Por Enrique Guillermo Avogadro.-

«No por casualidad las reformas son tan difíciles. Ni por otra razón quien quiere cambiar de verdad las cosas, para propiciar al país un horizonte de mayor bienestar y progreso, a veces se siente solo». Fernando Henrique Cardoso.

Esta tarde, a las 19:00 (con mis amigos, nos reuniremos a las 17;45 en Callao y Juncal, para después marchar al Obelisco), quienes queremos vivir en paz y en democracia y estamos hartos de aquellos que quieren, una vez más, poner ambos valores en riesgo, saldremos a las plazas de todo el país a expresarnos. No se trata de una marcha a favor del Gobierno, sino a favor de la Constitución y de la ley. Piense usted de qué lado de esa línea esencial está y, si coincide con ambas premisas, hágase un favor a usted mismo, a sus hijos y a sus nietos, y acompáñenos.

No importa que tenga, como yo mismo, tal o cual queja respecto a la gestión del Gobierno, porque hoy es otra cosa lo que está en juego: la Patria misma. Es que el más impúdico peronismo, el que está agazapado y quiere retornar, sólo entiende el diálogo si éste conlleva el control de la calle; si se las dejáramos, si permitiéramos que continúe la impunidad, todo estará perdido. La mayor prueba de cuánto preocupa el tema la constituye la ingente campaña que desató en las redes, con mensajes contradictorios, para debilitar la convocatoria.

Porque, si permitiéramos que los ladrones y criminales de siempre, que quieren evitar la cárcel y seguir robando, ahora saquen a empujones y panzazos a las actuales autoridades, nos miraríamos en el espejo más terrible que hoy ofrece nuestra región, la tristísima Venezuela, un país en el que ha desaparecido todo esbozo de legalidad, donde la gente se está muriendo de hambre, donde se encarcela sin juicio, donde no se puede acceder a los remedios y, pese a que flota sobre un mar de petróleo, el chavismo ha llevado a la ruina a fuerza de latrocinio y narcotráfico.

Jorge Fernández Díaz, a quien nadie puede acusar de hombre de derechas, acuñó una metáfora genial para describir la sensación de insatisfacción de muchos argentinos ante una economía que, según creen erróneamente, no termina de levantar cabeza: “El jumbo venía en picada, la cabina permanecía tomada por jihadistas y los pasajeros se disponían al infierno del final. De pronto Macri y sus muchachos derrotaron a los mujahidines, tomaron el control, evitaron que la nave se estrellara y comenzaron a estabilizar el vuelo: en ese instante los viajeros se quejaron porque el pollo de la cena estaba frío”. No pretendo quitarle responsabilidad al Presidente, porque llevo más de un año enrostrándole haber cometido el imperdonable error de no informar a la ciudadanía acerca del estado real del país y su economía cuando Cristina Kirchner literalmente le tiró el gobierno -recuerde que ni siquiera aceptó entregarle formalmente los atributos del poder- por la cabeza.

Muchos dicen que no están dadas las condiciones para que se produzca un golpe de estado de la oposición más cerril, y podría coincidir con esa posición si se tratara de tanques en la calle, como sucedió cuando fueron derrocados Arturo Frondizi, Arturo Illia y tantos más. Pero hoy estamos frente a algo infinitamente peor: recuerde qué pasó en el acto del 24 de marzo en Plaza de Mayo, y la renovada apología que muchos políticos peronistas están haciendo del ERP y Montoneros. Cabía esperar algo así de Bonafini o Carlotto, de los grupos guevaristas o de las izquierdas trotskistas, pero no de tipos como Pichetto o Gioja. Si se califica públicamente al Gobierno de ilegítimo y dictatorial, como se hizo hasta en La Haya, se habilitan las posturas de quienes finjan resistir a la opresión y tomar las armas -las bombas, los secuestros- para desalojarlo.

Y hasta quienes huían del kirchnerismo -al cual apoyaron tan callada y humillantemente durante doce años- como si fuera la peste, se juntaron tan contentos en el congreso del PJ para distribuirse las miserables canonjías partidarias. Hasta Patotín Moreno ha vuelto al ruedo en estos días, clamando por una unidad que los contenga a todos, incluido Sergio Massa y su desmemoriado Frente Renovador; si lo lograran, una vez más estaríamos en manos de una asociación ilícita cuyo único propósito es recuperar el poder y, con él, robarnos el futuro a mansalva.

Quiero manifestar mi admiración más profunda por María Eugenia Vidal, Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, quien logró evitarnos a todos, más allá de los bonaerenses, que Anímal Fernández triunfara en ese distrito y, con ello, permitiera que Lancha y el Chino (verdaderamente, parecen apodos carcelarios) se instalaran en la Casa Rosada. Esta semana, Marcelo Longobardi y Jorge Lanata la entrevistaron en conjunto (puede escucharlo en https://tinyurl.com/lhtxqzw), y debo confesar que consiguió emocionarme.

Cambiando de tema, y dado que la Legislatura de la Provincia que encabeza ha sancionado una ley (espero que la vete) que establece como verdad revelada la cifra de 30.000 desaparecidos -reconocidamente falsa- y prevé sanciones para quien la niegue, me permito formular una sugerencia: que los organismos que exigen la continuidad de ese dogma y pretenden seguir haciendo negocios y política con él mientras nos niegan el acceso a la historia, suministren los datos filiatorios de todos ellos (nombre, número de documento, etc.).

Para concluir, quiero expresar mi conmovido agradecimiento a todos y cada uno de ustedes que se solidarizó conmigo y me ofreció su apoyo y acompañamiento por mi denuncia por incitación a la violencia y apología del delito que formulara, y que está en manos del Juez Claudio Bonadío. De verdad, ¡muchas gracias!

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