Por Hernán Andrés Kruse.-

Más de cien mil personas se adueñaron momentáneamente de la Plaza de Mayo el 30 de marzo para exigir un cambio del rumbo económico. El acto, convocado por ambas CTA y los gremios combativos de la CGT, concluyó un mes signado por las manifestaciones masivas, las protestas y las broncas. En el acto de cierre el secretario general de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, solicitó la unidad del pueblo trabajador para desafiar la ortodoxia del oficialismo y aseguró que la huelga del próximo 6 de abril será un verdadero plebiscito sobre el plan económico del presidente de la nación. Aseguró que después de la medida de fuerza no habrá ningún remanso sino “un plan de acción más aguerrido y más fuerte para demostrar que cuando hasta que el ajuste no se vaya, la lucha sigue”.

Las columnas más numerosas que marcharon por avenida de Mayo fueron aportadas por los gremios docentes. También se hicieron notar los organismos de Derechos Humanos, los movimientos sociales y sectores políticos peronistas y de izquierda. Cuando el acto comenzó la plaza estaba colmada, la igual que buena parte de las diagonales, la avenida de Mayo y la 9 de Julio. En el cierre del acto Yasky exclamó: “vamos a defender la democracia con la convicción que nunca tuvieron ellos, que nunca salieron a la calle a defenderla”. “Vamos a exigir que el mandato presidencial se cumpla hasta el último día, pero eso no significa un cheque en blanco para que destruyan la escuela pública, permitir que sigan despidiendo trabajadores”, arengó. Además, aseguró que las manifestaciones de marzo “pasaron a la historia porque fueron la expresión de que el pueblo argentino está de pie” y que en abril se llevará a cabo un “plan de acción” que tendrá como desenlace una nueva marcha federal a Plaza de Mayo el 1 de mayo. Durante su alocución Yasky expresó que la medida de fuerza del 6 de abril debería “fortalecer” a aquellos que creen que se debe terminar “la luna de miel con un gobierno que usó el diálogo social para poner de rodillas a los trabajadores”. Y agregó: “El paro va a ser el punto máximo del rechazo a las políticas del gobierno de Macri. Un paro que va a ser un plebiscito, que va a ser inapelable, que va a demostrar, de una punta a otra del país, el rechazo a la política del hambre, a la política de la opresión, al encarcelamiento de Milagro Sala, a la flexibilización laboral, a la entrega de nuestras conquistas y al hambre de los jubilados”. Por su parte, el líder de la otra CTA, Pablo Micheli, dijo: “Hasta que caiga este modelo económico no nos van a sacar de la calle”. También aclaró que no tiene “la intención de desestabilizar a nadie” sino que lo que pretende es forzar al Gobierno a cambiar de política económica. Por último, hizo responsable al Gobierno por el trágico hecho que se produjo en la ciudad de San Lorenzo (Santa Fe), protagonizado por un camionero que atropelló un corte de rutas provocando la muerte de una persona (fuente: Nicolás Lantos, “El paro será un plebiscito de rechazo a estas políticas”, Página/12, 31/3/017).

En su edición del 31 de marzo, Página/12 publicó un artículo de Luis Bruschtein titulado “Háganse cargo”. Dice el autor: “ (…) “Los millones de personas que han desfilado contra el Gobierno en las calles del país desde el 6 de marzo, cuando se hizo la primera marcha de los docentes, hasta el acto de ayer de las dos CTA en Plaza de Mayo, están expresando un escenario creado, hasta el mínimo detalle, por la alianza de conservadores radicales y no radicales del PRO: el Gobierno desembolsó fortunas a favor de sectores ricos y les mezquina a los más castigados, les quita bienestar y calidad de vida, les saca remedio a los jubilados, desabastece al hospital público o desarma planes de vivienda popular y ahora se desespera por ponerle un techo del 20 por ciento a las paritarias, pese a que se estima una inflación del 25 por ciento para el año. Pero Cambiemos no asume ninguna responsabilidad. Y niega que existan motivos para la protesta y con cierto cinismo inventa la frase “háganse cargo” destinada a un kirchnerismo que entregó un país sin crisis. Entonces acusa a los manifestantes de la CGT, a los docentes, a las mujeres, a los del 24 de marzo, a los de las dos CTA de ayer y hasta al Indio Solari y los 300 mil picoteros que asistieron a su recital, de golpistas que buscan desgastar a María Eugenia Vidal y Mauricio Macri para que el kirchnerismo vuelva al gobierno. Ni ellos creen en esas acusaciones. Saben que las protestas fueron heterogéneas y que en la política, el campo opositor tiene problemas. Pero se dan cuenta de que el desgaste del Gobierno provocado por sus medidas es mucho más rápido que el tiempo de la oposición para reorganizar una opción de poder real. Es una ecuación inestable que no le conviene a nadie. Los tres oradores se preocuparon por aclarar que no se movilizan para echar al Gobierno, sino para cambiar la política económica”.

“Aunque estemos lejos, yo presa junto a compañeros de mi organización y ustedes en la Plaza de Mayo-dice el comunicado de Milagro Sala que se leyó desde el escenario-hoy nos encontramos resistiendo las políticas de saqueo y de hambre. Ahora somos desestabilizadores y antidemocráticos por estar en las calles. Son unos hipócritas, nuestro pueblo puso el cuerpo en la calle para que tengamos democracia. Son ellos los que aplican el plan económico de Martínez de Hoz”. También lo dijeron Pablo Micheli, el Barba Gutiérrez y Hugo Yasky, los tres oradores del acto: el pueblo fue el que puso la sangre para echar a las dictaduras, “cuando lo que representan muchos de los que están ahora eran los que iban a golpear las puertas de los cuarteles”. Otra vez, el acto de ayer desbordó las expectativas de los organizadores. Había columnas de manifestantes en la Plaza, en las diagonales y en Avenida de Mayo hasta la 9 de Julio. Y es verdad que la cantidad de personas que salieron a protestar durante este mes que culminará el 6 de abril con el paro general de la CGT desgasta al gobierno y desacredita su discurso que se hace menos creíble. Pero la política fulminante del macrismo para desfinanciar al estado, endeudarse y abrir las puertas del país a la crisis mundial generó esa reacción, no hay pesada herencia, sino medidas concretas de un proyecto neoliberal, que además se aplica en un contexto mundial especialmente desfavorable para esas políticas. La destrucción de la economía fue mucho más rápida que en los 90 con el menemismo y la Alianza” (…) “Hasta ahora no hubo actos de los partidos de la oposición. Han sido grupos de la sociedad que responden a la agresión que representan para ellos las medidas económicas. Los partidos tienen tiempos más lentos. El acto de ayer demostró que así como el desgaste del Gobierno se acelera, la respuesta social es más rápida que la de los partidos” (…) “Hay una discusión dentro del movimiento obrero y entre los movimientos sociales, pero su capacidad de respuesta va muy por delante de la de los partidos políticos”.

En su edición del 31 de marzo, La Nación publicó un editorial titulado “Ataques a las instituciones”. Dice el mitrismo: “Aunque pocos lo recuerden, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, en agosto de 1984, el Congreso de la Nación sancionó una ley de defensa de la democracia. Esta norma modificó artículos del Código Penal con el fin de proteger las instituciones de cualquier atentado contra el orden constitucional y la vida democrática. Desde entonces se estableció, de acuerdo con la modificación del artículo 226 de ese código, que serán reprimidos con prisión de cinco a quince años quienes “se alzaren en armas para cambiar la Constitución, deponer alguno de los poderes públicos del gobierno nacional, arrancarle alguna medida o concesión o impedir, aunque sea temporariamente, el libre ejercicio de sus facultades constitucionales o su formación o renovación en los términos y formas legales”. La misma norma añadió al Código Penal el artículo 226 bis, de acuerdo con el cual quien amenazare pública e idóneamente con la comisión de alguna de las conductas previstas en el artículo 226 será reprimido con prisión de uno a cuatro años”.

“Seguramente no hace falta recordar esta norma de memoria para sentir tanto pasmo como indignación frente a ciertas manifestaciones escuchadas el viernes 24 en la Plaza de Mayo. Supuestamente, se trataba de una marcha en repudio a los golpes de Estado, como el acaecido en 1976; sin embargo, allí se pidió a gritos que se vaya el actual presidente de los argentinos. Supuestamente también, era una movilización por la paz y por la vida, pero curiosamente se reivindicó a organizaciones como montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), que sembraron el país de sangre desde mucho antes de que los militares tomaran el poder 41 años atrás y cuando las instituciones de la República estaban en funcionamiento” (…) “durante el acto, escoltada por Aníbal Fernández y Roberto Baradel, la titular de la agrupación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, además de insultar con inusitada vehemencia al presidente Macri, a quien tildó de “dictador”…, convocó a la multitud a desconocer la democracia: “Basta de ser democráticos para ser buenitos. Me cago en los buenos”, enfatizó. Por si eso fuera poco, amenazó con volar la Casa de Gobierno. La escenografía montada en la Plaza de Mayo estaba en línea con esos gravísimos dichos: un grupo de jóvenes montó allí un helicóptero de cartón, que podía aludir al abandono del gobierno por parte del presidente Fernando de la Rúa, en diciembre de 2001, en medio de una crisis política, económica y social” (…).

“A nadie puede extrañar que agiten el fantasma del helicóptero quienes, como Cristina Fernández de Kirchner o Hebe de Bonafini, se hallan emparentadas por causas judiciales como Los Sauces y Sueños Compartidos, vinculadas a asociaciones ilícitas montadas para robarle recursos al estado y beneficiarse a costa del presupuesto nacional. La violencia en el discurso de la dirigente de las Madres de Plaza de Mayo y de seguidores de la ex mandataria buscan desviar la atención de las evidencias jurídicas que las comprometen gravemente” (…) “Hoy, muchos de los que se enriquecieron sin disimulo gracias a un gobierno autoritario e impúdico esgrimen que ese presunto Estado social ha sido desplazado por un Estado represivo. Señalan desvergonzadamente que merced al exacerbado intervencionismo estatal se distribuía mejor la riqueza. Pero sólo se trata de otro relato falaz, que quedó al descubierto cuando el mandato de la ex presidente feneció, con un tercio de habitantes por debajo de la línea de pobreza y con dirigentes y funcionarios que multiplicaron sus fortunas en forma descomunal. Es probable que el gobierno de Macri evalúe que el lenguaje violento es rechazado ampliamente por la sociedad y, definitivamente, no ayuda a la oposición política” (…) “Sin embargo, nada de lo que aconteció en estos actos callejeros debería ser pasado por alto ni ser asumido con naturalidad por la ciudadanía. Mucho menos, por una dirigencia política que, se ubique en el oficialismo o en la oposición democrática, tendría que condenar con firmeza esta brutal ofensiva contra las instituciones y contra la investidura presidencial, ni por fiscales y jueces que deberían releer y aplicar la ley de defensa de la democracia”.

En su edición del 31 de marzo, Clarín publicó un artículo del ex canciller de Alfonsín, Dante Caputo, titulado “No repetir nuestros errores”. Dice el autor: “Con frecuencia los gobiernos, aquí o en otros lados, atribuyen su mala imagen en la sociedad a un problema de comunicación. “Hacemos grandes cosas pero no las sabemos mostrar” es la síntesis de un diagnóstico que corre por los pasillos de los palacios gubernamentales. Es preocupante, cierto, pero deja a salvo la capacidad de los gobernantes: “sabemos gobernar pero no sabemos comunicar”. El paso que suele seguir a esta tranquilizante comprobación es la urgencia en contratar un buen especialista en comunicación e imagen” (…) “Naturalmente el salvador (el especialista en cuestión) no salva nada, con lo que las cosas y sobre todo la percepción ciudadana va de mal en peor. Cae el apoyo, aumenta la debilidad del poder, se reducen los márgenes de maniobra, la política tiene menos eficacia y el herpes de la confusión y la angustia envuelve el cuerpo de los dirigentes del país”.

“Nunca vi funcionar en ningún país latinoamericano la práctica del salvador comunicacional. Siempre fracasó. Pero como nuestros dirigentes son especialmente ignorantes de la historia, repiten y repiten la misma tontería sin saber cómo concluirá. Alfonsín, rara excepción, conocía la historia pero él y nosotros caímos en el mismo error… pero cómo atribuir nuestros problemas a la comunicación y no a la inflación galopante que devoraba los salarios, es un misterio de la psico-política. Una consecuencia de este mal paso de la razón es que se pierde un tiempo precioso para atacar la verdadera causa de la languidez ciudadana. El desvanecimiento del poder de un presidente no es un continuo: se acelera y llega a un punto en el que no hay retorno posible. Por lo general, los observadores extranjeros se dan cuenta más rápidamente que los locales de lo que está sucediendo y de lo que va a pasar” (…) “Si bien esta manera de creer que la culpa es de la comunicación es frecuente, en nuestro país los gobiernos peronistas (por ejemplo las cuatro cabeza de la hidra, Perón, Isabel, Menem o los Kirchner) recurren a otras explicaciones para las multitudes, pero que ellos no lo creen. Es el imperialismo, la Iglesia, la cuarta Internacional o lo que usted guste, nunca es la acción del propio gobierno”.

“En cambio, los no peronistas llegan a creer que su problema es la mala comunicación. Veamos, lector, recorra su experiencia: ¿el problema de la política educativa es la falta de una comunicación apropiada sobre sus metas y métodos? ¿o, simplemente, que estos no existen?. En cuestión de Fuerzas Armadas ¿usted oyó algo? ¿y en Salud Pública? ¿sobre la inflación escuchó o leyó algo sobre cuál es el método para contenerla?. Y sobre la economía, aparte de oír todos los días que si hay inversiones habrá crecimiento, ¿vio alguna explicación clara y concisa?” (…) “El gobierno se engaña si cree que esto es un problema de mala comunicación; es infinitamente más grave: es una cuestión de falta de políticas y de orientación general sobre la Argentina” (…) “Permítaseme señalar que estas críticas las hago pensando en la presunción concreta y aterradora de que si el gobierno sigue así, volverá el kirchnerismo y que si eso pasa sólo espero que Dios nos tome confesados. Por otro lado, es notable que estas preocupaciones sobre la comunicación del gobierno hayan borrado de la pantalla de televisión a todos sus integrantes empezando por Mauricio Macri” (…) “En breve, lector, que nos acercamos a las elecciones de octubre; que si el gobierno pierde, y hoy es una probabilidad cierta, el retorno de los Kirchner y su banda dejará de ser una fantasía. Es impresionante ver que en menos de un año y medio de gobierno, Macri ya devoró dos de las cuatro etapas que suelen vivir los presidentes. La primera, dominada por la irresistible dulzura de la ocupación del poder. La segunda, por la autocomplacencia de creer que uno es el poder, no porque esté allí donde se lo ejerce sino por sus increíbles aptitudes; la tercera y actual, es que los otros no entienden lo que uno sabe, que es irritante explicar lo obvio; y la cuarta: la frustración.

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