Por Luis Orea Campos.-

Cuando se escucha o lee a opinólogos, periodistas, politólogos y demás integrantes de esa fauna de charlatanes de feria pronosticar que el próximo gobierno deberá tomar todas las medidas necesarias para enmarcar la gestión en los primeros cien días Mike Pichetto, el político no sólo más experimentado sino más criterioso de estos tiempos, debe matarse de risa.

Para que tal panacea tuviera la más mínima posibilidad de éxito, los aspirantes a hacerse cargo del pandemonium que será en ese momento el país para empezar deberían tener redactadas ya hoy (en borrador) las designaciones de los ministros, secretarios, titulares de empresas del Estado, organismos autárquicos, bancos y demás entes que componen el entramado estatal.

También los proyectos de ley de reforma de la ley de ministerios, de las leyes laborales y sindicales, del régimen tributario, del régimen previsional, del Consejo de la Magistratura, del Banco Central, de Obras Públicas, de Responsabilidad Fiscal, de Educación Superior, de Desarrollo Social, de Seguridad Interior y todos los decretos vinculados a esas normativas.

Obvio, luego hay que hacerlos pasar por el Congreso y en caso de tener éxito adecuar los mecanismos burocráticos para poner esas reformas en marcha, todo con el esotérico presupuesto que en el mejor de los casos ya aprobaron los delirantes kirchneristas en el octubre anterior para atarle las manos al próximo gobierno y asegurar la detonación del artefacto económico que trabajosamente está construyendo el aprendiz de brujo que conduce el ministerio del ramo. Y por supuesto tener previsto un plan para enfrentar los compromisos financieros y las exigencias del FMI en medio de las marchas fogoneadas por el kirchnerismo.

Deberían tener elaborados ahora mismo los planes para reducir el narcotráfico (eliminarlo ni soñar), controlar la depredación de la riqueza pesquera del sur, paliar los efectos del cambio climático, restaurar la estructura del Poder Judicial, cubrir las 250 vacantes de jueces federales, mejorar la estructura vial, licitar el control operativo de la Hidrovía, modernizar el ejército y los organismos de seguridad y encarar demás tareas pendientes que deja el gobierno actual sólo preocupado por dañar la imagen de la Corte Suprema.

¿Dónde está el ejército de juristas, economistas, administrativistas y demás técnicos que se encargará de consumar la hazaña de los cien días que pregona con insoportable levedad gente que sufre una confusión temporoespacial y cree vivir en un país organizado que soportará estoicamente las profundas reformas que prometen algunos dirigentes a ser realizadas con el superpoblado e ineficiente aparato estatal infectado de kirchnerismo endémico.

Así fue como generando expectativas irreales el gobierno de Cambiemos cavó su propia fosa ayudado generosamente por cierto periodismo pautacostumbrado y allanó el camino para el regreso de los trogloditas que –paradojas de la vida– no causó más desastres debido a la pandemia que puso en pausa al país y al mundo.

Quizás algún día estos habladores y escribidores de fantasías políticas aterricen y se den cuenta de que el próximo gobierno no solamente no podrá hacer gran cosa en los primeros cien días sino que además se enfrenta en su gestión al desafío de correr el Dakar con un Citroen Mehari… y ganarlo.

Como dijo alguna vez sabiamente el escritor Salman Rushdie “En mi opinión, cuando una persona tiene acceso a toda la información de que dispone el gobierno, sus opiniones cambian. De repente se da cuenta de que el mundo es real”.

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