Por Luis Américo Illuminati.-

El tema de la falta de naftas es como el mal olor del reino de Dinamarca, algo huele mal y hace sospechar que Massa lo preparó ex profeso siguiendo un plan determinado y ahora aparece con la «solución del héroe» que puso en caja a las empresas, entre ellas YPF. Tal como dice Christian Sanz en su libro –Massa Confidencial– que éste es un sujeto que es capaz de cualquier cosa con tal de conseguir una cosa. Carece de moral como los difuntos Menem y Néstor Kirchner. Por eso, hay que ser muy iluso para creer que lo de la nafta no fue algo preparado. No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta que Massa no es ajeno a ello y que el desabastecimiento de nafta lo tomó por sorpresa siendo el ministro de Economía y, de hecho, el presidente de facto de la República, por inhabilidad mental de Alberto que no maneja nada, ya ni su perro Dylan le hace caso.

Este tipo de simulacros que son «artilugios electorales» suelen dar a veces resultado, depende de cómo se los maneje. Es un pragmatismo bajo, indigno, peligroso, propio de la política divorciada de la ética, el fin -aunque sea perverso- justifica todo. No hay valores ni principios que valgan si el fin es retener o ganar el poder a toda costa, aunque haya que incendiar una parte de Roma. Yo a Massa no le creo nada, ni siquiera cuando sonríe, aunque se vista de Papá Nöel no oculta el demonio que lleva adentro, lo mismo que Cretina, ambos han hecho un pacto con el Diablo porque no son buenos ni santos, son siniestros y no hay que fiarse de sus palabras que son falaces. Ya lo hemos dicho anteriormente: «Cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía». Massa es igual de tramposo que Duhalde, de quien el periodista Hernán López Echagüe escribió un libro titulado «El Otro» donde lo desenmascara totalmente. Un ejemplo, nadie duda que él y Alfonsín le armaron un complot a Fernando de la Rúa para voltearlo del gobierno.

No olvidemos que el mismo gurú que en 2019 asesoró al kirchnerismo: el Catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, ahora asesora a Massa. En su libro “Gestionar las emociones políticas”, explica cómo los estados de ánimos juegan un papel determinante en la opinión pública y en los procesos electorales. Vale decir, si el estado de ánimo de la gente es angustiante cuando falta algo tan esencial como la nafta y al poco tiempo la crisis desaparece, es factible que la masa adicta le echará la culpa a un duende maligno y antiperonista o al demonio y no al gobierno que le da polenta, planes, viajes, chucherías y baratijas, a costa de los giles que trabajan.

Yo creo que, si Massa se impone a Milei en el ballotage, es posible que la gente que no es kirchnerista dará crédito al fraude del cual se viene hablando hace mucho tiempo. Es fraude que voten bolivianos, peruanos y paraguayos que vienen a votar a cambio de favores y dádivas. Depositan el voto y se vuelven a sus lugares de origen.

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