Por Rodolfo Patricio Florido.-

A la hora de plantear culpas, en el Gobierno apuntan a Scioli. Nadie dirá, en definitiva, que fue Cristina la que lo eligió como candidato (a él y a Aníbal Fernández). «El techo lo puso el propio Scioli», remarcó un funcionario, más allá de la mala imagen del jefe de Gabinete, que terminó arrastrando a la derrota a varios candidatos a intendentes. El aparato de propaganda oficial ya no sabe muy bien cómo comportarse. No son pocos los comunicadores de ese aparato que temen por su futuro cuando las pautas publicitarias y los aportes del empresariado amigo adopten el monto real según su llegada periodística masiva y no por su alineamiento. Saben que esto implicará pérdidas de fuentes de trabajo y que será muy difícil reciclarse en otros medios a los que han agredido sistemáticamente.

En la Casa Rosada, la preocupación crece hora tras hora. Por un lado, temen que Macri apueste a salir de campaña con María Eugenia Vidal y el propio Sergio Massa, apuntando a la gestión de Scioli, lo que podría terminar de sellar la suerte del gobernador. Miles de funcionarios intermedios de la Provincia de Buenos Aires y de sus perdidas Intendencias, sienten que se quedarán sin trabajo y no son pocos -como suele suceder- que tratarán de quedarse y no perder sus salarios. Obvio que estos tratarán de entregar algo a cambio. En otras palabras, las miserias humanas se potenciarán, sobre todo en aquellos que siempre buscaron un sueldo para pagar su “dignidad”.

Otro problema pasó a ser la fiscalización de la segunda vuelta por parte de aquellos Intendentes del Frente para la Victoria que ya perdieron sus cargos. Nadie puede garantizar que; ya sin nada que jugar en sus distritos, intendentes y gobernadores mueva a sus militantes en el ballotage para controlar la elección. Estas movidas son millonarias en gastos políticos (fiscales, comida, boletas extras, traslados, etc.) y el dinero suele ser escaso cuando la derrota se hace presente y se les pide a quienes ya nada tienen que resolver por lo menos para ellos.

Mientras tanto, Cristina no quiere hablar y su agenda se mantuvo vacía durante 96 horas. Esto suele suceder cada vez que algo la perturba. Se ausenta. Obviamente Scioli desespera y como frutilla del postre la reunión prevista con Cristina para ayer por la tarde fue desmentida.

En realidad cuando esta reunión se anunció el día martes 27 nadie la había desmentido. O sea, claramente, algo sucedió para que la Presidente Cristina Fernández de Kirchner le suspendiera la reunión al candidato de su Frente. Más allá de las formalidades, pareciera que no pocos kirchneristas de paladar negro empiezan más a pensar más en sus propias construcciones políticas para el escenario post 22 de noviembre que en alinearse detrás de un Scioli al que su eterno sistema de natación, hacer la plancha, al contrario que en otras oportunidades en que la corriente lo acercaba a la orilla, ahora lo está alejando. Ese fue siempre el riesgo de “hacer la plancha”. A veces la corriente te acerca al destino soñado para que hagas pie y camines y otras te aleja hasta ahogarte.

Por su parte, algunos intendentes peronistas bonaerenses, desacostumbrados a un escenario de derrota, reaccionan más como barras bravas que como dirigentes políticos y salen a amenazar a María Eugenia Vidal en su nuevo rol de Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires. Intendentes como Mario Secco del partido de Ensenada o Festa del partido de Moreno, señalaron… «se le va a poner muy jodido» a María Eugenia Vidal gobernar la administración bonaerense porque no es Capital la provincia de Buenos Aires». Quizás estas expresiones nazcan también al calor de un cierto temor en cuanto a que caigan sus protecciones judiciales por las múltiples causas que tienen en su contra.

Claramente apelar al miedo es un error político grave e insustancial. La Argentina de hoy no se parece a la del final del Gobierno de de la Rúa y la oposición no tiene una conducción timorata como la representaba aquel Presidente.

De hecho hay más preocupación de aquellos que perdieron su territorio político, sus salarios y sus negocios. Una frase dicha por un Intendente perdidoso al Gobernador Scioli, muestra su preocupación… “¿Quién se preocupará ahora por nosotros?”

Nadie puede saber hoy por hoy si una experiencia con Mauricio Macri será exitosa o un intento fallido. Eso, es por ahora una pregunta sin respuesta y una respuesta que solo llegará con gestión o fracaso. Lo cierto es que la oposición se está encolumnando uno a uno con el Frente “Cambiemos” que tiene una impronta mucho más parecida al Desarrollismo que alguna vez encarnó la dupla Frondizi – Frigerio, que al neoliberalismo que representó primero un peronista como Menem y luego un Radical como De la Rúa.

De hecho, cuando trascendió un ofrecimiento de Scioli a Lavagna y a de la Sota para que estos ocupen el Ministerio de Economía y el de Relaciones Exteriores, esto fue inmediatamente rechazado y todos los signos se orientaron a la existencia de un acuerdo casi sellado entre Massa y Macri. Era previsible. De esta manera Massa y De la Sota se aseguran un protagonismo superlativo en la reconstrucción del peronismo que ellos sienten y dejan a Scioli sin destino político alguno. No tendrá un espacio en un cristikirchnerismo que nunca lo sintió propio y por otra parte el peronismo no suele ser clemente con los derrotados que además se quedan sin espacio territorial propio. Aún así no todo está ya escrito. En la argentina 3 semanas y media son una eternidad. Pero, hoy, el país se orienta al primer gobierno de un frente político nuevo no conducido por los dos partidos políticos que hegemonizaron la historia democrática argentina. Y, este frente es un experimento novedoso donde conviven liberales desarrollistas (PRO), socialdemócratas (UCR) y una centroizquierda social cristiana (ARI-Coalición Cívica). Una alquimia muy interesante de cuyo funcionamiento solo habrá respuestas cuando hayan transitado sin crisis los primeros dos años de gobierno.

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