Por José M. García Rozado.-

Los jefes de Gabinete tienen como misión justificar lo que hacen los Presidentes, a rajatablas: ocurrió con Eduardo Bauzá, Jorge Rodríguez, Rodolfo Terragno, Christian Colombo, Alfredo Atanasof, Alberto Fernández, Aníbal Fernández, Jorge Capitanich, Sergio Massa. Ahora es el turno de Marcos Peña, quien advirtió: «Tarde o temprano tendrán que pagar el gas». Sobre los datos de ANSeS: “Lo que hicimos es absolutamente transparente y legal, y que es costumbre. Por ahí estos diputados no saben que la Anses durante el gobierno anterior hizo más de 40 convenios de cesión de datos de contacto a gobiernos provinciales y empresas privadas como Banelco, por ejemplo”. Sobre el Macri-Tinelli: «Marcelo es un referente de nuestra comunidad. El encuentro no tiene más dramatismo que el de un encuentro de 2 personas que se encontrara a charlar de muchos temas”. El ex presidente del Banco Central, cercano a Cambiemos, estimó que el valor del dólar actual es inconveniente para las exportaciones argentinas, en especial para las pymes. Dijo que el Gobierno no «ha acertado» aún en despejar la «incertidumbre» que frena las inversiones. El jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, evalúa adelantar las elecciones porteñas. La caída en la imagen de Mauricio Macri y la preocupación por la posible participación de Martín Lousteau son los principales motivos.

El Gobierno reconoce que la reactivación aún no llegó. Así sucede en los distintos niveles de la conducción económica: En la Jefatura de Gabinete admiten que el año está jugado y el crecimiento se percibirá en 2017 más allá de cierta recuperación en el último trimestre. El Presidente Mauricio Macri lo dijo públicamente días atrás: “En el final del segundo semestre vamos a ver signos de futuro crecimiento. El año que viene vamos a crecer 3 o 3,5%”. En los distintos ministerios que llevan la agenda económica ven algo similar o, incluso, una foto más cruda que la de la Casa Rosada: ni siquiera al final del segundo semestre habrá brotes verdes y la apuesta pasó para 2017. En el Banco Central descartan una recuperación para el corto plazo aunque sí para el año próximo de la mano de las exportaciones y un incremento de la inversión. ¿Qué explica la demora de la reactivación? Básicamente el desplome del consumo. La turbina número uno de la actividad económica en la Argentina es el consumo privado, que representa el 67% del PBI según un cálculo de la consultora LCG. Esto quiere decir que si el consumo crece 1% el producto lo hará 0,67%. El consumo viene cayendo y de hecho en junio lo hizo 5,9%. ¿El motivo? La pérdida del poder adquisitivo por el salto inflacionario.

El otro componente de relevancia es el consumo público (gasto público). Allí hubo rubros que crecieron por debajo de la inflación en el primer semestre, como los salarios y los subsidios, mientras que las jubilaciones crecieron al ritmo de la inflación. Otro rubro que aporta a la generación de valor agregado en la economía argentina es el sector externo. Pero este es casi nulo porque las exportaciones son casi compensadas por las importaciones. Un ejemplo sucede en la industria automotriz. “Pero además, las exportaciones van a estar condicionadas por un mundo en bajo crecimiento, con el principal socio comercial sumido en una crisis económica y política de una magnitud difícil de cuantificar y el tipo de cambio estará más caro que competitivo”, explica Agustín Bruno, economista de la consultora LCG. Finalmente, restan los canales del crédito y de la obra pública. Las políticas del Gobierno no alentaron su aporte al crecimiento hasta el momento. El Banco Central parece sentirse cómodo con las tasas por arriba del 30% y la inversión en infraestructura ha sido uno de los componentes menos dinámicos del gasto público en el primer semestre. La obra pública aporta 3,6% al PBI.

El economista y ex presidente del Banco Central Javier González Fraga estimó este jueves que el tipo de cambio actual es inconveniente para las exportaciones argentinas, en especial para las pymes. Según el economista cercano a Cambiemos, el valor del dólar «no termina de convencer» y que «mucha gente hubiera esperado un dólar más cerca de 20». Actualmente, el dólar se ubica alrededor de los $15, precio que -dijo, en relación al dólar paralelo que era el único de acceso libre- «está por debajo de lo que estaba un año atrás, a pesar del 40% de inflación de los últimos 12 meses». «El empresario busca competitividad, defenderse de las importaciones, y tener acceso a los mercados externos», sostuvo. Por otro lado, González Fraga manifestó su confianza en que «este gobierno no tenga una política de importaciones ingenua como en los ’90», y resaltó que espera que «haya una importante protección a la actividad industrial nacional». El economista dijo en declaraciones a la prensa que «la inversión pública requería del acuerdo con los holdouts para destrabar los préstamos de los organismos internacionales. Esa plata está llegando. Hay un boom de obra pública que es parte de la inversión». «En lo que hace a la inversión privada, se nota mucho interés en la cantidad de empresarios que están yendo a Buenos Aires y a otras partes del país. Desde petróleo, minería, hasta consumo; y hay un interés sobre todo las empresas de servicios públicos que se pasaron diez años sin invertir: autopistas privatizadas, electricidad, gas», añadió. No obstante, explicó que ”hay muchísimos factores que hoy están frenando la inversión y hay incertidumbre, también política, que creo que se va a ir despejando muy lentamente. Creo que el juego de la inversión es complicado, donde el Gobierno no ha acertado todavía».

En la Casa Rosada aseguran tener datos firmes sobre la baja de la inflación en julio. Y en el Banco Central aseguran que con la cantidad de dinero creciendo al 17,5%, como lo viene haciendo, el camino descendente de la inflación está asegurado. Los datos cobran relevancia pero más aún la idea oficial de que el esquema anti-inflacionario enfrentará una prueba difícil en los próximos meses. Dentro y fuera del Gobierno existe la convicción de que el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, es el que lleva la batuta en materia de lucha contra la inflación con su política de reducir la cantidad de dinero y mantener relativamente altas las tasas de interés. De hecho, anteayer y cuando las expectativas sobre los aumentos de precios aparecen moderadas, el Central decidió mantener en 30,25% anual las tasas de las letras que sirven cómo indicador del costo del dinero en el mercado. Esa política, que merece reparos de algunos ministros, es avalada con claridad por el presidente Mauricio Macri y por su mano derecha, el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Las críticas a la política de contracción monetaria y tasas altas provienen de economistas y funcionarios que piden una baja más rápida de las tasas de interés, en el intento de abaratar el costo de los créditos y favorecer una reactivación de la actividad económica que aún aparece lejana. La mayoría de los datos de actividad del primer semestre dan para abajo y no se notan los “brotes verdes” que permitan prever alguna mejora, al menos, hasta los tres últimos meses del año.

Los pronósticos inflacionarios de julio varían bastante entre los privados y los oficiales. Las estimaciones preliminares de las consultoras Elypsis y Bein marcan un aumento del costo de vida entre 1,7 y 1,9 por ciento, con una baja sensible del ritmo de suba respecto del mes anterior, mientras que el índice de la Ciudad crecería en torno de 2,3%. El del INDEC se mantiene sin filtraciones. En el Central están convencidos de que, a poco de consolidarse una supuesta baja de la inflación, aparecerán reclamos empresarios por una suba del dólar para favorecer las exportaciones, licuar el poder de compra de los salarios o frenar importaciones. Pero, creen que no tendrán éxito. Dicen en el Gobierno que la economía está frente a “un verdadero cambio de régimen” que es la persistencia del esquema de contracción monetaria (en la creencia de que reducir la cantidad de dinero hará bajar la inflación) y tipo de cambio flotante. Aseguran que Macri está convencido de ese esquema y que, aunque las presiones serán grandes, no cambiará porque el Presidente está mirando el largo plazo. ¡Fuera del Gobierno, las dudas se agigantan!

Por un lado, porque si la inflación no baja rápido, el atraso del tipo de cambio se profundizaría y comenzarían las dudas sobre la viabilidad en el mediano plazo del esquema. Y por el otro, porque existe la impresión de que Macri ya tiene en la cabeza las elecciones legislativas del año próximo e intentará que una mejora de la economía lo ayude. La discusión sobre la posibilidad de que el dólar se vuelva a atrasar va en ascenso, pero en el corto plazo parecería inevitable. Es fuerte el ingreso de dólares por especulación, inversión y salida al mercado de las provincias. Y se espera que el blanqueo tenga éxito. En otras palabras, el país tendría asegurado el abastecimiento de dólares en el corto plazo y la posibilidad de un dólar girando en torno a los $ 15 un tiempo más no parece descabellada. Incluso desde afuera del Gobierno va cobrando forma la crítica que dice que las tasas altas y el dólar relativamente atrasado son casi los únicos dos instrumentos en la lucha anti-inflacionaria de corto plazo. El resto lo hizo la caída del poder de compra de los salarios después de la devaluación y el aumento de tarifas. Pero en ese punto surgen los interrogantes sobre los pasos económicos de Macri con la mirada puesta en 2017.

La evolución del PBI en los últimos años demuestra que la política económica reciente transita ciclos bianuales, cayendo en los años pares, en los que no hay elecciones, para recuperarse en los impares, de comicios legislativos o presidenciales. Esa regla no escrita demostraría que los gobiernos intentan devaluar y hacer caer el poder de compra de los sueldos en los años pares para impulsar el resultado opuesto en los impares. Así, por esa regla de los opuestos, si este año el dólar y la inflación le ganan al aumento de los salarios, para 2017 habría que prever el resultado contrario. O sea, que los sueldos aumenten por encima del dólar y de la inflación. Desde ya, los funcionarios negarán que ese razonamiento tenga algo que ver con lo que piensan la Casa Rosada o el Banco Central. Las señales que emite el Central apuntan a reiterar que no les preocupa el precio del dólar y tal vez lo hacen por tener la certeza de que cuentan con el financiamiento suficiente para sostener el dólar en el valor que quieran. Pero, aseguran, están buscando imponer la idea de que se trata de un nuevo esquema, que no se cambiará y al que habrá que adaptarse. Mientras tanto, cerca del jefe de Gabinete se sigue con atención cuántos gremios y por cuánto firmaron las paritarias con aumentos que caen en la segunda parte del año. Los empleados de la administración pública, por ejemplo, acordaron que la paritaria se completa con un 12% en agosto, los trabajadores rurales con un 16% en septiembre, la alimentación con 11,9% en noviembre y comercio con 16% en septiembre. Son algunos de los gremios que completan los aumentos salariales anuales a partir de julio y su mejora en el poder de compra, frente a una inflación declinante, se constituye en un argumento de peso para esperar alguna mejora en el consumo en la última parte del año.

¿Qué se esperan los economistas para el año? Fausto Spotorno estima que el PBI caiga 2,4% en el tercer trimestre y se estabilice en el cuarto. Para todo el año ve una contracción de 1,3%. Bruno estima que el producto caerá 2%. ¿Y en el Gobierno? Que las exportaciones recuperen terreno porque el daño sufrido en los últimos años fue más producto del cepo que del atraso del dólar. De hecho, Mario Quintana, secretario de la Jefatura de Gabinete, admitió esta semana que la Argentina tendrá un tipo de cambio apreciado para rato. El Banco Central comparte esa visión sobre las exportaciones y dólar. Gobierno y privados esperan un repunte de la inversión. Aunque su contribución al crecimiento será baja: si la inversión crece 1%, el PBI lo haría sólo 0,17%. En mayo, se redujo en 40.114 personas el número trabajadores ocupados en el sector privado formal, de acuerdo a los datos del Ministerio Trabajo. De 6.175.368 empleados en relación de dependencia en abril, bajó a 6.135.254 en mayo. A su vez, en junio, también volvió a caer el empleo privado en blanco: la baja fue del 0,1% con relación a mayo y del 0,3% la disminución interanual, según lo relevado por la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. En mayo, las ramas de actividad que presentaron mayor contracción del nivel de trabajo registrado fueron: Servicios Empresariales, Inmobiliarios y de Alquiler ( más de 11 mil trabajadores); Industria manufacturera (10 mil); Agricultura y Ganadería (6 mil); y los sectores de Comercio y Hoteles y Restaurantes (cerca de 5 mil cada uno). La construcción volvió a resignar unos 2.000 empleos.

“En la comparación interanual, se advierte una contracción de cerca de 59.840 asalariados formales con respecto al mismo mes del año anterior, lo cual implica una reducción anual del 1% del total de los trabajadores bajo relación de dependencia”, dice el informe oficial de la cartera que conduce Jorge Triaca. En tanto, en la comparación interanual, la rama de la construcción es la responsable de la mayor parte de los puestos de trabajo. Con relación a enero que registró 6.194.084 trabajadores privados en blanco, la caída suma 58.830 ocupados menos. Trabajo realiza la Encuesta en aproximadamente 3000 empresas y anticipa la cifra nacional que luego declara la totalidad de los empleadores ante la AFIP/Seguridad Social. La mayor caída del empleo afecta a la rama de la construcción. El informe de Trabajo dice que “del conjunto de los aglomerados relevados se explica, en parte, por la variación negativa que se presenta en el Gran Buenos Aires (-0,6%), cuyo peso en la participación del empleo relevado por la EIL alcanza el 71%. En los aglomerados del interior se relevaron variaciones anuales negativas en: En el análisis por rama, registraron variaciones positivas respecto de mayo de 2015 en Transporte, Almacenaje y Comunicaciones (+3,0%); Servicios Comunales, Sociales y Personales (+2,9%) y Servicios Financieros y a las Empresas (+1,4%). En tanto hubo variaciones negativas en Construcción (-11,3%); Comercio, Restaurantes y Hoteles (-0,4%) e Industria Manufacturera (-2,4%).”

En cuanto a las expectativas de las empresas sobre la evolución de sus dotaciones, el 85% de las firmas no esperan variaciones en sus plantillas para los próximos tres meses, dice Trabajo. Los empleados de la administración pública, por ejemplo, acordaron que la paritaria se completa con un 12% en agosto, los trabajadores rurales con un 16% en septiembre, la alimentación con 11,9% en noviembre y comercio con 16% en septiembre. Son algunos de los gremios que completan los aumentos salariales anuales a partir de julio y su mejora en el poder de compra, frente a una inflación declinante, se constituye en un argumento de peso para esperar alguna mejora en el consumo en la última parte del año. En materia económica, después de la celeridad en la salida del cepo cambiario y en el cierre del acuerdo con los fondos buitre, los resultados van ahora mucho más lento, tanto para bajar la inflación cómo para visualizar una mejora de la actividad. Pero en el mientras tanto; «hasta que no se resuelva el fallo no hay que pagar el gas», decía le jefe de Gabinete, Marcos Peña, hace unos días. Pero ahora él se rectificó: «Tarde o temprano se van a tener que pagar las facturas de gas. (…) Si uno quiere pagar ahora, para no acumular y pagar todo junto después». Los Jefes de Gabinete de Ministros de la Nación, desde la creación del cargo por la Constitución Nacional 1994, se han limitado a esa función, sustitutos de voceros presidenciales, explicadores de comportamientos o polémicos o inexplicables de los Presidentes. En declaraciones a Radio Mitre, Peña reiteró que la Argentina atraviesa una difícil situación y que, por tal motivo, se declaró la emergencia energética: «Gran parte de la falta de gas tiene que ver con que se promovió la idea del: consumí toda la luz y el gas que quieras que no lo paga nadie; eso lo promovió la ex presidente».

Peña cree que el Gobierno hizo un «avance importante» y que la sociedad debe entender que «esto no es gratis. Vamos rumbo a un proceso de mejora de los servicios públicos, que haga que el que consume mucho pague lo que vale y el que no pueda, tenga una tarifa social». El jefe de Gabinete de Ministros insistió en la necesidad de «tomar conciencia de lo que se paga, por qué se paga y qué se subsidia. Sobre el gas cerca de un 30% se sigue subsidiando, con la luz casi un 60% y con el transporte (subte y colectivos) entre un 40% y 50 por ciento». Respecto del tema ANSeS: A los diputados nacionales del Frente para la Victoria (FPV) que lo denunciaron en la justicia por incumplimiento de los deberes de funcionario público y abuso de autoridad, les respondió: “Lo que hicimos es absolutamente transparente y legal, y que es costumbre. Por ahí estos diputados no saben que la Anses durante el gobierno anterior hizo más de 40 convenios de cesión de datos de contacto a gobiernos provinciales y empresas privadas como Banelco, por ejemplo”. Él dijo también que le dan “tristeza” las críticas de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien acusó al gobierno nacional de crear un “Estado policial”, y sostuvo que siente un “enorme alivio al saber que no nos gobierna más una persona con ese nivel de distorsión de la realidad”. “No sé qué objetivo persigue (la ex mandataria), por qué esas contradicciones y mentiras, pero es un problema de ella. Nosotros estamos concentrados en gobernar”, sostuvo Peña. Peña ratificó que entre la información de la ANSeS compartida “no hay datos sensibles o confidenciales sobre la seguridad social” y que “se busca mejorar la capacidad del Estado para mejorar la comunicación con los ciudadanos”. ¡La realidad muestra que existe indudablemente -y no por lo que dicen las denuncias de los diputados del FpV o CFK- notoria “pérdida de libertades así como intromisiones inconstitucionales” en la vida privada de los Argentinos!

Share