Por Luis Américo Illuminati.-

El domingo pasado fue Pascua de Resurrección. En Roma se celebró la mayor fiesta religiosa del cristianismo; en otras partes del mundo se la ignoró completamente, y en otros lugares la semana santa fueron regias «minivacaciones» para hacer de todo, menos para «un paréntesis». Una pausa o interludio para reflexionar sobre la relación entre el derrumbe psicológico de una sociedad enferma, decadente, narcisista, hedonista y nihilista y las recurrentes catástrofes que se ciernen sobre los cielos y mares del cada día más perturbado planeta. Se diría que «a mayor perversión humana, igual réplica de desastres naturales recibe la humanidad en total rebelión contra su Creador». ¿Quién no quedó espantado con la visión del terremoto en Taiwán y amenazas de tsunamis en Filipinas, Japón y otras partes de Asia, sucesos que ocurrieron dos días después de concluida la Pascua?

La maldad que hoy rige en el mundo es similar a la que la que existía en la época de Jesús. Nada ha cambiado. Los cambios han sido ilusorios, meros espejismos. La ciencia actual está al servicio del mal y no del bien. Hoy en día cualquier ídolo falso promete un paraíso que es una fácil y rápida caída en el vacío. Los regímenes como el kirchnerismo pueden ser comparados con la locura como camino de liberación del Orden Divino. Dramáticamente el mundo va camino a la autoextinción por autodestrucción. Se complace en el horrendo espectáculo de su propia muerte al retratar el Apocalipsis a través de películas de corte catastrófico que produce Hollywood como negocio de entretenimiento sin que importe que el olor de los cadáveres de Medio Oriente infecte los aires de Occidente. Y pasan los meses y nadie hace nada, salvo un personaje que dará pronto mucho que hablar. El Anticristo. Existe una versión del Tercer Mensaje de Fátima transmitida por Sor Lucía que coincide con la Profecía de San Malaquías sobre los Papas que dice que Francisco sería el último de ellos (Nro.112), versión ésta sobre la cual las opiniones están divididas, sin que una prevalezca sobre la otra. Por ello, la posición mediadora sería una «epoché» (suspensión del juicio).

He visto la película «Resurrección» (2016), que arranca con la dramática escena del Gólgota, el posterior reencuentro del resucitado con sus discípulos hasta culminar con la Ascensión de Jesús a los cielos, historia relatada por Clavius, un General romano (Joseph Fiennes) que fue testigo presencial de estos hechos. Un verdadero hallazgo -una epifanía del Séptimo Arte- me pareció a mí el papel del actor que hace de Jesús (Cliff Curtiss, neozelandés de raza maorí), una interpretación que resulta excepcional; su rostro persuade que así debió ser el amable rostro de Jesús. Cabe mencionar que Cliff Curtis fue monaguillo.

https://youtu.be/pMGWeuMszbA?si=i8y_oF_KYKFjWyqQ

En resumidas cuentas, la película conlleva un claro mensaje de redención incomparable, pero al mismo tiempo a mí me dejó un sabor amargo y la triste sensación de que el mundo actual no desea la salvación que ofrece Cristo, sino que antes bien, cada día se empeña más en acelerar el fin para que se cumplan las profecías. Esto parece un fenómeno irreversible. San Agustín divide en 3 categorías a los que aspiran y buscan la felicidad, a saber: a) felices en realidad (re beati), b) felices en la esperanza (spe beati), c) los que no son felices ni en esperanza ni en realidad. Esta última categoría es la que abunda en el mundo, incluidos los adeptos que profesan la religión maligna del kirchnerismo, una organización parasitaria enquistada en el cuerpo del Estado, liderada por una mujer perversa que promueve el odio y la discordia cuyos adeptos se han confabulado para voltear a Javier Milei, lo cual hace pensar que la rabiosa protesta es por los despidos de miles de empleados superfluos con que el kirchnerismo recargó la planta de personal del Estado, única bolsa de trabajo para los amigos. Una carga demasiado pesada para que la carguen sobre sus hombros los ciudadanos que no tienen por qué soportar semejante lastre creado por un populismo desquiciado.

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