Por Enrique Guillermo Avogadro.-
«No temas ni a la prisión, ni a la pobreza, ni a la muerte. Teme al miedo”. Giacomo Leopardi
El paupérrimo, inconexo y sesgado discurso que Cristina Fernández descerrajó contra la sociedad el jueves al anochecer, merece integrar la antología mundial de la hipocresía y dejó, muy a pesar de la voluntad de la disertante, algunas claras certezas: siente pavor y, como consecuencia, una enorme debilidad electoral, que afecta en su personal situación penal. Para darle la razón, hasta un insignificante Anímal Fernández, su Ministro de Seguridad, se atrevió a retrucar ayer sus dichos sobre la Gendarmería.
La escasa concurrencia (el estadio tiene capacidad para 48.000 personas, y se veían claros en las tribunas) al acto en La Plata confirmó que ya no atrae a los más jóvenes, que no vivieron los años de bonanza que permitieron que Néstor y a ella misma hacer populismo con mucho dinero, y que hoy deben subsistir en un universo infinito de exclusión, miseria, drogadicción, falta de educación y carencia de futuro. Resultaron patéticas sus tentativas de identificarse con los hambreados jubilados -ella, que cobra 3 millones de pesos por mes- o con los habitantes del Conurbano, abandonados a la inseguridad por obra de sus Axel Kicillof y Sergio Berni.
Utilizando un disfraz peronista, el “movimiento” al que -hay pruebas en las redes sociales- despreció toda su vida, hasta el extremo de insultar a su fundador, buscó insuflar en los grandes ex-machos-alfa territoriales la necesidad de unirse a su bandera para conservar el poder; pero éstos, que ya huelen el perfume de las calas y tienen una gran experiencia, están separando los comicios locales de las elecciones nacionales para evitar que ella los arrastre a la profunda sima que se abrirá a sus pies.
Como era dable esperar, nuevamente arremetió contra la Justicia -el “partido judicial”- de la que siente el aliento en la nuca e insistió con la necesidad de su “democratización”, que no logró concretar en su apogeo y, otra vez, mientras acusaba a Juntos por el Cambio de estar detrás del supuesto atentado contra su vida que actuó una triste pandilla de marginales, convocó a un “acuerdo” para erradicar la violencia política y defender las instituciones. Pero no mencionó siquiera al golpe de Estado que organizó y ordenó ejecutar a su bastarda tropa de senadores contra el Poder Judicial al desobedecer un fallo de la Corte Suprema, a contramano de lo que ordenan la Constitución y el Código Penal; todos, tarde o temprano, deberán responder por ello puesto que se trata de delitos imprescriptibles.
Una vez más, y rodeada por funcionarios y legisladores oficialistas, buscó disfrazarse de jefa de la oposición a un gobierno que ella misma inventó y que la tiene nada menos que como Vicepresidente; pero, si un incidente de salud como el que lo afectó esta semana incapacitara a Alberto Fernández, se vería obligada a ejercer la primera magistratura e intentar comandar este muy escorado Titanic en el último y pavoroso año de su singladura. De darse esa situación, la llevaría a un todavía más estrepitoso fracaso en las urnas y, con ello, al fin del kirchnerismo, porque carece de un heredero atractivo y del poder para imponerlo; por eso, sus críticas al Gobierno que integra esta vez fueron tan suaves y elípticas.
Contra lo que supone la mayoría, e insiste Cristina Fernández, la más peligrosa bomba al borde de estallar en sus manos no es la deuda nacional en dólares, pese a la magnitud de ésta, sino las obligaciones en pesos, que crecen a mayor ritmo que la pavorosa inflación. Como ya nadie cree que el Gobierno pueda controlarla, cada vez le resulta más difícil renovar sus vencimientos, y ello obliga al Tesoro y, por ende, al Banco Central a emitir más y más billetes, que realimentan el ciclo y pueden llevar a una hiperinflación o a reflotar un “Plan Bonex”, ahora para los bancos.
Los datos objetivos cuentan que la mitad de los argentinos es pobre, y el 10% mísero, que esos porcentajes crecen geométricamente cuando se trata de niños y jóvenes, que los médicos huyen de la salud pública y que la población es abandonada a su suerte, que resurgen enfermedades erradicadas, que los salarios registrados no garantizan la subsistencia y que los informales son aún peores, que la industria se está deteniendo por falta de insumos importados y se pierden puestos de trabajo genuino, que se continúa subsidiando a empresas públicas enormemente deficitarias para emplear militantes y engrosar el bolsillo de sus jefes políticos, que el narcotráfico y la violencia social son incentivados y protegidos desde el poder, que los gerentes de la pobreza roban y son cómplices, que el saqueo a las cajas del Estado se incrementa, que la educación hace agua y los chicos no aprenden siquiera a leer y comprender los textos, que las fronteras son coladores y los falsos mapuches siguen ejerciendo el terrorismo.
La principal duda que recorre la mente de analistas, politólogos, sociólogos y economistas es hasta cuándo resistirá este cuerpo social, tan dañado, el gigantesco cataclismo que, día tras día, cae sobre él: a la convicción de lo escaso del tiempo del que ella dispone se debe su penosa intención de negar su total responsabilidad sobre lo que ocurre, después de los ocho años en que fue Presidente y los tres del actual mandato. Los gritos que la incitan a “volver” van, exactamente, en ese sentido y tienen ese objetivo; pero, si aún está y nunca se fue, ¿volver de dónde y para qué?
Argentina está al borde de la disgregación por inviabilidad. Si conseguimos ofrecer a propios y extraños seguridad jurídica, una moneda sana, la certeza de que no gastaremos más de lo que podemos, y sistemas tributarios y laborales racionales, tendremos aún la oportunidad de evitarlo.
20/11/2022 a las 3:02 PM
La permanencia de esta lakra en el pode nos va a terminar de hundir a lo más profundo de los abismos. Debería volver el «que se vayan todos» con la unanimidad del pueblo en su gran deseo de que empecemos a evitar ese fatal hundimiento. O se hace justicia o permitiremos que nos siga gobernando la corrupción.
21/11/2022 a las 12:49 AM
A lo que de verdad temo no es al fin del pais sino a una larga decadencia.
Llevo ya decadas leyendo «esto no puede continuar» y sin embargo continua cada vez peor.
Que no exista ese tocar fondo, la situacion de quiebre, es porque en realidad no lo quieren. Estan dispuestos a resistir con la esperanza de que las cosas podrian mejorar. Mientras tengan esa esperanza no se producira ningun cambio.
21/11/2022 a las 10:37 AM
OPERATIVO CLAMOR.
El presidente Fernández, con su gravísimo cuadro gástrico, no está en condiciones de continuar y debe retirarse para ceder de inmediato la presidencia a la salvadora Cristina Fernández de Kirchner para que asuma el poder sin demora alguna.
Cristina nos garantiza el retorno a la riqueza, al bienestar y a la alegría. Para que demorar su asunción a la presidencia.
No tiene sentido esperar hasta fines del 2023 cuando ya mismo puede rescatarnos a todos de esta decadencia económica, política y moral devolviéndonos la prometida alegría y riqueza a partir de ahora, sin demora alguna.
Más aún, un pueblo feliz, con el éxito demostrado, volverá a reelegirla el próximo año. No dejemos pasar esta oportunidad de oro.
21/11/2022 a las 11:46 AM
Javier. Ya tocamos fondo y seguimos flotando en la cloaca acostumbrados a nadar en la mierda como palmípedos y cacareando como gallinas.
21/11/2022 a las 12:22 PM
EN VEZ DE QUEJARSE ACTUEN, ESTUDIEN SUPERENSE. HAY MUCHAS FORMAS DE RESISTENCIA LEGAL PASIVA.SOLO QUE ES MAS FACIL QUEJARSE Y ESPERAR QUE OTRO HAGA ALGO.
«No hay esperanza donde la corrupcion se instala. No habrá paz, donde haya un pueblo sometido y humillado. Y no hay porvenir, donde no esté asegurado el futuro de la Patria…»;
«Mientras haya tan solo un grupo de Argentinos, que resistan a ser conquistados, la patria vive…»
https://malvinense.com.ar/snacional/2015/1493.htm