Por José M. García Rozado.-
Tuvo la elasticidad para desdoblarse en tres en su hora de discurso con el cual dejó inauguradas las sesiones ordinarias del Congreso. En el tramo más prolongado cumplió con la formalidad que cabe a todos los mandatarios: hizo un repaso, sobre los logros de la gestión de 15 meses y las expectativas a futuro con una amplia dosis de arbitrariedad. En los momentos restantes aguijoneó sin sobrepasarse a la oposición kirchnerista y clausuró el mensaje con una ardorosa e improvisada invocación de “fe, esperanza y amor” para arrancar de la postración a la Argentina. Pareció extraída de los papeles fundacionales del PRO, con las huellas de Jaime Durán Barba. O también, por qué no, de algún texto religioso.
Aunque esos dos últimos -aguijonear al kirchnerismo y un falso mensaje de “fe, esperanza y amor (?)” (que no se condice con las grietas que nuevamente se generan en la sociedad argentina)- resultaron los desarrollos más acotados del Presidente, también fueron los que parecieron darle un sentido político adicional a su presencia en el Congreso. Macri dijo días atrás que la protesta de la CGT prevista para el martes próximo tendría su origen sólo en un anticipo de la campaña electoral. El ingeniero, por lo visto y escuchado, habría recogido ese guante. Macri fue cuidadoso con el repaso del primer año económico. Una prevención que, de alguna manera, descolocó a la oposición. En ese campo, sobre todo el kirchnerismo, pensaba hacer sentir su rechazo. Apenas existió una mención a la tendencia de la baja inflacionaria. “En equilibrio muy inestable”. Mucho bombo, por otro lado, con la iniciación de obras públicas. “El pavimento y el metrobus serían, por ahora, las únicas constataciones fehacientes”.
Acerca de los brotes verdes, que nacieron y se marchitaron en el segundo semestre, el Presidente prefirió no abundar. Sostuvo que la economía crecerá en el 2017. “Pero esos pronósticos han perdido valor”. Vienen fallando desde diciembre del 2015. Macri se afincó para otorgarle credibilidad a sus palabras en la progresión de las cifras del campo. Las cosechas récord que se aguardan “aunque solo en el gobierno y no en los productores que bajan las cifras presidenciales a valores mucho más creíbles”, por ejemplo, para el trigo y el maíz. Se detuvo en algunas zonas productivas de Santa Fe con la intención de proyectarlas, quizás, como íconos posibles de un crecimiento global. Pero la realidad del campo no ha sido durante el primer año de macrismo la realidad vivida en las ciudades, donde habita casi el 70% de la población. Un dato estadístico sería revelador de aquel desacople: durante el 2016 la economía de Santa Fe creció un 1.5% contra una caída de más de 2% en el orden nacional. En esa misma región sobresalen los contrastes: el optimismo del interior santafecino se replica con forma de pesadumbre en Rosario, o en los productores lecheros de esa misma provincia.
Isaac Rudnick escribe al respecto del mensaje del 1º de marzo: “El Presidente Mauricio Macri tomó una parte importante de su alocución de apertura de sesiones del parlamento, para analizar el curso de la situación económica. Reafirmó objetivos y puso sobre el escenario supuestos logros. 1º. Inflación: A lo largo de los primeros 12 meses de gestión de la actual administración, los precios de las canastas básicas de consumo aumentaron un 40,40% (1; www.isepci.org.ar Tomamos como referencia el período diciembre 2015/2016, habida cuenta que medidas como la quita de retenciones y la salida del cepo cambiario, que tuvieron influencia sustancial inmediata se tomaron en diciembre, en los primeros días de gobierno). En el primer semestre los incrementos fueron de 22,47%, y en el segundo semestre estuvieron en un 14,64% promedio. O sea que hubo una desaceleración en los aumentos, pero de ninguna manera llegan al 8,5% anualizado que anunció el presidente. En los dos primeros meses del 2017, los incrementos acumulados en el valor de las Canastas Básicas ascienden al 4,6%, lo cual, por lo menos pone e n discusión, si alcanzarán el objetivo del 17% para todo el año. 2º. Consumo: Esta retracción en los aumentos en el segundo semestre se produjo a costa de un fuerte recorte en el consumo. Según números del INDEC (2 http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/super02_17.pdf), en los primeros doce meses del actual gobierno las ventas en millones de pesos de las cadenas de supermercados crecieron un 22,5%. Si lo comparamos con el 40,40% de aumentos en los precios, tenemos un descenso en los volúmenes comercializados de 17,5 puntos porcentuales. O sea un cierto “control” de los precios, se produjo sobre la base de un importante descenso en los ingresos del conjunto de la población.”
“3º. Crecimiento: El presidente repitió el discurso de sus principales colaboradores en los últimos días: la recesión ya terminó. Para probar esto introdujo dos datos principales: Cosecha agrícola récord de 130 millones de toneladas y recaudación fiscal récord de 115 mil millones de pesos, atribuida principalmente al ingreso de capitales como consecuencia del blanqueo. 4º. Cosecha agrícola: Según el Ministerio de Agricultura de la Nación (3 http://www.siia.gob.ar/_informes//Estimaciones_Agricolas//Semanal/170223_Informe Semanal Estimaciones – al 23-Feb-2017.pdf), en la campaña 2014/2015 (última del kirchnerismo) la producción llegó a 123.083 millones de Tn., y durante la 2015/2016 (primera bajo el actual gobierno) fue de 125.136 millones. La quita de retenciones y la devaluación que multiplicaron los ingresos del complejo agrícola, a costa de impulsar la inflación y de fuertes descensos de los ingresos fiscales, no estimuló un crecimiento proporcional de la producción del sector: +5,60% respecto al último período kirchnerista, y +3,88% en comparación con el 2016. 4º. Producción industrial: Los datos oficiales del INdEC de enero de 2017 (4 http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/emi_02_17.pdf), muestran que la producción industrial cayó respecto al mes anterior (-1,1%). Los descensos más importantes se concentran en lácteos(-12,7%), molienda de cereales y oleaginosas(-13,9%), azúcar(-15,6%), textiles(-11,1%), industria del papel e impresiones(-8,9%), vidrio (-16,9%), acero crudo(-11,6%), por su lado la construcción también descendió en enero un 2,4%, en el cotejo con el mes anterior (5 http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/isac_02_17.pdf). Siendo automotores el único sector que tuvo un crecimiento importante (+71%).” Agrega Rudnick
“5º. Blanqueo de capitales: El mismo informe del INdEC sobre actividad industrial, explica las expectativas de la empresas líderes para el año primer cuatrimestre de 2017, dice que un 71% no esperan cambios en la cantidad de horas trabajadas, respecto a igual período de 2016; un 56% no prevén incrementos en la utilización de su capacidad instalada; un 52% no advierte que vaya a crecer la demanda interna; mientras que entre las principales firmas exportadoras un 56% no estima que se vaya a producir crecimiento entre sus envíos al exterior. Hay que tener en cuenta que la comparación que hacen estos empresarios es respecto al mismo período del año pasado, cuando la inflación registraba los mayores aumentos, con la consiguiente retracción del consumo. En este contexto no es previsible que la entrada de capitales vía blanqueo, produzca incrementos en la inversión. Es más probable que continúen el destino que siguieron hasta ahora: inserción en los circuitos especulativos, alimentando la deuda pública destinada a cubrir el descenso de la recaudación proveniente de una economía cuya tendencia a la baja no se detiene. 6º. Conclusiones: El objetivo de llegar a fin de 2017 con un 17% de inflación, en un marco de aumento generalizado de las tarifas, los combustibles y los servicios en general, s sólo podría sostenerse con un nuevo recorte del consumo, proveniente de un descenso del poder adquisitivo de los salarios. Si esto sucediera en los niveles que pretende el proyecto oficial, será difícil revertir la continuidad de la caída de la economía, pues no hay previsiones serias para un crecimiento de las exportaciones. En este contexto la meta de descenso sustancial de la pobreza está cada vez más lejos. Las previsiones del rumbo de la economía que analizó el Presidente navegan entre la irrealidad y la inconsistencia”, termina el informe.
Por el cierre de tambos en los últimos años y la paralización de plantas procesadoras de la industria, la Argentina podría importar leche para abastecer al mercado interno. Así lo advirtió el presidente de la mesa de Productores Lecheros de Santa Fe, Marcelo Aimar. «Hoy no se exporta nada porque no hay leche, y si seguimos con este ritmo vamos a terminar importando leche», explicó en declaraciones radiales. A la vez sostuvo que «no hay materias primas para fabricar queso y manteca». «Cuando uno llega a un cierto nivel que llega a tirar la leche porque ya ni le convienen producirla, es lamentable», dijo el dirigente. Un trabajo del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda señaló que la caída en la producción en año pasado fue del 14,2%, respecto de 2015 siendo la más pronunciada de la serie completa desde 1970. Además destacó que en 2016 se produjo una baja significativa en el consumo de leche dado que se adquirió casi 6 litros menos de leche pasteurizada por persona. La baja supera el 25%. Respecto del comercio exterior, el trabajo muestra un desplome como consecuencia de una disminución interanual en las exportaciones lácteas cercana al 40 por ciento. Las ventas de leche y derivados totalizaron US$712 millones, cifra menor a los US$1.173 millones exportados durante el 2015. Sobre la crisis que atraviesa SanCor, la principal exportadora de lácteos del país, remarcó que sus exportaciones cayeron un 60%, su producción se redujo un 30% y el balance del 2016 arrojó una pérdida superior a los $2.400 millones. El jueves pasado, el mismo ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile reconoció el préstamo por parte del gobierno de $250 millones «para ayudar y auxiliar a la compañía porque creemos que tiene que tener un proceso de reestructuración. Por eso estamos dispuesto a ayudar pero queremos también que se dejen ayudar y esto es a través de una reconversión».
Ni bien salió de la economía Macri incursionó en la Educación. Ese terreno tiene dos perfiles nítidamente divididos: el conflicto con el gremio docente -en especial de Buenos Aires- que ya convocó a no iniciar las clases; algunas reformas que promueve el Gobierno y que provocan resistencias en aquella dirigencia sindical. Sobre todo, la creación del Instituto de Evaluación Educativa. Un examen periódico y a lo mejor incómodo para los maestros. El macrismo, al igual que con la protesta de la CGT, ha teñido la huelga docente “con un fuerte matiz electoral”. No está sólo en esa apreciación. La titular de la FUA (Federación Universitaria Argentina), Josefina Mendoza, también deslizó que el paro “huele más a oportunismo de año electoral que a una lucha gremial”. La mujer de la izquierda vernácula enfrentada a los gremios docentes en general y los de las universidades nacionales en particular, hizo una pregunta muy intencionada: “¿Hemos logrado mejores sueldos y mejores escuelas con las mismas medidas una y otra vez?»
El Presidente y María Eugenia Vidal, la gobernadora, estarían dispuestos a tensar la cuerda, aunque ésta última ya bajo los decibeles y tras su reunión con Francisco (llevada a cabo a escondidas y sin que trascendiese lo que hablaron), invitó a los docentes mostrándose mucho más comprensiva y menos petulante. Juegan con un factor de elevada sensibilidad social a favor: el paro deja de rehenes a millones de chicos (12 en todo el país). No hay empresarios de por medio. Alguno de los convocantes tampoco gozan de prestigio. Roberto Baradel, es el titular del Sindicato Único de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA) y la cara visible de la medida de fuerza. Es cierto que en su tiempo colocó también en jaque a Daniel Scioli: pero lo hizo en sintonía con las necesidades políticas de Cristina Fernández. Cuando el ex gobernador no era todavía el candidato presidencial. Tal vez Macri no calibró adecuadamente la ventaja que significaría tener a Baradel de contrincante en un conflicto de tanta incidencia. Y, aunque “sin el empeño de los escraches a los cuales supo recurrir Cristina, lo felpeó delante de la Asamblea Legislativa”, en una actitud bastante patoteril y fuera de lugar. El dirigente sindical había denunciado hace días amenazas contra su familia. Ayer añadió otra presentación judicial en contra del mandatario. “La política argentina tiene una llamativa propensión a fabricar víctimas y victimarios repentinos” ¡Muy triste!
Macri se ocupó sólo en un par de oportunidades de azuzar al kirchnerismo. Fue cuando habló de despilfarro y corrupción en materia de política energética. También al realizar alusiones a la obra pública. Hubo alboroto y griterío, por instantes, que no alcanzó la dimensión de años anteriores por una razón: los palcos fueron cubiertos con gente afín al oficialismo. Un diagrama puntilloso y muy parecido al de la dekada pasada del que tomaron parte Emilio Monzó, el titular de la Cámara de Diputados, y Federico Pinedo, Presidente provisional del Senado. No fue posible ver a las barras de La Cámpora ni a las Madres de Plaza de Mayo. Los kirchneristas asomaron de ese modo disminuídos. El papel loable que ha cumplido el Congreso y el que le tocará cumplir en un año electoral resultó un hilo conductor de la hora del discurso de Macri. De ese hilo se colgaron las demás cuestiones. La transparencia tuvo, de acuerdo con lo esperado, una figuración muy menor. El Presidente hizo un solo reclamo respecto del pasado: conocer la verdad sobre la muerte y la denuncia del fiscal Alberto Nisman, pero no habló de MacAir, Avian ni del Correo Argentino.
Prometió decretos y leyes para resolver los casos de conflictos de intereses que puedan afectar a funcionarios del Gobierno. Que tiene apremiados a él mismo y su familia con el tema del Correo. Anunció además el envío de un proyecto de ley de responsabilidad empresaria, aplicable cuando salgan a la luz pública episodios de corrupción. Pero eso constituyó apenas el prólogo fugaz de su epilogo con tono de campaña y composición duranbarbista. Una duda inevitable quedó boyando: “¿Se trató de una estrategia o de un cambio obligado de último momento en el libreto?”. Menos de una hora antes del mensaje, el fiscal Jorge Di Lello imputó a Macri por la adjudicación de rutas aéreas. Quiere saber si fue favorecida una aerolínea que hizo negocios con su padre, el inefable Franco. Aunque pareció más interesado en elevar un tono de campaña que en anunciar un plan de gestión, Mauricio Macri pidió leyes estructurales durante la apertura de sesiones ordinarias y aprovechó para reclamar proyectos pendientes del año pasado. Entre las primeras reclamó una reforma tributaria «seria y profunda para dejar de aplastar a quienes crean y tener un sistema más equitativo, progresivo y simplificado». Adelantó que promoverá una discusión en una bicameral y propuso ampliarlo a las provincias con «una visión a largo plazo, para encarar un problema que arrastramos hace décadas».
Macri tiene en la mira la presión tributaria de las provincias, con impuestos como ingresos brutos, que golpean en el corazón del sistema productivo, pero a su vez alimentan las arcas de los gobernadores. También les habló a ellos cuando reiteró la necesidad de una nueva ley de coparticipación federal, «que, según nuestra Constitución, deberíamos haberlo hecho hace 20 años», recordó olvidándose de que él tampoco la impulso en estos 15 meses. Macri pidió «un debate serio» sobre una nuevo Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil, pero no especificó sobre una baja en la edad de imputabilidad, eje del mayor debate en torno a esta cuestión. Otro proyecto de envergadura que anunció fue una reforma del sistema penitenciario, aunque únicamente tiene competencia sobre el federal y no puede incidir sobre las cárceles de las provincias. Anticipó que habrá una «ley del paco», una reforma del Código Procesal Penal y requirió la de extinción de dominio de los bienes de narco-criminales y de corrupción de funcionarios y empresarios, cajoneada en el Senado por la multiplicidad de interés que “toca”, no solo de ex sino de actuales funcionarios y empresarios. No fue el único proyecto pendiente que reclamó: hizo lo propio con la de primer empleo (trabada en la Comisión de Trabajo de Diputados), la de responsabilidad empresarial (escondida en el Senado) y la de emprendedores, a la espera de un acuerdo en la Cámara alta.
Pero a nada le puso mayor énfasis como a la fallida reforma política (?), que definió como su «mayor decepción de 2016» y aceptó que en el mejor de los casos el sistema de votación cambiará para las próximas presidenciales. «Es una vergüenza que en el siglo 21 sigamos votando con un sistema arcaico que se presta a la trampa. Esforcémonos para que en el 2019 alejemos la trampa de la política», pidió, levantando la voz, recurso que nunca fue su fuerte pero utilizó varias veces como signo de autoridad. Con mucha más tranquilidad recordó que en el Congreso hay pendiente «una nueva ley de mercado de capitales, para canalizar el ahorro para la inversión y la generación de empleo». Ese proyecto está en Diputados, fue parte de la convocatoria a sesiones extraordinarias, pero el propio Gobierno no pidió tratarlo pese a que era una herramienta necesaria para el blanqueo de capitales, porque reduce la presión impositiva de los fondos de inversión. Macri propuso otras leyes de las que poco se conoce pero que tal vez generen arduos debates como una modificación de la ley de protección de datos personales. «Es necesaria para que Argentina se convierta en un polo tecnológico; y más empresas puedan radicarse y generar trabajo», planteó.
No debería tener problemas para sancionar sin problemas la declaración como áreas protegidas a la reserva nacional silvestre «El Rincón» en Santa Cruz; el parque nacional Aconquija en Tucumán; los Esteros del Iberá en Corrientes y el Impenetrable chaqueño. No pasarán por el Congreso los cambios en el régimen de contrataciones públicas, un tema que quedó en el ojo de la tormenta tras el polémico acuerdo del Gobierno con el Correo Argentino, por la concesión de Franco Macri. «Publicaremos dos decretos sobre juicios y contrataciones para la gestión de conflictos de intereses», anunció. «¡Decreto no presidente: Mande leyes!», exigió el kirchnerista Guillermo Carmona con mucha precisión y con total imparcialidad, mientras en uno de los cruces que tuvo con la oposición, le coreaban: «Correo, Correo». Mauricio Macri recibió más de 60 aplausos de los legisladores de Cambiemos durante la hora que duró su segunda apertura de sesiones ordinarias, muy distinta a la anterior: mostró una actitud desafiante, acorde a la campaña electoral y sin la tensión del presidente novato de hace un año. La oposición tampoco fue la misma. Los kirchneristas casi no interrumpieron y permanecieron impávidos ante la repetida algarabía macrista, iniciada cada vez que el presidente levantaba la voz al final de una frase.
Se conformaron con exhibir carteles con fotos de Milagro Sala o consignas como «No al ajuste de ciencia y técnica; «Yo te vi endeudar el país» o «Yo te vi bajarle a los jubilados», los dos últimos en formato multicolor. Lejos quedó aquel pedido de «respeto a la voluntad popular» de un dubitativo Macri en su debut al frente de la asamblea legislativa, mientras asomaba la cabeza por encima del apunte y lucía petrificado ante la catarata de insultos camporistas, en un recinto que sólo conocía desde las bancas del fondo. Coacheado, este mediodía evitó mirarlos y si lo hizo subió el tono en gesto de autoridad, como cuando, con entrenada modulación, denunció «una década de despilfarro y corrupción» en la energía. Ante el primer murmullo lo repitió y se ganó más aplausos. ¡Leyó el discurso, pero remarcó oraciones casi a los gritos, actitud impensada en él hasta no hace tanto! En una nueva cara cada vez más parecida a la de su predecesora. Si hasta hizo sonar como un reto «la inauguración formal de las sesiones ordinarias» que le da cierre al acto. Los camporistas sólo de a ratos susurraron cánticos irónicos como «¡Correo! ¡Correo!», o «¡Calcaterra! ¡Calcaterra!», en alusión al primo del presidente, beneficiario de obras públicas en la Ciudad de Buenos Aires y salpicado el caso Odebrecht. Se lo recordaron cuando se jactó del fin de la corrupción en la obra pública, pero no impidieron que el presidente siguiera leyendo. Macri ni siquiera se incomodó al ver a la kirchnerista María Britez acercarse y tironear con Emilio Monzó un paquete de yerba que finalmente logró dejar frente a él, como mensaje dela protesta de yerbateros de mañana en plaza de mayo. El presidente lo exhibiría antes de irse, en señal triunfal.
El camporista Juan Manuel Huss pegó en un su banca un cartel con la frase «Volvé Pinedo», en referencia al día en que el presidente provisional del Senado fue presidente en las primeras horas del 10 de diciembre de 2015. Pero casi nadie entendió la ironía. Edgardo Depetri fue el primero en alterarse. «Llamá a la paritaria nacional»; «Por qué no te preocupas de las amenazas a Baradel», vociferó el kirchnerista. «Baradel no necesita que lo cuiden», lo desafío el presidente en una patoteada innecesaria y propia de la gestión cristinista. «Shhhh», respondían desde el rincón de Cambiemos, cuando algún opositor amagaba a tirar un insulto. En un silencio sepulcral, en el centro del recinto se mezclaron en sus lugares habituales diputados del Frente Renovador y del Bloque Justicialista (como Diego Bossio y Pablo Kosiner). De viaje por Israel, Sergio Massa fue el gran ausente. Detrás de ellos respetó sus bancas el trío del Frente de Izquierda (Soledad Sosa, Néstor Pitrola y Pablo López). Levantaron carteles que decían «Basta de despidos», «Yo apoyo la lucha docente», «No al DNU xenófobo», en referencia a la reforma migratoria. Miguel Pichetto se sentó junto a senadores de Cambiemos en el semicírculo que enfrenta al estrado, donde soportó aplausos en su oído sin variar su clásico rostro rígido, un retrato de estadista sufrido.
Sólo una parte de sus compañeros de bloque asistieron a la sesión y se ubicaron en la primera bandeja de las ocupadas habitualmente por los diputados del FpV. Juan Manuel Abal Medina, Graciela De la Rosa, Omar Perotti, Carlos Espínola, Daniel Pérsico fueron algunos de ellos. Entre los K tampoco estuvo Máximo Kirchner y sus más cercanos mantuvieron la boca cerrada, excepto alguna bravuconada de Mayra Mendoza, desde el fondo del recinto, para recriminar por el endeudamiento externo. Juan Cabandié no habló pero levantó un avión de papel y lo deslizó, en clara alusión al supuesto conflicto de intereses de Macri por las rutas concedida a Avianca, la empresa adquirida por Franco Macri. El rosarino Marcos Cleri se limitó a mover el índice en gesto de «no», cuando oyó al presidente decir que en su cuidad el delito había bajado un 20%, una inexactitud increíble en boca de un Presidente de la Nación. La entrerriana Carolina Gaillard le pidió «dejar los feriados puente» ni bien lo escuchó reivindicar el turismo interno. Le respondieron «shhh». Pero nadie cortó al mendocino Guillermo Carmona cuando se fustigó por los inminentes decretos sobre conflicto de intereses. «¡No firme decreto! ¡Mande ley, presidente!», exigió amparado en el derecho legal a que sea el Congreso el que legisle y no el PEN.
Los aplausos macristas partían desde las bancas, porque las tribunas fueron ocupadas por invitados silenciosos, la mayoría empleados o segundas y terceras líneas de ministerios. Ocuparon las tres bandejas, pero sin banderas, cantos ni exceso de algarabía, menos tal vez que lo ministros, apostados a un costado de Macri. Del otro estaban los gobernadores. Por las ventanas de las tribunas se asomaba el presidente de la Sociedad Rural Miguel Etchevehere; el jefe de los obreros rurales Gerónimo Venegas; intendentes de Cambiemos como Diego Valenzuela (Tres de Febrero), Nicolás Ducote (Pilar) o Gustavo Posse (Cambiemos). Y hasta militantes PRO del conurbano como Alberto «Albi» Czernikowski, director de juventud bonaerense, candidato a Malvinas Argentinas y afamado por su romance con la modelo Karina Jelinek. Todos partieron ordenados y sin prisa, cuando Macri culminó su enfático segundo discurso de apertura de sesiones. El primero en campaña electoral. “El discurso presidencial fue en realidad un doble discurso con una falta total de autocrítica”, sentenció el senador nacional “Pino” Solanas. “El discurso presidencial fue en realidad un doble discurso con una falta total de autocrítica. Macri ocultó los grandes problemas nacionales que su gobierno ni siquiera ha empezado a resolver. El relanzamiento de la Argentina mencionado por Macri no existe. Lo único que hizo en casi dos años de gestión es azotar la industria y el trabajo nacional con la apertura de importaciones”, manifestó Fernando “Pino” Solanas, senador nacional de Proyecto Sur, sobre el discurso de apertura presidencial del 135° período de sesiones ordinarias del Congreso. “Poner de ejemplo el funcionamiento del Congreso cuando desde el inicio desde su gestión lo viene burlando modificando leyes mediante sus decretazos es de una desfachatez terrible. Más aún cuando quiere acabar con la hipocresía, y fue el mismo Macri quien oculto los Panamá Papers, arregló con el Correo Argentino y modificó la Ley de Blanqueo de Capitales para favoreces a sus familiares”, finalizó Solanas.
Fue como mínimo llamativo el discurso de Mauricio Macri de este miércoles 1/3 en el Congreso: más extenso de lo habitual y confrontativo con el kirchnerismo. La Casa Rosada debe haber recibido las últimas encuestas, y que muestran un panorama complejo para los posibles candidatos de Cambiemos en los principales distritos electorales con un peso importante aún del FpV en la provincia de Buenos Aires. En ese contexto fueron las alusiones al “despilfarro y la corrupción” de la administración Kirchner y la falta de autocrítica del FpV. El analista político Rosendo Fraga consideró que el cambio de discurso de Macri se debe a que desde el Gobierno «ha habido una toma de conciencia de que la elección no está ganada” y que en ese contexto el desafío que tienen hoy es “lograr que la gente crea que la economía crece y ganar la elección”. “Hace unas semanas atrás la gobernadora de la provincia de Buenos Aire, María Eugenia Vidal dijo que sí perdían la elección, no era tan grave y no iba a poner en riesgo la gobernabilidad de Cambiemos”, recordó Fraga. Esta mañana (2/03), en declaraciones a radio Mitre, el analista político indicó que “el desafío que tiene hoy el Gobierno es lograr que la economía crezca en la percepción social y dar una idea de horizonte” a la gente. En esa línea, Fraga destacó que fue para él la idea más importante del discurso del presidente Mauricio Macri en la apertura de las sesiones ordinarias ayer en el Congreso: “Fue cuando dijo que lo peor ya pasó. Que los argentinos han tenido que poner el hombro, que el 2017 va a ser mejor y después vamos a crecer”.
Una reciente encuesta registra un significativo crecimiento de la incertidumbre laboral, tanto en el conjunto de la opinión pública como en el segmento de trabajadores ocupados. Se trata del Monitor Sociolaboral de Opinión Pública, desarrollado en conjunto por el Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo (CETyD) e Ibarómetro, consistente en una medición trimestral basada en encuestas representativas de la población residente del Área Metropolitana de Buenos Aires, comprendida por la Ciudad de Buenos Aires y los 24 partidos que integran el Gran Buenos Aires. La encuesta se realizó del 20 al 24 de febrero, en una muestra de 1400 casos. Según el estudio, un 41,6% de los consultados asocia trabajo con “dignidad” y un 27,6% con “crecimiento”. Sin embargo, la mayor parte de los entrevistados (44,9%) considera que sus posibilidades de progreso personal son menores que las que tuvieron “sus padres”. Más de 7 de cada 10 entrevistados creen que no tienen posibilidades de obtener un buen trabajo. En simultáneo, el 60% manifiesta que las posibilidades de encontrar trabajo en la actualidad son menores respecto al año anterior, situación que se agudiza en el segmento desocupado. Los diversos indicadores que abordan el desempleo manifiestan una realidad sensible: el 58,3% de los encuestados declara conocer a alguien que perdió su empleo en los últimos meses, mostrando un incremento de 7% respecto a la medición anterior. En el mismo sentido, un 46,7% considera que el desempleo aumentará en los próximos meses mientras que solo un 20,8% confía en que se reducirá. En el terreno de la capacidad adquisitiva, las evaluaciones son aún más negativas: el 67,5% piensa que la capacidad adquisitiva de “la mayoría de los trabajadores” empeoró en los últimos tres meses.
En cuanto al segmento ocupado, se observa un incremento de la insatisfacción laboral entre los trabajadores ocupados, que pasa del 46,7% registrado en noviembre al 54,5%. La principal explicación reside en el crecimiento de la preocupación por una posible pérdida del trabajo. En noviembre, el 44,5% de los trabajadores ocupados declaraba estar preocupado por perder su trabajo; esa proporción creció más de diez puntos, ascendiendo a 55% el porcentaje de quienes perciben en peligro a su puesto de trabajo. En este contexto signado por la incertidumbre, un 52,4% percibe que las protestas, paros y movilizaciones han aumentado mientras que el 67,5% considera que la conflictividad sociolaboral aumentará en los próximos meses. En relación a la legitimidad de las protestas conviven dos visiones divergentes: un 53,6% las asocia con derechos y necesidades insatisfechas mientras que un 39,7% entiende que obedecen a cuestiones políticas. El IDIL es un índice que mide la incertidumbre laboral en el universo de trabajadores ocupados a partir de la combinación de distintos indicadores referidos a la percepción personal de cada entrevistado y a la percepción de su entorno. Puede oscilar entre “0” (nula incertidumbre laboral) y “10” (incertidumbre laboral absoluta). El valor registrado en la actual medición fue de 6,6% lo que representa un importante incremento en relación al valor registrado en noviembre (4,9%). Los valores más altos del IDIL, que acreditan niveles acentuados de incertidumbre, se encuentran entre las mujeres, los asalariados, los residentes en el Gran Buenos Aires y especialmente entre los jóvenes, segmento que presenta el valor del índice más alto (7,6).
Daniel Fernandez Canedo en Clarín del 2 de marzo expone: “La apuesta a bajar a 17% la inflación de este año actuó de trasfondo del discurso presidencial de ayer. Mauricio Macri ratificaba que la banda de suba de precios prevista para este año se ubica entre 12 y 17% y la cámara enfocaba al presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger en lo que se interpretó como un respaldo al ala dura del Gobierno en la lucha antinflacionaria. El Presidente ubicó a la reducción de la inflación como norte de su gestión en lo económico y aseguró que esa política habría comenzado a rendir frutos en términos de mejora en de la actividad económica. El énfasis presidencial apunto a dos frentes concretos: el dato y el momento para hablar de la apuesta oficial a la baja inflacionaria. Dijo que, anualizada, la inflación el último semestre del año pasado fue de 8,5% que sería la menor inflación desde 2008. Ese fue el dato, el momento, en medio de la dura negociación salarial entre los docentes bonaerenses y la gobernadora Maria Eugenia Vidal. Sin decirlo explícitamente Macri apuesta a que sea la baja de la inflación y no el aumento nominal de salarios lo que actúe como vía para la recuperación del poder de compra de los salarios. Un camino difícil de transitar en un año en que la recuperación de la actividad económica será clave para definir las chances electorales del oficialismo en octubre”.
“Macri, además, puso sobre la mesa dos datos relevantes para el análisis económico y que explican en parte la convicción de muchos economistas, dentro y fuera de la Casa Rosada, de que este año la economía se reactiva si o sí, en una actitud como mínimo “voluntarista en extremo”. Uno de los datos fue el de que la campaña agrícola llegará a 130 millones de toneladas superando el optimismo de la mayoría de los analistas agropecuarios que la estiman en 125 millones y adelantando lo que sería una producción record. La devaluación de fin de 2015 y la eliminación o rebaja de retenciones para los granos surtió efecto en el sector agropecuario que aumentó su rol en materia de generador de dólares y se constituiría en uno de los principales argumentos para que la economía pueda salir de la recesión. El otro dato clave estuvo referido al blanqueo de capitales. Macri dijo que por esa vía la recaudación impositiva aumentó en $115.000 millones y que eso posibilitó el pago de los juicios a los jubilados”, explica Fernandez Canedo. “Dólares de agro, del blanqueo y de la vuelta a los mercados (la Argentina pudo volver a tomar deuda) sentaron bases para que el sector externo no fuese limitante a la hora de encarar un esquema para moderar la inflación.”
“El fuerte ingreso de divisas estabilizó al precio del dólar que hoy cotiza al mismo nivel que hace un año atrás y con la billetera más cargada la posibilidad de moderar la suba de los precios gana espacio. En el vértice de la política contra la inflación está el Banco Central que a fuerza de mantener altas las tasas de interés sacó pesos del mercado y fue decisivo en la apuesta a que la inflación podría bajar del 40% de 2016 al 17% en 2017.¿Logrará alinear las expectativas de todos los agentes económicos? Sturzenegger está convencido de que podrá y ayer el Presidente redobló la apuesta. Si los agentes económicos les creen habrá que prepararse para un 2017 en el que las discusiones salariales terminen atadas a la «cláusula gatillo» que propone el Gobierno para indexar los sueldos”. La puesta del gobierno es: “Que la mejora del consumo sea moderada y arranque después de abril, que las tasas de interés se mantengan en un nivel alto y el dólar siga ralentizado por un tiempo.” El economista Miguel Bein le recomendó este miércoles al Gobierno «ser un poco más laxos» a la hora de homologar los acuerdos salariales de la paritarias privadas con el fin de estimular la actividad económica, autorizando subas por encima de la inflación. El Ejecutivo impulsa que la pauta salarial ronde el 18%, en sintonía con las proyecciones de suba de precios que estima en 17% de tope.
«Yo creo que hay que ser un poco más laxos en los temas salariales. No en donde el Estado es parte. Pero en la paritaria privada el Gobierno no debe intervenir, debe dejar que los trabajadores puedan conseguir algunos puntos por arriba de la inflación, porque esta es la forma de estimular el consumo», señaló. Por otro lado, estimó que «la economía está repuntando» y que probablemente acumule 2 meses consecutivos de recuperación, por lo que, técnicamente, la Argentina habría salido de la recesión. No obstante, consideró que los efectos del crecimiento el público los percibirá «cuando tenga plata nueva en el bolsillo». «Ahora los jubilados están recibiendo 13% de aumento. Eso quizás es poco, pero en el bolsillo significa plata y eso es algo que va al consumo. Y los trabajadores en general a medida que cobren los sueldos nuevos, tanto los docentes estatales o privados, es plata que va a empezar a mover el consumo», agregó en declaraciones a Radio Mitre. Según Bein, la eliminación de las cuotas sin interés «frenó el consumo de electrónica y de electrodomésticos», pero dijo también que «hay otros sectores desde el lado de la oferta que traccionan fuerte». Sobre el impacto de los aumentos de tarifas sobre la recuperación del consumo, Bein dijo que «frenan» pero que «no van a alcanzar a compensar negativamente los mayores sueldos que van a aparecer con las paritarias que están arrancando».
Más allá de los deseos y el voluntarismo, la verdad siempre se impone; y así como durante la dékada perdida el “relato” terminó desmoronado y repudiado por el electorado, el mensaje del Presidente Macri inició otro “relato cargado de intencionalidad, confrontación e irrealidades que en el muy corto plazo se dará a conocer”. ¡Vuelve a caer en el pueblo argentino otra nueva frustración!
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