Por Claudio Valdez.-

Las declaraciones, excusas, recusaciones, perversidad y difundidos “malos deseos” de quienes ejercieron o avalaron hasta diciembre del año pasado al contracultural gobierno del Kirchner-Cristinismo, alcanzan como muestra de “insulto a la inteligencia” para quien pueda entender y ponerse a pensar.

Ahora, desde la oposición legislativa, “descubren” la pobreza, el desempleo, y critican los recientes despidos de “personal agregado a nóminas de trabajadores” por clientelismo y parentelas, sin otra función que la de “no ser necesarios para el desempeño del Estado”. Alborotan por la quita de subsidios insostenibles para el transporte, energía y medios de comunicación adeptos, para cooperativas ineficientes, para pretendidos “luchadores sociales” y empresarios emprendedores sólo para la producción de “retornos”.

Nada pueden explicar acerca del déficit estatal, abusos impositivos, prohibiciones comerciales y desinformada inflación que por más de una década instalaron para generar y mantener prebendas, subsidios y “ayudas” a la caterva de seguidores, simpatizantes, aplaudidores y propagandistas, que ni siquiera supieron divulgar con inteligencia sus “fundamentos populares”.

Delincuentes, socialistas y comunistas “aggiornados” al estilo siglo XXI se asociaron para el engaño de los electores, acusando a “las corporaciones” pero procurando ocultar la operatoria de sus propias “corporaciones políticas”, nutridas por abundantes estafadores de profesión y oportunistas que adueñándose de los Estados envilecen “la moral” (buenas costumbres) y empobrecen a los ciudadanos con malversaciones y desfalcos.

Cuba, Venezuela, Brasil y Argentina son ejemplos americanos de un común “modelo y relato” opositor a la libre empresa, que con esfuerzo semántico han insistido en llamar “progresismo socialista y popular”: apenas “estafa política de miserables, por miserables y para miserables”. ¡Abraham Lincoln, en su tiempo, había definido al “pueblo” como artífice de progreso y no como cuna de pandilleros!

Que la producción primaria es progreso, que también lo es la industria, el comercio y los servicios, sólo los necios se animan a negarlo. Pero creer que la solución de los despropósitos incurridos hasta ahora pueda lograrse mediante una omnipresente intervención estatal, salvo su exclusiva responsabilidad en “seguridad jurídica” para personas, entidades y bienes, es sólo ilusión de las izquierdas políticas.

Producción, industria, comercio interior y exterior, además de trabajo y empleo admiten sólo moderada y limitada normativa oficial; la audacia empresaria y la conveniencia personal de los trabajadores son el motor del verdadero progreso. Seguridad, defensa, justicia, sanidad y educación son las responsabilidades que ningún Estado eficiente puede eludir, porque es esa su medular “razón de ser”. El desvirtuado servicio de esta misión por multiplicados delincuentes, que como “malón” de nuestro tiempo arrasan la civilidad desde el propio interior de pueblos y ciudades con “instituciones intrusadas”, debe finalizar.

La experiencia vivencial relatada en el libro “La guerra al malón”, en su último párrafo concluye: “Hoy somos Nación y el mundo entero sabe que a la sombra de la bandera azul y blanca hay espacio y ambiente para todos los hombres que aspiren a ser libres, ricos y dichosos.” (Comandante Prado. Burzaco, marzo de 1907).

El relevado electoralmente gobierno de La Argentina y sus secuaces pretendieron lograrlo robándose hasta la propia bandera. ¡Insulto a la dignidad nacional!

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