Por Hernán Andrés Kruse.-

Mauricio Macri lo hizo: aquellos jubilados o pensionados que cobren menos de 8500 pesos pero son dueños de más una propiedad, un auto con una antigüedad de menos de una década o un plan de medicina prepaga, no estarán en condiciones de acceder gratuitamente a medicamentos. Con el pretexto de corregir “abusos” y en sintonía con la idea del presidente de reducir gastos, Carlos Regazzoni, director ejecutivo del PAMI, decidió el viernes pasado la restricción del otorgamiento de subsidios sociales a medicamentos, lo que le permitirá al gobierno ahorrar 1600 millones de pesos anuales. Los legisladores del kirchnerismo advirtieron que semejante ajuste “pone en riesgo la salud y la seguridad social de los jubilados”. “Con el objetivo de reducir el enorme déficit fiscal que se creó porque decidió derogar las retenciones a las exportaciones y mineras, el gobierno apela a todo tipo de medidas”. Por su parte, Aldo Pignanelli, economista del massismo, consideró que “es una vergüenza, es terrible”. Eduardo Semino, defensor del Pueblo de la Tercera Edad”, señaló que “esto debiera ameritar una discusión más amplia”. Hasta el viernes pasado los jubilados que cobraban hasta 8491,7 pesos gozaban de una cobertura del 100 por ciento en medicamentos generales. También recibían ese beneficio aquellos jubilados que, pese a cobrar una cifra superior, destinaban un cinco por ciento o más de sus ingresos al pago de medicamentos. Se trata de un universo de 1,6 millones de jubilados que apenas logran sobrevivir. Pues bien, el gobierno de Cambiemos decidió aplicar un nuevo ajuste sobre ese sector vulnerable. “Alguien que mantiene un avión o un barco y saca medicamentos gratis para la presión es parte de una defraudación al PAMI”, remarcó el funcionario a La Nación. Difícil creer que un jubilado o pensionado sea dueño de una embarcación o un avión. “El, principio que va a regir”, señaló Regazzoni, “es que todos tengan los remedios que necesitan, que no se empobrezca el jubilado por esto. Pero corrigiendo las irregularidades o los abusos”. “Si una persona tiene un auto o incluso dos propiedades pero es de una zona vulnerable y tiene que tomar varios remedios porque tiene varias enfermedades, el PAMI va a estar ahí”, manifestó con vehemencia. Los diputados kirchneristas destacaron que con esta medida se pone en riesgo la salud de los jubilados y recordaron que durante la campaña electoral Macri había expresado que el pueblo argentino merecía una vida mejor. Sin la presencia estatal, remarcaron, difícilmente el pueblo-y especialmente los jubilados-pueda gozar de una mejor salud. “La decisión del titular del PAMI tiene como consecuencia diferenciar al jubilado que depende directamente de la obra social con otro que decidió complementar su cuidado en la salud contratando una prepaga, con lo que ahora tendrá que pagar sin descuentos los medicamentos que necesita”, explicaron. Pignanelli, en declaraciones a una radio, afirmó: “Usted cobra la jubilación, tenga o no prepaga, le retienen para el PAMI un porcentaje muy importante de la jubilación y mucha gente lo que hace es optar porque no te permiten tomarlo como pago a cuenta de una prepaga. Hay gente que dice bueno, voy a utilizar el beneficio del PAMI para algún medicamento que me puedan entregar gratis o con descuentos. Pero eso es un derecho adquirido, el gobierno lo sacó”. Por su parte, Semino advirtió sobre los “negociados” que se realizan en torno a los remedios y aseguró que medidas como la de Regazzoni no hacen más que generar “un estado de angustia en el total de los jubilados” (fuente: “Tijeretazo en el PAMI para arrancar el año”, Página/12, 8/1/017).

En su edición del 8 de enero, Página/12 publicó un artículo de Alfredo Zaiat-“Tarea cumplida”-en el que efectúa un balance del primer año de gestión económica del gobierno de Mauricio Macri. ¿Cuál fue el principal objetivo en materia económica de Cambiemos? ¿Fue, acaso, la disminución de la tasa de inflación y darle impulso al crecimiento económico? ¿Fue, acaso, la ampliación de la frontera de la producción industrial y el mejoramiento del consumo en general? ¿Fue, acaso, la obtención de mejoras en las variables económicas más importantes en el primer año de gestión? No, lo que se propuso el gobierno de Cambiemos fue garantizar la “normalización” del ingreso”, o lo que es lo mismo, hacer cada vez más grande la brecha entre ricos y pobres, objetivo que fue ocultado por el gigantesco dispositivo de propaganda público-privado. “Esa normalización”, aclara Zaiat con toda precisión,”consiste en un proceso regresivo en el reparto de la riqueza”. Tal como lo revelan las últimas estadísticas del Indec, la primera etapa fue todo un éxito pero ello lejos está de significar que el plan haya concluido. Por el contrario, es una tarea que no ha terminado a tenor de lo que vienen reclamando una serie de economistas ortodoxos y heterodoxos entusiasmados con el modelo económico macrista.

El coeficiente de Gini, señala Zaiat, es el indicador que más se utiliza para calcular la desigualdad de ingresos. Dicho coeficiente se ubica entre 0 (perfecta igualdad) y 1 (perfecta desigualdad). El CEPA (Centro de Economía Política) detectó un aumento de la desigualdad del 7,93 por ciento entre el segundo y el tercer trimestre de 2016. Durante el tercer trimestre se registró un empeoramiento de la distribución del ingreso en relación con el período inmediatamente anterior y con los terceros trimestres de cada año del último lustro. Ello significa que para encontrar cifras peores en cuanto a la distribución del ingreso hay que remontarse a 2010. Todas las medidas económicas tomadas por el macrismo-la devaluación, la eliminación de las retenciones con el consiguiente shock inflacionario, tarifazos, salarios y jubilaciones que subieron por debajo del incremento de los precios y los cambios impositivos regresivos-consiguieron el objetivo propuesto: la mayoría de los argentinos vieron disminuir su participación en el reparto de la riqueza. Durante el tercer trimestre del año pasado el 20 por ciento más rico de la población se quedó con el 48,4 por ciento de los ingresos mientras que el 20 por ciento más pobre se quedó con solo el 4,3 por ciento. Durante el trimestre anterior los dos deciles superiores acaparaban el 47,9 por ciento de los ingresos mientras que el último decil era dueño del 4,8 por ciento. Respecto al ingreso familiar, durante el tercer trimestre del año anterior los hogares más pudientes ganaron 25,6 por ciento más que los hogares más pobres. Según investigaciones llevadas a cabo por centros de estudios e investigadores, la distribución del ingreso durante el tercer trimestre de 2016 es ubicó en los niveles de 2010. Vale decir que en materia de distribución de la riqueza se produjo durante el pasado año una profunda involución. Hace seis años el 20 por ciento más rico era dueño del 49,0 por ciento de la riqueza mientras que el 20 por ciento más pobre sólo era dueño del 4,1 por ciento. “En pocos meses, la alianza marismo-radicalismo logró retroceder seis años en materia distributiva”, sentencia Zaiat. Sin embargo, el círculo rojo lejos está de sentirse satisfecho con estos porcentajes. Sus miembros quieren más. Ahora exigen que el gobierno haga efectivos el ajuste en el gasto público y la reforma en los sistemas laboral y previsional, con lo cual queda garantizada una mayor distribución regresiva del ingreso. El círculo rojo cree que de esa forma se garantiza un proceso de crecimiento sostenido, tal como lo sostenía el círculo rojo de la Argentina “granero del mundo”. “No sólo es una opción que persistentemente pretende ignorar la historia argentina sino que colisiona con una economía internacional que está transitando desde el 2008 con paso persistente hacia el proteccionismo”, señala Zaiat. “La mejora en el reparto de la riqueza que se desplegó durante los gobiernos kirchneristas ha sido resistida por diferentes facciones del poder económico. Ahora quieren poner las cosas en su lugar, como lo fue en cada momento histórico que predominó un gobierno de las élites”, agrega.

Cuando terminó el año 2006 los salarios habían logrado recuperar lo que habían perdido durante los años previos a la crisis de la convertibilidad; fue entonces cuando la puja distributiva comenzó a recalentarse. El círculo rojo no veía con buenos ojos que los salarios de los trabajadores fueran tan altos. En 2007 comenzaron las tensiones inflacionarias que se mantuvieron a lo largo del resto del período kirchnerista. Esa puja quedó en evidencia con el reclamo de ajuste que el establishment le hizo a Néstor Kirchner y que éste resistió desplazando a su ministro de Economía, Roberto Lavagna. Pero fue durante los ocho años de Cristina Kirchner en la presidencia donde la disputa adquirió mayor fuerza. Frente a este panorama bélico la presidente respondió con una mayor intervención del Estado en la economía para garantizar mejoras en la participación de los sectores más vulnerables de la población: a) paritarias libres para fortalecer desde el Estado la posición de los trabajadores frente a los empresarios; b) Asignación Universal por Hijo; c) movilidad jubilatoria; d) subsidios a las tarifas; y e) regulación de precios de la canasta básica. La idea central de Cristina era tomar las medidas que fueran necesarias para lograr una redistribución más progresiva del ingreso, lo que les permitiría a los trabajadores formales e informales, los cuentapropistas, los autónomos y los jubilados mejorar su posición relativa en el reparto de la torta. Pues bien, el bloque de poder jamás toleró esta “desviación” de la ortodoxia, a la que calificó de “populista”. Sus propagandistas comenzaron a repetir hasta el cansancio que una economía populista es “insostenible”. El establishment pontifica todo el tiempo sobre la imperiosa necesidad de que el populismo sea enterrado para siempre para poder abrazarse al neoliberalismo, único modelo económico racional y sustentable. Cobijados por el poder, diversos economistas ortodoxos han afirmado sin sonrojarse que es fundamental devaluar la moneda para hacer más competitiva a la economía o que los niveles de consumo alcanzados durante el kirchnerismo fueron una fantasía, dando a entender que los sectores populares no merecen gozar de un elevado nivel de vida. Para el conservadorismo los salarios y las jubilaciones que crecen de manera progresiva no hacen más que impedir el crecimiento de la economía. Sus ideólogos proclaman bajos salarios, apertura indiscriminada del comercio e integración pasiva al sistema comercial internacional. Aunque cueste creerlo, continúan haciendo flamear las banderas del modelo agroexportador de la Generación del Ochenta. En la práctica, este modelo beneficia al “campo” y destroza a la industria nacional y a la clase trabajadora. Zaiat sostiene que “la veloz distribución regresiva del ingreso en el primer año de la alianza macrismo-radicalismo viene a dar respuesta al postulado conservador de que la búsqueda de la equidad con medidas proteccionistas e industrialistas-señaladas como “populistas”-no es compatible con el crecimiento. Es una tesis falsa para la economía argentina y no corroborada en experiencias de países desarrollados exitosos” (…) “En ese proyecto de país el salario sigue siendo el enemigo principal ayer, hoy y mañana. Macri está cumpliendo entonces con el objetivo económico principal: “normalizar” la distribución del ingreso que se había alejado del curso natural dibujado por las élites”.

Durante 2016 el modelo económico macrista generó ganadores y perdedores. En un documento del CEPA (Centro de Economía Política Argentina), se detallan aquellas actividades que obtuvieron pingües ganancias y aquellas que sufrieron severas pérdidas. Los sectores ganadores fueron el complejo agropecuario, los bancos, las eléctricas y las mineras. Sus ganancias se debieron fundamentalmente a la reducción de los costos laborales. Pese a lo expuesto por el oficialismo, las ganancias de estos sectores lejos estuvieron de derramarse hacia el resto de la sociedad. Las empresas poco contribuyeron ya que no solo no contrataron nuevo personal sino que se desprendieron de parte de su plantilla. Los trabajadores que tuvieron la suerte de conservar el trabajo recibieron subas salariales del orden del 30 por ciento, bastante por debajo de una inflación que rondó el 40 por ciento. Los sectores más perjudicados fueron la industria manufacturera y la construcción. Según el CEPA, “El esquema de ganadores y perdedores del 2016 propone una nueva situación estructural. Los sectores que más trabajo aportaron durante los últimos años empiezan a reducir su peso en la economía, y los grupos tradicionales ligados a ventajas comparativas del sector primario se vuelven protagonistas. De no revertir el proceso, tendremos una economía primarizada y con eje en la especulación financiera, escasa transformación industrial y consiguientemente mayor desempleo”. La agricultura, la ganadería, la caza y la silvicultura (actividad primaria) explicaban el 5,7 por ciento del valor agregado bruto en 2015. Al año siguiente, dicha actividad explicó el 7,6 por ciento, lo que implica un aumento de 1,9 puntos porcentuales. “Esto confirma que el campo fue el que consiguió ganar mayor participación en la economía en el primer año de gestión de Mauricio Macri”, destaca el informe. Por su parte, los bancos pasaron de explicar el 4,1 por ciento del valor agregado bruto en 2015 al 4,5 por ciento en 2016, lo que implica un alza del 0,4 por ciento. Por último, las eléctricas lo hicieron del 1,4 al 1,6 por ciento del PBI (alza del 0,2 por ciento) mientras que las mineras del 4,0 por ciento al 4,1 por ciento (alza del 0,1 por ciento). Los autores del documento-Julia Strada, Hernán Letcher, Débora Ascensio y Javier Pérez Ibáñez-sostienen que “Los sectores que consiguieron ganar participación en la economía, medido a través del valor agregado bruto, lo hicieron principalmente por la traslación de ingresos a través del efecto precios. Esto se debe a que la devaluación de diciembre de 2015 logró modificar los precios relativos entre los diferentes sectores de actividad, para generar un nuevo esquema de ramas beneficiadas y desfavorecidas. La liberalización cambiaria y la suba de la tasa de interés significaron además un impacto positivo para el sector financiero”. El documento confirma el fracaso de la teoría del derrame. El campo, el sistema bancario, las eléctricas y las mineras, pese a ser los grandes ganadores durante 2016, lejos estuvieron de promocionar el ingreso de nuevo personal. Por si ese dato no bastara, cabe agregar que entre las cuatro ramas hubo 5483 despidos entre diciembre de 2015 y septiembre de 2016. ¿Dónde está el derrame? Sólo en la imaginación de los economistas ortodoxos. “Las ramas ganadoras”, advierten los autores del documento, “del programa ortodoxo del gobierno se quedaron con parte de los ingresos que anteriormente recibían de otras actividades (construcción e industria manufacturera, en particular). A la vez se apropiaron sensiblemente de los ingresos de los trabajadores en un contexto de retracción productiva”. “La expansión de las actividades beneficiadas por el macrismo no ha redundado en un beneficio para el conjunto de la sociedad, sino que ha significado estrictamente un aumento de la renta extraordinaria apropiada por los grupos tradicionales de poder económico”, agregaron. La industria manufacturera fue la gran perdedora en 2016. Su peso en la economía bajó del 17,4 al 16,4 por ciento, lo que significa una reducción de 0,9 puntos porcentuales. Otro sector muy golpeado fue la construcción que bajó del 5,7 al 4,8 por ciento, lo que implica una pérdida de 0,9 puntos porcentuales. En la industria manufacturera se registraron 21.766 despidos, mientras que en la construcción hubo 45.338 despidos, más que el doble en relación con la industria manufacturera. Según los investigadores la “paralización de la obra pública” es el factor más importante para explicar el flojo desempeño de la construcción. El informe precisa, por último, que los incrementos salariales para el promedio de la economía fueron del 31,7 por ciento, mientras que los precios subieron un 42 por ciento. Emerge en toda su magnitud la pérdida de poder adquisitivo de un importante sector de la sociedad que se vio acompañada por una marcada redistribución regresiva de ingresos (fuente: Federico Kucher, “Ganadores y perdedores de la economía”, Página/12, 8/1/017).

En su edición del 8 de enero, Página/12 publicó un artículo filosófico de José Pablo Feinmann titulado “Un niño sin pesebre”. Dice el autor: “DESTINO. La concepción del destino diferencia a la cultura de Occidente de la oriental. El Oriente concibe el destino como algo ya escrito. Occidente siempre se jactó de la idea de la libertad. No es sencillo narrar esta diferencia. Para el hombre de Occidente la libertad individual debe poder más que el destino” (…) “Lo que se le escamotea (en Oriente) es la libertad individual. En la versión fatalista se presenta a un dios que lo ha escrito todo. Así los hombres no tienen el arduo trabajo de elegir. Pero al no elegir no realizan su libertad. Nunca serán libres, siempre habrá alguien más poderoso que les dictará lo que tienen que hacer. Esto libera de culpa pero hace menos atractiva la vida del ser libre que busca asumirse en los actos del hombre de Occidente. Cuanto más sujeta el destino, más cómodos viven los hombres. Sus acciones serán aceptadas por un dios bondadoso” (…) “DESIERTO. Siempre es llamativo que se haya llamado “Conquista del desierto” a la muerte de los indios de ese territorio a manos de Roca y sus soldados. Si el desierto es la nada, qué es lo que se conquista. ¿Tiene en sí la nada algo para conquistarle? Siempre en las narraciones sobre el desierto alguien muere en las arenas movedizas. Nadie es nada si el desierto se obstina en matarlo. El desierto si es nada no se obstina. Sucede que era necesario darle un talante ético a la recorrida mortal de Roca. ¿Qué conquistó este general? ¿La nada? O tierras muy valiosas para los ganaderos de Buenos Aires y para llevar a cabo la Pampa gringa, que es la diseminación de ingleses por la Patagonia. En manos de los ingleses el desierto se transforma en la civilización capitalista. Aquellos que lo habitaban son la barbarie. Que siempre debe ser conquistada en nombre del progreso. Toda guerra llevada a cabo por el colonialismo busca demostrar que el otro no pertenece a la cultura” (…) “Hoy, por ejemplo, Occidente dice estar luchando por la paz y la democracia en las tierras de Oriente. La democracia huele a petróleo” (…) “LA ANEMIA. Cualquiera se siente débil cuando está anémico, la etimología de anemia nos lleva a la carencia de sangre. La carencia de sangre a la debilidad. La debilidad implica el no deseo de poder. Un pueblo anémico no lucha, se entrega. Un pueblo anémico no elabora un rostro propio. Su soberanía. Un pueblo anémico le teme a su propia imagen, a su propia fuerza. No la puede usar porque no permite apropiársela. Un pueblo anémico es cobarde. Huye de la lucha y busca la paz del sometimiento. Un pueblo anémico lo espera todo de afuera. Teme construir sus propios horizontes y se empeña en demostrar que son imposibles. Algo que le librará del esfuerzo de luchar por ellos. Espera que el deseo de conquistar su libertad, le llegue como una gracia epifánica.

¿Estamos esperando a los Reyes Magos?”

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