Por José M. García Rozado.-

Comenzó la verdadera campaña electoral. Ya no hay más amago o bravuconadas. En escasas semanas más, las urnas comenzarán a decir quienes acertaron y quienes se equivocaron. Las encuestas, en su mayoría, dicen que Daniel Scioli encabeza las supuestas preferencias de la opinión pública, con hasta 15 puntos de diferencia por encima de un estancado (o en leve caída) Mauricio Macri y el tímido intento de regreso a escena de Sergio Massa. ¿Será que la oposición, que es 60% de los electores, terminará en manos del oficialismo minoritario? “(…) Cristina eterna. Y ahora lo único que le interesa es que Scioli quede lo más pegado posible a ella, que en vez de convocar independientes abriéndose, vaya a 6, 7, 8 y diga que el futuro del país es para La Cámpora. (…) Teniendo ella su propio ejército civil que gobierne en paralelo, impidiendo gobernar. Tanto si gana Scioli como si gana la contra. Uno se preguntará por qué habría de funcionarle a Cristina lo que no le funcionó ni a Menem ni a Duhalde ni a Kirchner en lo referente a técnicas sucesorias (o mejor dicho, técnicas para que no los sucedan), pero Cristina tiene la profunda fe de que con 12 años de kirchnerismo, el país haya cambiado tanto que lo que antes era imposible ahora pueda ser posible”.

“Ella, a diferencia de Menem o de Duhalde, no habrá de jugar ni en contra ni a favor de Scioli, o mejor dicho jugará a favor de Scioli sin poner la vida en ello porque le da lo mismo que éste gane o pierda ya que su estrategia es igual para ambos casos. Se va del gobierno con tanto poder acumulado en doce años (bastante electoralmente pero mucho más institucionalmente, ya que hizo lo que quiso con el país plástico de la anarquía) que aún sin traiciones a la vista, no le alcanzará con ser la co-presidente si gana Scioli ni la jefa de la oposición si ganaran Macri o Massa”. El periodista Claudio Chiaruttini expresa: “El PRO confía ciegamente en Jaime Durán Barba, por eso no aceptan críticas sobre el ecuatoriano. Sin embargo, hasta Mirtha Legrand le advirtió el sábado 27/06 a Horario Rodríguez Larreta que si siguen los consejos del consultor internacional van a perder las elecciones. ¿Qué no ven los macristas que sí observa la conductora-actriz? Por ahora, es un misterio. En el votante oficialista hay confianza. En el votante opositor hay miedo a otros 4, 8, 12 años más de kirchnerismo. Sin embargo, Daniel Scioli y Mauricio Macri siguen con su “juego” creyendo que la realidad los beneficia. Uno de los dos está equivocado. Pobres de nosotros”.

Muchos se pueden tomar la encuestas como algo definitivo y comenzar a celebrar o lamentar, se puede no creen en los resultados y ofenderse con quienes las mencionan o, como es nuestro caso, tomarlas con sumo cuidado y analizar sus resultados para saber qué está pasando en la cabeza de los votantes en el camino de tomar la decisión final en las urnas. Daniel Scioli tiene más suerte que Mauricio Macri en la campaña electoral. El gobernador de Buenos Aires está acompañado de la Presidente de la Nación; del precandidato a vicepresidente de la Nación y hasta de Karina Rabolini para protagonizar los actos políticos y multiplicarse en diversos ámbitos. Pueden avanzar sobre los públicos propios y los que pueden ser seducidos, tienen más recursos, más medios bajo su control y mayor acción política acompañando las promesas. Por su parte, el Jefe de Gobierno porteño sólo tiene a Gabriela Michetti, dado que el resto del PRO está concentrado en retener la Ciudad. Es casi un candidato individual contra la mayor alianza de peronistas oficialistas y cristikirchneristas que se haya visto en los últimos 15 años. Y, además, el oficialismo ha demostrado ser una máquina de acción política construyendo consensos, convenciendo votantes y sumando dirigentes; mientras que el macrismo viene de un cierre de listas tumultuoso, que dejó muchos enojos y muchos potenciales aliados parados en la vereda de enfrente. No obstante, surgen 3 preguntas: ¿Cómo pude ser que las figuras de Cristina Fernández, Carlos Zannini y decenas de funcionarios procesados puedan traccionar votos a favor de Daniel Scioli cuando estamos en una de las crisis económicas más duras y extrañas de los últimos 50 años?

¿Qué raro misterio hace que la imagen del Gobierno crezca en medio de una recesión empecinada en destruir puestos de trabajo? ¿Cómo la opinión pública puede reclamar la continuidad cuando la realidad es tan dura? Los números son contundentes y no dejan duda de la situación: Desde el cepo cambiario, el PBI per cápita se contrajo casi 4 puntos porcentuales, mientras que Chile, Perú, Colombia, Uruguay, Bolivia y Paraguay crecieron entre 8 y 12 puntos. Como no se creció como esos países, el lucro cesante fue de más de US$ 1.600 por habitante y por año. Es decir, desde 2012 somos US$ 6.400 más pobres de lo que podríamos ser. FIEL sostiene que la recesión es la 3ra. más extendida desde 1980. La actividad fabril acumula 22 meses consecutivos de receso y 7 trimestres con destrucción de empleos netos. Unas 400.000 perdieron sus trabajos y otras 400.000 personas dejaron de buscar empleo. El INdEC registró 19 meses consecutivos de caída en las exportaciones y 15 en las importaciones; y el superávit final se achicó al 25% de hace 1 año, confirmando los problemas que tiene el sector industrial para vender al exterior por la escasez de dólares. La caída de las exportaciones fue la más intensa desde septiembre de 2009 y el retraso cambiario se ubica en niveles de la década del ’80. El superávit comercial de los primeros 5 meses fue el menor en 15 años y el número de cheques rechazados está al nivel de la crisis de 2002. El Estado gasta más de lo que recauda y la cadena de pagos muestra deterioros, una combinación, que en algún momento, puede ser explosiva. Ajustados por la inflación que informa la oposición en el Congreso y tomando en cuenta el incremento de la muestra, las ventas en shoppings y supermercados no sólo muestra caída de ventas de hasta 8%, sino también, merma en la cantidad de personal ocupado en esos puntos comerciales.

Mientras el Gobierno habla de “desendeudamiento”, en los últimos 12 meses, el pasivo del Estado creció 4 veces más que el de particulares. Seguimos en default, el pasivo acumulado en New York ya llega a casi US$ 20.000 millones y condicionará toda la estrategia de financiamiento y crecimiento del futuro Presidente de la Nación, cualquiera sea su identidad o pensamiento político. En los últimos 90 días, el Tesoro Nacional emitió deuda por unos $ 30.000 millones en 6 operaciones, “secando” el crédito para provincias y grandes empresas. Y en los planes del Ministerio de Economía está seguir con esta política de esterilizar pesos, pese al efecto secundario. El déficit fiscal, en los primeros 5 meses del año superó los $ 70.000 millones y podría ser mayor a $ 150.000 millones para todo el año, casi 10 puntos del Producto. Así, de esta forma, el déficit fiscal se multiplicó por 10 en un año apenas. Y estos sólo unos datos macro económicos. Ni mencionamos que el retraso de precios de materias primas tienen paralizadas las inversiones mineras y petroleras, como en Vaca Muerta; nadie mide los costos reales de la crisis energética y la inversión que se necesita para revertirla; se ignora la crisis de las economías regionales, el cierre de tambos y frigoríficos; los casi 50 problemas comerciales que enfrenta a la Argentina con otros tantos países o bloques del mundo, ni el retraso en la firma de acuerdos de complementación e integración regional en temas de comercio exterior, por citar sólo unos ejemplos. El escenario es peor a nivel microeconómico. Según un estudio de la consultora CIO, de Cecilia Mosto, con las fórmulas presidenciales confirmadas, 75% de los entrevistados cree que Daniel Scioli mejorará los salarios, 71% dice que habrá menos pobreza, 65% que habrá más días de clases, 57% que habrá menos inseguridad, 57% que habrá menos corrupción y 53% que habrá menos inflación.

Estas cifras suenan impresionantes, pero tomando los 6 tópicos mencionados, los consultados creen que en sólo dos (salarios y pobreza), el FpV hará mejor trabajo que el PRO. Entonces, ante esa realidad, ¿por qué la fórmula Mauricio Macri-Gabriela Michetti no tiene una intención de voto más alta? Hoy, la inversión la encabeza el Estado Nacional, que es el gran motor de la economía, dado que el sector privado canaliza fondos para mantenimiento o emprendimientos limitados. Y la apuesta del Gobierno ha sido a apuntalar el consumo. Según los economistas de la Gran Makro, la Casa Rosada volcó hacia la actividad 250.000 millones de pesos extras, mientras que los economistas ortodoxos hablan de una inyección de dinero vía paritarias de 150.000 millones de pesos. Los planes Progresar, ProCasa, el aumento de las asignaciones familiares y de los subsidios sociales, las tarjetas “Ahora 12” y “Sube” han hecho su efecto en el bolsillo de las familias financiando el consumo. Sin embargo, más del 40% de los jefes de hogar no logran reunir en 1 mes recursos equiparables a un salario mínimo, vital y móvil, mientras que más del 20% de los hogares “vive” con recursos menores a ese umbral, porque les resulta insuficiente la cobertura de la Asignación Universal por Hijo, el Plan la Madre y el Niño y otros que se otorgan a nivel provincial. Hoy, la brecha entre lo que más ganan y los que menos ganan es de 15,2 veces entre los ocupados, hay 52 planes sociales nacionales que benefician a 18 millones de personas y el sector público es el mayor creador de fuentes de trabajo, aunque también es el mayor evasor previsional. Además. 1 de cada 3 argentinos en edad de votar trabajando para el sector público, ya sea nacional, provincial o municipal. Por eso no debe sorprender que los oficialismos sean los grandes ganadores de las elecciones realizadas hasta este momento. Y de allí el resultado de las encuestas que se conocen en este comienzo de campaña real.

Muchos consideran que las subas o baja de acciones y bonos o los saltos del dólar ‘blue’ son indicadores de que los mercados “comenzaron a votar” o que la economía se metió “de lleno” en la campaña. Nada más lejos de la verdad. Ningún candidato quiere hablar de economía, en realidad, ningún presidencial quiere entrar en temas complejos. Globos y merchandising naranja o amarillos acompañan frases vacías en una sucesión que parece infinita. ¡Estamos ante una campaña de personas, de colores, de agrupaciones; no de ideas! Entre los votantes se encuentran los que quieren el cambio total de lo hecho en 12 años o los que buscan la continuidad absoluta de las medidas oficialista, pero son más los que quieren un poco de cambio y mucha continuidad y los que quieren poca continuidad y mucho de cambio. Pero para cada votante, el significado de los conceptos “cambio” y “continuidad” son totalmente diferentes. Daniel Scioli -o sea, el cristinismo “blando”- confía que con Carlos Zannini de “padrino”, Cristina Fernández de “protagonista principal”, el kirchnerismo de paladar negro de clac y el aparato peronista tiene asegurada su llegada a la Casa Rosada. Diseñó esta estrategia hace 4 años y no la va a cambiar ahora, cuando está tan cerca de conseguir lo que tanto deseaba. El PRO confía ciegamente en Jaime Durán Barba, por eso no aceptan críticas sobre el ecuatoriano. Sin embargo, hasta Mirtha Legrand le advirtió el sábado 27/06 a Horario Rodríguez Larreta que si siguen los consejos del consultor internacional van a perder las elecciones. ¿Qué no ven los macristas que sí observa la conductora-actriz? Por ahora, es un misterio. En el votante oficialista hay confianza. En el votante opositor hay miedo a otros 4, 8, 12 años más de kirchnerismo. Sin embargo, Daniel Scioli y Mauricio Macri siguen con su “juego” creyendo que la realidad los beneficia. Uno de los dos está equivocado. ¡Pobres de nosotros!

El diario mendocino Los Andes publica un escrito de Carlos Salvador La Rosa, que entre otras cosas muy ilustrativas muestra que: “Una sinfonía peronista. La democracia argentina puede ser asimilable a una sinfonía que bien podría llamarse “variaciones sobre el peronismo”, ya que se trata de un interminable recorrido temporal por las infinitas posibilidades que tiene dicho movimiento político para identificarse con prácticamente la totalidad de las tendencias históricas. Pero eso sí, siempre imponiendo él su personalidad sobre la ideología infiltrada. Ideología que termina su experiencia destrozada pero con un peronismo aún más inflado para proseguir bajo el signo de la ideología contraria. La renovación fue la alfonsinización del peronismo. El menemismo fue la cooptación hasta su destrucción del neoliberalismo de moda. Luego durante la Alianza, lo que quedaba del peronismo renovador y progresista que se había opuesto al menemismo copó al radicalismo hasta hacerle pagar a él solo los costos de la debacle de 2001, puesto que ellos, los peronchos progres, luego se reciclarían todos en el kirchnerismo. El duhaldismo fue la provincia de Buenos Aires convocando al resto del país para recuperar el orden después de la anarquía. Y el kirchnerismo fue el que le quitó a casi todas las variantes de la izquierda su razón de ser convirtiendo en populistas a la gran mayoría. Así, hoy el peronismo sigue más vivo que nunca, pronto a iniciar nuevas experiencias, ahora quizá de izquierda y derecha a la vez, mientras que todos sus aliados de todas las épocas han desaparecido o están en vías de. Los neoliberales ya ni se ven. Los progres están chamuscadísimos. Y Boudou, el neoliberal que quiso travestirse en progre, será el único que irá en cana, mientras que todos los corruptos se reciclarán si son peronistas.”

El peronismo eterno: “Esta sinfonía peronista ha adoptado técnicas muy diferentes para cambiar de líder y seguir sobreviviendo hasta cubrir casi todo el espectro político. Para intentar seguir liderando, Menem jugó en contra de su propio candidato, Eduardo Duhalde, quien terminó perdiendo para alegría del riojano. Lo que Menem no podía prever es que a los dos años el perdedor de las elecciones terminaría siendo Presidente por decisión legislativa, con lo cual bastaron dos años más para que Menem desapareciera del mapa. Duhalde, en cambio, puso toda su fuerza para que su candidato, Néstor Kirchner, ganara, creyendo que al controlar la provincia de Buenos Aires y a la liga de gobernadores, pudiese transformarse en una especie de Juan Manuel de Rosas, quien de 1830 a 1835 condujo el país sin necesidad de gobernarlo directamente, sino por testaferros. Pero a los dos años Kirchner lo destruyó como él destruyó a Menem y comenzó el sueño del proyecto familiar (ya inventado por los Rodríguez Saá), en el que un matrimonio se alternaría en la Presidencia hasta la muerte de ambos. Pero uno se murió demasiado pronto. Por eso Cristina, sobre la marcha, tuvo que pensar en un nuevo plan, algo muy difícil ya que hicieran lo que hiciesen, apoyaran o no a sus sucesores, éstos siempre se las arreglarán para acabar con sus antecesores de modo terminal. Y nada indica que Scioli sea la excepción, porque la naturaleza humana no suele cambiar, y menos cuando se trata de política. Sin embargo, vivimos hoy un momento en que Cristina está desplegando a pleno su estrategia para ver si puede luchar contra la muerte política, en uno de los actos de voluntarismo más grandes que ha presenciado la historia de esta democracia peronista hasta los tuétanos. Ella, a diferencia de Menem o de Duhalde, no habrá de jugar ni en contra ni a favor de Scioli, o mejor dicho jugará a favor de Scioli sin poner la vida en ello porque le da lo mismo que éste gane o pierda ya que su estrategia es igual para ambos casos.”

“Se va del gobierno con tanto poder acumulado en 12 años (bastante electoralmente pero mucho más institucionalmente, ya que hizo lo que quiso con el país plástico de la anarquía) que aún sin traiciones a la vista, no le alcanzará con ser la co-presidente si gana Scioli ni la jefa de la oposición si ganaran Macri o Massa. Ella quiere seguir gobernando algo a pleno, y entonces en su cabecita está imaginando la constitución de un gobierno paralelo que le responda directamente a ella y a nadie más. Es un proyecto mucho más ambicioso que el de Menem, Duhalde y Néstor Kirchner. Y mucho más delirante, pero no hay ni una sola medida que esté tomando por estos días que no conduzca hacia esa utopía del gobierno paralelo. Una especie de gobernadora en el exilio interno pero con suficiente poder como para que pueda volver en 2019 con mucho más poder y entonces sí, ya con Máximo crecidito, seguir con el sueño de la presidencia familiar nestorista, bien representativa del país caudillesco en que se convirtió la Argentina a partir de fines de 2001, con gobernantes que utilizaron la anarquía para acumular poder, en vez de eliminarla. “En Mendoza, ganó Cristina.” Así como los opositores de todo el país ven en el modelo mendocino la forma perfecta de luchar contra el oficialismo, también se puede ver en la actitud que tomó Cristina con Mendoza la visión con que ella quiere actuar en el resto del país. A Cristina siempre, ya sea cuando estuvo enojada como cuando se amigó, le dio lo mismo que el peronismo mendocino ganara o perdiera las elecciones provinciales. Lo único que le interesó es colocar la mayor cantidad de legisladores nacionales en las listas locales, lo cual logró con creces, haciendo que la minoría obtuviera la mayoría. Así, ante la derrota peronista en Mendoza la única peronista que ganó algo fue ella porque sus representantes entrarán en el Congreso aún perdiendo los próximos comicios. Un negocio más que redondo, a cambio de nada.”

Cristina eterna: “Y ahora lo único que le interesa es que Scioli quede lo más pegado posible a ella, que en vez de convocar independientes abriéndose, vaya a 6, 7, 8 y diga que el futuro del país es para La Cámpora. Que la copie en todo a ella, como un pichicho, de modo que si gana quede lo más condicionado posible. Eso obedece a la creencia que ella tiene de que de ganar el oficialismo será más por las desinteligencias de una oposición dividida que por sumar para el kirchnerismo votos menos comprometidos para el proyecto. O sea, al no tener candidato del palo se gana con todas las banderas en alto, no disimulándolas para la elección, que eso le daría poder a la ambigüedad sciolista. Y si la oposición se aviva haciendo algo parecido a Mendoza y gana, que se pierda con las mismas banderas en alto a ver si con la obstrucción parlamentaria y el brutal copamiento partidario de la Justicia, se puede tener un Ejecutivo débil que se vaya consumiendo a sí mismo a medida que deba gobernar con esos condicionamientos y el inevitable ajuste que viene. Teniendo ella su propio ejército civil que gobierne en paralelo, impidiendo gobernar. Tanto si gana Scioli como si gana la contra. Uno se preguntará por qué habría de funcionarle a Cristina lo que no le funcionó ni a Menem ni a Duhalde ni a Kirchner en lo referente a técnicas sucesorias (o mejor dicho, técnicas para que no los sucedan), pero Cristina tiene la profunda fe de que con 12 años de kirchnerismo, el país haya cambiado tanto que lo que antes era imposible ahora pueda ser posible. A no olvidarse que estamos viviendo en la democracia peronista, dimensión política donde nada es imposible.”

¡Es inconcebible que con esta realidad, el pueblo pueda darle una victoria al cristinismo y que Durán Barba siga influyendo negativamente en el PRO, porque de ser así solo queda la muy tibia esperanza de un Massa-De la Sota que pueda revertir este proceso angustiante!

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