Por Hernán Andrés Kruse.-

PERÓN VUELVE: VUELVE LA VISIÓN NACIONAL DE LA INFORMACIÓN

Los setenta trajeron al General Perón de nuevo a la Argentina, y en el mundo de las comunicaciones el conflicto entre el Nuevo Orden Mundial de la Información y Comunicación (NOMIC) y Free Flow hegemonizaba los debates teóricos sobre el tema, a punto tal que la UNESCO tomó cartas en el asunto encargando un informe sobre el estado de la comunicación y la información en el mundo que pasó a la historia con el nombre del titular de la comisión encargada de realizarlo, el irlandés Sean Mac Bride. En ese marco, el peronismo gobernante vuelve a la carga con sus políticas originarias respecto a las agencias de noticias y recostándose en las doctrinas en boga del NOMIC a través de un decreto firmado en 1973 por el propio General Juan Domingo Perón, en el marco de su tercera presidencia (1973-1974), que estableció que la difusión de informaciones sobre la Argentina generadas en el país solo podía ser distribuida en el mercado local por empresas nacionales. De esa manera, las agencias europeas y estadounidenses solo podían informar sobre los sucesos argentinos hacia el exterior o sobre los sucesos en el exterior hacia la Argentina. Paradójicamente, eso dio lugar a que surgiera una agencia privada nacional como Noticias Argentinas (NA) conducida por Horacio Tato que jugó un importante rol durante la dictadura cívico-militar del autodenominado «Proceso de Reorganización Nacional». TÉLAM asimiló en esos años del peronismo de 1970 a varios periodistas que habían quedado sin trabajo en agencias como la estadounidense United Press”.

En el plano internacional, los intelectuales latinoamericanos empiezan a plantear denuncias de la defensa a ultranza de los intereses norteamericanos en un modelo de desarrollo contraproducente para la región. “Los diferentes componentes del sistema internacional se relacionan así de forma asimétrica, y esto significa que las naciones subdesarrolladas quedarán siempre atrapadas en relaciones de dependencia. Se utiliza la tecnología como panacea para el desarrollo del Tercer Mundo o como excusa para escapar de la propia crisis del mundo industrializado. Es una simple huida hacia delante con la que entra en escena la doctrina de la ventaja relativa: cada país debe dedicarse a producir para el mercado mundial aquello para lo que tiene una facilidad y predisposición inicial. Supone la posibilidad, dada al más fuerte, de perpetuar y profundizar su ventaja inicial” (Segovia Alonso). “Las naciones integradas en el Movimiento de los Países No Alineados, fundado en la Conferencia de Bandung en 1955, que en 1964 reunía en El Cairo a 47 Estados y en Argel (1973) a 75 por los 110 que lo integran en la actualidad, se organizaron y además de expresar su voluntad de no alineamiento en caso de una guerra mundial, comenzaron a evidenciar su inquietud por los problemas económicos y el colonialismo informativo al que se veían sometidos por las grandes potencias mundiales” (Castro Savoie).

Así es como la ONU será el escenario de los debates que proponen, por parte de los países no alineados, la idea de generar un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC) que se opone a la doctrina del free flow. La información no debe circular con sus propias leyes como si se tratara de una mercancía más, sino que los Estados deben tomar parte en las estructuras informativas entendiendo la difusión de noticias como un elemento estratégico en la construcción de soberanía. Según afirma Armando Mattelart, la guerra de Argelia fue un punto de inflexión en la toma de conciencia para estos países periféricos sobre el rol fundamental que cumplen la información y la comunicación. “La guerra de Argelia proporcionó numerosas enseñanzas con respecto a los medios de comunicación. Los especialistas franceses en contra-insurrección comprendieron el papel que, en adelante, iban a desempeñar los medios en cuanto a la legitimación de los objetivos de un movimiento insurreccional ante la opinión pública internacional”.

Por su parte, Alcira Argumedo hace un repaso del debate que se dio en los principales espacios diplomáticos de la época. “Esta ofensiva tercermundista culmina en los meses de octubre y noviembre de 1976 en la XIX Reunión de la Conferencia mundial de la UNESCO, en Nairobi (Kenya). En este encuentro (uno de los más conflictivos de la UNESCO) se señala que ciertos órganos de información –la mayoría de los cuales tiene su matriz en los países industrializados– han adquirido una posición de fuerza que les permite, indudablemente, ofrecer servicios con mayor eficiencia pero, al mismo tiempo, los incita a transmitir una información en sentido único que refleja casi exclusivamente sus propios puntos de vista, ejerciendo un dominio que raya en la agresión cultural. Se destaca, además, que este dominio detentado por algunos países –y lo que es más grave aún, por ciertas empresas trasnacionales– se opone, de hecho, al establecimiento de un Nuevo Orden Informativo Internacional”. A fin de disminuir las tensiones y profundizar el análisis de los problemas relacionados con las comunicaciones y la información, la UNESCO designa una “Comisión Internacional de Estudio sobre los Problemas de Comunicación” presidido por el Premio Nobel de La Paz, Sean McBride, e integrada por personalidades de distintos países. La Comisión, que se reúne por primera vez en París en diciembre de 1977, debe elaborar un informe que será puesto a consideración de la XXI Conferencia General de la UNESCO a realizar en Belgrado en el año 1980 […]. La conferencia del Belgrado cierra una etapa donde predomina la denuncia, la necesidad de reconocimiento de la justicia contenida en las reivindicaciones del Tercer Mundo, los primeros pasos de una acción conjunta, los incipientes contactos horizontales entre las naciones de Asia, África y América Latina (Argumedo).

Con una conclusión del informe McBride que no colabora con la causa de los países del Tercer Mundo, el escenario internacional de disputa por las estructuras de comunicación se mantiene enfrentado y sin una victoria real para los Estados periféricos que, sin embargo, ganan en el plano de la unificación y la toma de conciencia de la importancia estratégica que tiene la difusión de noticias. “De este modo, en el debate internacional se ha llegado a una nueva polarización que sintetiza las posiciones enfrentadas que le dieron origen. Por una parte, los actores del norte ligados a los conglomerados trasnacionales que buscan a través de la ITU una influencia que les permita liderar la política de ese organismo internacional y asegurar los amplios mercados potenciales del Tercer Mundo para la electrónica, la informática y las telecomunicaciones, que actualmente conforman los sectores productivos más dinámicos del capitalismo central. Por otra parte, las regiones periféricas y algunos países de Europa –conscientes de que el NOMIC no puede ser desvinculado del NOEI (Nuevo Orden Económico Internacional) y de que estas propuestas significan una transformación profunda en las relaciones internacionales que los intereses hegemónicos no están dispuestos a aceptar– deben alcanzar mayores márgenes de acción conjunta a fin de compensar la actual asimetría de poder en la que se encuentran” (Argumedo).

La ilusión del tercer peronismo duró poco, y en 1976 comenzó en la Argentina la dictadura cívico-militar conocida como el “Proceso de Reorganización Nacional” (1976-1983). Al igual que muchas de sus pares en Latinoamérica, la dictadura argentina impuso un férreo control a la prensa y, paradójicamente, se valió de la ley dictada por el peronismo para restringir la actividad de las agencias extranjeras de noticias. Uno de los puntos más álgidos se dio durante la Guerra de Malvinas, cuando TÉLAM ofició de vocera de informaciones oficiales que a la larga demostraron ser falsas, lo que le acarreó un grave perjuicio a su credibilidad. No solo esto. La agencia sufrió la destrucción de parte de su archivo fotográfico y de redacción durante el llamado “Proceso” y varios de sus periodistas fueron despedidos y perseguidos, llegando algunos a pasar a la condición de “desaparecidos” hasta el día de hoy. De todos modos, la censura general que aplicó el Gobierno le permitió también a TÉLAM como agencia estatal gozar de un gran espacio como difusora de las actividades oficiales y de gestión. En 1980, la empresa pasó a ocupar el edificio de ocho pisos ubicado en Bolívar 531, donde funcionan hasta la actualidad sus oficinas centrales con los departamentos periodísticos, publicidad, técnico y administración”.

LA AGENCIA EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN

“En 1984 con el retorno de la democracia, los propietarios de las grandes agencias de noticias privadas de la Argentina, Diarios y Noticias (DyN) y Noticias Argentinas (NA) pidieron públicamente al entonces Presidente Raúl Alfonsín (1983-1989) que cerrara la agencia por la competencia que les representaba, sobre todo en materia de publicidad, por el monopolio de propaganda estatal que le había otorgado Onganía. Alfonsín, que controlaba celosamente la información que surgía de TÉLAM, descartó esa posibilidad. Por el contrario, bajo su mandato la agencia abrió una corresponsalía en Europa y se incorporó a Latin American Special Information Services Agency (ALASEI), un organismo dependiente de la UNESCO que en ese momento reunía a las agencias de noticias estatales de diez países latinoamericanos, con el objetivo de intercambiar información. Al término de la llamada “década perdida”, toma fuerza en el campo de la comunicación la teoría de la Sociedad de la Información. “Concebido en la última década del siglo XX en el contexto de la diseminación de infraestructuras convergentes de telecomunicaciones, informática y audiovisual por parte de los gobiernos de países centrales (Estados Unidos, Unión Europea, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Grupo de los Siete), el proyecto de la Sociedad de la Información fue, al finalizar los años noventa, adoptado también por países periféricos: los Estados africanos cuentan con acciones tendientes a estimular la ‘sociedad informacional’ (Van Audenhove et al., 1999).

También en América Latina los gobiernos de Brasil, México, Argentina, Chile y otros países desarrollan, con ritmos distintos y resultados muy dispares, programas plurianuales de incentivo a la sociedad de la información” (Becerra). La contemporaneidad con este concepto dificulta una comprensión acabada de él. “Si bien no existen definiciones ampliamente aceptadas sobre la sociedad de la información y, al igual que con la noción de globalización, hay autores que cuestionan la denominación misma, la Comisión Europea plantea que: en los últimos veinte años venimos presenciando una revolución en las tecnologías de la comunicación y de la información cuyo alcance es mucho mayor de lo que la mayoría de nosotros pudimos haber imaginado. Uno de los principales efectos de estas nuevas tecnologías ha sido la reducción drástica del coste y del tiempo necesario para almacenar, procesar y transmitir la información. Estos impresionantes cambios en las relaciones de precios afectan de manera fundamental al modo en que organizamos la producción y distribución de bienes y servicios y, por ende, al propio trabajo. Esta evolución está transformando el trabajo, las estructuras de cualificaciones y la organización de las empresas, lo que introduce un cambio fundamental en el mercado de trabajo y en la sociedad en su conjunto” (Becerra).

El autor también diferencia este proyecto del que planteaban los países no alineados en la década del setenta y que se basa en que la sociedad de la información está atravesada simultáneamente por una lógica de mercado y un afianzamiento de la globalización. “La lógica argumental del proyecto de la sociedad de la información es opuesta en varios sentidos a la que inspiró el NOMIC veinte años antes: allí donde el NOMIC denunciaba desequilibrios y rémoras colonialistas, la sociedad de la información avizora oportunidades de intercambio y modernización. Allí donde el NOMIC pretendía sembrar el germen de Políticas Nacionales de Comunicación (PNC) con márgenes autonómicos ciertos, el proyecto de la Sociedad de la Información distingue que hay mercados para las corporaciones transnacionales de comunicación (Roach, 199: 94-116). El sector de las tecnologías infocomunicacionales constituye uno de los centros de gravitación del NOMIC y también del proyecto de la Sociedad de la Información, pero este último aspira a acompañar y robustecer esas tecnologías sin reparar en los criterios que determinan su desigual producción, distribución y apropiación en el planeta” (Becerra, 2005).

Sin embargo, el resurgimiento de las políticas librecambistas en su versión “neoliberal” en la década del noventa llevó a que en 1992 el entonces presidente Carlos Menem (1989-1999) dispusiera la intervención de la empresa y dos años después su liquidación. En 1996 se dejó sin efecto el decreto de liquidación para reemplazarlo por uno nuevo firmado por el Presidente Menem y el poderoso ministro de Economía, Domingo Cavallo, que intentó dejar a TÉLAM sin una de sus principales fuentes de ingresos al promover el desmantelamiento del monopolio de la publicidad oficial. La medida no llegaría a concretarse, pero el siguiente gobierno del radical-liberal Fernando De la Rúa (1999-2001) continuaría en esa línea. En 2000 se volvió a anunciar el cierre del área de publicidad y la venta de la sede central de la agencia, Bolívar 531, en la Ciudad de Buenos Aires, medidas que finalmente tampoco se concretaron. Asimismo, el Gobierno propuso achicar la agencia a un mínimo y convertirla en un simple boletín oficial para lo cual se plantearon «retiros voluntarios» con un crédito del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF-Banco Mundial) que formó parte luego de la abultada deuda externa argentina. Al año siguiente se unificaron todos los medios de comunicación públicos, pasando la agencia a funcionar junto a LS82 TV Canal 7 y LRA Radio Nacional dentro del Sistema Nacional de Medios Públicos; recién en 2002, durante el interregno del peronista Eduardo Duhalde (2002-2003), la empresa recuperó su condición autárquica”.

TÉLAM EN EL CONTEXTO ACTUAL

“En 2008, en el marco del conflicto del gobierno nacional de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011) con los principales grupos mediáticos del país, con la firma del entonces Jefe de Gabinete de Ministros y hoy Intendente de Tigre, Sergio Massa, se emitió el Decreto 1311/2008 que le quitaba finalmente a TÉLAM la elaboración y la difusión de la publicidad oficial y permitía a la Secretaría de Medios la contratación directa de las agencias de publicidad. En la actualidad, la agencia es una Sociedad del Estado (SE), cuyo accionista es la Secretaría de Medios de Comunicación, encargada de designar el directorio. El cómputo de gastos de TÉLAM forma parte del presupuesto global del Estado argentino aunque la agencia también genera ingresos en concepto de publicidad. Provee información periodística a unos 2800 abonados, entre los que se incluyen medios de prensa nacional e internacional y oficinas gubernamentales nacionales, provinciales y municipales. La agencia de noticias de la República Argentina cuenta con 28 corresponsalías distribuidas en todo el territorio argentino, que garantizan la cobertura nacional y el federalismo. A los 500 despachos diarios que genera TÉLAM, hay que sumar el servicio audiovisual y de radio para todos los abonados, que convierten a la agencia en una transmisora de tres formatos: escrito, radial y televisivo La agencia posee también el portal digital www.telam.com.ar que renueva la actualidad de las noticias en tiempo real. La agencia nacional de noticias es un servicio periodístico mayorista que llega a la mesa de los principales editores del país, aunque con el surgimiento de la era digital también incorporó la conexión directa con los ciudadanos. En la actualidad se desempeñan en TÉLAM unos 450 trabajadores, de los cuales algo más de la mitad corresponde al área periodística. También es la única agencia noticiosa con despliegue territorial en todo el país a través de sus 28 corresponsalías, a lo que agrega un segmento de noticias internacionales para tornar más competitivo el servicio”.

(*) Lisandro Sabanés (Repositorio Institucional de la UNLP. 2014): “El surgimiento y desarrollo de la agencia de noticias Télam en el marco de las políticas internacionales de comunicación”.

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