Por Paul Battistón.-

Es una de las fotos más difundidas de Sinead O’Connor, a la que se la ve posando con su remera de “recovering catholic”, además de la que surgió de ese momento captado del video en que rompe la foto de Juan Pablo II. ¿A cuántos habrá reconvertido tras su presunta reconversión? La respuesta se diluye ante su propia pérdida o mejor dicho conquista. Sinead ganó su propio sacrificio.

La cabalgata se volvió repentinamente recatada o quizás furtiva en su estrategia. La reconversión al recato de Javier Milei de todos modos cosecha críticas desde el primer debate, en especial de aquellos que le exigían una baja de revoluciones. La revisión de viejos desacatos parece ahora ser la necesidad o la estrategia de los comunicadores para llenar los decibeles sacrificados por el propio Milei.

El periodismo dio en mucho tiempo sus más extrañas conclusiones señalando al fracaso redactado en forma de exposición como el triunfador de un debate (el primero). Los capítulos de un programa para el cursado de jardín de infantes no podrían ser más infantiles que la receta hacia la pobreza con los que Myriam Bregman fue adulada por el periodismo sólo por su manejo de timbres y tiempos. Posiblemente fue por la necesidad de no dibujar un ganador que coincidieron en destacar las virtudes de marketing que usualmente deberían ser ajenas a quienes ven en el capital el origen de los males. Los acontecimientos mundiales y las interpretaciones de Bregman en el segundo debate hicieron olvidar al periodismo sus opiniones sobre la candidata rápidamente para pasarla a la columna de lo peor de lo peor.

Quien tiene todos los vicios en forma fáctica para cargar sobre su espalda es nuestro presidente de facto Sergio Massa, con la capacidad para ofrecer soluciones a sus propias fallas, ofertando en cada propuesta soluciones a través de nuevos controles en manos de nuevos imaginarios entes de control, financiados con la magia de la imaginación o de lo que serían en todo caso nuevas futuras cargas sobre las espaldas de esos idiotas que aún estiman que el trabajo es una virtud que los proyecta hacia el progreso (es su cruz). Un concepto de esclavitud tan claro que en cada exposición de perversa actuación de nuestro presidente fáctico automáticamente se transforma en una poderosa campaña para la posición diametral, en este caso Milei (nunca antes una campaña debe haber tenido un costo tan bajo).

Patricia Bullrich nos ha ofrecido en sus dos apariciones todo lo que sabíamos nos ofrecería sin ninguna sorpresa y ese quizás fue su mayor error. El hartazgo se ha vuelto una planicie de búsqueda desesperada de sorpresas (gratas). La mayor jugada de Patricia ha sido una estocada certera hacia quien ya está malherido cercenado a Larreta de la fuente de reparto con la intención de evitar que el presidente de facto-candidato pueda aspirar a robar adhesiones. Patricia sigue compitiendo con el kirchnerismo; Javier se ha encargado de que el enemigo sea mucho mayor y su grieta un Mar Rojo que algunos cruzarán y otros en su intento espera ahogar.

El escenario se ha reconvertido y es el converso Milei quien ha impuesto las reformas (la retracción de Cristina puede ser un indicio de lo atónito del momento).

¿Hay cambios en el escenario? O sencillamente la diferencia es Javier Milei en sí mismo. El fracaso de su partido a niveles provinciales y su triunfo a nivel nacional indican en su persona una singularidad, razón que podría ser la falla de las estrategias erradas y mal enfocadas de sus contrincantes. Sólo una persona con igual capacidad de singularidad podría haber notado esto (la que advirtió tempranamente la intromisión de Javier a través de los tres tercios).

El uso de la cuestión Luis Barrionuevo por parte de Patricia como medio para horadar a la figura de Milei no ha tenido resultados que se presientan como concretos en el electorado. En Luis Barrionuevo, Javier Milei ha elegido el arma para convertir al modelo Moyano en fósil (justo el que Patricia ostenta como enemigo).

¿Cuánto duraría una relación Milei-Barrionuevo? Seguramente poco, lo que le daría a Javier Milei su principal próximo enemigo (y así debe ser; es un sindicalista surgido de la doctrina peronista) pero es un enemigo a combatir de frente con un escritorio de barricada de por medio. La calle (el viejo escenario de Moyano) es una cuestión de la justicia y las fuerzas públicas; el poder ejecutivo está en un nivel muy superior.

Sergio Massa se está convirtiendo en quien muestra las virtudes de Milei por contraposición; Patricia, en quien combate ese pasado persistente; Milei, en quien escapa casi indemne hacia adelante (el tiempo dirá si ese adelante es el futuro).

Justo en un tiempo complicado en cuestiones de fe, es cuando Milei se reconvierte, además de reconvertir muchas cuestiones básicas quitándoles de encima adosados de enmarañados progresismos inútiles. Coincidente con su respuesta casi ausente al ¿nos morimos y qué pasa? de las entrevistas de Novaresio, la reconversión de Milei es hacia la pérdida de confort. Se ha propuesto sacrificarse (algo así como el cargar una cruz) a cambio de su manifestada búsqueda del título de piloto de tormentas, el cual sólo alcanzaría después de un éxito en el cual se vería sacrificado.

Share