Por Carlos Andrés Ortiz.-

Durante el neoliberalismo desenfrenado y destructivamente antinacional, que padecimos a partir del nefasto proceso, continuado en los sucesivos gobiernos civiles, que nos llevaron a los empujones a la crisis terminal de 2001/2002, una de las operaciones más burdas, carentes de toda lógica y perjudicial para el Estado Nacional, fue concesionar casi todo el parque de generación hidroeléctrica, que fuera muy bien construido y muy bien operado y mantenido por el propio Estado Nacional o por entes creados ad hoc, como lo era Hidronor (Hidroeléctrica Nord Patagónica), ente estatal que operaba eficientemente la mayor concentración de grandes usinas hidroeléctricas.

Las hidroeléctricas concesionadas estaban en tan buen estado operativo, que esa constatación mereció una positiva expresión de uno de los CEOs de los consorcios extranjeros beneficiados con las concesiones. Seguramente ese ejecutivo extranjero creía la repetida mentira -mantra del “credo” liberal- que denigra todo lo estatal.

Esa intencionalmente errada política de concesiones de hidroeléctricas significó que, por largas tres décadas, básicamente se les estuvo pagando a los concesionarios para que suban o bajen las palancas de controles, con escasísimas o nulas inversiones y muy bajos costos operativos, de grandes hidroeléctricas, las que habían sido financiadas y construidas por argentinos, básicamente por Nuestro Estado Nacional.

Se está pagando por un servicio que bien puede y debe ser hecho por el propio Estado Argentino. Una más de tantas aberraciones perpetradas por los apátridas al servicio del nefasto neoliberalismo, que tanta miseria y destrucción trajo como consecuencia.

Los neoliberales, en su momento comandados por Cavallo y su “hombre clave en Energía”, el personero de la norteamericana Enron Carlos Bastos, pretendieron sin motivo lógico alguno, que también Salto Grande y Yacyretá fueran privatizadas; lo cual afortunadamente no pudieron perpetrar, por ser hidroeléctricas binacionales.

Es de recordar que Enron pretendía manejar todos los sistemas de transmisión de Sudamérica, pretensión nefasta que afortunadamente quedó trunca, al quebrar esa empresa con motivo de la gran crisis eléctrica que soportó California, muy volcada a las falsas “grandes soluciones” de las “energías renovables”.

Ahora que las concesiones están a punto de vencer, los que ofician de personeros y “voceros calificados” de los intereses antinacionales, -o si se prefiere, constantes denigradores de los Intereses Nacionales-, salen a presionar para que se vuelvan a concesionar estas estratégicas usinas hidroeléctricas, repitiendo amañadas y falsas consignas, como la de la supuesta crónica “ineficiencia del Estado”, tal como les marcan los poderosos factores de poder, a los que esos “voceros calificados” sirven de dóciles claques y factores de choque, con “chapas de intelectuales”.

Como lo hacen en forma recurrente, los Exsecretarios de Energía, autodenominados “de la democracia”, que más bien cabe denominar como Los 8 Exsecretarios de Energía de la Partidocracia Cleptocrática (denominación con ribetes sociológicos para definir los gobiernos neoliberales del alfonsinato, el menemato y el delarruato, continuadores directos del nefasto “proceso”) salen a la opinión pública a presionar para favorecer la implantación de medidas energéticas afines al pernicioso neoliberalismo, que tanto daño nos hizo.

Algunas de esas concesiones están por vencer, y son muy firmes las voces que se levantan para que de ningún modo se renueven dichas concesiones, y que esas importantes usinas hidroeléctricas sean manejadas por el Estado Nacional, o en su defecto, por los Estados Provinciales en los que se asientan esas estratégicas obras de infraestructura energética.

Es algo similar a lo perpetrado en aquellos nefastos años, con la concesión de la mal llamada Hidrovía Paraná-Paraguay, contra cuya prolongación se alzaron muchas voces identificadas con el Pensamiento Nacional. Hidrovía que caprichosa y maliciosamente había excluido a Misiones y todo el tramo argentino – paraguayo del Alto Paraná…pero este ya es otro tema, en buena parte revertido con la utilización del nuevo Puerto de Posadas.

Con relación a los recurrentes opinantes-presionadores neoliberales del grupo de Exsecretarios de Energía, corresponde citar brevemente algunos de sus claros antecedentes contrarios al Interés Nacional y constantes opositores al desarrollo nuclear e hidroeléctrico de Argentina.

Federico Bernal, especialista energético de clara Mentalidad Nacional, desde OETEC, desnudó el accionar marcadamente privatista neoliberal (o sea antinacional), de los 8 Exsecretarios de Energía (en adelante “los 8 ex”), de cuyas claras objeciones cabe mencionar acá algunas de ellas.

“Los 8 ex” operaron como asesores del exministro de Energía del macrismo, J.J. Aranguren, de quien son de recordar sus brutales tarifazos y algunas poco transparentes operaciones de compras de hidrocarburos en beneficio de Shell, transnacional británica de la cual Aranguren fue alto ejecutivo y poseedor de acciones. Además, se paralizó sin motivo válido alguno, la empezada cuarta central nuclear Atucha 3, al igual que las dos hidroeléctricas patagónicas, y se cerró la estratégica Planta Industrial de Agua Pesada (insumo imprescindible para nuestras centrales nucleares), paralizándose además la construcción del GasNEA, y frenándose las imprescindibles tareas de mantenimiento del Sistema Interconectado, lo que causó el mega apagón nacional, que también afectó parcialmente a Paraguay, Uruguay y Brasil.

En los cuatro años de reedición neoliberal del macrismo (con el cual coincidieron “los 8 Ex”), las inversiones en infraestructura eléctrica fueron casi inexistentes, al contrario de lo concretado en el precedente gobierno peronista 2003-2015.

Jorge Lapeña fue el alto funcionario energético y asesor principal de Alfonsín, que indudablemente sugirió la paralización total de los planes de construcción de Atucha 2 y otras líneas de trabajo del Sector Nuclear, además de congelar totalmente las vacantes, en la Comisión Nacional de Energía Atómica, frenando irracionalmente (o más bien con marcado antipatriotismo) todo el accionar del estratégico Sector Nuclear Argentino. Y eso se hizo después que Alfonsín fuera formalmente notificado que Argentina había logrado el total dominio tecnológico de la producción de los combustibles nucleares. Ese acto, motivado por la ignorancia y/o cobardía de Alfonsín, que frenó por 22 años el accionar de la CNEA, fue evidentemente sugerido por Lapeña, muy vinculado con el sector de los hidrocarburos y sutil o claramente opuesto a las energías nuclear e hidroeléctrica.

Daniel Montamat, que también ocupó altos cargos oficiales del Sector Energético, entre otras acciones de claro tinte antinacional, fue testigo en contra de Argentina, en un juicio tramitado ante el CIADI, habiendo sido claro promotor de la extranjerización de YPF.

Emilio Apud fue Secretario de Energía de Alfonsín, cuando tuvimos una descomunal crisis del Sector Eléctrico, ante lo cual se mostró impotente para implementar una rápida solución y las rectificaciones que eran claramente necesarias ante el descalabro generalizado del sector, careciente crónico de inversiones estratégicas.

Similares pésimos antecedentes son los que tienen los otros que componen el grupo de “los 8 Ex”, lo que en mérito a la brevedad no se expondrá acá.

Pero para quienes quieran profundizar en el tema, el OETEC, dirigido por Federico Bernal, publicó artículos muy bien fundamentados.

Claramente, “los 8 Ex” carecen de toda autoridad moral para asumir el rol autoasumido de “grandes referentes” del Sector Energético, siendo claro que sí son, en cambio, activos promotores de la extranjerización y privatización a ultranza de todo el muy estratégico Sector Energético Argentino. Solamente el claro fuerte respaldo de los medios de comunicación concentrados, puede dar crédito al impresentable rol de personeros de la antipatria, de “los 8 Ex” y otros sesgados opinadores con chapa de supuestos impolutos expertos, de pretendidos irrefutables veredictos, que no son más que acciones al servicio del establishment marcadamente antinacional, que nos quiere atados al subdesarrollo crónico.

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