Por Claudio Izaguirre.-

Hace ya varios años que vengo leyendo tus opiniones tratando de hacer silencio, debido a que tu decir expresa el dolor de un ser humano que por más que se empeña no logra encontrar paz y tranquilidad.

Hoy te escucho decir que abandonarás tu nacionalidad por culpa del Presidente Mauricio Macri y sus decisiones políticas, como si esta actitud afectara a la población de Argentina o hiciera virar las decisiones gubernamentales hacia tus deseos y ocurrencias.

Has reconocido en mas de una oportunidad tu condición de adicto y desde ese lugar te escribo, entendiendo que esta carta pública puede darte un punto de vista diferente respecto a tu dolencia que también es la mía.

El adicto cree que es el ombligo del mundo, piensa que es rey y se convence cuando quienes están en su derredor lo incentivan. Cree que los éxitos son propios y los fracasos tienen culpables externos a sus propias acciones.

¿Recordás aquel día que te hicieron un antidoping que dio positivo? De tu boca, de tu alma y de todo tu ser salió una expresión que ponía las culpas fuera de tu persona: dijiste “me cortaron las piernas”. Nunca reconociste tu responsabilidad. Los demás, según tu apocada visión, eran los malignos que te dañaban.

Sobre tus bienes, terminaste llevando a juicio a la mamá de tus nenas, siendo ella la que trató de salvar parte del capital que dilapidaste descuidando así el futuro de todas ellas. No bastan diez fortunas como la que pasó por tus manos para apagar el sufrimiento por el que tuvieron que pasar tus familiares.

Siempre dijiste que ellas eran tus ojos, pero por tu adicción las hiciste transitar por caminos de dolores innecesarios, hasta asistieron a los límites de tu vida cuando te trajeron de Uruguay.

El adicto, por sus mecanismos autodestructivos tiene la incapacidad de amar, su mente borra el daño causado y resalta solamente alguna buena acción, como si ésta bastara para apagar las amarguras causadas.

No basta, para tener una buena vida, dejar las drogas, se debe aprender a vivir sin ellas, de lo contrario se vuelve a recaer una, otra y otra vez. La recuperación es imposible si dentro de la mente del afectado el consumo de sustancias es una opción.

Para transitar la verdadera recuperación es necesario abandonar la soberbia, la lujuria, la pereza, la envidia, la avaricia, la gula y la ira. Cuando alguno de estos defectos de carácter dominan al adicto indefectiblemente recae.

Ya sos un viejo de 58 años que pretende seguir viviendo como adolescente sin importante a quién dañás en tu alocado derrotero. Es tan autodestructivo tu estilo de vida, que has logrado que aquellos que supieron amarte te miren con tristeza.

Te escribo porque todavía estas vivo y tenés aún la posibilidad de reflexionar y encausar a partir de hoy el resto de tu existencia. Es cierto que no has podido ser un ejemplo de respeto para tu prole, para tus seguidores y tus admiradores, pero lo más importante no has podido ser un ejemplo de respeto para vos mismo.

Hoy te parás a vociferar contra Mauricio Macri como si se tratara de el amargo réferi en un partido de fútbol, siendo que en realidad es el Presidente que los argentinos hemos elegido. Quizás, en tu fantasía, pienses que éstas expresiones ayudan a alguien, pero la realidad es que son acciones que no conducen a nada.

La felicidad es, según mi punto de vista, la tranquilidad espiritual producto de los actos honorables que hacemos durante el día, allí el dinero no tiene cabida, tampoco las influencias, ni los éxitos pasados. Es una cuestión espiritual, es cuando uno se va a la cama sintiéndose orgulloso de sí mismo por lo hecho durante el día.

En el adicto, el alcohol se comporta como una droga más, separar ésta sustancia legal de otras ilegales es un error que cometen las personas sin información. La adicción es una enfermedad que no tiene cura conocida y lo único que podemos hacer es no sólo para de consumir, sino aprender a vivir sin ellas.

El jugador de fútbol tiene la capacidad de parar la pelota y levantar la cabeza para elegir certeramente la decisión que tomará, de esta misma forma lo debemos hacer en cada uno de los actos de nuestra vida, para así darnos la posibilidad de reflexionar y abandonar esa costumbre de actuar sin pensar.

Vos sabes, los adictos tenemos más rápida la lengua que el pensamiento, nos encanta el escándalo y sus consecuencias que indefectiblemente nos lleva nuevamente al consumo. Eso debemos abandonar cada día.

A nadie le importa si dejas de ser Argentino, lo que jamás podrás dejar de ser es Diego, depende solo de vos que Diego querés ser a partir de hoy.

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