuerdos a sus memorias desarrollados en colegios primarios y secundarios, así como por periodistas con memoria floja, también con nuestros altos funcionarios acompañando a mandatarios extranjeros a visitar el Parque de la memoria incompleta y arrojar flores al Río de la Plata en sus memorias.

Y nuestros soldados, los mismos que recuperaron la democracia, la misma democracia que falsamente hoy se adjudican los políticos, ellos están presos en miserables cárceles, sin atención médica ni espiritual, a ellos no se les concede la “prisión domiciliaria” que a cualquier mayor de 70 años le corresponde, a ellos no se les respetan los derechos de defensa, ellos son acusados por testigos mentirosos y con esa mínima y dudosa prueba nuestros jueces prevaricadores y fiscales corruptos, los encarcelan, negando la excarcelación que les corresponde por el largo tiempo sin sentencia. Y no olvidemos que se les juzgó aplicando la figura de “Genocidio” que no existía al momento de los hechos imputados, violando así un principio jurídico eterno cual es la prohibición de aplicar la ley penal con retroactividad.

Y si algún juez, por excepción, otorga con todo derecho una “prisión domiciliaria” a algún nonagenario enfermo, entonces las turbas ignorantes y despiadadas, infelices a cuerda que responden a intereses foráneos, no dudan en organizar crueles escraches pidiendo que el “represor” vuelva a la cárcel.

No quiero cerrar esta extensa nota sin recordar que nos fue prometido “Acabar con el curro de los derechos humanos” … sin embargo no solo que no se acabó, sino que sigue vigente con más fuerza. Nada ha cambiado desde que el Ingeniero Macri accediera al sillón de Rivadavia. Rodeado de funcionarios de ideología de izquierda, el broche de oro que demuestra la traición a su promesa nos lo da el pomposo “PRIMER PLAN NACIONAL DE ACCIÓN EN DERECHOS HUMANOS”. De sus normas surge que es la oficialización del meneado curro.

Finalmente, volviendo al principio, estamos en los umbrales de la Cuarta Guerra Mundial o Segunda Guerra Fría, las consecuencias de las anteriores nos causan pánico. Hoy los contendientes sobre el ring son dos “viejos amigos” como EEUU y la URSS, a los que se han agregado China y Norcorea.

Roguemos a Dios que se llegue a un acuerdo pacífico esta vez. Que el recuerdo del 24 de Marzo de 1976 nos haga recapacitar con honestidad.

Los únicos beneficiados con la paz y la concordia serán la REPÚBLICA ARGENTINA y todos sus habitantes.

¡VIVA LA PATRIA!

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