Por Luis Américo Illuminati.-

«Luis Juez ha afirmado que los argentinos son «un pueblo de mierda» porque le exigen más a los jugadores de la Selección de fútbol que a la dirigencia política» (La Voz, 29/11/22).

Pero Juez se equivoca al decir «pueblo de mierda», ya que la masa informe, brutal y chauvinista es la que él no refiere. Es la multitud arrebañada, pues la palabra y el concepto de «pueblo» ya no existe, ha sido suplantado (ver mi nota «Primates y seres humanos») por «el homo zombi». Pueblo es un concepto histórico y jurídico expresamente definido, es una palabra correlativa y grave igual que «Gobierno».

Si un gobierno demagogo corrompe al pueblo, entonces éste se convierte en una turbamulta, en una masa ciega que arremete. Veinte millones de energúmenos que salen a invadir las calles y paralizar el tránsito nunca pueden ser un pueblo. Pueblo son aquellos 5.000 soldados que acompañaron al General San Martín en el cruce de los Andes en aras de la libertad en 1817 y los argentinos que en 1982 combatieron en Malvinas en defensa de la soberanía usurpada por los ingleses.

Un pueblo respeta el derecho ajeno. La masa lo pisotea. El pueblo reconoce que, si bien tiene derechos, sabe que tiene deberes irrenunciables. La masa sólo reconoce sus derechos y ningún deber. Hombres dignos como San Martín, o Belgrano o Favaloro pueden ellos solos constituir un pueblo. Lo problemático y enfermizo es cuando lo cuantitativo oscurece la visión de lo cualitativo, como hoy ocurre en la Argentina.

Todos somos dueños y esclavos de las palabras que decimos, pero también de las palabras que jamás pronunciaremos. Solamente las pronuncian los que usan la parresia como método de la verdad, y no son habitualmente los políticos. Pues como decía el Estagirita: «Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con quien corresponde, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo» (Aristóteles).

San Ginés, personaje salido del tango Cambalache

«El sabio es quien quiere asomar su cabeza al cielo; y el loco es quien quiere meter el cielo en su cabeza. Sea lo que sea el ser humano, constituye una excepción. Si no es la imagen de Dios, entonces es una excrecencia del polvo. Si no es un ser divino que cayó del cielo, no puede ser sino un animal que perdió la cabeza» (Chesterton).

Un típico personaje salido del tango Cambalache. El ex ministro de Salud Ginés González García, quien presentara su renuncia -a pedido de Alberto- tras el escándalo del Vacunatorio VIP en febrero de 2021, recibió este lunes en la Casa Rosada un reconocimiento de parte de su sucesora en el cargo, Carla Vizzotti, y de los ministros de casi todas las provincias argentinas por su “labor desempeñada en la pandemia y su aporte a la salud pública” (Infobae).

Que un ministro que salió eyectado del gobierno como un hombre-bala, se le haga un homenaje después de la tragedia que dejó el tendal de muertos es una cosa de locos. Carla Vizzotti, impresentable ministra de salud, hija del mejor amigo de Ginés González García, le entregó una placa como «reconocimiento por su hermosa gestión». Un despropósito. Una inmoralidad. El gobierno «K» rinde homenajes a gente no por su excelencia como el Dr. Favaloro -que cuando murió lo ignoraron olímpicamente- sino a oscuros personajes como Hebe de Bonafini o San Ginés, un personaje nefasto que debería estar preso por el affaire de las vacunas. Alberto ni asomó la nariz. A este paso este gobierno le rendirá homenaje a cualquier facineroso cuyo perfil encaje con los prototipos del Tango Cambalache: Amado Boudou, Ricardo Jaime, Julio De Vido, el valijero López, Lázaro Báez y otros testaferros y sátrapas del régimen «K».

Grave atentado al orden constitucional

Una peligrosa y amenazante arenga lanzó Luis D’Elía. «Les pido que se preparen para la batalla contra la oligarquía, el imperio y la Corte Suprema», vociferó. Sin vueltas es un llamado a un golpe de estado. Gravísimo. Tiene que haber un Juez que de oficio lo detenga y le aplique «una medida de seguridad» por presunta insania, la misma enfermedad de la vicepresidente (art. 34 inc.1 del C.P.). Son dos locos peligrosos. Lograron zafar del oscuro asunto del «Memorándum de Entendimiento con Irán» porque tenían de manceba a la justicia, caso contrario ya estarían presos todos los involucrados. Ya lo dijimos y lo volvemos a repetir. Cristina rebelada arrastra en su caída lo mismo que Luzbel a todos los demás demonios al abismo del Infierno.

La vida es sueño o pesadilla

Dice la Dra. Cris Triaca en otro sitio (La Gaceta Liberal, 27/11/22). «Comparo la educación que recibí yo en la escuela y en la Universidad de Buenos Aires, soy abogada UBA, promoción 1968, fui docente en la UBA por 5 Concursos de oposición y antecedentes, comparo mi educación con la recibida por mis hijos, nietos y bisnietos de mi segundo esposo porque siendo viuda me volví a casar, tengo 54 años de antigüedad como abogada, ejercí mi profesión fuera y dentro del Poder Judicial. Los alumnos ahora terminan el secundario sin comprensión de textos. Yo en quinto grado de la primaria a los 10 años de edad, estudiaba a Calderón de la Barca, recitábamos » La vida es sueño»: «Ay mísero de mí, ay infelice, ¿qué delitos cometí contra vosotros naciendo? ¿No nacieron los demás? ¿Y si los demás nacieron qué privilegios tuvieron que yo no gocé jamás? Nace el ave con las alas que le dan belleza suma, que apenas es flor de plumas y ramillete con alas y teniendo yo más alma tengo menos libertad». Y concluye así la doctora Triaca su reflexión. «Segismundo, quien esto decía estaba condenado a vivir encadenado en una torre. Me enseñaron los beneficios de la libertad en el colegio y en mi hogar. Algo que no ocurre ahora».

¿Pero cómo es que hemos llegado a vivir en este vergonzoso estado de gallinero? James Joyce, autor de la famosa novela «Ulysses» le hace decir a uno de sus personajes: «La realidad es una pesadilla de la que trato de despertar».

El derrumbe cultural, moral y social en la Argentina ya tenía sus raíces en el liberalismo del «laissez faire» y se acentuó con el populismo, caja de Pandora de donde salieron todos los males: sindicalismo, marxismo, terrorismo y el kirchnerismo, resumen y síntesis de todos los vicios y aberraciones que nos ha llevado al actual naufragio. Estamos así por hegemonía de lobos y cerdos en el poder y una masa de papagayos y papamoscas que sólo sirven para votar. Estamos huérfanos de esa maravillosa ave de la libertad: el águila. Ésta no lucha contra la serpiente en el suelo. La lleva al cielo cambiando el terreno de batalla y luego la deja caer. La serpiente no tiene resistencia, ni poder ni equilibrio en el aire. Es inútil, débil y vulnerable, a diferencia de la tierra, donde es poderosa, sabia y mortal ya que es rastreramente traidora. El águila simboliza las ideas más elevadas y suma de las mejores virtudes y valores del ideario sanmartiniano. Por el contrario, la serpiente representa los más bajos instintos, síntesis de los vicios y símbolo del mal.

Dirijamos la mirada hacia lo alto y dejemos de mirar el abismo que tenemos por delante. «Mens agitat molem».

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