Por Luis Américo Illuminati.-

«Contra la estupidez humana, hasta los dioses luchan en vano» (Goethe).

Una de las observaciones que el historiador Carlo M. Cipolla dejó bien plasmada en su ensayo «Las leyes fundamentales de la estupidez humana» se refiere a subestimar el potencial nocivo que conlleva tratar o asociarse con individuos estúpidos, algo que parece difícil de evitar y, peor aún, casi imposible de eliminar de nuestras vidas.

La persona inteligente -dice Cipolla-, sabe que es inteligente. El malvado es consciente de que es un malvado. El incauto anda muy imbuido del sentido de su propia candidez. Pero el estúpido, al contrario que todos estos personajes, no sabe que es estúpido. Y ahí reside el mayor de sus peligros. Esto contribuye poderosamente a dar mayor ímpetu, incidencia y resultado a su inconsciencia devastadora (Microbiología de la estupidez, Jimy Ruiz Vega, 30/10/2018, blog El Fescambre).

Transcribimos dos textos a continuación, uno de Borges y el otro de Lacan, que definirían la repentina corrección política rayana en la estupidez total y absoluta de un sector que pretende hacer caer la ley ómnibus del gobierno de Milei, quien trata de sacar al país de la ciénaga adonde lo llevaron los kirchneristas. Durante cuatro años insufribles, el pollo de Cristina firmó 177 Decretos de Necesidad y Urgencia y nadie hizo nada. Y casi todos -por no decir todos- de cuestionable constitucionalidad. El presidente que más DNU dictó fue Néstor Kirchner: 236; le siguen Carlos Menem con 195; Alberto Fernández, 177, Eduardo Duhalde, 154 y Cristina, 78, cifras escalofriantes. Durante todo ese tiempo la Comisión Bicameral (organismo previsto por el art. 99 inc.3 de la CN para el control de los DNU) estuvo parcialmente congelada, por así decirlo, en el freezer; de vez en cuando aparecía como un holograma o un espectro; sus dictámenes jamás cuestionaron los ukases o bulas kirchneristas. Tampoco recuerdo ninguna catarata de impugnaciones ni acciones de amparo de los juristas que hoy se rasgan las vestiduras cual émulos de Caifás. Y la CGT plácidamente transcurría sus días en el Mar de la Tranquilidad de la Luna. Cabe aclarar que los locos y los estúpidos van en la misma nave, según atestiguan Sebastián Brant y El Bosco.

«El más antiguo de los textos que vislumbra La biblioteca total está en el primer libro de la Metafísica de Aristóteles. Hablo de aquel pasaje que expone la cosmogonía de Leucipo: la formación del mundo por la fortuita conjunción de los átomos. El escritor observa que los átomos que esa conjetura requiere son homogéneos y que sus diferencias proceden de la posición, del orden o de la forma. Para ilustrar esas distinciones añade: A difiere de N por la forma, AN de NA por el orden, Z de N por la posición. En el tratado De la generación y la corrupción, quiere acordar la variedad de las cosas visibles con la simplicidad de los átomos y razona que una tragedia consta de iguales elementos que una comedia -es decir, de las veinticuatro letras del alfabeto. […] Yo he procurado rescatar del olvido un horror subalterno: la vasta biblioteca contradictoria, cuyos desiertos verticales de libros corren el incesante albur de cambiarse en otros y que todo lo afirman, lo niegan y lo confunden como una divinidad que delira.» (Borges: «La Biblioteca total», Revista Sur n° 59 -1939).

«Es precisamente ahí que puede situarse el fantasma que es propiamente el fantasma poético por excelencia, el que obsesionaba a Mallarmé: del Libro absoluto. Es a ese nivel donde las cosas se anudan al nivel del uso, no del puro significante, sino del significante purificado, en tanto que yo digo -y que escribo que yo digo- que el significante está aquí articulado como distinto de todo significado, y veo entonces dibujarse la posibilidad de ese Libro absoluto, del que lo propio sería que englobaría toda la cadena significante, propiamente en esto: que ésta puede no significar ya nada.» (Lacan: Seminario 14).

Si nos fijamos en la portada del libro de Ricardo Moreno Castillo (Madrid, 2018), titulado «Breve tratado sobre la estupidez humana» (Fórcola, 2018), vemos el famoso cuadro de El Bosco que lleva por título «Extracción de la piedra de la locura», una alegoría burlesca y jocosa sobre la estupidez humana, en el que se plasma con suma intencionalidad su poder peligroso y maléfico. La temática del cuadro retrata la creencia de un antiguo dicho holandés que afirmaba que si una persona es estúpida se debe a que tiene incrustada una piedra en la cabeza (Ruiz Vega).

Share