Por Mario Cadenas Madariaga.-

El debilitamiento moral del partido oficialista.

El Frente para la Victoria ha elaborado deliberadamente una campaña electoral signada por la contradicción de sus objetivos, y la conducción bicéfala del movimiento. Estos dos errores no son casuales, sino el fruto de sumar objetivos y caracteres incompatibles, en la aspiración de ampliar la cobertura de la campaña.

La contradicción de los objetivos se da entre un modelo autocrático y populista que lucha por sobrevivir pero agoniza en su etapa final, y una conducción pragmática y dialoguista que se deberá alejar del modelo originario por la fuerza de las circunstancias.

Cada una de estas corrientes tiene la pretensión de dirigir la campaña y el futuro gobierno, tras las figuras de Daniel Scioli y CFK, no obstante el carácter personal de una candidatura presidencial y de su ejercicio posterior.

Naturalmente también se hace un esfuerzo enorme por disimular la situación, por parte de los adherentes en general, interesados en la conservación del poder, pero como la división está en la esencia del actual FpV aparece reiteradamente, multiplicándose a medida que se extiende el conocimiento del carácter insuperable de la contradicción en la que se basa.

Se llegó a esta conjunción por el temor a perder el poder y sus efectos, en particular el desarrollo de las causas judiciales contra la familia Kirchner y sus principales aliados.

Pero no se advirtió que la fuerza de la lógica se impondrá sobre la estrategia defensiva de la corrupción, convirtiendo el camino elegido en la fragua que impulsara esas causas, para destruir la contradicción, porque esto está en su naturaleza que es la necesaria desaparición de uno de sus términos. Es decir, por ejemplo, asumida la Presidencia por DS, una forma de consolidar su autoridad será dejar al impulso judicial el desarrollo de las causas contra los Kirchner y sus aliados, sin aparecer como autor de la persecución.

En su origen la conducción del FpV se impuso por CFK suponiendo siempre su autoridad superior, tomándola como totalmente natural por la mansa subordinación de DS durante doce años. Pero DS pensó -secretamente- desde siempre que, de ser elegido, sería la única y máxima autoridad.

Evidentemente a CFK le faltó el genio político que se había supuesto en ella, sin motivo. Es una luchadora pero no una conductora. Fue investida en la Presidencia por su marido, ya en la fase descendente del modelo. No lo advirtió y por ello en vez de corregir sus errores los acentuó.

A su vez antes del 30 de agosto debió organizar el gobierno pos kirchnerista, y sin saberlo introdujo al Caballo de Troya en la conducción superior del FpV, cuando ya podían verse las incompatibilidades del candidato.

Con un frente interno dividido y su autoridad cuestionada, DS enfrenta a un adversario que aparece como el preferido.

Para una contienda, de cualquier naturaleza, es fundamental la moral o la confianza de cada parte en la justicia de su causa. El desgaste natural es el que se intenta y proviene del adversario, pero no penetra porque carece de credibilidad. Muy diferente es cuando se genera en las propias filas, y/o por algunas autoridades del partido.

Así esta fuerza está condenada. Está afectada la confianza en la causa y la autoridad del candidato.

Las diferencias entre Daniel Scioli y Carlos Zannini que trascienden la intimidad de los coloquios; las pretensiones visibles de CFK de ejercer la autoridad máxima del partido y fijar sus líneas doctrinarias; las reuniones separadas, una con los gobernadores y otra en la Casa Rosada con la participación de la Cámpora; las disputas públicas de los representantes de Carta Abierta con amigos de DS; las críticas de Randazzo, la Abuela de Plaza de Mayo Estela Carlotto, de la muy poco contenida Madre de Plaza de Mayo René Bonafini; los comentarios matutinos del Jefe de Gabinete

Para agravar la situación de DS las encuestas posteriores al 25 de octubre le dan hasta 10 puntos de ventajas a M. Macri, anticipos que desgastan más la confianza en las filas del FpV.

A esto se agrega el fuego enemigo. Al final de la campaña quedará claro que hay dos modelos enfrentados: la continuidad y el cambio. La posibilidad de una síntesis quedó en el camino. La primera esta unida al modelo cristinista, autoritario y personalista en lo político y en lo económico populista y claramente agónico, con una inflación que se multiplica, fruto de un déficit fiscal imparable y default en las finanzas externas, es decir en estado de quiebra, a la que solo falta declararla formalmente.

Por eso la continuidad es imposible, aunque su reconocimiento y superación suscite enormes dificultades psicológicas, económicas y sociales, pero al 22 de noviembre estará claro que el modelo estará terminado.

El 22.11. 2015 los árbitros del resultado serán los nueve millones del FpV.

El 22 de noviembre el más grave problema para tomar una decisión lo tendrá no una minoría de cinco millones de votantes sino otra más importante de nueve millones, porque en ese momento la incompatibilidad entre DS y CFK será manifiesta e irreconciliable.

Si no hay una renuncia, de parte del titular, los nueve millones se dividirán entre dos sectores y la fórmula que contará con la mitad de los votos del 25 de octubre y aumentarán los votos en blanco en una alta proporción.

La consagratoria de Macri en esta hipótesis será espectacular. El kirchnerismo habrá sufrido una implosión por haber creado y alimentado un Caballo de Troya, introducido por la propia CFK y no por la inventiva del enemigo, en una clara muestra de incapacidad para gobernar el próximo ciclo.

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