Por Hernán Andrés Kruse.-

La derrota de Daniel Scioli en el balotaje hizo creer a muchos que el kirchnerismo había pasado a ser algo del pasado, nada agradable por cierto. Cristina Kirchner, supusieron, terminaría en poco tiempo tras las rejas por las innumerables causas penales en su contra. Quince meses después la ex presidente está más vigente que nunca. A tal punto que tanto el peronismo como Cambiemos están pendientes de su decisión final respecto a las cruciales elecciones de octubre. ¿Qué decisión tomará Cristina? ¿Se presentará como candidata a senadora nacional por la provincia de Buenos Aires o se retirará de la política? Nadie, salvo la propia Cristina, sabe exactamente qué decisión tomará. Lo que todo el mundo sabe es que su presencia o ausencia en octubre determinará en buena medida el resultado del comicio. Si Cristina no se presenta es muy probable que el kirchnerismo haga una elección muy floja. Ella es la única dirigente de peso de la principal fuerza política de la oposición y la única también de ganarle al oficialismo. Todas las encuestas ubican a la ex presidente en una posición expectante y no sería de extrañar que, si continúa la debacle económica en la que estamos inmersos por obra y gracia de la política económica de Cambiemos, alcance la pole position en la provincia de Buenos Aires. Para Macri ello sería catastrófico porque quedaría al descubierto lo errónea que fue su estrategia de polarizar con la ex presidente para perjudicar a su enemigo íntimo, Sergio Massa.

Que Cristina está más vigente que nunca y que continúa siendo una dirigente absolutamente incontrolable, lo demuestran la editorial publicada por La Nación el 14 de marzo titulado “Cristina Kirchner y su estrategia de victimización” y el artículo de Fernando Laborda publicado en la misma edición y que lleva por título “Cristina Kirchner y las elecciones: entre los fueros y la gloria”.

Dice el mitrismo: “Según un viejo proverbio, un ladrón piensa que todos son de su misma condición. Alguien podría pensar que, acostumbrada como ha estado a urdir maniobras persecutorias contra quienes osaban contradecirla y objetar su gestión presidencial, Cristina Fernández de Kirchner está convencida de que es una “perseguida política”, como lo viene manifestando cada vez que debe presentarse ante los tribunales para enfrentar las múltiples demandas judiciales en su contra. Sin embargo, no es más que una pose o una simple estrategia para politizar casos judiciales ante los cuales no encuentra mayores argumentos jurídicos para demostrar su inocencia. La ex presidente, al denunciar una “persecución política y mediática sin precedente” en su contra, está actuando con un cinismo y una hipocresía evidentes. No es ella la más indicada para hablar de persecuciones cuando desde su gobierno se ocupó de perseguir y someter al escarnio público a empresarios que se animaron a objetar con respeto la política económica; a economistas y encuestadores que dieron a conocer estudios sobre la evolución de los precios o de los índices de pobreza que diferían de las alegres estadísticas del Indec oportunamente intervenido por Guillermo Moreno; a periodistas que denunciaron los actos de corrupción de la era kirchnerista o que simplemente expresaron sus disidencias con su gestión; a jueces que se resistieron a ver coartada su independencia por el poder político; a dirigentes políticos que por entonces representaban a la oposición, y hasta al propio Jorge Bergoglio antes de ser consagrado Papa” (…).

“Cabe recordar que la ex presidente está acusada en esta causa (Los Sauces) de asociación ilícita, lavado de activos y negociaciones incompatibles con la función pública. A esto hay que sumar otros procesos judiciales promovidos en su contra por los presuntos delitos de defraudación contra la administración pública, enriquecimiento ilícito, incumplimiento de los deberes de funcionario público y hasta traición a la patria. Frente a acusaciones de tamaña gravedad, la ex mandataria parecería creer que su mejor defensa es ampararse en el supuesto progresismo de su gestión presidencial” (…) “Es, por cierto, una maniobra distractiva más de la ex presidente, ante las abrumadoras pruebas que la vinculan con la corrupción política. En lugar de apelar a esas jugarretas, debería explicarles a la Justicia y a la sociedad argentina, entre tantas cosas, por qué las empresas de las que participaba junto con su familia tenían tan fuertes vinculaciones con contratistas de obra pública del Estado” (…) “Si Cristina Kirchner pretende hacerle creer a la ciudadanía que está siendo perseguida política y mediáticamente por su compromiso con los más humildes, su primer deber sería exhibir manos limpias y un elemental respeto por la Justicia y por normas de ética en la función pública que nunca mostró. De lo contrario, cualquier alegato moral no puede significar más que un desesperado intento por lavar un oscuro prontuario”.

Por su parte, Laborda expresa: “Uno de los interrogantes que aumenta la incertidumbre en este año electoral es el papel que jugará Cristina Kirchner en los próximos comicios. La mayoría de los dirigentes apuestan a que será candidata a un cargo electivo, pero hoy es absolutamente prematuro pronosticar si se postulará en la provincia de Buenos Aires, donde nació, o en Santa Cruz, donde tiene su residencia permanente” (…) “La primera disyuntiva que enfrenta Cristina Kirchner es si le conviene presentarse en estas elecciones. La mayoría de los analistas estima que debería participar de la competencia. Quedarse en casa implicaría el fin de su carrera política y la posibilidad de terminar presa. En cambio, si accediera a una banca de senadora o diputada, la Justicia requeriría de la aprobación del cuerpo legislativo en el que eventualmente se encontrara para poder detenerla. El actual régimen de inmunidades para legisladores establece que en el caso de que la Justicia disponga el arresto del funcionario, éste no se hará efectivo hasta tanto el legislador no sea separado de su cargo” (…).

“Queda claro que, en el marco de su delicada situación judicial, en la que está sometida a diversas demandas por asociación ilícita, lavado de dinero y negociaciones incompatibles con la función pública, entre otras cuestiones, a Cristina Kirchner le convendría gozar de fueros parlamentarios. Su eventual detención resultaría mucho más dificultosa en el supuesto caso de que el kirchnerismo conservara o aumentara su caudal de bancas legislativas” (…) “Si está fuera de discusión que a Cristina Kirchner le convendría volver a ocupar una banca parlamentaria, el dilema es por cuál volver a optar. Las alternativas serían postularse para senadora o diputada nacional por la provincia de Buenos Aires, o bien para senadora o diputada por Santa Cruz. De todas esas alternativas, la más riesgosa es disputar una de las tres bancas de senadores bonaerenses, por cuanto si su fuerza política quedase tercera, detrás de Cambiemos y del Frente Renovador de Sergio Massa y Margarita Stolbizer, Cristina se quedaría con las manos vacías y en el peor de los mundos. En cualquiera de las otras opciones, en cambio, tendría prácticamente asegurado el acceso a una banca. Claro que si las encuestas la favorecen y se siente confiada, Cristina podría buscar una senaduría por Buenos Aires, con el sueño de recobrar su brillo-electoralmente hablando-y debilitar al gobierno de Macri. Sin embargo, puede no ser tan sencillo, ya que antes debería enfrentar en las primarias abiertas simultáneas y obligatorias de agosto a los sectores del peronismo bonaerense que no la quieren, empezando por Florencio Randazzo. Y nadie puede descartar que buena parte del electorado, incluyendo a quienes no están alineados con el peronismo, se proponga hundir a la ex presidente en esa elección” (…) “Así las cosas, lo más factible es que la ex mandataria argentina acosada por la Justicia se tome su tiempo y aguarde hasta último momento, quizás hasta fines de junio, poco antes de que venza el plazo para presentar listas en las PASO, para tomar una decisión. Una cuestión que seguramente desesperará a muchos dirigentes del peronismo y de otras fuerzas políticas para quienes su estrategia electoral está condicionada por los movimientos de Cristina”.

En su edición del 13 de marzo, Página/12 publicó un artículo de Jorge Alemán titulado “La pregunta por el comunismo”. Dice el autor: “La palabra comunismo ha vuelto a ingresar en la escena teórica de distintos pensadores, que podríamos designar como “radicales”. En todos ellos encontramos un rasgo similar que insiste de distintos modos: la cada vez más evidente incompatibilidad entre el Poder del Capital y la organización democrática de la sociedad. Por supuesto, no es demasiado difícil aceptar que el Capital siempre intenta presentarse bajo la forma de, como dirían los franceses, un “semblante” democrático” (…) “Desde esta lógica, lo que plantea Badiou, a veces Zizek y a veces los comunistas italianos, es separarse radicalmente de la forma Estado y destruir el semblante parlamentario, electoral y del Estado de Derecho que encubre al Capitalismo en su poder imperial. Por esta pendiente, una política “anticapitalista” exigiría destruir lo que Badiou denomina el “capital-parlamentarismo”, verdadera coartada del Capital y auténtico obstáculo para cualquier lógica política con vocación emancipatoria”.

“Algunos marxistas, cuando apelan a la lucha de clases, pretenden dar a entender que con esto se nombra la posición más “radical”, la “más a la izquierda”. Sin embargo, ¿no merece el término en cuestión ser vuelto a indagar?, ¿no sería conveniente volverlo a indagar desde la perspectiva de nuestra contemporaneidad” (…) “este interrogante demanda una aclaración de entrada: nuestro punto de partida es que primero está siempre el antagonismo, de un modo estructural y constitutivo y luego lo social, que se organiza alrededor del mismo. No existe una sociedad que primero haya sido armónica, neutral o con algún conflicto que otro o alguna anomalía a resolver” (…) “En el capitalismo, uno de los antagonismos más importantes es el formulado por Marx, el que se gesta entre el capital y la renta de trabajo. Sin duda, la plusvalía sigue siendo el aspecto fundamental del Capitalismo, pero su apropiación ya no sólo se circunscribe a la forma Capital-Trabajo. Existen millones de seres humanos que no trabajarán nunca, desempleados estructurales, trabajadores en negro, nuevos esclavos, trabajadores nómadas, clandestinos, etc. En todos los casos, es un hecho que la apropiación de plusvalía, por distintas vías, se realiza como tal”.

“¿Se puede unificar todo este campo bajo el concepto de lucha de clases?” (…) “¿Puede un verdadero materialista seguir pensando de este modo? Sólo se explica si se quiere a toda costa, se le reconozca o no, mantener el espejismo moderno del progreso en la historia. Para ello, es necesario dotar a la llamada lucha de clases de un poder que nunca se confirma, salvo cuando un antagonismo sea habitado por la “parte que no tiene parte” en la vida institucional o social y logre alcanzar la forma de una organización colectiva” (…) “dar por constituida de entrada a la lucha de clases y otorgarle una dinámica inmanente y sin mediación política alguna, que va a ser capaz de desconfigurar al Capitalismo en su funcionamiento hiperconectado y homogéneo, es un error teórico y político. Por esto, es muy importante, para cualquier intento de renovación del marxismo o del materialismo emancipador, establecer que no existe una relación “necesaria” entre la explotación (incluyendo los diferentes modos de extracción de plusvalía) y la emergencia de un sujeto histórico, que dirija la salida del capitalismo” (…).

“La lucha de clases en su versión esencialista ha contribuido a consolidar ese fantasma de la complementariedad y reciprocidad que asegura que entre los explotadores y los explotados existe una relación “dialéctica” que en algún momento quedará superada” (…) “Solo construyendo un suplemento político que desconecte las relaciones distribuidas por el mercado, puede surgir el deseo de no seguir siendo explotado y darle una inscripción simbólica a ese Deseo. En suma, no basta con ser explotado, hay que poder desear dejar de serlo y esto no viene garantizado por ningún automatismo histórico. Ese deseo no surge de ninguna dinámica interna al capitalismo, ni de ninguna relación dialéctica de la lucha de clases. Surge del sujeto, porque él mismo, desde su primera inscripción simbólica, está constituido de un modo antagónico. Ese sujeto que surge siempre fracturado y en falta, porque lo constituye un lenguaje que, sin embargo, nunca lo nombra del todo. Es en este “uno por uno” del sujeto irreductible a cualquier determinación que lo pretenda agotar en una definición excluyente, donde puede surgir la voluntad colectiva de querer otra cosa que lo que el poder del Capital propone para su vida” (…) “para establecer las condiciones de ese comunismo, que como indican correctamente estos pensadores, no advendría como resultado de ninguna ley histórica, ¿qué tipo de prácticas políticas deberían surgir y en qué estilo de confrontación deberían plantearse las mismas? ¿Cómo se destruiría el falso semblante del “capital-parlamentarismo”? ¿Qué tipo de guerra habría que asumir y qué tipo de violencia sería necesario afrontar para la supuesta ocupación de los lugares de lo “Común” por fuera del Estado?”

“Badiou, uno de los defensores más lúcidos de la llamada “hipótesis comunista”, lo dice con todas las palabras que corresponden a esta idea: se trata de destruir al Estado para, por fin, acceder a lo real del Capital. Sin duda, en este esquema de pensamiento, aunque se haya renunciado al sentido finalístico de la historia, aún permanece la idea de la ruptura absoluta del lenguaje de la Revolución. Por último, quienes estarían de nuevo dispuestos al sacrificio heroico para lograr lo que Pasolini llamó en su día una “religión verídica” ¿qué precio tendrían que pagar por hacer renacer de las cenizas de la Historia la experiencia comunista? Si no se habla de esto y se condena cualquier experiencia que se introduzca en el barro “populista” del estado, como insuficiente, que además, por razones estructurales siempre lo es la formulación de la hipótesis comunista, se mantiene aún en el campo de la especulación filosófica. Pero admitamos las buenas intenciones, aún insistentes en estos pensadores, sobre la condición humana, en una época donde su espectro apocalíptico planea con más fuerza que nunca”.

Cuatro de cada diez funcionarios jerárquicos del macrismo ocuparon previamente un puesto gerencial en el ámbito privado, con lo cual aumentan geométricamente las posibilidades de que se produzcan conflictos de intereses. Según el Observatorio de las Elites Argentinas (Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín), 114 ejecutivos de las compañías y estudios de abogados más importantes del país detentan uno de los 367 cargos (de ministro, secretario y subsecretario) que constituyen la nueva estructura del Estado. Si bien en las anteriores administraciones de la restauración de la democracia hubo empresarios que formaron parte de gabinetes nacionales, el gobierno de Macri asombra por la cantidad y calidad de los miembros del mundo corporativo que colaboran con el presidente. Para las coordinadoras de la investigación Ana Castellani y Paula Canelo, es muy importante tener en consideración lo siguiente: a) “el sesgo antiestatal, antipolítico y promercado que impregna la ideología de los CEO y gerentes”; b) “las lealtades que traen al seno del Estado y del gobierno quienes desarrollaron sus trayectorias en el sector privado, aumentando la probabilidad de conflictos de intereses y la permeabilidad a las presiones de los actores económicos”; c) “las dificultades para cohesionar un cuerpo de funcionarios caracterizado por compromisos políticos débiles”, y d) “la extrapolación de criterios organizacionales propios del management a la administración pública”. Desde que Mauricio Macri asumió el 10 de diciembre de 2015, los conflictos de intereses constituyen su nota distintiva. En este sentido, el caso del ministro de Energía constituye el emblema del macrismo. Aranguren tiene como misión principal la definición del precio de los combustibles y otras variables muy importantes para la actividad donde, ¡oh casualidad!, posee intereses económicos ya que durante mucho tiempo fue presidente de Shell. Para evitarle a Macri mayores dolores de cabeza decidió el año pasado vender sus acciones. Mientras tanto, el diputado K Rodolfo Tailhade solicitó a la Justicia que proceda a investigar a Mario Quintana (vicejefe de Gabinete) por supuestas irregularidades en el proceso de asignación de rutas a la firma Flybondi. Su fundador, Richard Guy Gluzman, aparece junto a Quintana en varias sociedades (fuente: “Penetración corporativa”, Página/12, 14/3/017).

El Centro de Estudios de la Ciudad de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA (CEC) acaba de dar a conocer un informe cuyos resultados revelaron que durante los gobiernos kirchneristas (2003-2015) un 47 por ciento de la población dejó de ser pobre, mientras que un 72,7 por ciento dejó de ser indigente. Esta tendencia se revirtió, lamentablemente, a partir del ascenso al poder de Cambiemos. El informe propone efectuar una comparación de porcentajes de pobres e indigentes medidos con diferentes indicadores. Se lee en el texto: “Concretamente, el 26,9 por ciento de personas pobres informadas por el Indec para el segundo semestre de 2006 no es en modo alguno comparable con el 32,1 por ciento de personas pobres informadas por el organismo para el segundo trimestre de 2016”. Por otro lado, el informe procura lograr un elemento que haga factible analizar la progresión de la pobreza a lo largo del tiempo. “Todos los indicadores presentados por el Indec han sido “llevados hacia atrás” lo que permite ahora efectuar comparaciones y, de esa forma, lograr apreciar “la película” y no la “foto”, es decir, analizar el “de dónde venimos” antes que el “dónde estamos”. El trabajo sostiene que “los resultados muestran importantes reducciones de la pobreza y, muy especialmente, la indigencia, tanto en hogares como en personas para el período 2003-2015”. En el segundo cuatrimestre de 2003 (comienzo de la presidencia de Néstor Kirchner) el 49,8 por ciento de los hogares y el 59,4 por ciento de las personas formaban parte del mundo de la pobreza. Durante la segunda presidencia de Cristina Kirchner esos porcentajes se redujeron a 23,3 por ciento y 31,5 por ciento, respectivamente. Según el informe, “luego de un aumento en 2004, se observa una caída sistemática de la pobreza (tanto en hogares como en personas) hasta 2013”. “En 2014, la pobreza vuelve a incrementarse para volver a reducirse en 2015 aunque no lo suficiente como para recuperar los niveles de 2013, el punto más bajo del período considerado”. Respeto a la indigencia, señala que “se redujo, entre 2003 y 2015, un 72,3 por ciento en hogares y un 72,7 por ciento en personas”. Tal reducción, agrega, es “sistemática hasta 2010” y luego vuelve a disminuir hasta 2014. Desde que llegó Macri a la Rosada, “se ha incrementado nuevamente la indigencia y la pobreza en personas” (con 32,3 por ciento y 6,3 por ciento respectivamente para cada categoría). El CEC destaca que “la erradicación de la pobreza debe ser sino el principal al menos uno de los objetivos centrales de la política económica” y que para alcanzar ese objetivo es “preciso transcender la discusión acerca de cuántos pobres hay para pasar a discutir políticas para solucionar el problema” (fuente: “Para mirar la película y no sólo la foto”, Página/12, 14/3/017).

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