Por Luis Orea Campos.-

Como diría Inodoro Pereyra, parece cosa de mandinga, pero en este país el tiempo no pasa. En julio de 2011 -hace diez años- en esta columna publicamos una nota con el mismo título que empezaba así: “Si no fuera una muestra de la trágica confusión social, el desorden imperante en el contexto político que enmarca el trámite de las elecciones internas abiertas sería sumamente cómico”

“Se da una paradoja tan desopilante que si viviera Tato Bores sería un “bocatto di cardinali” para un guionista ingenioso: el kirchnerismo le hace la campaña a la oposición y la oposición le hace la campaña al kirchnerismo”.

“Ambos son tan torpes y miopes que el proceso electoral parece una carrera de ciegos que haría desternillarse de risa a la tribuna. Ejemplos: Binner le abre la puerta caballerosamente a la viuda para que al mejor estilo Tita Merello le diga en su casa y en la cara que es un inútil total, arrogándose de paso el crédito de una obra… que hizo la Provincia de Santa Fe!!”

“La señora H2cero por su parte no se priva de citar cifras amañadas para cimentar su campaña “encubierta” logrando la hazaña inédita de que medio millón de televidentes cambien de canal al mismo tiempo. Para el Guinness”.

Teniendo en cuenta que así y todo ganó esas elecciones con el 54% no es para nada raro que repita el libreto que le dio tamaña satisfacción porque total, la cosecha de boludos nunca se acaba como dijo la sabia mamá de Randazzo.

Es cierto que en esta oportunidad algunos cambios hay, pero los aspirantes a representar al pueblo de la nación (según reza la CN art. 45) vuelven a competir fragorosamente por el primer premio a la “estrategia” más ridícula. Desde Milei lanzando improperios como si fueran proyectiles de fuego griego hasta la Santileta -que suena a “pantaleta”, como llaman los yanquis a las bombachas femeninas y recuerda al “subtrenmetrocleta”- pasando por las fantasías sexuales explícitas de la candidata de Alberto y la pésima habilidad histriónica de Mariu Vidal tratando de seducir al electorado juvenil por TV -para no mencionar al neurólogo que vende pociones mágicas de futurismo- la campaña se parece mucho más a un desfile carnavalesco poblado de alegre mascaritas que gritan al pasar que a una sana competencia electoral.

Los publicistas idean -es un decir- eslóganes aptos que parecen diseñados para captar el voto de disminuidos mentales que no tienen la menor idea de lo que está pasando en la Argentina, quizás porque eso es lo que piensan, al igual que los candidatos, de los integrantes de la masa etaria que según los registros electorales tiene capacidad para volcar la balanza el próximo domingo.

El artículo en cuestión terminaba así “En resumen, como era de esperar este proceso “electoral” tan alocado, hijo de una ley idiota, tiene a todo el mundillo político y judicial bailando una pieza que nadie entiende interpretada a toda orquesta por Les Luthiers mientras el escenario se viene abajo frente a un público que tampoco comprende muy bien el sentido de una elección donde no se elige a nadie, que cuesta millonadas, mientras los pobres de Tartagal, Salta, se manifiestan en la Avenida 9 de Julio muertos de hambre y de frío para pedir que la presidente de todos los argentinos cumpla las promesas que les hizo cuando en ese lugar descubrió, sorprendida, que existía algo llamado pobreza en esta Argentina tan rica”.

Como es innecesario destacar, hay algunos pequeños detalles que hacen la diferencia con aquella época a la que la arquitecta egipcia invita glamorosamente a regresar, como por ejemplo las decenas de miles de muertes -que se podían haber evitado con un gobierno guiado por la sensatez y no por cavernarios delirios ideológicos y truculentas especulaciones electoralistas- a las que se suman los millones de ex clase media caídos a la pobreza que afecta a casi la mitad de un país que, sentado sobre un polvorín económico que se sabe que estallará pero no cuando, sigue perplejo pero con indiferencia las morisquetas y cabriolas de personajes dantescos que prometen con seriedad impostada cosas que saben imposibles de cumplir pero que son parte del camelo indispensable para seguir cursando la carrera de “representantes” en la locademia electoral.

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